También nos podemos preguntar si era una política acertada seguir bombardeando a Stalin con peticiones de intervención en la guerra. Algunos historiadores chinos tienden a pensar que los continuos llamamientos de Chiang a la Unión Soviética para ir a la guerra con Japón mostraron poca apreciación de la desesperada lucha soviética con su enemigo alemán y que causó el deterioro de los lazos entre Chongqing y Moscú.
Sin embargo, para completar el cuadro, el fracaso también debe medirse comparado con el coste humano y material producido. Además, específicamente en este caso, el costo pagado por Chiang en el verano de 1941 era limitado. Sus gastos fueron en forma de apoyo retórico, una buena cantidad de información errónea y una medida concreta: el fin de los lazos diplomáticos formales con Alemania. Parece que la táctica de Chiang era sacar el máximo provecho de la nueva situación, a un costo mínimo.
¿Cómo salió Chiang de esta situación? Vemos que el líder que tenía una idea clara de hacia dónde se dirigía la situación estratégica, más clara que la mayoría de sus compatriotas o aliados en otros países. Desde el momento en que Barbarroja se desató, comprendió que el resultado sería la derrota alemana, y también predijo correctamente que Japón seguiría siendo pasivo en lugar de lanzar un asalto a través de las fronteras orientales de la Unión Soviética.
Si tenía un defecto, era un fracaso al ver los costos colaterales de una diplomacia demasiado insistente. Al instar repetidamente a los rusos a que intervinieran contra Japón, incluso en un momento en que estaban luchando por sus vidas, se encontró con que era percibido como egoísta e insensible. Es un cuadro mixto. Tal vez debería ser descrito como un líder con alto coeficiente de inteligencia, pero de con poca empatía.
Fuente:
https://www.swwresearch.com/single-post ... Barbarossa
El autor del texto aquí traducido y parcialmente ampliado es:
Peter Harmsen is the author of New York Times bestseller Shanghai 1937: Stalingrad on the Yangtze and Nanjing 1937: Battle for a Doomed City. He studied history at National Taiwan University and has been a foreign correspondent in East Asia for two decades. He has focused mainly on the Chinese-speaking countries but has reported from nearly every corner of the region, including Mongolia and North Korea. His first book, Shanghai 1937, has been translated into Chinese and Romanian.