¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

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Flavius Stilicho
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¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

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La caballería pesada napoleónica: coraceros y carabineros.

Todo el que en el transcurso de una acción profiera expresiones que acrediten cobardía, como son “que vienen los coraceros, que nos cortan” u otras de esa especie, y que con ese pretexto volviese la espalda al enemigo o se retirase en desorden, será pasado por las armas.
(disposición del 2 de diciembre de 1808 del general Palafox)

1. La creación del Arma de Coraceros.
Tradicionalmente era por Vendimiario (primer mes del otoño y primer mes del calendario revolucionario) cuando se dictaban los decretos de reformas de los ejércitos revolucionarios. Los decretos que darían forma a los legendarios coraceros napoleónicos se dictarían a lo largo de tres vendimiarios, los de los años 1801, 1802 y 1803.
El todavía cónsul Napoleón Bonaparte aprovechó esos años de paz para hacer reformas en el ejército, y una de las cosas a las que se propuso “meter mano” era a la caballería pesada francesa. Bonaparte había heredado 26 regimientos “pesados”: 24 de “cavalerie” (caballería) y 2 de “carabiniers” (carabineros).

Los “carabiniers” eran unidades de élite (durante un tiempo denominadas como “grenadiers à cheval”), emparejadas en una brigada. Habían sido unidades sospechosas de ser foco de simpatías realistas, pero su rendimiento en batalla les había ganado el respeto dentro del ejército. En principio no parecía necesario reformarlas a fondo, y la mayor preocupación de Napoleón parece haber sido la de ganarse la lealtad de los carabineros distribuyéndoles recompensas y demostrándoles que los tenía en alta estima.

La “cavalerie” era otro cantar, ya que no había salido con muy buena reputación de las guerras revolucionarias. Afectada como todas las armas de la caballería francesa por la fuga/purga de muchos oficiales nobiliarios; se había visto superada normalmente por la disciplinada y bien montada caballería austriaca. Para colmo, la “cavalerie” había visto como muchos de los más prometedores nuevos jinetes preferían optar por la caballería ligera, donde había más oportunidades de lucirse.
Un primer paso para mejorar la “cavalerie” era dotarla de algo de protección. Generales como Kellermann y Ney, propusieron equiparla con cascos de acero y charreteras de cota de malla, para proteger cabeza y hombros. El tema de las charreteras acabaría en el olvido, dado que el resultado final de la reforma de la caballería iba a ser que ésta acabara adoptando una protección más contundente: la coraza.

El primer paso en la reforma de la “cavalerie”, fue la orden de 1801 de creación de una brigada en la que se debían integrar los regimientos 1º y 8º. El 8º era una singularidad ya que dicha unidad -antiguos “Cuirassiers du Roi”- se habían aferrado al uso de las corazas cuando hacia mucho que las otras unidades francesas habían prescindido de ellas, de hecho era normalmente denominado como 8º de “Cavalerie-cuirassiers”. Se ordenó al 1º que adoptara también las corazas, poniéndolo a la par.
El agrupamiento de ambos regimientos no estuvo desprovisto de polémica entre sus respectivos coroneles: Merlin (8º) y Margaron (1º). Una vez que se adoptó oficialmente el nombre de regimientos de “cuirassiers”, Merlin defendió que su regimiento debía pasar a ser el 1º, por el hecho de haber portado corazas desde antes de que se asignaran los numerales de caballería (en la transformación de regimientos reales a regimientos republicanos); e incluso hizo inscribir dicho numeral en parte del equipo de su regimiento. Margaron defendió sus derechos, y a la postre Napoleón decidió en su favor; mas que nada para no obligar a cambiar los numerales de todos los regimientos y afrontar otras potenciales reclamaciones de regimientos.

En 1802, Napoleón exponía sus planes para una fuerza de caballería pesada que debía estar formada por sólo 20 regimientos, 2 de ellos de carabineros. Del resto, los cinco primeros (junto al 8º, para un total de seis) debían de ser de coraceros. Lo que dejaba 12 regimientos de “cavalerie” en existencia y un sobrante de 6 regimientos que debían ser disueltos y sus efectivos repartidos entre las unidades de “cuirassiers”/”cavalerie”, permitiendo a cada unidad pasar de 3 a 4 escuadrones.
Sin embargo, enseguida se decidió ir más allá: otros 6 regimientos de “cavalerie” serían transformados en coraceros, y los restantes 6 pasarían a ser dragones. El decreto de Vendimiario de 1803, confirmaría estos cambios: la Cavalerie había desaparecido como unidad específica y ahora ese nombre se utilizaba de manera general para referirse a toda la caballería. Y dentro de la caballería, el elemento pesado (“grosse cavalerie” o “cavalerie lourde”) lo formaban 14 regimientos (2 de carabineros y 12 de coraceros) en lugar de los 26 regimientos de antaño. Con el tiempo veremos, que debido a circunstancias excepcionales, se llegarían a añadir 3 regimientos de coraceros más (13º, 14º y 15º).

El advenimiento del Imperio supuso el restablecimiento de ciertos cargos honorarios dentro del ejército. Las diversas armas volvieron a tener un coronel general, título cuyo portador pasaba a ser parte de los grandes oficiales del Imperio pero que en principio no tenían por qué inmiscuirse en los avatares del arma al que estaban asociados. El coronel general de los carabineros era uno de los hermanos de Napoleón: Luis Bonaparte. Por su parte los coraceros recibieron como coronel general al general Gouvion Saint-Cyr: un oficial de infantería “experto en guerra de montaña”, que se había quedado a las puertas del mariscalato. Tras el paso de Saint-Cyr al mariscalato a finales de 1812, su puesto lo ocuparía, el general Belliard.

Como hemos visto la caballería pesada se había visto reducida en número, pero toda ella había pasado a ser considerada la élite de la caballería (sin contar a las unidades montadas de la Guardia). La consideración de élite de los coraceros quedó reflejada en el hecho de que se informó a los coroneles de los regimientos de que la parte del decreto de 1801 que establecía que las unidades montadas regulares debían contar con una compañía de élite no era de aplicación a su caso, ya que los coraceros ya eran todos ellos una unidad de élite. La confirmación práctica vendría cuando todas las tropas recibieron las correspondientes charreteras rojas.

En el caso de los carabineros, estos no tenían dudas de que eran una unidad de élite. Para ellos la cuestión era qué grado de élite dentro de la élite. En diciembre de 1804 los carabineros tuvieron una presencia destacada en los ceremoniales de creación del Imperio, viniendo a confirmar que su estatus sólo estaba por detrás de la propia escolta montada de Napoleón: la Guardia Imperial a caballo. El elemento pesado de dicha Guardia, lo componían los Granaderos a caballo (y los escuadrones montados de los Gendarmes de Élite); y probablemente los carabineros consideraban que tenían más en común con ellos que con sus camaradas coraceros. Los carabineros llevaban a gala el hecho de no necesitar corazas, así que cuando en 1809 se ordenó que pasaran a equiparse con ellas lo sintieron como un mazazo para su orgullo. Para aplacarlos se les aseguró que vendrían a ser considerados “coraceros de élite”, y se les agració con un uniforme y equipamiento distintivos para reflejar tal hecho que más adelante veremos.


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Rigo: Luis Bonaparte, coronel-general de carabineros; 1804.

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P. Benigni: Carabinero con coraza en torno a 1802. Se dio el caso (en virtud de lo relatado en una carta) de que algunas corazas destinadas a los coraceros llegaron a manos de los carabineros en 1802, y a pesar de su conocido rechazo hacia ellas parece que llegaron a probarlas.

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P. Benigni: Caballería pesada francesa a finales de las guerras revolucionarias. A la izquierda un “cavalier” del 3º y a la derecha uno del 8º con coraza.

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P. Benigni: Maréchal des Logis (sargento) del 6º de Coraceros, portando el estandarte del 2º escuadrón; 1803.

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Propuesta de uniforme para la compañía de élite del 8º regimiento; mayo de 1802. Lo más llamativo es la crin blanca en vez de la negra. Dicha propuesta fue rechazada al prohibirse la creación de compañías de élite dentro de los coraceros.


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Flavius Stilicho
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Flavius Stilicho »

2. El regreso de los coraceros en Francia: marchando contracorriente.
El “aligeramiento” de la caballería europea había sido una constante desde antes del siglo XVIII. En el pasado habían desaparecido primero los jinetes equipados con armaduras completas y más tarde los que portaban medias armaduras (o de “tres cuartos”). Sin embargo quedaba la cuestión de si la caballería “pesada” debía prescindir completamente o no de la coraza.

Mauricio de Sajonia a mediados del siglo XVIII en sus escritos poco antes de morir, había defendido con entusiasmo el recuperar el uso generalizado de coraza por parte de la caballería francesa. Durante la Guerra de los Siete Años, todos los regimientos de “cavalerie” franceses contaban entre su equipamiento con corazas: peto para los soldados y doble-coraza (peto y espaldar) para los oficiales; salvo en el caso de los Cuirassiers du Roi (ancestro del 8º de coraceros), en el que era generalizado el uso de la doble-coraza.
Se suponía que en caso de batalla, los jinetes franceses se equiparían con estas corazas para combatir, pero la realidad parece ser que muchas veces se dejaban atrás ya que su uso no era popular. El resultado es que en 1767 se consintió que la “cavalerie” se desprendiera de sus corazas; aunque los Cuirassiers du Roi se obstinaron en mantener lo que era su símbolo distintivo.

Sí había una nación donde persistía la tradición “acorazada”, esa era Austria. El ejército imperial empezó la guerra en 1792 con 9 regimientos de coraceros y 2 de carabineros. En 1798, los carabineros fueron absorbidos dentro de los coraceros y además se creó un regimiento nuevo. Sin embargo, en 1802 (tras la paz de Luneville), los regimientos de coraceros fueron reducidos a 8. Los coraceros (y carabineros) austriacos se caracterizaban por usar sólo el peto (“brustharnisch”) como coraza.
Prusia conservaba regimientos de coraceros pero sólo de nombre, ya que la coraza había sido retirada en 1790, para no retornar hasta 1814-1815. Similar era el caso de Rusia, en la que los regimientos de coraceros recibieron en 1801 la orden de retirar sus corazas; siendo reequipados con ellas a partir de 1812.
De no haberse producido la creación del arma de coraceros francesa, parece dudoso que Prusia y Rusia hubieran readoptado las corazas, e incluso la conservadora Austria podría fácilmente haber seguido la tendencia general y desprenderse de las suyas.

Respecto a Gran Bretaña, ésta experimentó en 1794 durante las guerras revolucionarias (campaña de Flandes) con el uso de corazas, dotando de ellas de manera experimental a un regimiento: los Royal Horse Guards. En 1796, un Comité de Oficiales Generales llegó a recomendar la adopción de la coraza para la caballería pesada; recomendación que fue ignorada.
Finalmente, España había contado todavía con alguna unidad de coraceros durante las Guerras de Italia; pero estos fueron disueltos durante la reforma de la caballería que siguió a la Paz de Aquisgrán (1748). No se detecta la menor intención de recuperar el uso de corazas para una caballería en la que la diferencia entre pesada y ligera es mas que nada cosa del uniforme, y no hay una verdadera caballería pesada. Ya en plena Guerra de Independencia, 1810, se crearía el pequeño Regimiento de Coraceros españoles; pero con intención de aprovechar las corazas capturadas a una unidad francesa, no fruto de una evaluación formal de las necesidades globales de la caballería.

Al final, no sólo Francia reintrodujo los coraceros cuando la tendencia era a eliminar los últimos en existencia, sino que consiguió invertir dicha tendencia. Varias naciones del entorno napoleónico se vieron arrastradas por la “moda” y crearon unidades de coraceros: Sajonia, Westfalia y Polonia. En cuanto a sus enemigos, ya hemos visto que se ven obligados a reevaluar la presencia de coraceros en sus filas, bien manteniéndolos o bien reintroduciéndolos. Gran Bretaña se resistiría un poco más, pero tras el fin de la guerra dotó con corazas a los 3 regimientos de la “Household Cavalry”.



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R.O. Von Ottenfeld: coraceros austriacos, 1798-1806.


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R. Knötel: coraceros del Schlesisches Kürassier-Regiment Nr. 1 en 1813 (sin coraza) y en 1814 (con coraza).


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Coraceros rusos en 1812 (justo tras reintroducir el uso de corazas).


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B. Fosten: jinete con coraza de los Royal Horse Guards (1794) y sargento del 2º Dragoon Guards (1799), siendo este último la imagen típica de la caballería pesada británica.


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A. Ferrer-Dalmau: regimiento de Coraceros españoles (creado en 1810) durante la GdI.
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hoff
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por hoff »

El uso de petos únicamente en los coraceros era considerado una costumbre alemana, algo que ya se hacía en época de la Guerra de Sucesión Austriaca. En ella los austriacos usaron únicamente el peto (y únicamente en batalla, ya que el peso lo consideraban excesivo) mientras que el espaldar se reservaba únicamente para cuando hubiera guerra con los turcos (como en 1788).
Tanto como la moda, creo que la reintroducción de la coraza (especialmente la versión "blanca" que usaban los franceses, que brillaba de lejos) tiene que ver no sólo con la utilidad en combate, especialmente en la meleé de caballería, sino también la psicología: cuatrocientos tipos grandotes (o casi) sobre caballos y enfundados en armaduras brillantes que se te echan encima tienen que hacerte recapacitar sobre si no tendrías que hacer alguna cosa en algún otro lugar, especialmente uno muy lejano...
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Flavius Stilicho
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Flavius Stilicho »

El uso únicamente del peto si que está asociado a los "alemanes", pero como ya he comentado también los franceses siguieron ese modelo en la Guerra de los Siete Años.
Aunque hablo de "moda" entre comillas, la reacción en los otros países a la aparición de los coraceros franceses tuvo una parte de "contramedida" pero también una parte de algo que se daba mucho en la época: imitación de un cuerpo prestigioso tuviera o no sentido en el marco de la organización/tácticas de tu propio ejército.

Respecto a las ventajas e inconvenientes de la coraza, eso lo dejo para el siguiente post. :wink:

Saludos.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Flavius Stilicho »

3. ¿Progreso o retroceso?: ventajas e inconvenientes de las corazas.
Protección.
El que algún tipo de protección siempre venía bien quedaba reflejado en el hecho de que era común entre la caballería el enrollarse un capote o prenda similar sobre el hombro cruzando el pecho; un recurso sencillo pero que protegía sólo una parte del torso y de una forma mucho menos eficaz que la coraza.

El portar coraza aunque no convertía a un hombre invulnerable indudablemente le aportaba una cierta protección nada desdeñable. Una coraza normal era capaz de hacer frente a los sablazos (y lanzazos) de la caballería de la época. Esto obligaba al jinete enemigo a “apuntar” su arma a otras partes del cuerpo, prescindiendo de los comunes tajos y estocadas dirigidas al pecho o los hombros.
Aquellos jinetes poco acostumbrados a enfrentarse a coraceros se veían en la molesta necesidad de combatir sin poder aplicar una buena parte de aquellas técnicas de guardia/ataque a las que estaban mejor acostumbrados. A modo de ejemplo, la caballería pesada británica de cara a la campaña de Waterloo (y ante la perspectiva de enfrentarse a coraceros por primera vez) tuvo que modificar las puntas de sus sables modelo 1796, un sable recto teóricamente apto para estocadas pero que había acabado siendo usado sobre todo para dar tajos y cuya punta no era la ideal para movimientos de penetración.

El uso francés de coraza doble (peto y espaldar) le daba además una ventaja frente a coraceros como los austriacos que sólo usaban peto. Así lo refleja Marbot -renombrado oficial de la caballería ligera francesa-, en su relato de la batalla de Eckmühl; afirmando que los coraceros franceses entraron en la melé sin preocuparse de tener que proteger sus espaldas y concentrándose únicamente en sus estocadas. Cuando finalmente los austriacos giraron para intentar retirarse, aumentó la carnicería al presentar estos momentáneamente sus desprotegidas espaldas. El resultado según Marbot es de que por cada francés herido y muerto hubo 8 y 13 respectivamente del lado austriaco (aunque en dichas proporciones probablemente se incluyan las bajas en unidades que no eran de coraceros). Según Marbot, allí se selló la cuestión de si era mejor o peor la coraza doble.

Quedaba la cuestión de hasta que punto la coraza protegía de las armas de fuego empleadas por la infantería y caballería. El grado de protección era menor que frente a las armas blancas pero no era tan desdeñable como opinaban los contrarios a las corazas, críticos que como el general británico John Mitchell (escribiendo en la década de 1830) llegaban a calificar dicha protección de “ligera, precaria y accidental”.
Fuera mayor o menor, lo cierto es que entre el enemigo había cierta conciencia de que estas otorgaban algo de protección, lo que podía llevar a cambiar sus tácticas. Así en 1815 a la infantería británica se le recomendó que en caso de enfrentarse a coraceros procuraran “apuntar” a los caballos en vez de a los jinetes.


Peso.
El punto principal de los críticos de la coraza era que su peso restaba al jinete velocidad y agilidad. Para los más críticos, la coraza en realidad hacia más vulnerable al jinete, no menos.

Por un lado se argumentaba que la caballería acorazada era más lenta, pudiendo sólo cargar al trote. En el caso de cargar contra infantería, esta menor velocidad daría tiempo a que el rival pudiera hacer contra la unidad de coraceros más de una descarga: el efecto reductor en las bajas de portar corazas se vería ampliamente superado por el efecto multiplicador de recibir al menos dos descargas en vez de lo ideal que era sólo dar tiempo a una; aun más, la segunda sería probablemente a corta distancia por lo que sería especialmente destructiva.
La acusación de que los coraceros sólo podían ir al trote se repite una y otra vez; sin embargo hay que tener en cuenta que la caballería francesa “no acorazada” también hacía un mayor uso del trote en la carga que otras caballerías europeas, reservando el galope para mucho más tarde que sus rivales; se hacía un mayor hincapié en el mantenimiento de la formación.
Ardant du Picq, tratadista militar francés del siglo XIX, afirmaba que los coraceros debían cargar al trote contra la caballería enemiga y reserva el galope para cuando la formación rival cedía y volvía grupas.

Otro aspecto importante era la perdida de agilidad en el combate cuerpo a cuerpo. Otro de los críticos de la coraza, el impetuoso capitán Nolan (famoso por su papel en el desastre de la cara de la brigada ligera en Balaclava), opinaba que la protección en el pecho no compensaba la restricción en la agilidad y movilidad, haciendo más vulnerable al coracero en otras áreas del cuerpo.
Los opuestos de los coraceros se deleitaban con anécdotas de como éste o aquel ligero jinete había vencido en combate singular a un más pesado coracero. Ciertamente cuando un coracero se quedaba separado y obligado a combatir en un uno contra uno, podía tener serios problemas contra un espadachín experto. No era extraño que precisamente fueran los jinetes que sobresalían en destreza hípica y en el manejo del sable los más reacios a la coraza.

Los críticos también apuntaban que un coracero descabalgado se veía extremadamente limitado por su peso. Se suele hacer referencia a las palabras de Wellington describiendo a los coraceros en el suelo como impotentes tortugas panza arriba. En realidad Wellington achacaba las dificultades de los coraceros para incorporarse tanto a sus corazas como a sus botas. Marbot observó en la batalla de Eckmühl como un coracero que intentaba huir a pie, fue abatido cuando se paró a quitarse sus engorrosas botas para poder correr más rápido. Y es que las largas y gruesas botas de la caballería pesada estaban pensadas para proteger las piernas de los potenciales roces y aplastamientos a la hora de realizar cargas en formación cerrada con muy poco espacio entre jinetes (“rodilla con rodilla”).

Los defensores de la coraza criticaban las “exageradas” referencias al peso. Después del todo la coraza napoleónica era mínima comparada con las armaduras de antaño. Buscando ejemplos contemporáneos se destacaba la agilidad y destreza de jinetes como los circasianos, algunos de los cuales todavía usaban cota de mallas de estilo medieval.
Jean Roemer, otra tratadista de mitad del siglo XIX, se burlaba de los críticos del peso de la coraza afirmando que ésta tenía un peso similar a los aparatosos miriñaques o prendas similares que usaban las damas acomodadas de la época; con la desventaja para las damas de que estas estructuras se soportaban sobre la cintura y no sobre el torso y los hombros como la coraza.


Moral.
Una queja frecuente de los críticos a la coraza era que sus portadores “exageraban” su eficacia, y el nº de veces que ésta les había salvado la vida en combate. Sin embargo ahí estaba su punto fuerte, como argüían sus defensores: un coracero se sentía “más seguro” que un jinete normal y por tanto era más propenso a involucrarse en el combate en vez de retirarse.

El factor psicológico era muy importante en un mundo donde muchas acciones se decidían con un choque de voluntades: cuando dos formaciones se encontraban frente a frente, no era raro que una de ellas rehusara el combate si se veía a sí misma como más débil. No sólo los coraceros se volvían “más atrevidos”, sino que en sus enemigos también entraba en juego el factor que era menos deshonroso retirarse ante coraceros -aunque aquí también formaba parte le hecho de ser conocidos como tropas de élite- que ante otro tipo de tropas. De hecho no eran extraños informes donde se exageraba la presencia de coraceros entre las filas enemigas.
El oficial de coraceros Aymar de Gonneville relataba un encuentro en 1807 entre coraceros y húsares prusianos. En un primer momento los húsares aceptaron el reto de los coraceros, confundiéndolos a distancia con dragones ya que las corazas quedaban ocultas por capotes (y el casco era similar al de los dragones). Cuando los coraceros hicieron el movimiento de desenfundar, a la vez echaron sus capotes sobre el hombro revelando de paso sus corazas, y enseguida notaron una vacilación en las filas enemigas; que se tradujo en varios húsares retirándose y desordenando la formación enemiga que fue presa fácil de los coraceros.


Muchas unidades de caballería eran reacias a atacar a una infantería a la que vieran bien organizada. A mediados del siglo XIX, el francés Ardant du Picq se atrevía a valorar el efecto moral de la coraza en un incremento del 50% en el coraje de un jinete. Por ello Du Picq era un ardiente defensor de utilizar coraceros para atacar a la infantería ya que estos, al sentirse mejor protegidos, era más fácil que presionaran más a fondo. El mariscal Marmont iba más allá, y opinaba que ese debía ser su único cometido; debiendo existir al lado de los coraceros una “caballería de línea” que se ocupara de los jinetes rivales.
Una infantería bien disciplinada y formada, especialmente si adoptaba el cuadro, sabía que no tenía nada que temer (en condiciones normales) de ningún tipo de caballería (con o sin coraza); sin embargo aquellas unidades peor disciplinadas o afectadas por bajas previas, podían ponerse más nerviosas de lo normal al ver aproximarse a una unidad de coraceros y romper la formación lo que supondría su fin. Sobre todo en las infanterías que habían tenido menos contacto con los coraceros corrían mitos sobre las propiedades anti-balas de las corazas. Así tenemos el caso del general Reding, tras el combate de Mengibar, que enseñó a las tropas españolas varias corazas agujereadas para disipar sus dudas.


Coste.
Aun asumiendo que la ventaja psicológica decantaba la balanza en el lado de la coraza, quedaba la cuestión del coste de tener unidades de coraceros. Dichas unidades eran consideradas “caras” de mantener.
Una coraza corriente costaba 34 francos (62 la lujosa coraza de los carabineros), coraza que además había que mantener; lo que sin duda añadía un coste a estas unidades.
Sin embargo el mayor gasto residía en los caballos, ya que un caballo de coraceros podía rondar los 500 francos (por 400 los de los dragones y 300 los de la caballería ligera). Los caballos de coraceros eran pues caros; aunque aquellas naciones que querían una caballería pesada bien montada también recurrían a los mismos caballos aunque sus hombres no portaran corazas.
El verdadero problema en el coste de estas unidades, era que al ser una “élite” todos los soldados cobraban mayor paga, a diferencia de otras unidades donde sólo los miembros de la compañía de preferencia recibían mayores sueldos.

El arma de coraceros era un arma cara, pero en principio Napoleón se la podía permitir siempre que su nº no fuera muy elevado. Una de las razones por las que se redujo el nº de unidades de caballería pesada al transformarlos en coraceros, fue sin duda su alto coste.
La preocupación de Napoleón por el coste de estas unidades se refleja en sus críticas al levantamiento de coraceros por parte de otras naciones satélites. Napoleón no dudo en reñir a su hermano Jerome, cuando éste como rey del pequeño reino de Westfalia se empeñó en crear unidades de coraceros. Napoleón le recordó que los coraceros eran caros y que los caballos locales no eran especialmente aptos para este servicio; advirtiéndole que al propio Napoleón le sería de mucho más uso que Westfalia levase unidades de caballería ligera y lanceros. Lo mismo sucedió con el Gran Ducado de Varsovia, sugiriendo Napoleón que su regimiento de coraceros, cuyas monturas tenían que ser adquiridas en Alemania, fuese reconvertido en una unidad de cazadores a caballo.



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Combate entre coracero y húsar ruso. El húsar tiene que confiar en su agilidad y olvidarse de los habituales sablazos dirigidos al cuerpo del adversario.


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Waterloo: el cabo John Shaw del 2º Life Guards cargando contra coraceros. Shaw que era considerado el “Hércules” del regimiento parece que cargo borracho, lo que no le impidió dar cuenta de varios coraceros (matando/derribando al menos a 10-11 según se dice). Al primero de ellos le atravesó el casco con un brutal golpe que atravesó el cráneo. Al final, Shaw acabó rompiendo su espada y se vio obligado a quitarse el casco para usarlo como una suerte de broquel antes de ser abatido.


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A.F. Telenik. Carga del 5º de Coraceros en Eylau. Los coraceros eran de los preferidos a la hora de tratar de romper la resistencia de la infantería enemiga.


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V. Huen. Coraceros cargando contra una batería austriaca, 1809. Según algunos comentaristas los coraceros sufrieron numerosas bajas innecesarias en esta campaña por su lentitud a la hora de cargar.


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H. Dibault. Coraceros del 2º de Westfalia, 1812-1813. A pesar de las quejas de Napoleón en cuanto al coste, Jerome Bonaparte levantó 2 regimientos de coraceros en su reino de Westfalia.


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Combate entre un coracero y un guerrero bashkir, 1812. Dos estilos diferentes de “caballería acorazada”.


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P. Courcelle. Waterloo (1815); impotencia ante los cuadros británicos, un coracero del 1º tira de pistola mientras otro del 4º se deshace de su coraza.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por APV »

Flavius Stilicho escribió:Una infantería bien disciplinada y formada, especialmente si adoptaba el cuadro, sabía que no tenía nada que temer (en condiciones normales) de ningún tipo de caballería (con o sin coraza); sin embargo aquellas unidades peor disciplinadas o afectadas por bajas previas, podían ponerse más nerviosas de lo normal al ver aproximarse a una unidad de coraceros y romper la formación lo que supondría su fin.
O hacer como hicieron muchos soldados rusos en Eylau cubrirse y tirarse al suelo para dejarles pasar y luego recomponer la formación y dispararles por la espalda.
Flavius Stilicho escribió:hablo de "moda" entre comillas
Tras Waterloo se pondría igualmente de moda la lanza vista la mala experiencia sufrida por la caballería pesada británica.
Conoce al enemigo y conócete a ti mismo; y en cien batallas no estarás jamás en peligro Sun Tzu.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Plaka »

Imagen de la película protagonizada por Depardieu "Le Colonel Chabert" en la batalla de Eylau, recuerdo que se ponían los pelos como escarpias.

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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por RODRIGO1 »

La colaboracíón entre armas era muy importante.

La idea era que la caballería cargue para que la infanteŕía forme el cuadro, entonces la artillería a caballo, montaba las piezas y daba cuenta del cuadro.

Esa era la teoría.

Como decía un gran mentalista argentino: PUEDE FALLAR.

Saludos
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Flavius Stilicho »

APV escribió: O hacer como hicieron muchos soldados rusos en Eylau cubrirse y tirarse al suelo para dejarles pasar y luego recomponer la formación y dispararles por la espalda.
Lo mejor que se podía hacer si te pillaban en una formación que no fuera muy compacta. Los que echan a huir o son abatidos y si sobreviven es precisamente a costa de sus compañeros. Los que tratan de enfrentarse individualmente, fuera de formación, con su bayoneta a un jinete suelen estar en desventaja.
Si te tiras al suelo, un caballo normalmente te va a saltar por encima. Y el jinete tampoco va a tender a frenarse para enfundar el sable, y pegarte un tiro de pistola/carabina. El problema son los lanceros, que esos sí pueden tratar de lancearte al paso.
Flavius Stilicho escribió:hablo de "moda" entre comillas
Tras Waterloo se pondría igualmente de moda la lanza vista la mala experiencia sufrida por la caballería pesada británica.[/quote]

Ya previamente en Albuera los infantes británicos pudieron dar testimonio de las lanzas. El caso de la lanza es el de otro retorno de un instrumento "viejuno", también en desuso salvo casos aislados. Al igual que con la coraza también hubo muchos oponentes a su reintroducción, pero igualmente acabó triunfando y expandiéndose por los ejércitos europeos.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Flavius Stilicho »

RODRIGO1 escribió:La colaboracíón entre armas era muy importante.

La idea era que la caballería cargue para que la infanteŕía forme el cuadro, entonces la artillería a caballo, montaba las piezas y daba cuenta del cuadro.

Esa era la teoría.

Como decía un gran mentalista argentino: PUEDE FALLAR.

Saludos
:) El siguiente capítulo es el de tácticas; y sí se hablara de cooperación.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Lutzow »

Ahora no lo encuentro, pero respecto a la utilidad de las corazas ante el fuego de fusilería, recuerdo haber leído el testimonio de un británico que tras Quatre Bras se dedicó a buscar coraceros franceses caídos para asegurarse de que un disparo podía atravesarlas; una vez comprobado pudo dormir más tranquilo en la víspera de Waterloo... Lo que resulta claro para cualquiera que haya visitado Los Inválidos es que no resultaban muy útiles contra la artillería... :)

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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por APV »

Flavius Stilicho escribió:Ya previamente en Albuera los infantes británicos pudieron dar testimonio de las lanzas. El caso de la lanza es el de otro retorno de un instrumento "viejuno", también en desuso salvo casos aislados. Al igual que con la coraza también hubo muchos oponentes a su reintroducción, pero igualmente acabó triunfando y expandiéndose por los ejércitos europeos.
Teoricamente un lancero tendría problema en un combate de proximidad (aunque podían soltar la lanza y sacar sus espadasI), pero los lanceros de Jacquinot despachaban a los jinetes británicos aprovechando sus caballos más ligeros y más frescos, y les clavaban la lanza a los que habían caído, lo que causó una gran impresión.
En Dresde los lanceros liquidaron dos cuadros austríacos que habían resistido a los coraceros.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Lutzow »

Para atacar un cuadro una vez descargadas sus armas mejor escuadrones de lanceros, ante los que poco pueden hacer las bayonetas, que otros de coraceros... Y en Waterloo demostraron que utilizados en el momento adecuado eran devastadores contra caballería más pesada, el reverso de la moneda es que tengo entendido su entrenamiento era bastante más largo que el de otros caballeros...

Saludos.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por RODRIGO1 »

Supongo que soportar el impacto de la lanza, sin caerte del caballo, romperte un brazo o el hombro, o que no se rompa la lanza sería difícil de aprender.

Pero los británicos quedaron muy impresionados,

Bien por los polacos.

Como dijo el Emperador: Los tengo por mi caballería más leal (y seguro se los decía a todos, era un hábil demagogo)

Saludos
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Flavius Stilicho »

La coraza no era util contra la artillería ni tampoco mucho contra los mosquetes, al menos en condiciones normales. Otra cosa es contra disparos que llegan ya a baja velocidad o balas perdidas; o bien porque la infantería dispara demasiado pronto o bien porque siempre había soldados que no cargaban correctamente el mosquete y ponían poca polvora. Algo más útiles contra carabinas y pistolas pero tampoco demasiado.
Pero bueno supongo que también habría algún caso en que la penetración provocara una herida menor en vez de una herida mortal. Supongo que también sería de cierta ayuda contra esos disparos que llegaran en ciertos ángulos.


Respecto a los lanceros, sí requerían de bastante más entrenamiento. Por un lado necesitaban aprender las mismas técnicas básicas que cualquier otro recluta de caballería y aprender a usar el sable. Por otro tenían que aprender a usar la lanza, que bien manejada era terrible, pero que manejada por un inexperto no es que fuera inutil es que hasta podía ser una amenaza para sus propios compañeros. Las técnicas avanzadas de lanza para ataque/defensa a un lado u otro implicaban giros rápidos, con el riesgo incluso de golpear la cabeza de tu propio caballo.

El caso de Dresde fue bastante especial ya que la infantería no podía disparar por la lluvia. Conocer conozco un caso detallado de un cuadro abierto por lanceros: un destacamento de unos 50 lanceros se acercó al paso (nada de galopar lanza en ristre) y empezó a alancear hasta abrir un hueco para que cargaran los coraceros.
Los lanceros se aprovecharon del mayor alcance de su arma pero también de lo inusual de la situación, y que los austriacos parece que no supieron reaccionar. De hecho aquí el cuadro les era contraproducente, ya que la solución era precisamente avanzar unos pasos y cerrar la distancia con unos lanceros prácticamente estáticos; mientras unos bloquean la lanza con sus bayonetas los de al lado atacan al jinete o al caballo.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por RODRIGO1 »

Soldados muy automatizados, y mandos (supongo que tenientes y capitanes) bastante rígidos.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Probablemente. Curiosamente en 1809 los austriacos usaban una formación llamada masa de batallón en el que las compañías se cerraban una sobre otra formando una masa sólida capaz de repeler la caballería pero que conservaba cierta movilidad. Evidentemente no era perfecta, un cañonazo a esa masa se llevaba por delante a un montón de hombres; pero aquí tal vez les hubiera sido más útil.
Un ejemplo de bastante flexibilidad a la hora de enfrentarse a caballería enemiga lo dieron los británicos en Waterloo. Aunque son famosos sus cuadros, tal vez lo más interesante es que buena parte de su infantería uso no sólo la línea y el cuadro sino una formación intermedia "no reglamentaría". En vez de la línea de dos en fondo, si intuían peligro, la doblaban (4 en fondo) y así podían formar mucho más rápido un cuadro o incluso repeler pequeños destacamentos de caballería que circularan alrededor sin necesidad de cambiar de formación.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Flavius Stilicho »

4. Empleo y Tácticas.
4.1 Arma de choque.
Con la reducción del número de unidades pesadas y su reconversión en unidades de élite de coraceros (y carabineros), Napoleón creó un arma con vocación de reserva de choque. Un arma pensada para un uso limitado donde se sacara mejor rendimiento a sus virtudes y quedaran en menor evidencia sus defectos.

El ideal era usarla “en masse” en el campo de batalla pero en momentos específicos, reservándola para cuando pudiera dar un golpe decisivo.
Por lo anterior lo habitual era encontrarla concentrada en divisiones de caballería pesada, en vez de emplear las unidades de forma fraccionada (aunque no siempre fue el caso). Los franceses eran conscientes y asumían cierta inferioridad de sus jinetes con los de otras naciones, por lo que trataban de compensarlo con una mayor habilidad en el manejo de múltiples escuadrones sobre el campo de batalla. Muchos de los triunfos de la caballería francesa se debieron a su capacidad para concentrar más escuadrones en un punto crítico que sus adversarios. En otras naciones la caballería solía estar más dispersa orgánicamente, sobre todo durante las primeras campañas imperiales de Napoleón.

En el campo de batalla se intentaba usar a los coraceros para dar un golpe decisivo en algún punto concreto (centro o flancos) de las líneas enemigas. Wellington decía que Napoleón los usaba como una especie de infantería rápida para ocupar un punto decisivo. La realidad es que lo ideal era que operaran en conjunción con la artillería y la infantería. La artillería a pie debía debilitar las líneas enemigas y los coraceros en conjunción con la infantería desalojar a la infantería enemiga de sus posiciones. Hay que tener en cuenta que adoptar una formación para repeler a la caballería tal como el cuadro o ciertas formaciones en masa, volvía a la infantería más vulnerable a la artillería y/o la infantería cercanas. Las divisiones de caballería pesada solían ir acompañadas de una batería de artillería a caballo, que bien usada podía hacer mucho daño.

En el caso de enfrentamientos con la caballería enemiga, lo ideal era reservar a mano a los coraceros para el contraataque. Era un desperdicio mantener a estas unidades en constante movimiento para hacer frente a potenciales amenazas, ya que lo único que se conseguía era cansarlas. Según Marbot uno de los problemas de los coraceros a partir de 1809 es que dado que el grueso de los dragones se encontraban desplazados a España, se requería a los coraceros más a menudo para acudir en apoyo de la caballería ligera.

Una división pesada francesa que fuera sorprendida en campaña sin apoyos cercanos de infantería o caballería más ligera, podía verse en un serio apuro si se enfrentaba a una fuerza más ágil; dado sobre todo la escasa efectividad de los coraceros como escaramuceadores.
De cara a 1812, Napoleón se decidió a dotar a las divisiones pesadas de un elemento ligero que les sirviera de escolta y descargara a las tropas acorazadas de las tareas para las que eran menos apropiados tales como reconocimiento, pantalla/escaramuceo, persecución y servicio de correo. El objetivo era que coraceros y carabineros reservaran sus fuerzas para el choque. En concreto se asignó a cada división pesada un regimiento de “chevau-légers lanciers”, o esa era la intención ya que al inicio de la campaña de Rusia los regimientos no estaban del todo organizados y sólo pudieron participar destacamentos de cada uno, formados por sus compañías de élite.
En la reconstrucción del ejército en 1813 se abandonó este sistema, no está muy claro si por las circunstancias o porque a Napoleón no le convenció el experimento o simplemente lo consideró útil de cara a la peculiaridades de la campaña de Rusia.



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L. Rousselot. Avance de una gran unidad de coraceros, en primer plano se puede ver al estado mayor.


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J.A. Simeon-Fort. La gran carga de Eylau. En la columna central podemos observar múltiples escuadrones de coraceros cerrándola.


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Los generales d´Hautpoul (izquierda) y Nansouty (derecha); cada uno de ellos comandante de una división de caballería pesada. Un par de divisiones de coraceros operando juntas constituían una fuerza de choque nada desdeñable.


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P. Courcelle: carabineros junto a lanceros. En 1812 los recién creados lanceros constituían el elemento ligero de acompañamiento a las divisiones pesadas.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por hoff »

Flavius Stilicho escribió:
El ideal era usarla “en masse” en el campo de batalla pero en momentos específicos, reservándola para cuando pudiera dar un golpe decisivo.
Por lo anterior lo habitual era encontrarla concentrada en divisiones de caballería pesada, en vez de emplear las unidades de forma fraccionada (aunque no siempre fue el caso). Los franceses eran conscientes y asumían cierta inferioridad de sus jinetes con los de otras naciones, por lo que trataban de compensarlo con una mayor habilidad en el manejo de múltiples escuadrones sobre el campo de batalla. Muchos de los triunfos de la caballería francesa se debieron a su capacidad para concentrar más escuadrones en un punto crítico que sus adversarios. En otras naciones la caballería solía estar más dispersa orgánicamente, sobre todo durante las primeras campañas imperiales de Napoleón.
Wellington decía que un escuadrón inglés era superior a cualquier escuadrón francés, pero que no quería ver que cuatro escuadrones británicos se enfrentaran a cuatro franceses, que los machacarían. El destino de las dos divisiones de caballería pesada británicas en Waterloo le dan la razón.
Flavius Stilicho escribió:
Imagen
L. Rousselot. Avance de una gran unidad de coraceros, en primer plano se puede ver al estado mayor.
Debe ser una división; aunque no se aprecie el número de estrellas en el fajín del general (el coracero con el plumero blanco y la mantilla de leopardo) sus edecanes llevan un brazalete rojo (división); si hubiera sido azul sería una brigada.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Fernando Martín »

A mi siempre me ha parecido que un caballo es un blanco muy grande. Si yo fuera un fusilero dispararía al caballo y me daría igual que el jinete llevara coraza o no.
Por otra parte pregunto a los experten que expliquen el alcance EFECTIVO de un mosquete o fusil de la época napoleónica, es decir la distancia real a la que una bala podía causar una herida.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Flavius Stilicho »

hoff escribió: Wellington decía que un escuadrón inglés era superior a cualquier escuadrón francés, pero que no quería ver que cuatro escuadrones británicos se enfrentaran a cuatro franceses, que los machacarían. El destino de las dos divisiones de caballería pesada británicas en Waterloo le dan la razón.
Cierto. :) Tal vez lo de cuatro era un poco exagerado, que a Wellington lo gustaba mucho criticar a su propia caballería (uno de cuyos mejores oficiales le robó la esposa al hermano de Wellington), pero era verdad que la caballería británica no estaba bien preparada para operar en grandes formaciones.

hoff escribió:
Flavius Stilicho escribió: Imagen
L. Rousselot. Avance de una gran unidad de coraceros, en primer plano se puede ver al estado mayor.
Debe ser una división; aunque no se aprecie el número de estrellas en el fajín del general (el coracero con el plumero blanco y la mantilla de leopardo) sus edecanes llevan un brazalete rojo (división); si hubiera sido azul sería una brigada.
:dpm:
Gracias por la aclaración.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Fernando Martín escribió:A mi siempre me ha parecido que un caballo es un blanco muy grande. Si yo fuera un fusilero dispararía al caballo y me daría igual que el jinete llevara coraza o no.
Por otra parte pregunto a los experten que expliquen el alcance EFECTIVO de un mosquete o fusil de la época napoleónica, es decir la distancia real a la que una bala podía causar una herida.
Estamos hablando de mosquetes de ánima lisa tremendamente imprecisos. Nadie se planteaba mucho la cuestión de cual era el alcance máximo efectivo sino a partir de qué distancia era poco eficaz disparar una salva de fusilería. El fuego a larga distancia se consideraba inefectivo pero no porque la bala no hiriera sino por el hecho de que el porcentaje de aciertos era ridículamente bajo.
Estamos en una época que los únicos que practicaban un poco en serio lo de apuntar eran los británicos. De hecho entre ellos sí circuló la recomendación de disparar a los caballos de cara a Waterloo, pero como comenta Lutzow eso fue antes de que se disiparan sus temores de que las corazas eran "anti balas".
Normalmente contra infantería se empezaba a disparar a 200-300 metros, más lejos se consideraba poco útil. Contra caballería probablemente era más importante calcular según su velocidad, cuantas descargas mas o menos útiles podías hacerle de manera que te quedara una descarga preparada para muy corta distancia.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por APV »

Precisamente una de las líneas se reservaba para la descarga a quemarropa.

Respecto a la táctica "ideal" napoleonica un cuerpo de ejército fijaría frontalmente al enemigo resistiendo sus ataques, otro de los cuerpos llegaría al campo de batalla tras su marcha rápida y atacaría su flanco y amenazando sus comunicaciones (esto último a veces no funcionaba con los rusos), el enemigo tenía que sacar unidades para formar una línea con lo que su frente adoptaría forma de L.
En ese momento la artillería concentrada napoleonica concentraría su fuego en el vértice para debilitarlo y los coraceros cargarían contra el seguidos de la infantería. La línea enemiga se rompería en ese punto desintegrándose.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por mclane »

¿Alqguien sabe cuantos impactos puede aguantar un caballo entrenado? De época medieval conozco reportes en los que los caballos aguantan bastantes heridas de arma blanca y de proyectiles, práctiacamente hasta que no son destripados los jinetes podían seguir pidiendo al caballo un último esfuerzo , aunque se tenían varios caballos de refresco y no es raro el caso de que en una batalla un jinete cambiara una o dos veces de caballo por las heridas que recibía este.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Fernando Martín »

Desde luego la resistencia de un caballo hay que tenerla en cuenta.
No creo que un balazo de un mosquete napoleónico detenga de golpe a un caballo.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por APV »

Es curioso pero los franceses tenían reputación de no tener un buen cuidado en el mantenimiento de sus caballos lo que les costaba muchos (posteriormente el desastre de Rusia les supuso perder más de 175.000 caballos entrenados). Tenían que reponerlos a través de la cría, las compras y de saquear a los países vecinos cuando los vencían.

Para 1813 la caballería francesa estaba deshecha, se tuvo que recurrir a caballos de granja y a reclutas. Por ejemplo en Hamburgo una unidad de coraceros encargada de realizar una exploración se desintegró en minutos mientras sus jinetes se caían de los caballos.

Por supuesto la Guardía Imperial (a pesar que muchas veces no hacía nada) arrambló con los mejores caballos posibles quitándoselos por ejemplo a los excelentes regimientos polacos como el 17º y el 19º de Ulanos (los polacos tenían buenos caballos, bien cuidados y con buenos jinetes).
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Las habilidades ecuestres del soldado medio de la época no creo que fueran comparables a las de los jinetes/caballeros de la Edad Media. Como dice APV en el caso francés además eran bastante pobres en comparación con otras naciones europeas. Sospecho que a los soldados de la época les costaba mucho más controlar a un caballo herido. Había excepciones, asi pués se habla de que en el caso de los mamelucos en Austerlitz sus caballos combatían tan fieramente como sus jinetes; lo que sería un reflejo de las mayores habilidades ecuestres de unos hombres para los que la equitación había sido una parte integrante de su vida desde pequeños.

En los casos normales, se cuenta que los caballos reaccionaban de forma diferente según si identificaban o no la procedencia de la herida. Ante una herida por ejemplo de bayoneta se comenta que el caballo se frenaba, reculaba y que el jinete solía ser incapaz de hacerle avanzar de nuevo hacia la bayoneta.
En caso de ser herido por una bala, muchas veces el caballo era incapaz de identificar que había pasado mas allá del dolor y la sensación de peligro. Si la herida era en el pecho el caballo o bien tendía a tirarse o bien a volverse "loco" y acelerar perdiendo el jinete el control. Es famoso el caso de un caballo herido en la batalla de García Hernandez, que se lanzó a la carrera (huyendo de donde había sido herido) arremetiendo contra un cuadro francés sin importarle que estuviera erizado de bayonetas.

Una cosa interesante que se comenta de la época era que los caballos veteranos, caballos que en principio habían experimentado alguna o otra herida, o al menos el "miedo" de verse en medio de una batalla real- se mostraban más reticentes a cargar contra la infantería, a la que identificaban como una fuente de peligro en base a sus experiencias.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por APV »

Flavius Stilicho escribió:Una cosa interesante que se comenta de la época era que los caballos veteranos, caballos que en principio habían experimentado alguna o otra herida, o al menos el "miedo" de verse en medio de una batalla real- se mostraban más reticentes a cargar contra la infantería, a la que identificaban como una fuente de peligro en base a sus experiencias.
Si, pero al mismo tiempo un caballo veterano que no hubiera sido herido estaba más acostumbrado a estar en un campo de batalla con sonidos (explosiones, gritos) y olores (sangre, pólvora) que uno que nunca lo hubiera estado.
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Flavius Stilicho »

4.2 Formaciones.
El ataque de una formación con múltiples escuadrones se podía hacer “en línea” o “en echelon” (escalonados).

La formación en línea era bastante corriente para enfrentarse a caballería, sobre todo en terreno despejado. Entre escuadrón y escuadrón se procuraba dejar un espacio suficiente para que un escuadrón durante la carga se pudiera expandir un poco a los lados si lo necesitaba para evitar un apelotonamiento y posterior desorden por culpa del avance “en muraille”. Lo ideal es que éste no fuera muy grande, dando a distancia la impresión de una gran línea continua y no ofreciendo huecos a la caballería enemiga.
Se considerable recomendable que de ser numéricamente factible, y permitirlo el terreno, la línea propia se extendiera más que la rival, de forma que amenazara sus flancos. Si para ello había que dejar huecos más grandes no era problema si había una segunda línea de reserva que pudiera hacer frente a los jinetes enemigos que intentaran aprovechar los huecos. La concentración de los coraceros en divisiones con 2-3 brigadas, les permitía tener una reserva nutrida, a veces de varias líneas, listas tanto para rescatar a la primera línea como para explotar su éxito, según el caso.


Por contra el ataque “en echelon” era de los favoritos para atacar a la infantería. Los escuadrones atacaban escalonados de tal manera que podían golpear fácilmente de manera sucesiva contra el objetivo.
El ataque en escalón daba la opción de valorar si convenía o no persistir en la acción. Si el primer escuadrón fracasaba pero se veía que la infantería flaqueaba, entonces intervenía el 2º escuadrón y así sucesivamente. Si del ataque de alguno de los escuadrones se colegía que la infantería iba a aguantar entonces se desviaban los otros escuadrones del escalón, abortando el ataque. Claro está esto suponía que el primer escuadrón normalmente se tenía que sacrificar y de hecho muchas veces su misión era atraer el fuego para que el escuadrón posterior pudiera cargar mientras la infantería recargaba.
El ataque escalonado también permitía fácilmente cambiar la dirección del ataque o hacer frente a un imprevisto como un contraataque. A su vez era más fácil coordinarse con la infantería propia y pasar a través de sus huecos tanto para atacar como para retirarse.
Se podía llegar a dar el caso de que el escalón en vez de ser por escuadrones lo fuera por regimientos o incluso brigadas.


La formación en columnas cerradas se utilizaba para desplegar rápidamente la caballería de un punto a otro del campo de batalla. Cuando una formación tipo brigada o sobre todo división formaba en varias líneas, se podían conservar algunos escuadrones formados en columna con al misión de proteger los flancos. La idea es que la columna del flanco amenazado giraría rápidamente formando en línea para afrontar el ataque. No se recomendaba atacar en columna salvo en el caso excepcional de que no hubiera tiempo para pasar de columna a línea.


Imagen
Demoulin: carga de los coraceros de Donop. Waterloo, 1815.


Imagen
Escuadrones atacando en echelon a la infantería formada en cuadro. En la ilustración es la caballería prusiana la que ataca y la infantería francesa la que defiende pero da una buena idea de la táctica. Obsérvese que el ataque se dirige contra el ángulo de un cuadro, el lado en teoría más vulnerable pero que queda cubierto por el cuadro (o cuadros) adyacente. En estos casos lo ideal era intentar “demoler” los cuadros empezando por el del extremo, aunque normalmente la caballería rival intentaba cubrir dicho flanco.


Imagen
Escuadrón de coraceros marchando en columna de divisiones (medias compañías). La distancia entre las divisiones es la adecuada para que al girar hacia un lado u otro el escuadrón quede formado en línea. Como se puede ver la anchura de cada división supera el ancho de un camino normal, por lo que no se puede aprovechar del todo el hecho de transitar por él.
"Con más facilidad se les llama bravos a los audaces que seguros a los prudentes".
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Schweijk
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Re: ¡Coraceros!: la caballería pesada de Napoleón.

Mensaje por Schweijk »

Interesantísimo hilo Flavius. :dpm:
"No sé lo que hay que hacer, esto no es una guerra".

Lord Kitchener

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Ab insomne non custita dracone
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