El intento suicida de derrocar a Franco

"Personajes" que han dejado o pretendido dejar huella en la Historia siempre dentro de un contexto militar.

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El intento suicida de derrocar a Franco

Mensaje por SusoRail »

El intento suicida de derrocar a Franco

Alvaro Calleja
La Opinion

César Rodríguez fue protagonista accidental del intento “disparatado y suicida” de derrocar hace ahora 65 años el régimen de Francisco Franco junto a un puñado de guerrilleros apenas adiestrados para el combate. La misión se denominó operación Reconquista de España, se desarrolló en octubre de 1944 coincidiendo con la retirada de las tropas alemanas de la Francia ocupada, y la promovía el Partido Comunista, que creyó ingenuamente que podría instalar, con el apoyo aliado, un gobierno republicano presidido por Juan Negrín. Un espejismo que chocó frontalmente con la cruda realidad.

“Compañeros, hoy ha llegado el día de la liberación de España y nosotros vamos a ser los primeros hombres en recibir los honores por rescatar al pueblo español del régimen dictatorial”. A sus 85 años, César Rodríguez, nacido en Bilbao pero residente desde hace algo más de dos años en Almuñécar, recuerda el momento en el que un oficial, con el puño en alto, arengaba a sus hombres. “De repente nos convertimos en una brigada comunista”, subraya Rodríguez con cierto estupor, atrapado por las circunstancias de una guerra mundial que llegaba a su fin. Él era un protagonista involuntario que se vio inmerso en una descabellada misión tras escapar de la Alemania nazi, donde trabajó en varias fábricas de armamento.

La Alemania nazi

Las dificultades derivadas de un país como España que había salido de una Guerra Civil le empujaron a buscar un futuro mejor en el extranjero. No desaprovechó la oportunidad de embarcarse en uno de los trenes con destino a Alemania que, por aquel entonces, había movilizado a casi toda su población para afrontar la guerra y carecía de mano de obra suficiente para abastecer a su ejército. Cuenta César que su idea era apearse en Francia pero las extremas medidas de vigilancia sobre los pasajeros le impidieron cumplir su propósito. Una vez en la Alemania nazi, fueron trasladados a Brandenburgo, donde trabajó en una cadena de armamento que fabricaba 124 camiones diarios para el ejército alemán.

“Aunque los españoles teníamos un trato preferente no eran muy correctos con nosotros. Me hice rebelde, me molestaba la disciplina”, confiesa César que, por aquel entonces, no tenía definidas sus inquietudes políticas. Recuerda que pasó unas navidades recluido en una especie de cueva que servía de cárcel tras pelearse con un oficial de la Gestapo que quiso obligarle a trabajar pese a estar herido en un brazo.

De Brandenburgo pasó a Berlín, donde fue colocado en una empresa de fabricación de los tanques Tigre. Las condiciones de vida eran pésimas, la comida escaseaba y vivían recluidos en barracones llenos de chinches y cercados con alambrada, con una estrecha vigilancia a modo de campo de concentración. “Nos levantaban al amanecer, a las seis de la mañana, nos formaban y luego nos trasladaban a la fábrica donde permanecíamos 12 horas, con apenas una sopa de nabo y zanahorias”, recuerda.

Allí conoció a su compañero de aventuras y fatigas, Joaquín Suárez, un extremeño “muy simpático y bien presentado” con el que entabló una amistad fraternal. “Cuando empezaron los bombarderos sobre Berlín, aquello era horroroso. Había días en que cien o doscientos aparatos sobrevolaban la ciudad arrojando bombas incendiarias. Se veía Berlín hasta el infinito, la ciudad se convirtió en un infierno”.

La maquinaria propagandística alemana, en otro tiempo un arma efectiva y paralizante, trataba de mantener alta la moral de la población pero pronto se desmoronó su poder de convicción. “Un día los aviones tiraron papeles que anunciaban la derrota en Stalingrado, tampoco podían ocultar los miles que llenaban las calles. Fue para ellos un jarro de agua fría. ¿Qué familia no tenía un hijo o un hermano en Stalingrado? Luego arrojaron cartillas de racionamiento, aquello fue un caos”, relata.

La huida

Fue entonces cuando decidieron abandonar Berlín en una huida hacia adelante, no sin sobresaltos. Una patrulla alemana los interceptó en las inmediaciones de Metz y les obligó a regresar a Alemania. El tren en el que fueron confinados de vuelta a Berlín fue bombardeado por cazas ingleses, circunstancia que fue aprovechada por César y Joaquín para escapar sin rumbo fijo. Afortunadamente y una vez en Francia contactaron con una mujer que hacía de enlace con las Fuerzas Francesas de Interior. Al principio temieron por sus vidas pero luego aceptaron combatir con la resistencia francesa. “Realizábamos patrullas por las carreteras en busca de los alemanes que querían huir a España”, precisa. Hasta que una tarde fueron trasladados a otro campamento donde les suministraron armamento. César consiguió una ametralladora de las que lanzaba la aviación americana pero ni siquiera recibió adiestramiento para su uso.

La presencia del oficial arengando a las tropas que debían acabar con el franquismo desconcertó a los protagonistas de esta historia. Repartieron comida entre los 160 hombres que integraban su brigada —el número total de efectivos rondaba los 4.000 hombres—, limpiaron las armas y al amanecer —el 19 de octubre de 1944— emprendieron la marcha hacia España por el Valle de Arán. “Era algo inaudito, lo cuentas y es risible. Nos dijeron que nos iban a recibir con flores en España cuando íbamos como pordioseros”, comenta César que, no obstante, reconoce que en ese momento “no éramos conscientes de nada”.

Tenían órdenes de no dejar por el camino ni una bala. Antes era preferible arrojar la comida de sus mochilas, cada uno con una carga a cuestas de cincuenta kilos. Los primeros pueblos españoles donde recalaron fueron Alins y Tor. Rodríguez se prestó como voluntario para adentrarse en el pueblo y alertar de posibles peligros. No se percataron de un edificio que servía de cuartelillo de la Guardia Civil y tampoco encontraron la complicidad de los lugareños a su causa. Su presencia no producía el efecto que habían pronosticado los estrategas de esta misión. Confiaban en obtener el apoyo de los aliados ante la previsible derrota de Hitler y que el pueblo español se levantaría en masa contra el dictador. Nada más lejos de la realidad.

A César le ordenaron instalar su ametralladora en una zona donde se divisaba el pueblo con el objetivo de cubrir la espalda a sus compañeros. “No me dijeron ni cómo tenía que montarla y mucho menos probarla”. Pronto se desencadenaría un tiroteo “enorme” que terminó con la vida de su amigo Joaquín. El pueblo fue tomado por sus compañeros pero apenas pudieron resistir unas horas, puesto que las tropas franquistas solicitaron refuerzos y se vieron obligados a retirarse y regresar a Francia.

La opinión de Carrillo

Sobre la frustrada operación Reconquista Santiago Carrillo, que participó en la campaña, llegó a decir: “Nos estaban esperando varias decenas de miles de soldados con tanques y artillería; en conjunto una fuerza contra la que no teníamos ninguna posibilidad. Permanecer en el Valle de Arán no hubiera tenido sentido; nos desalojarían fácilmente y avanzar por el túnel de Viella, como pensaban algunos, era meterse de cabeza en una trampa”.

Cuando César y sus compañeros de brigada regresaron al campamento francés, para lo cual tuvieron que atravesar los Pirineos con nieve y sin apenas fuerza por la falta de comida, un comandante los tachó de “cobardes”. “En ese momento, si hubiera tenido fuerzas, le hubiera mordido, pero no podía ni siquiera abrir la boca”, afirma con rotundidad.

“Aquello fue un engaño, no sé cómo no hay remordimientos entre los que inventaron esa idea. Fue suicida y vergonzoso”, censura, al tiempo que se enerva con la opinión manifestada por Carrillo sobre este episodio.

Regreso a España

A los pocos días los echaron, a él y otros compañeros, de la escuela de prácticas de guerra que dirigían oficiales rusos, circunstancia que aprovecharon para buscar trabajo primero en los muelles de Marsella y luego como leñadores. César lograría regresar a España gracias a la intervención del embajador español en París que le facilitó el pasaporte. Franco entonces había cerrado a cal y canto la frontera con España, por lo que se vio obligado a viajar hasta Génova y de allí embarcar en el Plus Ultra con destino a España. Ahí no terminó su pesadilla, en el barco fue interrogado por la policía secreta, lo que le llevó más tarde a arrojar al mar toda la documentación y objetos que podían comprometerle a él y a sus compañeros.

Desde su retiro en Almuñécar, César Rodríguez recuerda los pasajes de una vida trepidante, testigo mudo hasta hace unos días de uno de los episodios más insólitos de la historia. Ni a Franco ni al PCE les interesó airearlo en su momento: al dictador por el temor a que otros siguieran la misma estela, y al PCE por el estrepitoso fracaso que se saldó con casi 600 guerrilleros muertos y 248 bajas entre los franquistas. César Rodríguez fue testigo de ello pero huye de cualquier protagonismo. En Almuñécar ha encontrado el refugio perfecto para descansar en compañía de su mujer después de “toda una vida llena de recuerdos”.


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Re: El intento suicida de derrocar a Franco

Mensaje por Buscaglia »

Saludos.

Mira que Carrillo no es santo de mi devoción... pero en la invasión de Aran se la jugó porque cuando fue con la orden de suspensión pensaba que iban a pegarle un tiro.

Los jefes de Brigada de la fuerza incursora estaban puestos por la Dirección del PCE en Francia (Monzón, Carmen de Pedro, Gimeno, Azcárate...) y enfrentados al CC disperso por el mundo. Así que Carrillo no sabía si le iban a aceptar como superior o si le iban a dar matarile acusándole de agente infiltrado, desviacionista, "capitán araña"...
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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Re: El intento suicida de derrocar a Franco

Mensaje por Buscaglia »

Saludos.

He encontrado la transcripción de lo que el jefe de la Brigada de los Bajos Pirineos, Victorio Vicuña, alias "Julio Oria". me contó sobre la llegada de Carrillo para frenar la operación "Reconquista de España". A mi entender, sin desperdicio:

"Vino Santiago Carrillo y fue él quien dijo que la operación era un error y que había que suspenderla. Si no hubiésemos parado, nos hubieran liquidado a todos, sobre todo porque las dotaciones de munición que disponíamos permitían poco más de cinco minutos de fuego. Y tuvimos una reunión en Montrejeau, en el Departamento del Alto Garona, todos los jefes guerrilleros y se planteó la suspensión de las operaciones y la vuelta de los guerrilleros que estaban dentro. Antes de empezar la reunión se creó una mesa y me nombraron para ella. Por eso puedo contar lo que allí pasó. Estaban Santiago Carrillo, Tovar y creo que no había venido casi nadie del exterior todavía. Y el señor Vallador va y se queja “¡Qué como siendo él jefe de la división, me nombraban a mí para la mesa!”. Entonces, creo que fue Luis Fernández el que arregló el asunto, diciendo que “a partir de hoy, el general de la 102 División es Julio Oria”. Hasta ese momento la tuvo Vallador como premio por haber abastecido bien a la Dirección mediante los leñadores que se dejaban la piel en los Pirineos. Claro que cuando me dieron el mando ya sabían que estaba escogido para ir al primer cursillo y a España.

En la reunión Carrillo utilizó el argumento de que las autoridades francesas, que no se habían pronunciado hasta ese momento, pedían la suspensión porque les creaba grandes dificultades diplomáticas. Y que el Gobierno francés ofrecería contrapartidas políticas de todo orden si lo hacíamos. Eran simples excusas, porque la zona estaba en nuestras manos y los franceses entonces todavía no tenían fuerza para interferirse eficazmente. En toda la zona fronteriza éramos los amos. Teníamos más tropas y más fogueadas, mientras que el Gobierno francés no disponía más que de algunos gendarmes y reclutas en formación.

Después Carrillo nos dijo, me parece que lo estoy oyendo: “Podéis creerme, que venía con mucho miedo, porque traía la decisión de suspender la operación y creía que iba a encontrar la oposición de la Dirección”. Que era una papeleta delicada y que temía la reacción que íbamos a tomar los jefes de las brigadas, que había temido por su vida. Esto nos lo confesó tras la reunión, mientras nos tomamos unas copas. En realidad, Carrillo venía con la vara en la mano para sustituir a los que habían dirigido el Partido en Francia y lo que temía es que éstos lo liquidasen con la excusa de que era un derrotista o un infiltrado, siguiendo las fórmulas estalinianas que tanto conocía y utilizaba Carrillo.

Confieso que sentí alivio al oír la noticia de la suspensión. De los que pasaron, volvieron menos de la mitad. Algunos aparecieron más tarde y otros no aparecieron nunca. La operación del Pirineo la suspendimos porque vimos que era una quijotada desde el punto de vista militar, pero aún así era necesario luchar contra Franco. Y por eso seguimos con la guerrilla".
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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Re: El intento suicida de derrocar a Franco

Mensaje por Buscaglia »

Saludos.

Y del mismo Vicuña, una explicación de "porqué" invadieron los guerrilleros España en el otoño de 1944, cuando los más lúcidos tenían grandes sospechas de que iban al desastre:

"Cuando estábamos en Canbo preparando la entrada en España, antes que nosotros hubo una brigada que pasó por Olorón-Santa María, por el sector de Canfranc. Entraron en España y volvieron la misma noche. Entonces de la Agrupación, Luis Fernández y el jefe de mi división, Vallador, me manda que vea a los jefes de la Brigada y de Batallón. Vallador me dice: “Ahí te enviamos a esta brigada por traidores. Tienes que montar un tribunal y por lo menos hay que fusilar al jefe de la brigada. ¡Es una traición! ¡Han vuelto la espalda al enemigo!”. Y otras de estas frases altisonantes que tanto gustaban a los mandos. Menuda papeleta. Era una brigada que había estado operando en el centro de Francia y se había acercado a la frontera para las operaciones del Pirineo.

Yo estaba un poco mosqueado, porque veía que esto no iba a acabar bien. Llevaba bastante tiempo en esto para conocer la importancia de la información y, como no tenía casi guías del país, todas las noches mandaba patrullas de información con prismáticos y telescopios cogidos a los alemanes, que atravesaban la frontera, se quedaban un día escondidas y volvían la noche siguiente con una información veraz. Por ejemplo, me decían qué movimientos de tropas habían visto, en qué lugares y cuántos toques de trompeta habían escuchado. Cada toque indicaba la posición de un destacamento militar. Y había un montón. Pero los boletines de la Agrupación decían todo lo contrario, que no había fuerzas en la frontera. Nuestra propaganda magnificaba todo: si tres obreros se quejaban, hablaban de huelga. Si aparecían unas pintadas, que un barrio se había levantado. Las informaciones de la Agrupación Guerrillera parecían muy completas. Constaba el nombre de todos los pueblos, con las fuerzas del orden y los destacamentos de ejército acantonados en ellas. Según esos informes, la frontera estaba casi desguarnecida. La dirección de la Agrupación Guerrillera nos mandaba como si fuésemos un ejército regular y ni sus tácticas ni sus sistemas de propaganda e información eran útiles para nuestra lucha. Eran muy rígidos. Pero también algunos militantes escapados informaban que la situación estaba a nuestro favor, como un irresponsable que llegó informando que sólo con que llegasen armas a Eibar, la población se levantaría. Los informes eran contradictorios y otros compañeros, como Marcelo Usabiaga, un antiguo dirigente de la JSU, decían que eso no podía ser. Esto me tenía muy preocupado. Me mandaron los mandos de la brigada, que eran mayormente socialistas.

Me reuní con el que hacía de comisario, Blanco, y el jefe de Estado Mayor, López, y les explico la papeleta. ¡Menudo follón! ¿Qué hacemos? Formamos el tribunal. Yo hacía de presidente y López de fiscal. Fueron pasando todos los hombres de la Brigada, para oír sus testimonios.

-¿Qué os ha pasado?

-¡Coño, que nos va a pasar! Que hemos encontrado enseguida una cantidad de fuerzas delante de nosotros que aquello era imposible. Y he dado la orden de volver.

Ya me cabreé. Aquello era una pérdida de tiempo. “¡Pues venga, iros con los demás!”. Le llamé a Vallador por teléfono, diciendo que aquello era un disparate y que no íbamos a arreglar nada fusilando a nadie y que tampoco pensaba detener a nadie. El jefe de la división se enfadó y todavía protestaba. Pero, como éramos el Tribunal, no tenía nada qué hacer. Y yo me estaba diciendo para mí que, a tenor de nuestras informaciones, dentro de unos días íbamos a ser nosotros los que tendríamos que comparecer ante otro tribunal."

A mi entender, declaraciones sin desperdicio alguno.
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Re: El intento suicida de derrocar a Franco

Mensaje por Triton »

Organizacion si señor :roll:

Saludos.
........Y caminaré sin miedo por el valle de las sombras y la muerte y a nada temeré porque soy el mayor hijo de puta del valle.
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