Diario de Llewelyn Griffith, Royal Welsh Fusiliers, 25 de Diciembre de 1915.
"El batallón a nuestra derecha le gritaba al enemigo y él respondía. Poco a poco los gritos se hicieron más audibles y pudimos escuchar "Feliz Navidad, Tommy" y "Feliz Navidad, Fritz"
Tan pronto como se hizo de día vimos que agitaban manos y botellas con gritos alentadores que no podíamos entender. Un alemán borracho tropezó con su parapeto y avanzó a través del alambre de púas, seguido de varios otros, y en pocos momentos hubo una avalancha de hombres de ambos lados, llevando latas de carne, galletas y otras mercancías.
Era la primera vez que veía la Tierra de Nadie, y ahora era la Tierra de Todos, o casi, algunos de nuestros hombres no quisieron ir, dieron razones breves y amargas para su negativa. Los oficiales llamaron a nuestros hombres de vuelta a las trincheras y en pocos minutos la Tierra de Nadie quedó una vez más vacía y desolada.
Había habido un febril intercambio de recuerdos, una sugerencia de paz durante todo el día, un partido de fútbol por la tarde, y una promesa de no disparar por la noche. Todo esto quedó en nada.
Un iracundo Brigadier se acercó a la línea de fuego, tronando con fuerza, amenazando con un consejo de guerra, ordenando una dosis extra de acción esa noche y supurando furia por todas partes, evidentemente habíamos puesto en peligro la seguridad de la causa aliada.
Sospecho que al otro lado de la Tierra de Nadie se estaba representando una escena similar, pues más tarde ese mismo día las armas se activaron. La artillería estaba estimulando a la infantería a reanudar la guerra, pero a pesar de las amenazas de los Generales, la infantería no estaba de humor para medidas ofensivas, y era obvio que, en ambos lados, los rifles y las ametralladoras apuntaban alto.
Unos días después leímos en los periódicos que el día de Navidad de 1915 no se confraternizó con el enemigo, "el odio era demasiado amargo como para permitir tal proceder".
Saludos.