Entre las piezas del museo de Toledo (tengo pendiente una visita, que no he vuelto despues de su remodelacion) hay otra muy interesante:
"Llama la atención por sus enormes dimensión y peso, y porque está partida en dos. Se trata de una media culebrina de bronce que estuvo a punto de ser fundida una vez quedó obsoleta, para aprovechar el metal, pero se salvó por muy poco.
¡Menuda hoja de servicios! Escupió fuego en Italia y también se batió en el mar en la segunda mitad del siglo XVI. Viajó a bordo de uno de los barcos de la Grande y Felicísima Armada que lanzó Felipe II contra Inglaterra, la mal llamada Invencible, en 1588.
Fue fundida en Génova seguramente por Gregorio Il Gioardi en 1575. Y formaba parte de un conjunto de medio centenar de piezas que diferentes artesanos fundieron en dicha ciudad en aquellos años para defender la plaza española de Palermo. No en el célebre Castel a Mare, del que hoy solo quedan las ruinas, sino en las murallas de la ciudad. Allí fueron instalados cañones, medios cañones, culebrinas, medias culebrinas, sacres y falconetes pedreros entre 1575 y 1576.
Curiosamente, todavía hay dos de ellos en España: la citada media culebrina del Museo del Ejército y también un sacre producido por el primo de Gregorio Il Gioardi, Dorino Il Gioardi, al año siguiente y que aún se conserva en el Castillo de la Mota de San Sebastián. El resto de las 50 piezas fueron también fundidas por los grandes artesanos genoveses de la época, Battista Gandolfo y los hermanos Sommariva, uno de los cuales, Bartolomeo, hizo larga carrera en las cortes de Felipe II y Felipe III en Lisboa, Málaga y Sevilla, después de abandonar su tierra natal.
Las investigaciones de Ridella han podido demostrar que estos cañones fueron requisados de la fortaleza palermitana en 1587, un año antes de partir Armada. Felipe II necesitaba agrupar todos los recursos disponibles para la empresa de invadir Inglaterra y por tanto se formó en el Mediterráneo la llamada Escuadra de Levante. Solo en Sicilia se embargaron seis naves por ese motivo y se armaron con todos los cañones disponibles. Esa es la razón por la que la media culebrina comenzó su periplo en alta mar.
En Lisboa se reunió aquella Armada que partiría hacia el Canal de la Mancha a finales de mayo de 1588.
Las dos piezas de artillería de las que hablamos debieron regresar a España con una de las naves de Levante, tal vez la única que sobrevivió de toda la Escuadra: la Santísima Trinidad de Scala, un buque también genovés. ... Después de la epopeya vivida en el Canal de la Mancha y el peligroso retorno rodeando Escocia e Irlanda que dejó naufragios por todo el contorno de las islas, aquel barco entró en el puerto de Santander severamente dañado. Casi de milagro, pues llegaba desarbolado y había perdido cuatro de sus seis anclas en la batalla de Gravelinas, cuando los ingleses lanzaron su ataque a la Armada imperial con ocho brulotes en llamas y algunos de los barcos debieron partir los cabos de las anclas para poder salvarse quedando a la deriva. La resistencia de las naves españolas entonces fue digna de mejor final, porque solo se perdieron un par de buques a pesar de la sorpresa y el intenso combate que siguió.
La media culebrina de la que estamos hablando fue de nuevo desembarcada. Volvió a tierra firme, donde había nacido y para lo que se la había fundido. Con sus grandes dimensiones se mantuvo en servicio en Santander hasta bien entrado el siglo XIX. Ahí es nada, bastante más de dos siglos, por no decir casi trescientos años. Un día, por lo obsoleta que había quedado, se recibió la orden de fundirla para realizar nuevas armas, como era costumbre en estos casos. Y bien cerca estuvimos de perder para siempre la memoria de sus días de gloria y de derrotas. Corría 1849 o 1850 cuando llegó a Sevilla, a la Maestranza, para rendir su bronce al fuego del que había nacido.
Pero entonces, el coronel al mando firmó una ordenanza en la que pedía que aquellos cañones que por su decoración, antigüedad y valor histórico pudieran tener otro fin, no fueran destruidos, sino destinados al Museo de Artillería. La orden llegó cuando ya era un poco tarde. La media culebrina “extraordinaria” ya había sufrido un primer corte y se había empezado con el segundo (las partían para facilitar su manejo y fundición).
Afortunadamente, aún así se siguió la ordenanza y partió para el Museo de Artillería. De ahí pasó al Museo del Ejército, cuando estaba en el Salón de Reinos, en Madrid, y ahora en su nueva sede del Alcázar Toledano. Gracias a ello, hoy podemos contar su historia"
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Aqui el reportaje con fotos:
http://abcblogs.abc.es/espejo-de-navega ... an-armada/