Winston Churchill ( en el extremo derecho) y varios soldados británicos en Pretoria después de su captura por los bóers. 1899
Churchill, trabajando de reportero, iba en un tren blindado, cargado de soldados británicos, que realizaba un reconocimiento entre Frere y Chieveley en la colonia británica de Natal en noviembre de 1899. Un comando Boer había colocado una gran roca en la vía en la que se estrelló el tren, no circulaba muy rápido, pero aun fue un gran impacto. Los Boers abrieron fuego sobre el tren con cañones de campaña y de fusil desde una posición dominante.
Los soldados británicos que no resultaron heridos devolvieron el fuego, mientras que otros en el tren hicieron lo posible por sacar a sus colegas heridos del peligro. Luego trataron de desacoplar la locomotora para que pudiera retroceder hacia lugar seguro, todo el tiempo bajo fuego. Después de unos 70 minutos de tiroteo, los bóers descendieron por la ladera. Varios hombres fueron hechos prisioneros, pero la locomotora, cargada de hombres, había escapado. Churchill se encontró solo en un barranco cerca de las vías. Era verano y, por lo tanto, hacía calor, estaba cubierto de sudor, aceite, polvo y la sangre de sus camaradas y, sin duda, estaba exhausto. Un bóer se bajó de su caballo, se arrodilló y levantó su rifle Mauser apuntándole. Churchill fue a sacar su pistola del cinturón, pero no estaba allí, se había quedado en el tren. Estaba indefenso, así que se rindió.