La imprevisión de los aliados ante la ofensiva de las Ardenas fue su mayor fallo de Inteligencia de toda la guerra. Nació de un exceso de confianza en la capacidad de Ultra para mantenerles informados. Pero después del atentado del 20 de julio, Hitler sospechaba hasta de su sombra y ordenó mantener los preparativos de la ofensiva en el más absoluto secreto. Ultra no detectó nada y la Luftwaffe pudo hacer un intensivo reconocimiento aéreo de la zona sin que se percataran los aliados.
El general de la Luftwaffe Dietrich Peltz, jefe de operaciones aéreas en la ofensiva de las Ardenas, planeó como preámbulo de la ofensiva terrestre un ataque aéreo masivo contra los aeródromos anglo-americanos. Pero el mismo mal tiempo del que dependían para el éxito de su avance por tierra impidió llevar a cabo la ofensiva aérea, con lo que la aviación aliada quedó indemne para operar contra los panzer en cuanto la climatología lo permitiese.
Durante la primera semana de combate, del 16 al 22 de enero, el mal tiempo impidió a la aviación aliada ejercer su supremacía aérea. Pero eso no significa que no volaran pilotos aliados sobre el escenario de la batalla. en el aeródromo de Giramont se encontraba el 10º TRG (Grupo de Reconocimiento Táctico) del IX TAC (Mando Aéreo Táctico) americano, con tres escuadrones de P-51 Mustang, que desde un principio apoyaron la resistencia de las fuerzas de tierra pese a las malas condiciones climáticas. Sólo el día 17 el 10º TRG derribó siete aviones alemanes, cuatro de ellos abatidos por un único piloto: John Hoefker. Pero la misión de los TRG no era la caza, como su nombre indica estaban especializados en el reconocimiento táctico, y eso era precisamente lo que más necesitaba el Alto Mando aliado en medio del caos producido por la ofensiva alemana. Gracias al 10º TRG se recuperó el contacto con unidades que combatían aisladas y con riesgo de ser copadas, se recabó información sobre el avance enemigo y el Estado Mayor pudo hacerse una imagen de conjunto de la situación.
A partir del día 21 las condiciones climáticas empeoraron severamente, hasta el punto de que se pedía voluntarios para efectuar salidas en solitario. Estos hombres tenían que volar en medio de tormentas de nieve, y en el mejor de los casos con una visibilidad de no más de 100 metros y una altitud de menos de 20.
La Luftwaffe tenía destinados unos 1.500 aparatos para apoyar la ofensiva. Se había reunido al efecto la flor y nata de la aviación alemana desde que el 20 de noviembre Hitler ordenara que la Luftwaffe se concentrara en el frente Oeste. Durante los primeros días de ofensiva, hasa el empeoramiento del 21, el número de salidas de la Luftwaffe se mantuvo entre 700 y 800 diarias. La jornada de mayor esfuerzo aéreo alemán fue el 18 de diciembre con 849 salidas. El mayor ataque táctico se produjo con 73 aviones sobre Bastogne el 30 diciembre.
El día 23 de diciembre el cielo sobre las Ardenas comenzó a despejarse. El general Patton, que había ordenado a su capellán que rezara pidiendo buen tiempo, se puso tan eufórico que condecoró al sacerdote. El III Ejército americano se lanzó al contraataque. E igualmente se lanzaron los más de 3.000 aviones de la VIII y IX Fuerzas Aéreas americanas, la 2ª Fuerza Aérea Táctica y el 9º Grupo de Bombardeo británicos.
En un solo día, el 24, los americanos efectuaron 1.138 salidas tácticas (atacando vehículos y concentraciones de tropas) y 2.442 salidas de bombardeo (sobre centros ferroviarios y puentes, pero sobre todo contra aeródromos alemanes), y los británicos hicieron otras 1.243 salidas de uno u otro tipo. Es decir, tantas salidas como la Luftwaffe en una semana.
En tres días de buen tiempo, coincidiendo con la Navidad, del 23 al 27 de diciembre de 1944, las fuerzas aéreas anglo-americanas desplazaron por completo a la Luftwaffe del cielo de las Ardenas, causándole un daño terrible en combates aéreos y en duros bombardeos contra sus aeródromos. Casi 700 aviones alemanes fueron derribados o destruidos en tierra.
Pero el día 28 volvió el mal tiempo, y el número de salidas de la aviación aliada se redujo a un centenar diario. En el apoyo táctico las necesidades de las tropas de tierra eran tantas que incluso un número tan bajo de aviones era bienvenido, pero en la inhabilitación del campo de batalla, es decir, en el bombardeo de vías de comunicación y puntos de aprovisionamiento, no producía efecto alguno. En el transcurso de la ofensiva de las Ardenas la aviación angloamericana descubrió que la inhabilitación de las vías de comunicación resultaba muy costosa. Para destruir un puente eran necesarias no menos de 250 toneladas de bombas de alto explosivo, e incluso así los grandes puentes de ferrocarril eran reparados con rapidez. Por otra parte el bombardeo de nudos de carreteras era sumamente inefectivo.
Pero si la aviación aliada fracasó en sus esfuerzos por lograr la inhabilitación del campo de batalla, la Luftwaffe también fracasó, y en mucha mayor medida.
Dietrich Peltz no había podido lanzar al inicio de la Ofensiva el ataque aéreo masivo contra las bases aéreas aliadas que había planeado, y que tan necesario hubiera resultado para evitar el desastre aéreo de Navidad. Pero el general no cejaba en su empeño de lanzarlo aunque ya careciera de sentido.
Adolf Galland se oponía por completo a ese ataque, pensaba que la Luftwaffe debía concentrarse en destruir los bombarderos pesados que estaban triturando las ciudades alemanas, pero Peltz se salió con la suya. El 1 de enero, cuando ya carecía por completo de utilidad, se ejecuto la Operación Bodenplatte ( hay un tema en el foro: la-ultima-apuesta-de-la-luftwaffe-la-op ... odenplatte )
Al amanecer la Luftwaffe envió un millar de aviones contra 17 bases aéreas aliadas en Francia y Bélgica.
El ataque logró la sorpresa táctica, ya que los aliados no podían imaginarse semejante canto del cisne de la aviación alemana: un ataque superfluo y suicida.
Los alemanes destruyeron o dañaron 465 aviones aliados, pero sólo 70 en combate aéreo, con lo que la pérdida de pilotos veteranos fue mínima. Además la industria americana podía reemplazar los aparatos dañados con rapidez, incluso con modelos más modernos.
Por el contrario la Luftwaffe sufrió una debacle, perdió 304 aparatos, todos en el aire con lo que la pérdida de pilotos expertos fue grave e irreparable: 250 bajas entre prisioneros, fallecidos y heridos graves. Incluyendo 80 líderes de grupo, ala o escuadrilla.
Las causas de este desastre alemán fueron:
- por un lado los aeródromos estaban fuertemente protegidos con artillería antiaérea en previsión de que fueran atacados con bombas volantes V-1, estos cañones antiaéreos derribaron 88 aparatos,
- por otro nadie advirtió a la artillería antiaérea alemana de la operación, que se efectuó con el máximo secreto, con lo que los artilleros germanos abrieron fuego cuando vieron aquellas ingentes masas de aviones cruzar sus líneas: derribaron 84, más que los cazas aliados que echaron a tierra 62 aparatos alemanes.
Adolf Galland dijo: “La Luftwaffe recibió su golpe de muerte en la ofensiva de las Ardenas. Luchando en condiciones nada habituales, con entrenamiento insuficiente y poca experiencia de combate, nuestra superioridad numérica no tuvo ningún efecto. Fuimos diezmados en el acceso a la batalla, en tierra, en grandes batallas aéreas, sobre todo durante la Navidad, y finalmente fuimos destruidos”.
En el cielo de las Ardenas se escribió el epitafio de la Luftwaffe.
Fuentes:
http://www.airpower.maxwell.af.mil/airc ... arker.html
http://www.army.mil/cmh-pg/books/wwii/7 ... 5.htm#p668
http://en.wikipedia.org/wiki/Operation_Bodenplatte
