Para dar comienzo a su vida profesional y personal, diremos que el año de 1727 supone el primer hito de su vida, pues inicia su carrera naval como ayudante de ailoto en la urca San Bernardo, a las órdenes de su padre, realizando distintos transportes entre diferentes puertos de la costa cantábrica, siendo su primer viaje el realizado entre Santander y el puerto de Pasajes. Esto fue hasta el año de 1728, que trasbordó al San Francisco Javier e hizo la ruta Santander - La Habana - Santander - Pasajes, para en 1729 transbordar al navío Santiago, con el que dio convoy al navío La Reina.

Primera página de su hoja de servicios. Archivo "Álvaro de Bazán"
El siguiente año de 1730 lo mandan a Cartagena de Indias a bordo de la fragata Aránzazu, y estuvo haciendo en ese barco varias salidas hasta que a bordo del navío Constante lo despachan para Cádiz, en donde mientras permaneció tuvo distintos trasbordos y salidas para Ferrol, Nápoles, Liorna, Barcelona, Ceuta y otros puertos del Mediterráneo, regresando a Cádiz en el año de 1736. El anterior 23 de Marzo de 1733 es ascendido a segundo piloto, dándosele en Mayo destino en el paquebote San Diego, haciendo la campaña de Nápoles, regresando a Cádiz el año siguiente, y el 1 de Junio fue ascendido a primer piloto.
Embarcó ese año para Veracruz a bordo del navío Incendio con azogues y de donde volvió acompañando a la flota del jefe de escuadra Manuel López, para en 1738 y a bordo del navío Europa, de la Escuadra de Benito Espínola, partir a América y pasando al navío San Juan, realizó la Aguada de Puerto Rico, Veracruz, La Habana, Cartagena de Indias y otros puertos de aquel continente.
Luego de esta misión, volvió nuevamente al navío Europa, siendo destinado a los viajes de Guarda Costas de Tierra Firme, en América, suponiendo este paso el segundo hito de su carrera militar, pues se halló en los dos intentos de invasión realizados por el general inglés Vernon a Cartagena de Indias, sobre todo el que se produjo entre el 13 de Marzo y el 20 de Mayo de 1741, donde los españoles mataron a más de seis mil piratas británicos, hundieron bastantes de sus barcos y rindieron por hambre al resto de la flota británica, que hubo de retirarse, todo lo cual supuso la mas estrepitosa derrota naval británica conocida, pues los piratas de Su Graciosa Majestad intentaron la conquista de la ciudad con la mayor flota jamás vista hasta entonces: 186 naves, 2.620 piezas de artillería y 27.600 piratas británicos entre marinería e infantería.
Más o menos la cosa pudo haber sido así:
En Octubre del año de 1739 Inglaterra declara a España la guerra llamada de la “Oreja de Jenkins” y decide un plan por el cual va a intentar apoderarse de la ciudad a la cual confluyen la mayor parte de los tesoros y riquezas que de las colonias de Nueva España: Cartagena de Indias, en la actual Colombia, llave de aquel inmenso territorio, y de camino controlar de una manera definitiva el comercio en el mar Caribe. Esto se haría a la vez que las naves al mando del comodoro Anson atacarían las costas del Pacífico Sur, donde había importantes colonias españolas y de esta manera destruir el Imperio Español en aquellas latitudes.
Pero tenemos que esta operación en el Pacífico Sur les salió mal, pues resultó que los españoles no estaban durmiendo y al ser avistadas las naves de los piratas al mando de Anson cuando intentaban pasar por el Estrecho de Magallanes, fueron interceptados por las naves que bajo el mando de José Pizarro les estaban esperando para hundirlas y liquidar a todos los piratas británicos. De todas esas naves piratas solo una consiguió llegar a Inglaterra después de atravesar el Pacífico, el Índico y el Atlántico.
La causa real de esta guerra no era otra que la rivalidad comercial entre España e Inglaterra para hacerse con el dominio de los mares y por tanto del comercio. Así, tenemos que el origen de la guerra estuvo en una circunstancia que se dio en 1738, en aguas cercanas a La Florida, entonces colonia española, cuando un barco español al mando del Guardacostas Juan León Fandiño, capturó un navío pirata que mandaba el oficial de la Armada Británica Robert Jenkins, al cual el español le hizo cortar la oreja, se la lió en un paquetito y lo puso en libertad, con el siguiente encargo para su Rey: “Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”. Un poco irrespetuoso si que fue el mensaje, la verdad, ¿pero qué otra cosa se le podía decir al rey de los piratas?
Bueno, para que dio aquel recadito. Aquello supuso que el pueblo se subiera por las paredes clamando venganza y un durísimo castigo a los “papistas”, de modo que el Parlamento, acatando la voluntad popular, declaró la guerra a España, presionado, aparte de por el pueblo, por los poderosos comerciantes de la ciudad de Londres, ávidos de nuevos territorios a los que esquilmar, saquear y esclavizar a sus habitantes (3)