Alberto Díaz Gálvez con algunas de las medallas obtenidas durante el año que estuvo en el frente de combate. Se aprecian la Cruz Roa del Merito Militar, la Medalla de Sufrimientos por la Patria, la Cruz de Guerra y la Medalla de Herido Alemana.
La bala le entró por el pómulo y salió fugaz por detrás de la oreja. Se encontraba con la ametralladora soltando ráfagas a los rusos situados en la otra orilla del río Wolchow cuando cayó herido. Era una gélida tarde de marzo de 1942, frente al lago Ladoga, bajo un cielo ceniza como el de Doctor Zhivago. Allí, con su guerrera gris de la Wehrmacht , su camisa azul falangista y su medalla de la Virgen del Mar en el pecho, estuvo a punto de dejarse la vida Alberto Díaz Gálvez, un almeriense de 18 años, el segundo hijo de Pepe Díaz, el chacinero del Mercado Central.
Cayó al suelo sin conocimiento, a miles de kilómetros de su tierra, chorreando sangre por la nariz y el oído y oliendo aún a metralla. Y se despertó varios días después en el Hospital de Konigsberg, en el ‘cuarto de las papas’, una sala donde iban a parar los heridos muy graves a la espera de ver si reaccionaban.