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Herr Oberst Moncha escribió:Que es como se hace en la practica. El Comandante marca objetivos, no maneras de lograrlo.
te he mandado mis observaciones, se las mandas tu a Hans o lo hago yo directamente, si es asi pasamelas de nuevo que he tenido que formatear el PC y he perdido el texto, Gracias por adelantado
¿formatear un PC?
¿En que idioma está hablando Mayor?
Creo que le ha afectado el sol mediterráneo.
Estos son aquellos hombres que fueron tan famosos y temidos en el mundo, los que avasallaron principes, los que dominaron naciones, los que conquistaron provincias, los que dieron ley a la mayor parte de Europa. (Maestre de Campo Don Francisco de Melo, 1585)
Shhhhh... que los boches no saben que el PC es nuestra arma secreta...
Juan, acabop de volver del campo y recien leo tu mensaje. ya mismo te estoy enviando lo solicitado.
Las ordenes tiene que enviarselas a Hans. Los comandantes tiene plena libertad de accional momento de decidir que hacer (o que no hacer) y como. El Comandante de la brigada les marcara que necesita/desea que hagan, pero son los comandantes de los distintos batallos quienes realmente estan en condiciones de hacer o no lo que les ordena
Entonces tengo que enviar el informe a Hans o el que te envie ati ya es suficiente?
Atesoro muy valiosamente una pregunta que me hizo mi nieto el otro día, cuando dijo: “Abuelo fuiste un héroe en la guerra?” El abuelo dijo: “No, pero serví en una compañía de héroes.”
No, las ordenes se las enian a hans (si quieren me copian). El tema es que el Comandante de Brigada no esta en cada comando de batallon para ver que es lo que se ordena. El Cdte de brigada ordenara que se tome "x" pueblo al comadante de Batallon y este les dira a sus jefes de compañia que maniobren de tal o cual manera para cumplir el objetivo. El Cdte de Brigada no conocera las frases de la orden del Jefe de Batallon al jede de Compañia. Por eso yo les envio una esquema de orden con los objetivos a cumplir y las directivas de coordinacion y Uds deben enviarle las ordenes dadas para cumplir con los objetivos a Hans, que en este caso haria de Jefe de Compañia.
Atesoro muy valiosamente una pregunta que me hizo mi nieto el otro día, cuando dijo: “Abuelo fuiste un héroe en la guerra?” El abuelo dijo: “No, pero serví en una compañía de héroes.”
Off rol: esta semana la tendré complicadilla, estoy en exámenes de postgrado y currando como no tenéis una idea... Esperen los reportes en cualquier momento.
Nos vemos en el aire!
Sin retos la vida no tendría sentido, y sin riesgos se está después de muerto...
Tomás Polanco Alcántara
-------------------------------------------------------------------------------------- Ab insomne non custita dracone
Un rugido estremece a todos en Malème. Todos saben qué fue, todos saben de dónde vino, todos saben qué significa. La artillería ha dicho presente. Un segundo disparo, un tercero. Y luego el silencio. ¿Eso es todo? Nadie se explica por qué callaron los cañones de la cota 107. El general Franz se rasca la cabeza tratando de entenderlo; igual el brigadier Hargest.
Solamente dos personas saben el verdadero significado de los disparos.
El teniente coronel Hughes salió de su tienda. Dio las órdenes precisas a sus comandados, empuñó su arma y se puso al frente de su comando. “Como dijo Churchill, esto es el fin del principio”.
Los capitanes Ehrlich y Hiller se comunicaron entre sí y buscaron coordinación. Su objetivo era común, y los tommies se habían delatado tontamente. Ahora sabían cuál era su posición.
Mientras, el hospital móvil y el puesto de comunicaciones se mueven al sitio designado por el general Franz. Al menos no habían desempacado completamente todo el instrumental.
El capitán Frey comenzó a subir la colina apoyado por su propia artillería y por la niebla repentina que se formó, solamente ellos sabían ese extraño “fenómeno meteorológico”… La colina era menos empinada de lo que parecía, por lo que ordenó a sus hombres cargar de inmediato contra el enemigo, que ya estaba a su alcance.
El capitán Tomkins ordenó avanzar hacia el sur, pero comenzaron a ser bombardeados. De repente, niebla. Tomkins se alarmó: era algo parecido a lo que alcanzó a ver al sur de Vlakheronitissa. No tuvo tiempo de reaccionar: la infantería enemiga los había alcanzado.
El teniente Winters aun no podía creer la extraña orden que habían recibido. Sin embargo, la ejecutó. Eso sí lo enseñaban en Sandhurst: la obediencia de las órdenes a toda costa. Permaneció alerta. Logró divisar al enemigo a unos cuantos metros de la colina: a medida que se iba aclarando el día, se vio la magnitud de la formación: no se inmutó. Dio parte al capitán Johnson, quien dispuso la nueva orientación de los cañones.
Un disparo le hizo dar vuelta. Un segundo, un tercero, un cuarto. Cuando quiso dar la voz de alarma, el impacto del primer proyectil artillero enemigo lo derribó: ahora eran ellos los sitiados.
Cuando se pudo levantar, los alemanes habían cesado el fuego. Horrorizado, vio el espectáculo: cuerpos destrozados, equipo inservible, el capitán Johnson herido. Oyó que éste le decía desde el suelo:
- Winters, hágase cargo del regimiento…
- Sí, señor. Haré que lo auxilien.
El capitán Hoffman no se inmutó por los disparos de la artillería enemiga e inició el avance hacia el poblado. Habían caído en el lugar preciso, no había margen de error. Caerían como un rayo contra el enemigo.
De repente, un golpe sacudió la tierra a varios metros a su derecha. Luego otro más cercano lo hizo temblar. El tercero fue más violento, y allí comprendió la verdadera naturaleza de los golpes: eran las salvas disparadas por el enemigo. El tercer disparo alcanzó la línea de retaguardia, causando varias bajas. Para colmo, del poblado disparaban continuamente.
Hoffman no se dejó inmutar: tenía una orden que cumplir, a cualquier costo. Se trasladó a la retaguardia y arengó a sus hombres:
- ¡Avancen! ¡No podemos detenernos! ¡No pararemos hasta tomar el sitio!
El capitán Miller ha recibido las órdenes y ha dispuesto de su personal tal y como se lo ordenó el comandante Hughes. Estaba determinado: “No pasarán”. A pesar de no haber nubes, hay una extraña niebla que poco a poco se disipa, al sur de su posición. Se comunica con el teniente Barber:
- Teniente, tengo la sensación de que el enemigo atacará por el sur. ¡Esté alerta!
- ¡Entendido, señor!
No acababa de dar la orden, cuando el teniente Gordon reporta desde el norte la presencia del enemigo. Tal y como lo había previsto Hughes. El capitán Miller dio la orden tajante: “¡¡¡Aguanten todo lo posible!!!”.
El teniente coronel Noviscum no dejaba de escapar detalles. Dio las órdenes a sus capitanes de forma lacónica, pero contundente: “No admito fallas”. Sólo le quedaba esperar.
La metralla seguía impactando las posiciones que tienen los neozelandeses. El teniente Jones, atrincherado en una de las pocas casas del poblado, con un humor de perros. Vomitaba maldiciones y arengaba a su personal, que lo miraba sorprendido:
- ¿Qué os pasa? ¿Os parezco atractivo? ¡A darle duro a esos salchichas!
A pesar del ataque, decidió salir de la casa con dos soldados de confianza para tratar de encontrar un punto donde pueda visualizar toda la formación enemiga. En efecto, la consiguió unos 20 metros hacia el norte. Allí tomó unos prismáticos y consiguió divisar al enemigo, justo al norte de su posición.
Tanto el teniente Jones como su superior, el capitán Miller, se muestran optimistas: el comandante Hughes les prometió refuerzos. “Son muchos, pero creo que conseguiremos frenarlos… si alguien pudiese comunicarse con nuestra propia artillería y despertarla, sería genial…”
Una violenta sacudida lo saca de su ensimismamiento. Era el sargento Logan:
- ¡Señor, hacia el oeste! ¡MIRE!
Jones enfocó sus prismáticos. No podía creer lo que veía. Otra gran formación enemiga, disparando con fuego de fusilería y de artillería.
El resplandor de los fogonazos enemigos fue lo último que alcanzó a ver. Después, una explosión. El dolor, la agonía, y luego una luz blanca. Sólo paz.
El capitán Schnellendorff recibió la orden de avanzar hacia el este. Debía alcanzar el punto previsto por el comandante Volkmar. “Si no, hasta podría mandar a degradarme”, pensó. A pesar de ser detenidos por ametralladoras enemigas, lograron responder al fuego, y éstas se batieron en retirada. Lograron despegarse del piso, que les sirvió de lecho por cinco minutos, y emprendieron el avance.
De repente, oyó fuego de fusilería en su flanco izquierdo. Rápidamente, se movilizó hacia ese flanco y descubrió el motivo: una formación enemiga los atacaba con fuerza. Afinó sus prismáticos y divisó una formación más grande, no lejos de allí. “¿Tanques? ¿Pero… cómo pueden…? No entiendo…”
No perdió tiempo: no estaba para divagar sobre tácticas de tanques. Ordenó atacar tanto a una como a otra, usando todo su arsenal disponible. Intentó pensar en algo agradable, pero el fuego se lo impedía. Cómo extrañaba su Colonia natal…
El sargento Hulme se dirige hacia el norte. Las ametralladoras a su mando sólo podían detener al enemigo por un tiempo, sin embargo se aseguró que no lo pudiesen perseguir. “A mí no me detienen, bastardos”.
Cuando ya alcanzaba el camino, vio desprenderse del puente una pequeña formación. Se dirigía justo al lugar donde ellos habían estado.
Hulme intentó detenerlos, pero no tenía comunicación directa. Se volvió y siguió su rumbo al norte; ya no podía hacer nada por ellos.
El capitán Brown se dio cuenta que las ametralladoras habían abandonado la posición. Vio la formación alemana, superior a la suya. No había salida, ya estaba demasiado cerca para pasar por desapercibido. Decidió que cubriría la retirada de las ametralladoras.
“No moriré en una cama”.
Son las 0630. El sol ha terminado de salir para todos.
Sin retos la vida no tendría sentido, y sin riesgos se está después de muerto...
Tomás Polanco Alcántara
-------------------------------------------------------------------------------------- Ab insomne non custita dracone
Señores neozelandeses, compañeros germanos... esto se está caldeando, ¡que no decaiga!
Como el sastre se sirve de la aguja para juntar retazos, así usé yo de mi espada para unir provincias separadas. Desde que la razón me despuntó, nada me pareció tan odioso como la fragmentación del imperio. Pregunta a mis fronteras si queda algún lugar en poder enemigo. Te contestarán que no; pero si afirmativamente te dijeran, presto allí llegaría enlorigado, empuñando mi espada. Interroga también a los cráneos de los súbditos rebeldes, que brillan a la luz del sol, esparcidos sobre la llanura como calabazas hendidas, te dirán que los he abatido sin descanso.
-------------------------------------- Ab insomne non custita dracone
Atesoro muy valiosamente una pregunta que me hizo mi nieto el otro día, cuando dijo: “Abuelo fuiste un héroe en la guerra?” El abuelo dijo: “No, pero serví en una compañía de héroes.”
Esperare que tu rehabilitacion en Alemania termine y tu estado mejore para que retomes tu antiguo puesto, pero ya será para otras batallas, lo esperamos comandante.
Saludos
"El que descanza sobre sus laureles es porque los lleva donde no corresponde"
Como el sastre se sirve de la aguja para juntar retazos, así usé yo de mi espada para unir provincias separadas. Desde que la razón me despuntó, nada me pareció tan odioso como la fragmentación del imperio. Pregunta a mis fronteras si queda algún lugar en poder enemigo. Te contestarán que no; pero si afirmativamente te dijeran, presto allí llegaría enlorigado, empuñando mi espada. Interroga también a los cráneos de los súbditos rebeldes, que brillan a la luz del sol, esparcidos sobre la llanura como calabazas hendidas, te dirán que los he abatido sin descanso.
-------------------------------------- Ab insomne non custita dracone
Queridos compañeros (de uno y otro bando) ¿cómo va la cosa? ¿ya han enviado sus órdenes todos los comandantes? A ver si nos van a dar las uvas...
Como el sastre se sirve de la aguja para juntar retazos, así usé yo de mi espada para unir provincias separadas. Desde que la razón me despuntó, nada me pareció tan odioso como la fragmentación del imperio. Pregunta a mis fronteras si queda algún lugar en poder enemigo. Te contestarán que no; pero si afirmativamente te dijeran, presto allí llegaría enlorigado, empuñando mi espada. Interroga también a los cráneos de los súbditos rebeldes, que brillan a la luz del sol, esparcidos sobre la llanura como calabazas hendidas, te dirán que los he abatido sin descanso.
-------------------------------------- Ab insomne non custita dracone
A riesgo de ser pesado... ¿cómo va la cosa? ¿Ya están enviadas las órdenes de todos los comandantes o queda algún rezagado?
Como el sastre se sirve de la aguja para juntar retazos, así usé yo de mi espada para unir provincias separadas. Desde que la razón me despuntó, nada me pareció tan odioso como la fragmentación del imperio. Pregunta a mis fronteras si queda algún lugar en poder enemigo. Te contestarán que no; pero si afirmativamente te dijeran, presto allí llegaría enlorigado, empuñando mi espada. Interroga también a los cráneos de los súbditos rebeldes, que brillan a la luz del sol, esparcidos sobre la llanura como calabazas hendidas, te dirán que los he abatido sin descanso.
-------------------------------------- Ab insomne non custita dracone
Solo para confirmar, APV me ha enviado sus ordenes, pero no estoy seguro si ya se las envio al moderador. Hans has recibido mas comunicaciones ademas de las ya antes mencionadas?
"El que descanza sobre sus laureles es porque los lleva donde no corresponde"
Yo ando por aqui, nuestro comandante aliado volvera dentro de poco segun me informo y yo pronto tendre mi informe tambien listo, siento la espera
Atesoro muy valiosamente una pregunta que me hizo mi nieto el otro día, cuando dijo: “Abuelo fuiste un héroe en la guerra?” El abuelo dijo: “No, pero serví en una compañía de héroes.”
Disculpen el retraso caballeros, he estado muy ocupado enseñándoles a Zaira y Yaida el espíritu de la Navidad.
Dejen que recupere mis papeles sobre la situación de las tropas y enviaré copia de mis órdenes a Hans.
Estos son aquellos hombres que fueron tan famosos y temidos en el mundo, los que avasallaron principes, los que dominaron naciones, los que conquistaron provincias, los que dieron ley a la mayor parte de Europa. (Maestre de Campo Don Francisco de Melo, 1585)
Estos son aquellos hombres que fueron tan famosos y temidos en el mundo, los que avasallaron principes, los que dominaron naciones, los que conquistaron provincias, los que dieron ley a la mayor parte de Europa. (Maestre de Campo Don Francisco de Melo, 1585)