Bueno despues de un arduo trabajo de tres horas os pongo la historia de nuestro Teodor, por favor os ruego que si veis alguna incogruencia y datos que no concuerden decidlo y lo arreglamos, por lo demas sigamos dandole vida a nuestro personaje.
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Le había tocado a él, precisamente a él. Teodor lloraba desconsolado en su cama; ¡¡Lo movilizaban!!, ¿Por qué a él? La carta, lo indicaba claramente un billete de segunda clase para el tren que salía el viernes de la estación de Munich hacia Salzburgo donde debía dirigirse hacia el cuartel de la 45ª División situado en la AcademieStrasse, debía presentarse a las 10,00 de la mañana del día 26 de mayo.
Lloraba por miedo, lloraba porque no sabia que depararía el futuro, estaba claro que el Fuhrer había levantado Alemania y que las potencias occidentales habían caído a sus pies, entregándole a la patria la antigua Checoslovaquia, había alardeado con sus amigos ante la gran habilidad de Hitler, pero ahora no estaba tan seguro de la habilidad de Hitler. Las radios informaban conjuntamente con los periódicos, que la actitud que la actitud de Polonia respecto a Danzing era una ofensa para el país, esto Teodor no lo tenia tan claro, pero estaba claro, el no opinaba, el estaba con la gran Alemania, como decía papa.
Otra cosa por la cual lloraba era, ¿Por qué a la 45ª?, esta división se había formado después del Aunschluss, y como decía papa los austriacos eran sus hermanos de sangre, por eso formaban parte del Reich. No tenia nada contra los austriacos, se había criado y vivía en Landshut a 50 kilómetros de Munich, Salzburgo donde tenia que presentarse distaba de su pueblo a casi 106 kilómetros, ¿Por qué tan lejos?...pensó.
Teodor, Teodor, era su madre, intento secar las lagrimas y sacar una cara mas o menos digna para su madre. ¿Qué ponía la carta? Mama- se puso serio y circunspecto- me movilizan, tengo que estar en Salzburgo el 26 por la mañana.
La cara cambio dramáticamente, siempre le pasaba a mama cuando las noticias no eran las adecuadas, pero si, pero si, solo eres un chiquillo si solo tienes 20 años; están locos, locos, malditos sean, gritaba a voz de cuello. Calla mama, recuerda a la señora Benegorf. La señora Benegorf, como se refería a ella Teodor, había tenido la desgracia de no entender el porque, si el gobierno no lo estaba haciendo bien bajo su punto de vista, ella podía decirlo públicamente en la panadería. Un día discretamente dos hombres altos y con sombrero llamaron a su puerta y muy educadamente le dijeron a la señor Benegorf que les acompañara, de eso hacia un mes, y como decía Papa así aprenderá a no meterse con el Fuhrer y mucho menos con el gobierno. Súbitamente mama paro de gritar, llevas razón Teodor, pobrecito mío; se abalanzo sobre él y empezó a abrazarlo y a besarlo, definitivamente Teodor Whenk se derrumbo en brazos de su madre, las lagrimas brotaron de sus grandes ojos azules y pensó; la suerte esta echada…Y se abandono a llorar en el hombro de su madre.
Brindo por Teodor, el infante más valiente del bravo ejercito alemán, ahora sabrán que lo que nos paso en el 18 fue culpa de “ellos”. Papa soltaba sus bravuconadas muy a menudo. Seguidor del Fuhrer- hasta la muerte si hiciera falta- ante sus amigos presumía de su carné del partido y de sus tres visitas a la cercana Munich a ver sus discursos, veterano de guerra regentaba una cervecería. Teodor se ruborizo de pies a cabeza, papa exclamo, por favor me da vergüenza. La cervecería estaba llena, ahora en Alemania hijo mío, hay trabajo y hay dinero, vienen los buenos tiempos…Esa era su máxima, los buenos tiempos, los malos ya habían pasado de largo.
Los siguientes días fueron febriles tanto para Teodor como sus padres, despedidas de familiares, amigos y vecinos (tuvo que dar más veces la mano y recibir mas besos de los que nunca creyó posible). Su madre le compró un par de mudas limpias y su padre le sacó su viejo petate, recuerdo de cuando el mismo había sido movilizado y le hizo entrega de una navaja con mango de madera muy desgastada.
Al fin llegó el viernes, día de la partida.
Había llegado por fin el viernes, y l andén de la estación estaba lleno a rebosar de gente bulliciosa que había ido también a despedir a sus hijos. Gritos, risas, sollozos y mucho nerviosismo.
Teodor estaba allí, de pie, junto a sus padres, mientras éste que se había puesto su mejor traje y en la que destacaba la insignia dorada del partido en la solapa, miraba gravemente a su alrededor, como desaprobando aquel follon, a su parecer indigno de un alemán de bien. Miró a su hijo, estaba pálido, aunque aparentaba serenidad. Le estrechó entre sus brazos, y con un deje de orgullo le dijo:
-No olvides quien eres –sus ojos brillan intensamente -pórtate como un soldado digno y tráenos una cruz de hierro la próxima vez que vengas de permiso, y escríbenos. Su madre le miró y sin poder evitarlo, mientras sus lágrimas descendían por las mejillas, le abrazó sin poder decir ni una palabra.
Teodor, se rehizo y despidiéndose de sus padres se unió al resto del contingente que ya había empezado a formarse casi ordenadamente a las voces de los suboficiales encargados del transporte hasta su destino en el campamento militar de Salzburg.
Gritos, órdenes, carreras y todo el mundo estaba en un santiamén a bordo de los vagones que en ese momento empezaban a deslizarse rumbo al campamento militar para iniciar su instrucción militar.
El convoy se puso en marcha lentamente, los gritos y las despedidas se hicieron más efusivas, mientras una multitud de pañuelos se agitaban en los andenes.
Los reclutas apiñados en las ventanas se despedían de sus familiares, y a medida que el convoy se alejaba de la estación dejando Munich atrás, éstos iniciaban conversaciones con sus vecinos, deseosos de entablar amistades y albergando ilusiones respecto al futuro que les aguardaba, de momento en la 45 división de infantería.
Teodor, se dejó llevar por sus pensamientos y apoyando la cabeza en el cristal de la ventana, mientras oía el traqueteo del tren se quedó adormilado…
Teodor hubiera seguido adormilado, ensimismado en sus ensoñaciones de no ser por el violento frenazo que los ejes de la Henschel Br50 efectuaron al encontrarse otro tren en sentido contrario por su misma vía.
La Reichsbahn tenía esas cosas eficaz, puntual, pero de cuando en cuando un error en un cambio de agujas y dos trenes se hacían pedazos. El que había sufrido la peor parte era el primer vagón, que había quedado aplastado entre la maquina y el segundo vagón el comedor, que tampoco quedo para muchos trotes. Tras el encontronazo, Teodor supo lo que significaba recibir ordenes por alguien que no fuera su padre o el Sr. Ehrlich el panadero "... ¡Reclutas hay que sacar a esa gente de hay de inmediato!" ¡En grupos de tres a formar!" Se vio delante de lo que quedaba del primer vagón oyendo gritos de socorro la táctica era sencilla, se entraba, uno se abría paso y los otros si encontraban algo lo bajaban fuera.
Observó que en su vagón había estado compartiendo el viaje con un grupo de las BundesDeustche Märder, de la liga femenina que afortunadamente traian el equipo sanitario y proporcionaron los primeros auxilios.
A pesar de que ninguna tenía mas de 20 años no se arredraron por el trabajo, especialmente una rubia que Teodor observo que al hablar a los heridos lograba un efecto sedante. Se prometió a sí mismo que averiguaría el nombre de esa chica antes de llegar a Salzburgo.
Cuando entregaron el siguiente herido, un capitán de artillería al que los asientos del vagón habían roto las piernas, Teodor directamente se lo pregunto:-¿Como te llamas?
-Hana, le respondió ella
¿Por que quieres saberlo?, cuando nuestro protagonista iba a contestar a tan embarazosa pregunta se vio salvado por la voz del Sargento Mayor: "Reclutas, hay que desenganchar el vagón, y sacarlo de la vía para poder enganchar el vagón comedor"
Los ingenieros acudieron con sopletes para deshacer los amasijos que había en las uniones de los vagones 1ª y el vagón comedor y cuando se les indico los futuros reclutas de la 45ª procedieron a volcar el vagón de primera para que la muy abollada Henschel Br 50 reenganchara los restantes y pudiera seguir viaje.
Los heridos se quedaban en Trotsberg, a cargo de las chicas de la Liga, puesto que afortunadamente solo había habido un par de heridos graves.
El otro tren afortunadamente era un mercancías que al ir mas lento sufrió menos y pudo ir hasta el siguiente cambio de agujas con lo que dejo el camino libre.
Teodor se dio cuenta por primera vez en su vida, que la vida se la podía llevar el destino en cualquier momento y que debía aprender cuanto antes como funcionaba todo, lo malo de ser un recluta es que sierpe estas desorientado, y que solo se oyen ladridos a lo que los oficiales llaman "ordenes". Cuando teodor se sentó por fin en su vagón solo pensaba en las palabras de su padre y en la chica de cabellos dorados que había visto como a un ángel en medio del caos. Mirara donde mirara solo se veía el rostro de jóvenes imberbes como el con un rostro entre el miedo y la emoción de la aventura.
Teodor observaba al horizonte, salpicado de bosques y ganado, miraba a su alrededor y veía uniformes de todo tipo, chicos de las juventudes hitlerianas, los uniformes grises de la Wehrmacht, los negros de las S.S. y los azules de la Luftwaffe, se fijo en un oficial altivo que lucia orgulloso su cruz de hierro de primera clase, una igual había conseguido su padre luchando en Verdun en la primera guerra mundial, aquel oficial era impecable rubio esbelto con rostro arrogante y orgulloso de si mismo... En el fondo se parecía a su hermano Claus (Dos años mayor que él), servia en las SS, pero claro su hermano no tenia cruz de hierro.
¡Vamos en marcha! todo el mundo abajo!, grito un oficial, desorientado por completo Teodor se bajo del tren, así que aquí acababa su viaje, estaba contento, había sido un viaje un tanto extraño: el accidente, Hana.
En tropel todos los reclutas que viajaban en los distintos compartimentos del tren iniciaron la salida en tromba para ir a colocarse de forma mas o menos ordenada frente al oficial y a un sargento que parecía solo sabia gritar: ¡Vamos!, Que es para hoy!!... Esa fila, la quiero ver recta, ahora mismo!! ¿Vosotros pretendéis ganar una guerra? ¿Pero que clase de lechuguinos reclutas me envían? Estos niños no creen que valgan para nada en cuanto oigan un tiro... Gott im Himmel!!...Verdamt!!!
Teodor logró ir desplazándose entre los codazos y empujones de los demás reclutas y ubicarse en su zona. Mientras permanecía en posición de firmes vio que aún muchos estaban rezagados e incluso no habían logrado sacar el petate del tren...
Aquel sargento no dejada moverse de un sitio a otro, era pequeño rubio y con los ojos ligeramente saltones, cada grito que daba le hacia brotar una extraña vena en el cuello, se ponía enrojecido y parecía que iba a explotar, Teodor se lo imaginaba en Muncih comiendo salchichas y tomando cervezas.
Esos recuerdos a salchicha y cerveza le hicieron añorar la taberna de su padre, aunque testarudo y a veces demasiado hablador, quería a su padre. Este había luchado con valor en la 1ª guerra mundial, ¿estaría a la altura?, ¿tendría miedo?...
En columna de dos, detrás de mi march, fue arrancado de sus pensamientos ese sargento de nuevo empezaba a chillar, quedo sorprendido de lo que antes era un completo desastre fuera ahora una columna mas o menos presentable, en el fondo los alemanes (pensó), hacemos las cosas bien, para su gusto demasiado bien, schs, schs, replico una parte suya, calla y anda, no pienses adelante.
La madre de Teodor se dirigió al sofá con la carta de su hijo que momentos antes le había entregado Gretchen, su leal y vieja sirvienta, todavía sin abrir, y con un nerviosismo patente se sentó en el. Dudaba en abrirla o esperar a su marido Franz, para leerla juntos.
Al final, decidió abrirla, y comentársela luego a su marido cuando viniera del trabajo en la taberna. Trabajo que cada día le absorbía más tiempo del que a ella le hubiera gustado.
Leyó:
“Queridos padres:
Espero que os encontréis bien al recibo de esta carta. Ahora, por fin, tengo un momento de descanso, que aprovecho para poder contaros unas cuantas cosas desde mi partida (que parece tan lejana, a pesar de que sólo han transcurrido cinco semanas!!) La verdad es que el tiempo aquí es difícil de mesurar, no tengo tiempo prácticamente para mí, pues entre la instrucción, los ejercicios físicos (que son agotadores), y otras tareas, acabo al final del día agotado.
Como añoro trabajar con papá en su cervecería, a pesar de los enfados y reniegos que me echaba de vez en cuando, y el ambiente de risas y cantos de los clientes!.
No quiero que os preocupéis por mí, me encuentro bien y aunque te parezca mentira mamá, he engordado un poco y ahora estoy más fuerte que antes. Cosas del ejército!
He hecho buenos amigos, en mi compañía hay varios de Munich, y hemos hecho muy buenas migas. No te preocupes por la comida mamá (ya te conozco y se que estarás pensado en ello), el rancho que nos dan es bastante aceptable!!, hombre! hecho de menos esas wurst con choucrout que preparas en casa, pero la verdad es que con tanto ajetreo comemos todo lo que nos ponen, así que no sufras.
Nuestros mandos, aunque parezcan muy duros, en realidad nos tratan bien. Nuestro feldwebel de sección en un poco mayor que nosotros, pero nos trata con corrección y es un buen profesional, lo mismo que el jefe de nuestra compañía, el oberleutnant Schmidt, serio pero legal.
Tendríais que verme con el uniforme, vaya si parezco un soldado de verdad!!, ja, ja, esto es broma mamá, la verdad es que estamos contentos porque de momento todo va muy bien, y aunque al principio estaba algo preocupado porque no sabía que me iba ha encontrar, he de reconocer que mis temores eran infundados.
Lamento no haberos podido llamar por teléfono, pero no es posible hacerlo desde aquí, porque el uso está restringido a un par de horas al día, y ya os podéis imaginar las colas que se arman para poder hablar. Así que si no os importa, yo os escribiré siempre que tenga un momento.
Papá, por cierto, ayer recibimos una felicitación del Oberst de nuestro regimiento, ya que quedó gratamente impresionado de unas maniobras que hicimos con fuego real!!, si, si con fuego real, y a pesar del miedo inicial que pasé, he de reconocer que hasta disfruté de valiente. Luego hicimos un desfile ante el Oberst, al son de esa marcha que tanto te gusta, Preussens Gloria, y todo el acto quedó impecable. No está mal para ser unos reclutas, no te parece, papá?, eso si, quedé con las piernas doloridas, porque el paso de la oca es un invento del diablo, aunque opines lo contrario.
En fin queridos padres, os tengo que dejar por el momento, y prometo escribiros muy pronto. Según creo, cuando finalice la instrucción de aquí a un par de semanas, nos van a dar unos días de permiso antes de que nos incorporemos a nuestro destino definitivo. Ojala que nos veamos ya.
Muchos besos y abrazos, de vuestro hijo que os quiere,
Teodor”
Las lágrimas corrían por las mejillas de la madre, aunque éstas eran debidas a la alegría que sentía por saber que su querido niño, para ella siempre sería eso, un niño, estaba bien y con ánimos. A Franz también le gustaría saberlo.
Teodor acaba de una vez que tenemos que irnos-
Me había vuelto a quedar ensimismado pensando en casa.
La ronca voz que me trajo a la realidad procedía de Hans, también de Munich y que ocupaba un catre cercano.
Junto a él me esperaban el larguirucho Müller un austriaco de Salzburgo y Rolf también de la misma ciudad pero que había nacido en un pueblo de Galitzia que ahora pertenecía a los soviéticos.
Llegaron a la taberna, un pequeño local de opacas vidrieras de color oscuro. En su interior, varios soldados disfrutaban de sus cervezas, muchos eran del mismo cuartel de Teodor. El muchacho se sentó en una redonda mesa con sus compañeros y pidieron unas jarras de cerveza a la camarera, una rellenita muchacha de aspecto jovial y alegre.
- Mira Teodor - dijo Hans, dando un codazo. Teodor miro atentamente y observo una bella muchacha apoyada en la barra; era Hana - ¿no es esa la chica por la que no dejabas de suspirar en el tren?.
- Oh, oh.
- ¿que pasa Rolf?
- Mira con quien habla animadamente.
Teodor desvió su mirada a la izquierda de la muchacha. A su lado vio un hombre alto y atlético, joven, rubio, un peinado cuidado y de fuertes pero suaves facciones. El muchacho vestía de uniforme negro, y agudizando la vista, Teodor creyó ver la insignia de la SS en la solapa.
- Mierda - dijo Hans. - Lo siento Teodor.
Teodor miraba de refilón a Hanna y a su "rival" pensó en lo dura que era vida y porque le daba mas miedo ir a hablar con Hanna que imaginarse en el frente.
por fin aquel oficial de las S.S todo un ejemplo de crianza germánica, se fue hacia el excusado, hans propino un doloroso codazo a Teodor, y le dijo
- Ahora o nunca, que no se diga que las S.S. quitan las chicas a la 45 división-
Tedor se sintió presionado, y dio un profundo sorbo a su cerveza, Hans le miraba con sus ojos vivaces esperando que su compañero hiciera algo, Teodor al fin parecía que había cogido algo de valor, pero de repente otro apuesto joven se dirigió a Hanna y empezó a susurrarla algo al oído.
Un manojo de nervios eso era en ese momento Teodor, ¿que hacer?, espero, encendió un cigarrillo y espero, ante las miradas acusadoras de sus compañeros.
De repente zas, la bofetada resonó en todo el local, Hanna había propinado un fuerte bofetón a su interlocutor, miro a Teodor y se ruborizo, este comenzó a andar hacia ella, pero el apuesto SS salía del baño, una vez mas se quedo con la miel en los labios, saludo con una inclinación de cabeza a Hanna y esta contesto con cierto desden...El Capitán SS ocupo toda la visión de Anna, apesadumbrado regreso a su sitio, las miradas cómplices de sus amigos lo reconfortaron y Rolf exclamo; Teodor contra un capitán SS poco puedes hacer, olvídala, pidamos mas cerveza.
Pero Teodor se negó a olvidarla, seria suya, seria para el, era su Hanna y había decidido ya, bebió un largo trago de cerveza, apuro su cigarrillo y se levanto.
De repente, sonó la alarma antiaérea, la gente empezó a sentir un sudor frió. Teodor y sus compañeros salieron a la calle, los ciudadanos corrían en tropel hacia el refugio antiaéreo mas próximo, los Hitlejugend ayudaban a personas despistadas, y había rumores de que era un simulacro periódico, Teodor y sus compañeros entraron en el refugio era oscuro, y la gente se miraba con una sensación de hastió y aburrimiento, Hanna entro con su acompañante y detrás de ellos un grupo mas grande de personas acuciadas por el pánico, el lugar estaba repleto y el destino quiso que Hana y Teodor acabaran próximos el uno al otro, prácticamente rostro contra rostro, Tedor desviaba la mirada, pero Hanna no.
Teodor contenía el aliento, le preocupaba oler excesivamente a cerveza, a Hanna parecía darle igual.
¿Que tal?, pregunto sacando arrestos de lo mas profundo de su ser.
Bien contesto Hanna, un poco nerviosa, ¿esto suele terminar pronto?
Si, contesto Teodor son simulacros de bombardeo, pero como dice Goering no serán necesarios, ningún avión sobrevolara el cielo alemán.
¿Crees en el nazismo Teodor?, este empezó a sudar, que quería con aquella pregunta Anna, ¿seria una informadora de la GESTAPO?, el sabia bien lo que pasaba si te oían criticar al régimen. Si, si, por supuesto que si, Alemania necesitaba a Hitler para librarnos de todos nuestros males.
Yo también es lo mejor que le ha pasado a Alemania, el Fuhrer nos hará grandes de nuevo, la alarma antiaérea finalizo, murmullos, empujones, la gente empezó a salir y hay apareció el apuesto capitán SS, ¿Dónde estabas Anna?, la había cogido del brazo ya y tiraba firmemente de ella, Teodor se ruborizo por completo y pensó en protestar. Se decidió a hacerlo, no iba a dejarla marchar tan fácilmente, pero la mirada del capitán y la sujeción por parte de Rolf lo impidieron. Adiós Teodor nos veremos y se perdió entre el bullicio de la gente.
Bueno dijo Rolf, seguimos o volvemos al cuartel mañana nos espera un día duro de instrucción. Pero Teodor pensaba y pensaba, no la podía separar de su mente la imagen de Hanna, si volvamos dijo en un susurro y enfilaron calle arriba.
Durmió mal, el exceso de cerveza y pensar en Hanna habían desvelado su sueño, el suboficial empezó a chillar: ¡Venga perros arriba!, ¡no pretenderéis que os sirva el desayuno en la cama!, se dejo caer de la litera y comenzó a vestirse rápidamente tenia que ser un buen soldado se lo prometió ha el mismo…
Los días siguientes fueron muy intensos y plagados de ejercicios de combate: ...simulaciones de asalto a la bayoneta, ...con granadas de mano, ...ataques contra tanques, todo un sin fin de amalgama variada de entrenamiento que dejaron a Teodor y sus camaradas exhaustos y sin fuerzas para poder pensar en otra cosa que no fuera sobrevivir a aquellos intensos ejercicios. Ya habían costado varios heridos de distinta consideración, por lo que estaba claro que todo aquello tenía un fin previsto, y eso era algo que todos tenían asumido.
Estaban a primeros del mes de agosto, y se rumoreaba que la división iba a partir tan pronto como estuviera completa en sus efectivos. Las especulaciones estaban a la orden del día. Todo el mundo, desde el último recluta hasta el oficial superior, hacía sus cábalas, sin que de momento hubiera nada cierto sobre lo que apostar.
A Teodor seguía atormentándole el recuerdo de Hanna y el oficial de las SS. No había vuelto a saber de ella desde el encuentro en la taberna del pueblo, y tampoco sabía como interpretar sus sentimientos, ni porqué seguía pensando en ella, a pesar de que apenas la conocía. Sólo había intercambiado unas pocas frases, y sin embargo, en su interior sentía una comezón, propia de un adolescente que él se empeñaba en postergar y desde luego ocultar a sus camaradas. Estaba seguro de que habría habido comentarios jocosos por parte de éstos, y ese era el motivo por el cual era discreto en ese aspecto.
El día 10 de agosto, prestaron juramento solemne al Führer. Todo el personal de la 45 división estaba al completo, y ese día el general Von Rundstedt presidió el juramento a los que hasta ese momento habían sido reclutas.
Teodor no olvidaría jamás ese momento. En posición de firmes y con el brazo derecho alzado con los dedos índice y corazón apuntando al cielo, repitió con los miles de soldados el juramento que comenzaba con las frases de:
“Yo te juro, Adolf Hitler, Führer y Canciller del Reich, fidelidad y valor. Prometo obediencia hasta la muerte a ti y a los superiores por ti designados. Que Dios me ayude".
Después de la ceremonia, pudo reunirse con sus padres que habían acudido a presenciar el acto. Contrariamente a lo que se pensaba no se dieron permisos, debido al acuartelamiento de la división en espera de recibir las órdenes oportunas.
Aun a pesar de ello, Teodor estaba contento por poder reunirse con sus padres, aunque fuera por unas pocas horas.
Fueron a comer a un restaurante distante a unos pocos kilómetros del acuartelamiento. Discreto y elegante al mismo tiempo.
El padre de Teodor estaba orgulloso de su hijo. A pesar de ser un hombre parco en palabras su mirada y ademanes reflejaban el nuevo respeto que le inspiraba su hijo. Éste llevaba el galón de gefreiter que le habían otorgado como tirador de LMG, gracias a su buena puntería con la ametralladora.
Tras la comida, y mientras tomaban los cafés, Teodor les explicó que había sido destinado al 130 Regimiento de Infantería, y a una compañía de rifles como encargado de una LMG, y que si no habían contratiempos, en breve partían, a un destino todavía sin conocer.
Como era de esperar la madre de Teodor, lloró al preocuparse por su hijo y por la in certeza de conocer que iba a ocurrir, sin embargo su marido, le recriminó, aunque con suavidad, que Teodor era un soldado y que como tal debía combatir y obedecer las ordenes de sus superiores, y que por tanto no debía llorar.
De regreso al cuartel, Teodor se abrazó a sus padres y besando a su madre en las húmedas mejillas, le susurró al oído:
-No te preocupes mamá, todo saldrá bien y nos veremos muy pronto.
Teodor penetró en el acuartelamiento, sus ojos estaban llorosos y su corazón estaba latiendo con fuerza…
Tras unos días más (casi el mes completo) de instrucción intensa y continuada, finalmente tras los ejercicios de la tarde y una vez formado todo el regimiento en compañías en medio del patio, un teniente perfectamente uniformado y con una larga ristra de medallas colgadas en la pechera, entre las que destacaba una cruz de hierro de caballero colgada de su cuello les leyó la orden 3.568-58 del OKW por la cual su regimiento se consideraba listo para el servicio y quedaba en activo, los permisos y pases de salida cancelados. Había que hacer el petate y el tren, con destino al frente (aún no se les informaba de cual) salía a las 0045 h de la madrugada siguiente.... Tras los consabidos "Heil´s" la tropa se puso en marcha... "al fin!!", "al frente!!"...
El pobre Teodor se debatía entre dos emociones casi igual de intensas, por un lado la excitación de saber que todo iba a comenzar !La Guerra!... por otra, el deseo de poder despedirse de Hanna..."
Iremos al este-
-¿Estás seguro?- Inquirió Hans.
-Si, me han ordenado que me presente al capitán para asistirlo como traductor porque sé polaco y ruso.- Aseguró Rolf.
-Esperaba que sólo fueran maniobras o para presionar.- Señaló Müller.
El silencio se hizo en el pelotón que empezó a disolverse mientras los soldados se dirigían a recoger su equipo tal como se le había ordenado.
Hans se acercó a Teodor y le dio un codazo
-No te preocupes, con suerte la verás en la estación, habrá gente que vendrá a despedirnos.
Teodor exhibió una tímida sonrisa y preparó su petate.
La estación estaba sorprendentemente tranquila, y muchos de los vagones estaban tapados con lonas, los soldados se movían pesadamente cargando sus petates, mientras eran increpados por algún que otro sargento chusquero, empezó a llover ligeramente y los oficiales miraban con rostro serio a los imberbes soldados que iban a partir, Teodor cargaba con su bolsa mientras miraba a su alrededor esperando encontrar los ojos de Hanna.
Corría el mes de agosto de 1939, aunque Teodor y sus camaradas no lo sabían Alemania se acercaba a una nueva guerra, el 23 de agosto la unión soviética y Alemania firmaban un acuerdo de no agresión que permitía a Hitler tener las manos libres para combatir a Francia y a Gran Bretaña en caso de guerra, el día 25 de agosto mientras Teodor se dirigía en tren Hacia la frontera con Polonia tanto Inglaterra como Francia afirmaban su respaldo a Polonia en caso de ataque, el día 30 de agosto Hitler anuncia que es necesario que las autoridades polacas envíen a un emisario para hablar acerca del corredor polaco y Danzing y el día 31 de agosto el propio papa Pio XII pedía la paz y la reflexión.
El tren se detuvo en una pequeña ciudad de Silesia que hacia frontera con Polonia, Teodor y sus camaradas bajaron del tren y se dirigieron a sus nuevas instalaciones cerca de un viejo monasterio donde se instalaron algunos oficiales, por la noche recibieron las raciones de siempre y las típicas salchichas extrañas que a Teodor le repugnaban.
Pasaron 5 días que fueron un ir y venir de rumores acerca de Polonia y sus continuos desafíos a Alemania, la radio anunciaba que Polonia seguía hostigando a la minoría alemana, el sargento de Tedor tenia a sus hombres preparados y por la noche se oían el ir y venir de camionetas y blindados, por fin la radio anuncio algo nuevo, soldados polacos habían atacado una estación de radio dentro de la frontera alemana, ni el fuhrer ni Alemania iban a aguantar semejante provocación, Teodor y sus camaradas oían con los puños cerrados como esos "canijos" polacos se habían atrevido a atacar al Reich.
Esa noche ocurrió algo extraño, fue la primera vez que oían la orden de zafarrancho de combate a altas horas de la noche y que el 130º regimiento estuviera preparado.
Tal como lo había hecho en Salzburgo tantas veces Teodor preparó su MG 34 y busco a sus compañeros de compañía. Algo en su interior le decía que la fiesta estaba a punto de empezar.
De septiembre 1939 4:45 " Caso Blanco". Desde la penumbra empezó todo docenas de aviones y descargas de artillería empezaron a tronar desde la zona alemana, Teodor y sus camaradas esperaban agazapados tras unos sacos terreros mirando hacia el lado polaco, el espectáculo era magnifico los blindados avanzando detrás vehículos ligeros y trasporte por tracción animal, era una conjunción y una maquinaria bien engrasada, sobre las seis de la mañana Teodor traspaso la frontera encima de un opel bliZ, junto alguno de sus camaradas, la carretera era tortuosa y por los lados del camino había cuerpos destrozados de caballos, con sus enormes ojos abiertos mirando de forma acusadora.
A Teodor le preocupaba una cosa que sensación se tendrá cuando se dispara a un hombre y no a una diana, de golpe la caravana se para cerca del pueblo de Lojpe, el sargento Muller y el teniente Riedle, empiezan a dar gritos.
- Soldados vamos a limpiar ese pueblo, nuestros panzer lo han sorteado pero hay oposición muy fuerte, nada de tonterías-
Teodor quedo en un cruce de caminos, le tocaba la misión de batir la zona por si alguien intentaba huir o por si llegaban refuerzos, Teodor tenia su mg34 brillante y lista para disparar, en el fondo sus compañeros limpiaban las casas una por una, granadas por las ventanas, patada en la puerta y ráfagas de mp38 se oían por todas partes, de repente surgió un vehiculo que salía del lugar a toda velocidad, las ordenes de Teodor eran claras disparar a todo lo que fuera por la carretera y no llevara la cruz alemana, el vehiculo se acercaba mientas Teodor miraba, y apretó el gatillo, la maquina empezó a escupir fuego y el coche empezó a detenerse lentamente del motor surgió humo y la puerta del conductor se abrió se bajo un hombre malherido, y cayo al lado del camino.
Que puntería!, ¡Le has destrozado el motor!. El ronco vozarrón de Rolf casi le deja sordo.
Lamentó seriamente el no disponer mas que una simple MG•34 porque se dio cuenta de que era una encerrona...
Segundos después de caer malherido aquel soldado polaco su propia artillería lo estaba tomando de referencia, y por lo visto lo estaban haciendo muy bien
Ahora la situación era distinta, ahora Teodor comprendía por que los panzer habían preferido abandonar la carretera y dejar el trabajo sucio a la dura infantería...
Había que acabar con esos cañones antes de que ellos acabasen con la compañía.
El sargento Müller se puso a dar gritos:
-Teodor rápido lleva la ametralladora a esos árboles al otro lado de la carretera y haz fuego de cobertura desde allí.
Franz, Müller, Hans apoyadlo.
Rolf informa al teniente que hay una posición de artillería polaca en la loma enfilando la carretera.
Teodor obedeció desmontó la MG 34, corrió hacia donde le habían indicado y obedeció, puso todo su empeño y su alma en aquellos disparos, sabia que no era solo fuego de cobertura , sabia que era la vida de sus compañeros los que dependían de él.
Los disparos que él emitía se le clavaban en los oídos, pero uno se le clavo en el alma, un francotirador le descubrió y le hirió. La herida no era grave, era en un hombro, pero sangraba abundantemente y la bala no tenia trayectoria de salida, pero el no podía rendirse, tenia que continuar cubriendo a sus compañeros, los minutos se hicieron interminables y el dolor cada vez era mayor, hasta que por la abundante cantidad de sangre perdida, Teodor, se desmayo cayendo a los pies del árbol donde se había parapetado.
Sin saber como Teodor se despertó en una enfermería donde había cientos de hombres heridos, él se encontró con una guapa enfermera a su lado, y no podía creerlo era la mujer de su vida. ¿Seria todo un sueño?
-Chico eres una fiera; recién llegado y ya condecorado
Aquel vozarrón le resultaba muy pero que muy familiar...
No cabía duda, era la voz de Rolf así que no era un sueño y además en los sueños tampoco solían doler los balazos.
Pero ¿que había pasado con los cañones? y como demonios había llegado el hasta allí
- Rolf me tienes que contar muchas cosas:
-¿Como logramos deshacernos de esa maldita batería de cañones?
- Gracias a dos cosas, a vuestra MG que fijó su atención y al suicida de Merkel que subió por la ladera con su pelotón lanzando granadas
A ti hubo que despegarte de la MG una vez que te desmayaste por la perdida de sangre.-
Ya está despierto el dormilón?- Inquirió Hans que entraba con un paquete en la mano.-Parece que está mejor ¿no crees?- señaló dirigiéndose a Rolf
-Claro no hay nada como un tiro para recuperar el color- respondió Rolf sonriente.
Teodor sonrió mirando a sus compañeros.
-Te he traído algo para recuperar la sangre-Mientras deslizaba una pequeña botella de cerveza a Teodor. -Si los de intendencia preguntan no sabes nada. Por cierto es posible que te den un par de medallas, la de la herida y una cruz de hierro de 2ª; aunque no lo se, el teniente y el sargento van ha hacer recomendación pero hay muchos que actuaron con gran valor.
-Bueno chico tenemos que dejarte - indicó Rolf- te mandan a retaguardia y nosotros tenemos que seguir, esto estamos avanzando muy rápido, es posible que acabemos en un par de semanas.
Mientras te dejaremos con estas enfermeras.- Tanto Rolf como Hans le guiñaron el ojo.
Teodor miraba el techo de su habitación, mientras de vez en cuando se oían los chillidos de algún camarada que le habían cazado bien por los altavoces se oía día tras día el transcurso de la batalla.
“los británicos nos acusan ruinmente de haber hundido el Athenia, es el clásico truco del señor Chamberlein y sus secuaces para complicar nuestra relación con Estados Unidos. Nuestras tropas se acercan al rio Bug y estamos barriendo a los polacos en todos los frentes".
El día 7 los altavoces anunciaban, nuestra linea Sigfrido es inexpugnable si los franceses nos atacaran correría un río de sangre, EL general Von LIst ha capturado Cracovia victoria en todos los frentes.
A la luz de media tarde Teodor salio al jardín tenia su brazo inmovilizado pero se sentía bien, todavía se acordaba del balazo que le habían metido, el miedo que tuvo de morir bajo los impactos de la batería de cañones polaca, Teodor se sentó y saco un cuaderno y un lápiz parta escribir a casa, la verdad es que no estaba eufórico pese a que estaban ganando la batalla el sonido de los chillidos de sus camaradas le habían echo romper con cualquier romanticismo de la batalla, pero tampoco quería que su madre se sintiera mal halla en casa, viendo el jardín y el cielo parecía mentira que Europa empezara a desangrarse y a enviar su juventud a la muerte.
Con el tiempo que le quedaba de recuperación de sus heridas y con el ambiente aburrido del hospital militar, Teodor, para matar el tiempo, compartió sus experiencias con otros heridos.
La mayoría de ellos habían sufridos heridas leves, producidas por fuego amigo, accidentes, pero muy pocos habían sido heridos en la lucha por lo que dentro del pequeño grupo de camaradas, Teodor era el "héroe".
Cada vez que contaba la historia de su primer contacto con el enemigo le ponía más énfasis y más teatro, síntoma típico de su bravuconería juvenil, ante su público lo que le producía la extraña necesidad de acercarse al frente, estar cerca de sus compañeros, de sentir las balas silbar a su alrededor... a Teodor le encantaba la victoria y más aquella victoria fácil donde había sido participe.
Teodor, por Alemania y su führer, haría cualquier cosa y cuanto antes, mejor.
Esa mañana mientras Teodor contaba por enésima vez el enfrentamiento en que le habían herido, entraron un par de oficiales médicos seguidos de algunos asistentes y empezaron a repasar las camas y los historiales.
Se acercaron a Teodor y tras observarle leyendo el informe le adjuntaron una tarjeta donde destacaba la palabra Verwundete (herido) y una raya roja que significa que era transportable.
Teodor sabía lo que quería decir esto, los trasladaban a otro hospital de retaguardia probablemente en el Reich, para dejar sitio a otros heridos.
Así era, minutos después enfermeras y camilleros ayudaron a los heridos designados a andar o les llevaron en camilla hasta la estación donde les esperaba un tren hospital.
Teodor se sintió agradecido de poder ir en camilla hasta la el ferrocarril, pues aunque podía caminar pequeños trayectos se cansaba con rapidez debido a la gran hemorragia sufrida días antes.
En la estación Teodor observo que el tren presentaba algunas diferencias con el robusto expreso que habia llevado a Salzburgo. Se trataba de un viejo coche cama al que los prisioneros polacos estaban pintando de blanco pero que aun mantenía los emblemas PKP de los ferrocarriles polacos grabados orgullosamente, desde la ventana de su departamento pudo observar un detalle curioso, entre vagón y vagón los polacos havían situado plataformas para algo similar a una Oerlikon de 40mm cuádruple así que algo le indicaba que esto no era un simple tren Hospital esto había debido ser un proyecto de tren blindado porque picado por la curiosidad volvió a bajar para ver al viejo grandullon mas detenidamente.
Si algo había caracterizado a Teodor, era su inquietud y su curiosidad; la forma extraña de la locomotora, los montajes para ametralladoras antiaéreas y los vagones plataforma que arrastraba la locomotora le hicieron seguir en su exploración buscando indicios de por que estaba ese tren ahí
El escándalo que habían montado los trabajadores le hizo volver sobre sus pasos.
Al parecer un depósito de pintura había volcado y por tanto no había pintura suficiente para todo el tren.
Cuando volvía tuvo que entrar en la cantina pues la herida de marras ya estaba haciendo de las suyas.
- De verdad que no me lo esperaba,- comentaba un orgulloso comandante de panzer-
nos hemos enfrentado a su caballería, a sus baterías de 75mm, pero es la primera vez que veo sus tanques arrastrados por un tren y conquistamos un tren blindado.
-Le felicito - Le interrumpió Teodor- donde tuvo lugar eso?, cuénteme con todo detalle
-En verdad no hay mucho que contar- respondió el comandante- salieron de la bruma disparando a quemarropa, resistieron mientras mantuvieron operativos los cañones de sus vagones blindados y sus viejos Renault F-17 en plataforma, créame un invento curioso, si señor
Después se rindieron, pero la broma nos ha costado 16 Pzkw I y dos horas de retraso.
-¿Por que el retraso?
- El Estado Mayor pidió la localización de al menos una locomotora porque había que desmantelar un hospital de campaña y trasladar los heridos a retaguardia pero la Luftwaffe se ha pasado de eficiente y la mayor parte del equipo ferroviario polaco está hecho pedazos.-
- Así que hay tienes a los supervivientes pintando lo que queda de su tren de blanco
Teodor se había quedado blanco; recorrer mil setecientos kilómetros con un modelo de tren polaco, impulsado por una locomotora blindada con montajes antiaéreos entre vagón y vagón, que iba a ir con solamente la mitad de los vagones pintados con el emblema de la cruz roja pero que por el contrario iba a ir atestado de heridos.
-En verdad es una situación curiosa -respondió Teodor-.Fue un placer pero debo irme.
Pensó que lo pensaría mejor si echaba una cabezadita en el departamento hasta que arrancara así que apretó el paso, volvió a subir y abrió su departamento para observar que alguien más había estado allí pues había dos paquetes uno a su nombre y otro a nombre de un tal Michael Jenssen.
Se sentó en el asiento que daba a la ventana (por algo había llegado el primero) y decidió que se acostaría en la cama de arriba.
El paquete traía el sello de las BundesDeustcheMárder lo que le hizo pensar a Teodor en Hanna y en su cabellera rubia
Contenía chocolatinas, un paquete de cigarrillos, dos ejemplares de la revista Signal y lo que mas agradeció Teodor dos cartas de su familia.
El 6 de octubre de 1939 la radio alemana anuncio el cese de la resistencia polaca, inmensos contingentes de tropas se dirigían a la frontera occidental, a la línea Sigfrido, la propaganda alardeaba de la resistencia de sus muros y sus búnkeres, pero la verdad es que la línea Sigfrido no era mas fuerte que la propaganda de Goobeells, Teodor fue dado de alta y se le concedió un permiso para ir a su casa, su padre le fue a recibir a la estación, y le abrazo orgulloso al ver en su pecho la cruz de hierro, se dirigieron al centro de la localidad, y a Teodor le impresiono el aire de paz en el que se vivía.-es curioso padre parece que no estamos en guerra.¿no crees?-
La plaza estaba llena de luces y los niños correteaban, las tiendas estaban abiertas y mujeres curiosas se asomaban a sus escaparates, Teodor degustaba una cerveza junto a su padre luciendo su bonito uniforme, de golpe apareció el tío Claus. El tío CLaus era un amigo de la familia había perdido las dos piernas en Verdun y bebía mucho, desde pequeño le había contado "batallitas a Teodor y este por fin le podía contar una.- "Tío Claus cuanto tiempo como esta usted", le dijo mientras le abrazaba, este le devolvió el abrazo desde su silla de ruedas,"que les habéis dado duro a esos polacos presuntuosos, yo solo habría dado una paliza a esos enclenques ya veréis como los jerrys son mas duros", Teodor se rió mientras daba un trago a su cerveza y engullía una gran salchicha," ya veremos tío Claus, los polacos nos han durado 6 semanas".
Al día siguiente Teodor bajo de su habitación a desayunar parecía que volvía a ser un niño de nuevo, su madre le dio huevos con salchichas, después fueron a la iglesia, y el párroco pidió por los muertos en la campaña polaca, era un día gris aunque no hacia demasiado frío, la gente empezó a saludar a Teodor y a darle la bienvenida, la madre de Teodor susurro a su hijo " esa mujer de allí es Elsa Meyer, a su hijo lo mataron en Varsovia ve y presenta tu pésame" ,Teodor se acerco obediente, y le dijo quitándose el sombrero, "siento lo de su hijo señora Meyer", esta le miro mientras le surgían unas lagrimas silenciosas de sus ojos azules
" Hoy lloro yo espero que tu madre no tenga que hacerlo mañana"., Doña Elsa se alejo y Teodor se quedo helado, su alegría interior se quedo en nada, la señora tenia razón estaban jugando a un juego peligroso y los perdedores no tenían otra oportunidad...
Al salir de la iglesia un grupo de niños lo rodeo, varios vestían el uniforme de las juventudes, entre ellos varios emparentados con él, destacando sobre el tumulto la voz de Helmut su primo de 8 años.
-Déjanos verlas, Teodor.
Teodor se obligo a sonreír, aún estaba preocupado por las palabras de Frau Meyer, pero se giro hacia ellos para destacar las medallas que lucía en su uniforme. Vaya Teodor, veo que lograste la cruz de hierro- Dijo una voz a su espalda.
-¡Claus!- Exclamó Teodor -No sabía que te habían dado permiso-
-Ya ves, acabo de llegar en el tren.-
Las miradas de los hermanos se cruzaron heladoramente.
Si vine ayer mañana dentro de una semana nos mandan a la frontera con Francia". Tedodor miro a su hermano estaba estupendo, era rubio y se había alistado en la división de elite de las S.S. la Leibstandarte, su padre siempre había echo competir a los dos hermanos y Claus siempre era el mejor, los relámpagos plateados de su cuello y la calavera con las tibias cruzadas le daban un aire de guerrero temible. "Yo dentro de poco ganare una de esas" le dijo señalando la cruz de Teodor, las chicas murmuraban en voz baja mientras miraban a Claus...
Basta de guerra por ahora- dijo su madre con el tono que había perfeccionado durante años para regañarles, en especial cuando se peleaban -Estoy muy contenta que ambos estéis bien y hayáis vuelto a casa.-
Ambos hermanos bajaron levemente la cabeza pero Claus le dedico una sonrisa burlona a su hermano.
"Siempre igual" pensó Teodor "Parece como si aún estuviésemos en la escuela."
Hay la vida familiar, la añoraba, pero algo dentro de el se removía con furia, ¿Hanna? que seria de ella, tendría que intentar llegar a verla, ¿o no?
Tu enclenque grito Claus, vayamos al jardín a demostrar nuestra puntería con la escopeta de padre y después vendrás conmigo a una fiesta de las SS, no olvides que soy tu hermano mayor y no puedes negarte.
Al diablo con Hanna, tenia ganas de disparar y de lo que mas ganas tenia era de emborracharse y mas con los SS, algo salto dentro de el, ¿que te esta pasando Theodor?, deseas ir a una fiesta de las SS. Si contesto todo su ser, si quiero y quiero disfrutar y pasarlo bien. Y se encamino al jardín donde su hermano preparaba la escopeta...
Teodor se dejo arrastrar por su hermano, y sabia que no debía hacerlo, sabia que los SS acabarían metiéndole en problemas pero el era así, no sabia decir que no.
Como siempre Claus le ganó en puntería, siempre era así, pero se resigno a ello.
Bueno, bueno hermanito, ¿nos vamos?, veras como lo pasas estupendamente bien. Llegaron a una cervecería en la cual los amigos de Claus esperaban charlando y consumiendo cerveza, todos altos y de buen ver con sus uniformes relucientes. Pero con la llegada de Teodor todas las conversaciones pararon, todos los ojos se dirigieron a Teodor y mas en concreto a su cruz de hierro.
Vaya Claus, te hermano es todo un héroe, digo un gigante de casi dos metros de altura, su cara estaba cruzada por una enorme cicatriz. Yo ganare una de esas te lo aseguro…Después llegaron las presentaciones y ha decir verdad Teodor se integro rápidamente en la conversación, por supuesto tuvo que relatar el como defendió la posición en el bosque de Polonia, el como lo alcanzo el francotirador y como se mantuvo herido y todo disparando. Los ojos de los SS brillaban de emoción y admiración…
Chico bramo un suboficial SS bastante borracho ya, tu podrías formar parte de nosotros, la verdad es que tienes reaños para la lucha, con 10.000 como tú ganábamos la guerra en 2 meses. Muchas gracias respondió Teodor ruborizado.
Bueno he de marcharme, quisiera descansar y escribir una carta, Claus gracias por la velada nos vemos en casa, se despidió de los camaradas de su hermano, Claus lo acompaño a la puerta del local. Adiós Teodor hasta mañana, Teodor una cosa, si dijo él no te hagas el héroe, no te hagas matar, pero empezó a decir Teodor pero su hermano entraba al local y empezó a entonar el himno de las SS que fue coreado por todo el local.
Después de un gratificante permiso por heridas de guerra, Teodor se incorporó de nuevo al batallón.
La vida en su pequeña localidad no había cambiado demasiado, salvo el racionamiento de algunos alimentos como el azúcar y de los apagones de luz por la tarde. Esto no quería decir que nadie de su familia corriera algún peligro de bombardeo nocturno, solo quería decir que estaban preparando a la población civil para una larga guerra.
Esas navidades (o solsticio de invierno como decían los más cercanos al partido) en el acuartelamiento fueron las más alegres que Teodor había pasado fuera de casa. No les faltó de nada e incluso tuvo la oportunidad de probar un famoso wisky americano (Jonny Walker decía la etiqueta) para celebrar la entrada de 1940, el cual, según decían los periódicos, iba a ser decisivo para el Reich y el destino de Alemania.
Con el paso de las fiestas empezó de nuevo la instrucción y los ejercicios de entrenamiento.
Lo más novedoso, dentro de la rutina de la instrucción militar, es que empezaron a practicar el cruce de ríos con unas pequeñas motoras neumáticas. Lo practicaban una y otra vez, día tras día, poniendo los superiores mucho empeño en la velocidad y la concentración cada vez que lo repetían.
Lo más extraño para Teodor es que su país, mejor dicho, ellos estaban en guerra contra Francia e Inglaterra, las mayores potencias mundiales militar e industrialmente hablando, y en el cuartel únicamente se dedicaban a la instrucción básica y a las marchas nocturnas. Mas parecía eso una colonia de verano, como las que había vivido con las juventudes, que un cuartel militar. Incluso se atrevería a decir que su sargento era más amable que los monitores del campamento.
Llegó junio, y con él llegó la acción.
- Vamos, soldados holgazanes, que tenemos órdenes de marchar. ¡Vamos, si no quieren que les patee sus traseros! - Vociferaba el sargento Schwerin, el de peor humor de toda la división. Todos se equiparon rápidamente y se colocaron en formación.
Teodor y sus amigos se emocionaron: “estaremos en combate”. Durante la marcha, en la madrugada del 9 de junio, oían en la oscuridad un fuerte caudal de agua. De inmediato lo supieron: era un río, exactamente el Aisne. Ahora sabían por fin por qué demonios habían practicado cruce de ríos por cinco meses.
El 130° y el 133° habían sido enviados a la línea de vanguardia. Iban tanteando terreno, hacía mucha niebla y no estaban seguros de dónde pisaban. Eso les daba cierto temor, pero sabían que iban bien protegidos. Teodor sentía confianza, a pesar de la niebla.
A las 0500 la artillería abrió fuego.
No importaba la niebla, la división tenía que avanzar. La 130° fue la primera en cruzar el río, luego guió a la 133°. Apenas llegaron al otro lado del río, Teodor y sus compañeros se dieron cuenta de que el enemigo no los esperaba, pero que no se iba a rendir tan fácilmente: fueron recibidos por una generosa descarga de ametralladoras.
- ¡Al suelo, al suelo! – gritó Teodor.
La peor parte del tiroteo se la llevó el 133° Regimiento: su comandante, el teniente Schweitzer, un hombre alto y muy fuerte, fue muerto de un tiro en el abdomen; los soldados se defendían como podían.
Teodor reunió a sus amigos y les dijo:
- Muchachos, debemos cubrir a los de la 133°, si no, los van a volver pupa… Hans, Rolf, vayan por flanco izquierdo y disparen hacia allá – señaló hacia unos árboles -, allí está el nido principal de ametralladoras; Müller, ven conmigo, avanzaremos a toda velocidad.
- ¿Estás loco? – Inquirió Hans – Te matarán, con esta niebla no se puede ver nada.
- Es eso, o quedarnos aquí a que nos maten sin disparar un tiro. ¿Quién se viene conmigo? – gritó a unos pocos soldados.
Todos respondieron positivamente. Cada grupo hizo lo suyo: el grupo de Hans fue al lado izquierdo y junto con Rolf y otros soldados lograron reducir a los defensores: habían tomado el nido. Teodor tenía razón. Desde allí, Hans hizo prodigio con la ametralladora y aniquiló a una compañía entera de franceses; los demás soldados alemanes cargaron a bayoneta. El flanco izquierdo estaba asegurado.
Éste avanzaba con su pequeño pero decidido grupo en medio del tableteo de las ametralladoras, propias y enemigas. De repente, a 100 metros de su punto original, sintieron el inconfundible ruido de cañones. “Maldición, abrieron fuego de larga distancia. ¡Avancen, muchachos! ¡No podemos rendirnos!”. Teodor logró divisar un banco de arena dispuesto como barricada. Supuso que tendría varias ametralladoras.
“¡Calen bayonetas! ¡Rodearemos esa barricada!”
Los 20 soldados, inspirados por la tenacidad de Teodor, calaron bayonetas y se lanzaron a la carga con furiosos gritos. Los franceses los vieron venir, pero sintieron miedo al ver a ese puñado de soldados decididos a avanzar. Reaccionaron tarde: Teodor y sus 20 hombres cargaron sobre ellos, y se apoderaron de la barricada.
Teodor estaba en un excelente punto de observación. Sacó su linterna y, recordando vagamente sus escasos conocimientos de clave Morse, dio señales a los soldados que venían detrás: “Flanco izquierdo libre. Concentrar fuego sobre flanco derecho”. El teniente Wolfinger alcanzó a ver las señales: “¿Tomaron el flanco izquierdo? Pero… ¿Cómo?” Inmediatamente gritó a la artillería: “¡Fuego a flanco derecho! ¡Fuego a flanco derecho!” La artillería captó la señal y comenzó a disparar sobre ese flanco.
En la barricada, Teodor encontró dos morteros pequeños, con municiones casi completas. Instruyó a su grupo para manipularlos y dirigirlos hacia la retaguardia, donde todavía estaban algunos soldados enemigos. Cargaron, y dispararon. Volaron dos nidos de ametralladoras que Müller había distinguido. Müller envió señales a los que venían atrás: “Despejado a 100 metros. Pueden avanzar”. Teodor y 10 de los soldados se fueron a uno de los nidos destruidos y lo tomaron, esta vez no se moverían de allí.
De pronto, sintieron el tableteo de ametralladoras sobre ellos. Eran los restantes soldados franceses de ese flanco. Teodor sujetó su MG 34 y vació el cargador sobre ellos, sus compañeros lo imitaron.
La acción de Teodor tuvo un efecto inesperado: los cañones franceses, al creer que esa zona estaba segura, comenzaron a cañonear contra el flanco derecho de los alemanes, creyendo que allí se encontraba la mayor fuerza. Pero terminó por destrozar las líneas de defensa francesas. El comandante de la división, el general Friedrich Materna, se dio cuenta de ello, y ordenó a sus fuerzas orientarse por ese flanco.
De forma impresionante, los alemanes cruzaron el río y aseguraron un puesto ofensivo. Siguieron combatiendo, y avanzando hasta que entraron en Reims. El general Materna no dejaba de maravillarse ante la audacia de los soldados del 130° regimiento, que por cierto quedó muy disminuido. Cuando supo que ese puñado estaba liderado por un simple gefreiter, su sorpresa subió de punto. “Llámenme a ese tal Whenk”.
Nervioso, Teodor fue al cuartel de Materna.
- Ordene, herr general
- Gefreiter Whenk, he tenido referencias de que usted fue quien guió la acción de asegurar el flanco izquierdo del río Aisne, ¿es cierto?
- Yo sólo cumplí órdenes, herr general. Me ordenaron avanzar y cargar contra el enemigo.
- Su acción fue más allá de las órdenes. Usted y los soldados que lo acompañaron fueron muy valientes, y mire que yo he visto acciones de guerra. Por ahora, sepa que he tomado algunas decisiones. Ya se le comunicará por su comandante de regimiento. De mi parte, sólo quería felicitarlo por su valentía.
- Mi valentía no fue mayor que la los soldados que me acompañaron... Ellos tienen tanto mérito que yo, herr general…
- Caramba… además de valiente, modesto… ya tendrá su recompensa debida. Hombres como usted hacen grande al Tercer Reich. Puede retirarse.
Camino a su barraca, Teodor pensaba que había sido enormemente estúpido al arriesgarse de esa forma. Y lo que es peor, arriesgar a los otros soldados, y a sus amigos. Pero Müller, Hans y Rolf no lo veían así. “Teodor, hiciste algo impresionante, nunca visto en un gefreiter”, le decía Hans. “Hicimos, Hans, de no ser por ustedes, hubiese estado solo y muerto”. “Bueno, bueno, basta de charla y vamos a acomodar las cosas”, dijo Rolf. Así lo hicieron.
Pasaron varias semanas. Una soleada mañana de fines de julio, mientras desayunaban, el sargento Schwerin volvió con sus gritos: “¡¡¡Todos a formación, vagos, hay inspección especial!!! ¡Muevan su miserable humanidad, antes de que se la convierta en un infierno!” Pocos minutos después, todos estaban en correcta formación. Los pocos soldados que quedaron del 130° regimiento eran la formación más pequeña, pero sabían que en unas semanas llegarían refuerzos desde Alemania.
Entró un Volkswagen escoltado por varias motocicletas oficiales. Era nada menos que el mariscal Gerd von Rundstedt, quien venía a revisar el estado de las tropas. Ocasión grande, no todos los días venía el recién ascendido a Generalfeldmarschall. Dio un corto discurso, elevando la moral de los soldados. Luego, se organizó una ceremonia de entrega de medallas, improvisada, pero organizada de inmediato. El general Materna, que iba con él, llamó: “Soldados del 130° Regimiento, dirigirse en correcto paso al centro”. Los soldados, comandados por el teniente Hohlein, avanzaron muy marcialmente. El anunciador al fin dijo: “Por disposición del Führer, y en reconocimiento al valor probado en combate, decide condecorar al estandarte del 130° Regimiento de Infantería con la Cruz de Hierro en 2° Clase”. El sargento Kreus, quien era el portaestandarte, lo presentó ante el mariscal, quien impuso la medalla. “Asimismo, se le concede la Cruz de Hierro en 2° Clase a los soldados de dicho regimiento mencionados a continuación”. A medida que iban nombrando, el viejo militar imponía las cruces a varios soldados, entre ellos a Hans, Müller, Rolf y a los soldados que los habían acompañado.
Pero lo más significativo estaba por venir.
“Gefreiter Teodor Whenk, por su valentía, arrojo y liderazgo en acción de batalla, y por llevar a cabo una distinguida acción militar, el Führer ha decidido honrarle con la Cruz de Hierro en 1° Clase y el ascenso a Unterfeldwebel.”
Teodor se acercó al estrado. Rundstedt se puso frente a él, y le impuso su nuevo rango y su Cruz. Le miró, y dijo: “Felicitaciones, sargento. Se espera mucho más de usted”. Con la voz más firme que pudo, dijo “Así lo haré, herr mariscal”.
El aire de la victoria embargaba a toda la división o al menos o lo que quedaba de ella por que a decir verdad el 130º y el 133º se podían fusionar en dos batallones escasos, y el día 22 los delegados enviados por Petain habían firmado la rendición en el mismo vagón que veintidós años antes habían hecho firmar a nuestros delegados el humillante tratado de Versalles.
Rolf estaba hablando con alguno de los motoristas que escoltaban al Gran Mariscal Von Runsdtedt y trajo noticias estupendas, el Fuhrer iba a visitar Paris con una escala en Bruselas y requerían escoltas.
Teodor lo pensó, ver Paris, al Fuhrer, y todo el mismo día era demasiado bonito para ser cierto además estaba molido. Pero los sueños solo ocurren una vez en la vida así que se presentaron voluntarios una vez más para salir en una foto histórica.
Eh, camarada…, - le decía a Teodor mientras este se incorporaba - ¿gustas? – Ofreciéndole su fiambrera Otto - ¿qué es? – Preguntó Teodor - perdona la intromisión, mi nombre es Otto…Otto Balling, - es blaue zipfel (salchicha típica de Franconia), las hacen mis padres tienen una carnecería en Nuremberg. Este es mi amigo Lothar Streicher – tanto gusto, - respondió – yo soy Teodor Whenk, de Landshut. - Buen gusto tienes Teodor – le expetó Otto - , la chica es preciosa. Hanna, lo que hubiera dado por volver a verla a pesar de que no había pasado ni media hora de su fugaz encuentro, pensó Teodor, - si, contestó monosilábico y con la mirada puesta en la ventanilla - es todo un honor servir a nuestro führer en la Bundesdeustche Märder, no crees Teodor, exclamó Lothar, mientras apartaba a un lado el Der Stürmer - , mi hermana Elmar también sirve al Reich. Sí, por supuesto, - se adelantaba Otto - , todo es poco para servir a nuestra madre patria. Claro, claro… - balbuceó Teodor, - La portada del periódico tenía una caricatura donde se acusaba a los judíos de practicar asesinatos rituales con la sangre de los niños cristianos. Algún día borraremos a esta lacra social, decía Lothar mientras señalaba con violencia la caricatura. - Sabes Teodor, nuestro amigo es alguien muy influyente ahí donde le ves, no tendrá problemas cuando lleguemos a nuestro destino – comentó Otto con tono sarcástico. - Ya sabes Otto que no me gusta que menciones eso públicamente – cortó tajante Lothar - , - perdona compañero solo pretendía ser cortés, es un honor ser hijo de alguien tan importante como tu padre – . Teodor, ya lo intuyó cuando vio el diario, Lothar era un nacionalsocialista convencido, no había más que verlo, su padre era nada más y menos que el director del Der Stürmer, Julius Streicher – Cinco minutos para Salzburg, preparen sus petates - , gritó el oberfeldwebel. La conversación se detuvo con la llamada del sargento mayor.
Por doquier Teodor veía a la gente radiante de felicidad. La guerra estaba a punto de terminar debían pensar.
Teodor comparaba esas caras con la de la población francesa que había visto: una mezcla de sorpresa, temor, esperanza, y resentimiento.
Los franceses parecía que no entendían bien como los habían derrotado tan rápido (ni su propio padre se lo creía según le había escrito), ni como los alemanes no se dedicaban a arrasar las ciudades, ni porque se habían largado los ingleses, a los que muchos tachaban de cobardes.
Las escenas que había presenciado habían sido sorprendentes como las largas columnas de prisioneros franceses hacia el este, las fortificaciones francesas que estaban intactas, el desfile en los Campos Eliseos, incluso la cara de un tendero francés cuando tras cojer algo de fruta sacamos dinero para pagarle,...
-Ahora se acabó- Pensaba Teodor, los ingleses firmarían la paz y todos volverían a casa. Por eso la gente estaba contenta. -Además en el peor de los casos se desembarcaría en Inglaterra y de nuevo sería un paseo militar.-
Pero Teodor no estaba seguro, sentía que algo no marchaba bien,...
Y así mientras barrenaba esto el tren que devolvía a su unidad a sus cuarteles se puso en marcha.
[b]La guerra era intensa, los noticiarios o aquellos que tenían parientes o conocidos en esas unidades hablaban de las hazañas de los submarinos alemanes que hundían miles de toneladas de suministro a la sitiada Gran Bretaña, los aviones lanzaban incursiones sobre la isla o se enfrentaban sobre el canal a los spitfires ingleses, aunque el gran proyecto de invasión había sido suspendido tras las duras pérdidas, incluso parecía que enviarían tropas a África a apoyar a los italianos.
Pero para él los meses habían pasado con tranquilidad: vida de cuartel, entrenamientos,...
Al menos a su hermano tampoco le había sucedido nada interesante, y afortunadamente en casa tampoco, pues los ingleses habían lanzado algunos ataques aéreos al Reich.
Finalmente en diciembre obtuvo una buena noticia, había averiguado gracias a un cabo de otra unidad que conocía al miembro de las SS con el que estaba aquella vez en la tabernal, el apellido de Hanna: Hezler.
Y con ayuda de sus compañeros, y el escamoteo de varias botellas de champagne francés "extraviadas" del deposito privado del coronel, había logrado que un aburrido funcionario del departamente que expedía las cartillas de racionamiento su dirección en Salzburgo.
Y así con el uniforme impoluto, las botas relucientes y cargado con un motón de consejos sobre lo que debía y no debía hacer y decir, las direcciones de varios restaurantes de confianza y otros... se dirigió allí.
Le franqueó el paso al portal una oronda mujer, que barria con tranquilidad las escaleras, y a la que preguntó amable y sonrientemente por Hanna.
-Esa chica y su familia ya no están aquí- balbuceo la portera que sehabía quedado petrificada.
A Teodor se le helo el corazón en el pecho cuando la mujer añadió casi como un susurro, pero que atronaba en el silencio del portal:
-Eso mismo les dije cuando vinieron preguntando por ella a los agentes de la Gestapo.[/b]Teodor sabía que había gente la que se debía de evitar, y precisamente la Gestapo era de esa especie.
Se les podía diferenciar rápidamente por los largos abrigos de piel y por las gafas de sol que llevaban aunque fuera pleno invierno.
Durante una temporada, antes de la guerra, les pudo observar haciendo preguntas a vecinos suyos sobre los dueños de negocios familiares.
Sobre el tema, Teodor sabia muy poco sobre su funcionamiento ya que se dedicaban concretamente y prefería seguir sin saberlo, pero si Hanna había caído en sus manos... seguro que no lo hiba a pasar demasiado bien. No podía adentrarse más e iniciar su propia investigación ya que era un simple soldado y se vería inmerso en un profundo laberinto de donde difícilmente podría salir bien parado.
Resignado, sin poder hacer nada útil, regreso al cuartel.
Como veis es bastante entretenida y a veces va a saltos, pero creo que puede quedar estupendamente.
Saludos y gracias a los que han participado y por supuesto repetir que todo el mundo puede participar guardando relación con la historia.