"Una noche oímos un grito, el grito de alguien con un dolor insoportable; luego todo se calmó de nuevo. Alguien en su agonía de muerte, pensamos. Pero una hora más tarde el grito volvió. No cesó en toda la noche. Ni la noche siguiente. No podíamos saber si venía de la garganta de un alemán o de un francés. Existía por derecho propio, una agonizante acusación del cielo y la tierra. Nos metimos los dedos en los oídos para detener su gemido; pero no sirvió de nada; el grito sonaba como un taladro en nuestras cabezas. Nos marchitamos y envejecimos entre esos gritos.
Más tarde nos enteramos de que era uno de nuestros hombres colgado en el alambre de púas. Nadie podía hacer nada por él; dos hombres ya habían tratado de salvarlo, sólo para morir ellos mismos. Rezamos desesperadamente por su muerte. Se demoró mucho en hacerlo, y si continuaba durante más tiempo nos volveríamos locos. Pero al tercer día sus gritos fueron detenidos por la muerte." Ernst Toller, Primer Regimiento Bávaro de Artillería, Bois-le-Pretre, Francia, 1915.
Saludos.
Es mejor permanecer con la boca cerrada y parecer un idiota, que abrirla y confirmarlo...
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Ab insomne non custita dracone