Finlandia habia vivido, desde principios del Medievo hasta el congreso de Viena (1815), bajo el dominio de Suecia y gracias a ello se habia cristianizado y por lo mismo recibio l influencia europea de la que Suecia era transmisora; así habia seguido en su conversión al protestantismo de Lutero en 1500 y fué considerada siempre como la avanzadilla de la cultura occidental ante los fructuantes reino bárbaros orientales.
Sólo la decadencia sueca, conterporánea al esfuerzo de los primeros zares por abrir su inmenso país a la cultura europea, hizo posible la invasión de Alejandro I de Rusia.
Sin embargo, logró conservar casi totál autonomía religiosa, en sus costumbres y en sus leyes fundamentales, tanto que se resintió muy poco de las tentaivas de asimilación de la potencia dominante. Cuando ésta fue sacudida por la revlución de octubre de 1917, que desmanteló el viejo régimen absolutista, los patriotas fineses vieron aumentar sus esperanzas de libertad por las nuevas corrientes de poder soviético, en contraste, no
obstante, con la presencia de un gran núemro de tropas en su territorio. En noviembre se formaron, espontáneamente en el sur de Helsinki y Viipuri, grupos de guardias rojos con la intención de llevar a cabo una revolución de inspiración rusa. Pero, mientras, el Parlamento estableció que siendo la única relación con Rusia de tipo dinástico, desaparecida ésta, Finlandia podía considerarse independiente. Entretanto los bolcheviques se estaban apoderando del sur después de haber proclamado una huelga general de siete días en todo el país. Pero en los territorios del Norte, desde diciembre del mismo año 1917, un puñado de guardis blancos, financiados y apoyados por Alemania y `por los conservadores fineses, comenzaron a cosechar exitos inenterrumpidos bajo el mando del legendario general Mannerheim.
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Durante el duro invierno nórdico avanzaron y conquistaron una a una todas las ciudades, mientras desembarcaban en el Sur nuevas trops suecas y alemanas. Finalmente, los bolcheviques fineses y el ejército ruso fueron envueltos en una operación en tenaza y el 2 de amyo de 1918 los dos ejércitos cercaron a las tropas rojas en Lahti, y al unirse lograron la victoria final.
Finlandia era, desde aquel día y por primera vez en su historia, absolutamente libre.
Su régimen republicano-decocrático siguió, cara al exterior, una politica de buena vecindad con todos los demás estados, y en cuanto al interior, un programa de aprovechamiento de todos, los recursos agrícolas e industriales del país. Todo ello hizo que en los años veinte al treinta, difíciles para tod Europa, Finlandia se convirtiera en una nación socialmente progresista.
Y así hasta 1939, año en que quedaron delimitados dos grandes bloques politicos, por un lado, la Alemania nazi y la Italia fascista, apoyadas por el Japón militarista, que ante la perspectiva de un reparto del mundo se aliaron con la Rusia soviética que buscaba con los grandes planes quinquenales de Stalin, la garantía de un espacio vital de supervivencia, y por otro lado las potencias democráticas occidentales, ayudadas por el gran aliado norteamericano, deseosas de mantener la ya agonizante supremacía de la Sociedad de Naciones, caduco instrumento de la garantía para la paz,con la idea de evitar un choque que se presumía espantoso.
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En medio, fieles a su neutralidad ya tradicional, se hallaban naciones como Suiza, Noruega y Finlandia. Pero sólo Suiza se beneficiaría de esta neutralidad hasta el final.
La posición de los estados nórdicos era demasiado importante para que no se intentara atraerlos hacia las respectivas esferas de influencia, sobre todo para los demócratas. Eran la única cabeza de puente posible con que los alidos podían atacar de cerca a la URSS y las comunicaciones de los alemanes. Y después de la ruptura ruso-germana, era la vía natural para la ayuda que debía acudir a la URSS desde Inglaterra y Estados Unidos.
Cuando el famoso pacto de no agresión entre Von Ribbentrop y Molotov perturbó el presunto equilibrio de fuerzas y presentó a la URSS como un cuarto eventual participante en el reparto del mundo en zonas de influencia, la guerra estalló con toda su violencia.
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Alemania invade Polonia, el Japón intensifica sus operaciones en China y la URSS sin disparar un cañonazo, se anexiona Estonia, letonia y Lituania, ¡después de haberles concedido concedido compensaciones territoriales! La táctica de Stalin consistió en invitarles a la mexsa de negociaciones para después pedir (¡para la seguridad de la frontera Rusa!) su anexión como protectordo, a cambio de lo cual concedía (se concedía a si mismo) unos territorios. Por supuesto, nada podían hacer estos países ante el ejército ruso, compuesto por 4.000.000 de soldados.
Tras el éxito conseguido, la táctica a desarrollar en Finlandia debía ser la misma.
Pero algo no funcionó en este país en la gigantesca operación de intimidación rusa. Stalin no se encontró ante un ministro o un gobierno de coalición que les impidiera actuar, y se vió obligado a enfrentarse con un pueblo decidido y fuerte. Cuando los ministros Paasikivi y Tanner pusieron de manifiesto la marcha de las negociaciones, todo el pueblo les apoyó incondicionalmente. Así fueron rechazadas las últimas ofertas de los nórdicos para evitar la guerra y todos aceptaron el eventual sacrificio. Y cuando estallaron las hostilidades, la nación entera combatió.
Soldados finlandeses con trajes de camuflaje combaten en la nieve (1939)
Las demandas soviéticas a Finlandia eran fundmentalment cuatro:
1. Cesión de la base de Petsamo, uno de los pocos puertos del mar Artico que no se hallaba bloqueado por los hielos.
2.Cesión de cuatro islas en el golfo de Finlandia para instalar bases militares.
3.Cesión de Hanko, ciudad foritificada que domina el mar Báltico.
4.Retirada de la frontera careliana a un minimo de 30 kilómetros para evitar amenazas sobre Leningrado. Lo que suponía prácticamente la cesión de Carelia, región habitada por fineses, y de toda la orilla del lago Ladoga.
Stalin afirma que la próximidad de la frontera podía ser un peligro para la URSS y para una de sus más importantes ciudades industriales.
El ministro Paasikivi hizo notar que una nación de 3.000.000 de habitantes atacara a otra de más de 180.000.000; que el retroceso de la frontera de carelia comprometía la seguridad del importante centro finlandés de Viipuri, que quedaría solo a 15 o 20 kilómetros de la eventual nueva frontera; que la cesión de Petsamo en el extremo norte suponía el cierre del único acceso de Finlandia al mar Artico, y que en cuanto a Henko era la base más importante del país y que el potencial defensivo inés quedaría con ello seriamente comprometido.
Sea como fuere, y para evitar tan desigual conflicto, los ministros finlandeses se mostraron dispuestos a ceder las islas y a replegarse a Carelia.
Las conversaciones fueron seguidas con ansiedad por toda la población en un sucederse de optimismos y pesimismos.
Si la suerte de Estonia, Letonia y Lituania hacía temer al coloso militar ruso, también es cierto que la sincera fe en la neutralidad y la anterior politica de buena vecindad con la URSS alejaban cualquier temor al conflicto.
Ninguna histeria colectiva, ninguna llamada oportunista de partidos o facciones adversarias se produjo en aquellas fechas.
La población aguardaba.
Stalin no había previsto esta actitud.
Pero todo era inútil. Faltaba la voluntad de tomar en consideración las contrapropuestas finlandesas.
La fuerza, y sobre todo la confianza en el propio potencial bélico, eran demasiado grandes.
Así después de la ruptura de negociaciones el 13 de noviembre de 1939 y tras un incidente provocado en la zona fronteriza y tomado como pretexto, el 29 de noviembre cuarenta divisiones soviéticas y mils doscientos carros de combate, inrrupieron por sorpresa en la frontera finesa alo largo de 2000 kilómetros, desde Terjokia aPetsamo y en cuatro grandes ofensivas de norte a sur se enfrentaron a los 150.000 hombres que defendían Finlandia.
Casi un millón de soldados, con otros tres millones a su espaldas, el mayor potencial aéreo de la época, casi cuatro mil aparatos, y la técnica militar más avanzada, se abatían sobre el pequeño pueblo finés. Pero serán contenidos y después rechazados, y si se llegó a un acuerdo no fué más que la premisa para atacar, a su vez a la URSS al cabo de un año.
Llegados a este punto, no podemos dejar de preguntarnos cómo en definitiva fué posible tal resistencia. Cómo ante un ejército diez veces más numeroso, con un armamento infinitamente superior, con un esfuerzo de organización muy notable, con aquel temor reverencial que inspiraba el amenazante Ejército rojo y con el solo apoyo inicial más adelantado país militar de la época. alemania, pudo resistir un pequeño pueblo. Cómo pudo, sin más, amenazar enseguida Leningrado y bloquear los aprovisionamientos soviéticos; como llegó a ser un factor casi decisivo en el equilibrio europeo.
La respuesta es muy compleja pero creo que puedo resumirla en pocas palabras; cuando cada metro, cada árbol, son defendidos, cuando se lucha por la propia casa, la familia y los hijos, cuando no se está lejos conquistando un territorio extranjero, sino defendiendo las colinas, los hogares y los caminos de la patria, entonces podemos afirmar que es dificil ser vencido. Siempre se encontrará quien luche, quien muera por defender lo que sus antepasados han dejado en custodia y para transmitir a los hijos de un país libre.
