Saludos.SOLIFERRUM escribió:He de decir que sin mi ayuda le esta quedando un hilo fantastico y que solo me dedico a buscar paginas para ayudarle a un mejor desarrollo de los temas expuestos; vamos que sin su estimulo yo no aportaria nada.
Saludos.
No estoy de acuerdo, este es un hilo "colectivo", aunque parezca que lo conduzco yo. Por poner ejemplos concretos, de poco sirven mis hipótesis sobre la escasez de minas anticarro como factor determinante de la debilidad de la defensa italiana sin el dato del número concreto de minas, dato que nunca había visto hasta que lo colgaste. O mi hipótesis sobre que las divisiones libias estaban lastradas por un material vetusto no se confirma hasta que un forero identifica la pieza como un 77 mm presa de guerra en 1918 o descubre que la ametralladora que aparece en una foro es una rara Breda de los años 20 (que probablemente cuando se le averiaba el percutor no tenía pieza de recambio).
Bueno, seguimos con el combate aéreo...
Los CR 42 cayeron sobre la formación inglesa, derribando el caza pilotado por Haywood, que cayó en llamas. Los cuatro restantes, utilizando la radio (ventaja de la que carecían los CR 42) se dividieron la labor: dos irían contra los bombarderos mientras que la otra pareja contenía a la caza enemiga. Los viejos bombarderos italianos fueron presas fáciles y el Gladiator pilotado por Duncan derribó el Caproni 133 comandado por el capitán Moggi, que se estrelló en la carretera Metemma-Gondar. El caza de Hewitson derribó un segundo bombardero, cuya tripulación, idemne, pudo volver a pie. El capitán Moggi fue condecorado con la medalla de oro al valor a título póstumo.
Este combate, aparentemente favorable a los británicos - dos derribos a uno - terminó de decidir la suerte de la batalla. Habían derribado dos bombarderos, pero ningún caza italiano y ya sólo quedaban 4 aparatos para combatir contra la escuadrilla enemiga. En estas condiciones, la RAF se retiró: ni cazas ni bombarderos volarían más aquel día.
La Regia, por contra, prosiguió sus bombardeos y ametrallamientos.
Entre tanto, en tierra 9 de los 12 tanques estaban inutilizados. La mayoría de los daños bélicos (por explosiones cercanas de bombas y proyectiles de 75 mm y balas de 12 mm) y las averías eran menores, pero una bomba aérea destruyó el camión del escalón de reparaciones. Sin mecánicos ni piezas de repuesto fue imposible poner de nuevo en funcionamiento los MK IV y los A 10. Los hindúes aguantaban bastante bien los contrataques de la infantería enemiga, aunque muy hostigados por la Regia y la artillería. Pero eran incapaces de ganar terreno. El apoyo de su artillería, bastante más retrasada y que disparaba con puntería indirecta, había empeorado mucho.
Los soldados del Essex de Gallabat no estaban en condiciones de apoyarlos en un nuevo avance sobre Metemma. Las bombas que caían sobre Gallabat durante 8 horas consecutivas y los ametrallamientos lograron finalmente su efecto: había algunos conatos de pánico entre el batallón inglés, compuesto por reclutas poco entrenados. Con el escalón de retaguardia flaqueando existía el peligro de que los hindués, sometidos todavía al contrataque de los batallones coloniales 25 y 77, fueran copados. Slim, temiendo una catástrofe si proseguía la ofensiva, ordenó la retirada.
El próximo día hacemos el balance de las pérdidas y de las consecuencias de esta batalla (mucho más profundas de lo que se podía esperar de una operación tan pequeña).