VIRIATO

Toda la Historia Militar desde la Prehistoria hasta 1453.

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Bernardo Pascual
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Apiano:
  • "56.- Por este tiempo otra tribu de los iberos autónomos, los llamados lusitanos, bajo el liderazgo de Púnico, se dedicaron a devastar los pueblos sometidos a Roma, y después de haber puesto en fuga a sus pretores Manilio y Calpurnio Pisón, mataron a seis mil romanos y, entre ellos, al cuestor Terencio Varrón Púnico, envalentonado por estos hechos, hizo incursiones por toda la zona que se extendía hasta el océano y, uniendo a su ejército a los vettones, puso sitio a una tribu vasalla de Roma, los llamados blastofenicios. Se dice que Aníbal el cartaginés había asentado entre ellos algunos colonos traídos de África y que, a causa de esto, reciben el nombre de blastofenicios. Púnico, golpeado en la cabeza por una piedra, murió y le sucedió en el mando un hombre llamado Césaro. El tal Césaro entabló combate con Mummio que venía desde Roma con otro ejército y, al ser derrotado, huyó. Pero, como Mummio lo persiguió de manera desordenada, giró sobre sí mismo y haciéndole frente dio muerte a nueve mil romanos, volvió a recuperar el botín que le había sido quitado y su propio campamento, al tiempo que también se apoderó del de los romanos y cogió armas y muchas enseñas que los bárbaros pasearon en son de burla por toda Celtiberia.

    57.- Mummio se dedicó a hacer ejercicios de entrenamiento dentro del campamento con los cinco mil soldados que le quedaban, temeroso de salir a campo abierto antes de que los soldados hubieran recobrado de nuevo su coraje. Esperó allí a que los bárbaros pasaran con una parte del botín que le habían arrebatado, cayó sobre ellos de improviso y, tras haber dado muerte a muchos, recobró el botín y las enseñas. Los lusitanos del otro lado del río Tajo y aquellos que ya estaban en guerra con los romanos, cuyo jefe era Cauceno, se pusieron a devastar el país de los cuneos que estaban sometidos a los romanos y tomaron Conistorgis, una ciudad importante de ellos. Atravesaron el océano junto a las columnas de Hércules y algunos hicieron incursiones por una parte de África y otros sitiaron a la ciudad de Ocilis. Mummio los siguió con nueve mil soldados de infantería y quinientos jinetes, mató a unos quince mil de los que estaban entregados al saqueo y a algunos otros, y levantó el asedio de Ocilis. Después se topó, casualmente, con los que llevaban el producto de su rapiña y los mató a todos, de tal manera que ni siquiera logró escapar un mensajero de esta desgracia. Tras haber entregado al ejército el botín que podían llevar consigo, el resto lo quemó como ofrenda a los dioses de la guerra. Y Mummio, una vez que finalizó su campaña, regresó a Roma y fue recompensado con el triunfo.

    58.- Le sucedió en el mando Marco Atilio, quien realizó una incursión contra los lusitanos, dio muerte a setecientos de ellos y se apoderó de Oxtraca, su ciudad más importante. Después de sembrar el pánico entre los pueblos vecinos, firmó tratados con todos. Entre éstos había algunos vettones, limítrofes con los lusitanos. Sin embargo, cuando Atilio se retiraba para pasar el invierno, todos cambiaron de parecer de repente y asediaron a algunos pueblos vasallos de Roma. Servio Galba, el sucesor de Atilio, les apremió a que levantaran el cerco. Tras recorrer en un día y una noche una distancia de quinientos estadios, se presentó ante los lusitanos y entabló combate de inmediato con el ejército cansado. Por fortuna logró romper las filas enemigas, pero se puso a perseguir al enemigo con poca experiencia en la guerra. Razón por la cual, al hacerlo de forma débil y desordenada debido a la fatiga, los bárbaros, al verlos diseminados y que se detenían a descansar por turnos, se reagruparon y atacándolos dieron muerte a unos siete mil. Y Galba, con los jinetes que estaban a su lado, huyó a la ciudad de Carmona. Aquí recuperó a los fugitivos y, después de reunir aliados hasta un número de veinte mil, marchó hacia el territorio de los cuneos y pasó el invierno en Conistorgis.

    59.- Lúculo, que había combatido contra los vacceos sin autorización senatorial y, a la sazón, se encontraba invernando en Turdetania, al darse cuenta de que los lusitanos hacían incursiones contra las zonas próximas, envió a sus mejores lugartenientes y dio muerte a cuatro mil lusitanos. Mató a mil quinientos cuando atravesaban el estrecho cerca de Gades, y a los demás, que se habían refugiado en una colina, los rodeó de una empalizada y capturó a un número inmenso de ellos. Entonces, tras invadir Lusitania, se puso a devastarla gradualmente. Galba llevaba a cabo la misma operación por el lado opuesto. Cuando algunos de sus embajadores vinieron a él con el deseo de consolidar los pactos que habían hecho con Atilio, el general que le había precedido, y que habían quebrantado, los recibió, firmo una tregua y mostró deseos de entablar relaciones amigables con ellos, ya que entendía que se dedicaban a la rapiña, a hacer la guerra y quebrantar los tratados por causa de la pobreza: Pues les dijo la pobreza del suelo y la falta de recursos os obligan a esto, pero yo daré una tierra fértil a mis amigos pobres y os estableceré en un país rico distribuyéndoos en tres partes.

    60.- Ellos, confiados en estas promesas, abandonaron a sus lugares de residencia habituales y se reunieron en donde les ordenó Galba. Este último los dividió en tres grupos y, mostrándoles a cada uno una llanura, les ordenó que permanecieran en campo abierto hasta que, a su regreso, les edificara sus ciudades. Tan pronto como llegó a la primera sección, les mandó que, como amigos que eran, depusieran sus armas. Y una vez que lo hubieron hecho, los rodeó con una zanja y, después de enviar a algunos soldados con espadas, los mató a todos en medio del lamento general y las invocaciones a los nombres de los dioses y a las garantías dadas. De igual modo también, dándose prisa, dio muerte a la segunda y tercera sección cuando aún estaban ignorantes de la suerte funesta de los anteriores, vengando con ello una traición con otra traición a imitación de los bárbaros, pero de una forma indigna del pueblo romano. Sin embargo unos pocos de ellos lograron escapar, entre los que estaba Viriato, quien poco tiempo después se puso al frente de los lusitanos, dio muerte a muchos romanos y llevó a cabo las más grandes hazañas. Pero estas cosas, que tuvieron lugar después, las referiré más adelante. Entonces Galba, hombre mucho más codicioso que Lúculo, distribuyó una parte pequeña del botín entre el ejército y otra parte pequeña entre sus amigos, y se quedó con el resto, pese a que ya casi era el hombre más rico de Roma.Se dice que ni siquiera en tiempos de paz dejaba de mentir y cometer perjurio a causa de su ansia de riquezas. Y a pesar de que era odiado y de que fue llamado a rendir cuentas bajo acusación, logró escapar debido a su riqueza.

    61.- No mucho tiempo después, todos los que consiguieron escapar a la felonía de Lúculo y Galba lograron reunirse en número de diez mil e hicieron una incursión contra Turdetania. Gayo Vetilio vino desde Roma contra ellos con otro ejército y asumió, además, el mando de las tropas que estaban en iberia, llegando a tener en total diez mil hombres. Éste cayó sobre los que estaban buscando forraje y, después de dar muerte a mucho, obligó a los restantes a replegarse hacia un lugar en el que, en el caso de permanecer, corrían el riesgo seguro de morir de hambre, y en caso de abandonarlo, el de morir a manos de los romanos. Tal era, en efecto, la dificultad del lugar. Por este motivo enviaron emisarios a Vetilio con ramas de suplicantes, pidiéndole tierra para habitarla como colonos y prometiéndole que desde ese momento serían leales a los romanos en todo. Él prometió entregársela y se dispuso a firmar un acuerdo. Pero Viriato, que había escapado a la perfidia de Galba y entonces estaba con ellos, les trajo a la memoria la falta de palabra de los romanos y cuántas veces habían violado los juramentos que habían dado y cómo todo aquel ejército estaba formado por hombres que habían escapado a tales perjurios de Galba y Lúculo. Les dijo que no había que desesperar de salvarse en aquél lugar, si estaban dispuestos a obedecerle.

    62.- Encendidos sus ánimos y recobradas las esperanzas, lo eligieron general. Después de desplegar a todos en línea de batalla como si fuera a presentar combate, les dio orden de que, cuando él se montara a caballo, escaparan disgregándose en muchas direcciones como pudiesen por rutas muy distintas en dirección a la ciudad de Tríbola y que le aguardaran allí. Él eligió sólo a mil y les ordenó colocarse a su lado. Una vez efectuadas estas disposiciones, escaparon al punto, tan pronto como Viriato montó a caballo, y Vetilio, temeroso de perseguirles a ellos que habían escapado en muchas direcciones, dio la vuelta y se dispuso a luchar con Viriato, que permanecía quieto y aguardaba a que llegara el momento de atacar. Viriato, con caballos mucho más veloces, lo mantuvo en jaque, huyendo a veces y otras parándose de nuevo y atacando, y consumió aquel día y el siguiente completos en la misma llanura cabalgando alrededor. Y cuando calculó que los otros tenían ya asegurada su huida, entonces, partió por la noche por caminos no usados habitualmente y, con caballos mucho más rápidos, llegó a Tríbola sin que los romanos fueran capaces de perseguirlo a causa del peso de sus armas, de su desconocimiento de los caminos y de la inferioridad de sus caballos. De esta manera, de modo inesperado, salvó a su ejército de una situación desesperada. Cuando esta estratagema llegó al conocimiento de los pueblos bárbaros de esta zona, le reportó un gran prestigio y se le unieron muchos desde todos los lugares. Y durante ocho años sostuvo la guerra contra Roma."
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“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

Se puede especular con que en el año 153 a. C., mientras un régulo llamado Cáuciro organizaba una revuelta en Segovia y evacuaba a los tigios hacia el norte de la Sierra, los lusitanos del norte del Tajo invadieron la zona del Guadiana, estableciéndose allí los misteriosos celtici. A esta invasión es a la que se refiere Estrabón, después de la de los cartagineses y antes de la de Viriato. Lo que se invade, por supuesto, es Hispania o Iberia, entendida, eso sí, como la provincia romana, lo que quedaba dentro de su dominio. El resto eran celtas, celtíberos en el limes y lusitanos en el oeste.

Al mismo tiempo que los celtíberos combatían en Ocili contra Mummio, Nobílior y Marcelo, caía Conistorgis en poder de los lusitanos, y mercenarios iberos zarpaban desde la Bastetania hacia Cartago para librar la guerra contra Masinisa. Estas migraciones, al estilo de la de los helvecios o la de Ariovisto, atienden más a contratas militares que a la mera ocupación de tierras. Las tierras, en cierto modo, se reconocerían en pago.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

En el año 152 a. C., tras acordar una tregua con los arévacos, en un momento en que Cartago también titubeaba, Marcelo marchó a continuación contra los lusitanos, quienes solicitaron a su vez clemencia. Según Polibio, tomó Nertobriga, pero Apiano da a entender más bien que se negoció. Como se quiera, Marcelo regresó rico a Roma de aquella campaña.

Ahora bien, la paz fracasó. Ese invierno, al parecer, los lusitanos se volvieron a sublevar. El cónsul Lucio Licinio y el pretor Servio Sulpicio, en el 151 a. C., castigaron severamente esta insurrección. Con todo, se extralimitaron, y Galba, quien se acababa de ganar ese apodo, fue llevado a juicio. Aunque Polibio afirma que el Senado había decidido continuar la guerra, dado que su pupilo había participado, cosa que sin embargo niega Apiano, algo turbio hay de todas formas.

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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

Catón murió el invierno ente el 150 y el 149 a. C. Por más que había predicado la guerra, no la vio comenzar. Pero ese último año de su vida, con ochenta y cinco, creo, dada su buena clientela entre los hispanos, intervino como ayudante de la acusación en el proceso contra Servio Sulpicio, uno de los sucesos puntuales mejor documentados de nuestra Historia Antigua. Se le inculpaba por haber masacrado a la nobleza lusitana rompiendo los pactos y vendido al resto de la población. Hay muchas versiones.
  • “Cuando Lucio Escribonio, un tribuno de la plebe, propuso una ley para que los lusitanos, que se habían rendido al pueblo romano pero habían sido vendidos [como esclavos] por Servio [Sulpicio] Galba en la Galia, fuesen liberados, Marco Porcio Catón le apoyó enérgicamente (su discurso aún existe y está incluido en sus Anales).  Quinto Fulvio Nobilior, que a menudo había sido atacado por Catón en el Senado, habló a  favor de Galba; y el propio Galba, viendo que estaba a punto de ser condenado, abrazando a sus dos hijos pequeños  y al de Sulpicio Galo, que estaba a su cuidado, se hizo tan digno de lástima en su defensa que el caso fue sobreseído. (Tres de sus discursos aún existen: dos contra el tribuno Libo en el caso de la Lusitania, y uno contra Lucio Cornelio Cetego, en el que admite que durante una tregua masacró a los lusitanos cerca de su campamento porque, como explica, descubrió que habían sacrificado un hombre y un caballo, lo que de acuerdo con su costumbre significaba que se preparaban para atacar).”
    Tito Livio, Periódicas.

    “Así en España el pretor Sergio Galba dio muerte criminal a unos lusitanos de aquende el Tajo que espontáneamente se habían entregado. Pues, simulando que iba a ocuparse de sus intereses, los rodeó de soldados y, estando ellos inermes e incautos, los abatió a todos; atropello que fue causa de una gran agitación en toda España contra la perfidia de los romanos.”
    Orosio, 4, 21, 10 (fragmento extraído de Fontes Hispaniae Antiquae IV)

    “Al día siguiente, los más ancianos, coronados y portando ramas de olivo de suplicantes, volvieron a preguntar otra vez a Lúculo que tendrían que hacer para ser amigos. Éste les exigió rehenes y cien talentos de plata y les ordenó que su caballería combatiera a su lado. Cuando todas sus demandas fueron satisfechas, decidió poner una guarnición en el interior de la ciudad. Los de Cauca aceptaron también esto y el introdujo a dos mil hombres cuidadosamente elegidos, a quienes dio la orden de que cuando estuviesen dentro ocuparan las murallas. Una vez que la orden estuvo cumplida, Lúculo hizo penetrar al resto del ejército y, a toque de trompeta, dio la señal de que mataran a todos los de Cauca que estuvieran en edad adulta. Estos últimos perecieron cruelmente invocando las garantías dadas, a los dioses protectores de los juramentos, y maldiciendo a los romanos por su falta de palabra. Sólo unos pocos de los veinte mil consiguieron escapar por unas puertas de la muralla de difícil acceso. Lúculo devastó la ciudad y cubrió de infamia el nombre de Roma. Los demás bárbaros corrieron juntos desde los campos hacia zonas escarpadas o ciudades más poderosas, llevándose todo cuanto podían y prendiendo fuego a lo que dejaban para que Lúculo no pudiera encontrar ya nada.”
    Apiano, Sobre Iberia, 52.

    “Ellos, confiados en estas promesas, abandonaron sus lugares de residencia habituales y se reunieron en donde les ordenó Galba. Este último los dividió en tres grupos y, mostrándoles a cada uno una llanura, les ordenó que permanecieran en campo abierto hasta que, a su regreso, les edificara sus ciudades. Tan pronto como llegó a la primera sección, les mandó que, como amigos que eran, depusieran sus armas. Y una vez que lo hubieron hecho, los rodeó con una zanja y, después de enviar a algunos soldados con espadas, los mató a todos en medio del lamento general y las invocaciones a los nombres de los dioses y a las garantías dadas. De igual modo también, dándose prisa, dio muerte a la segunda y tercera sección cuando aún estaban ignorantes de la suerte funesta de los anteriores…”
    Apiano, Sobre Iberia, 60.

    “Ennobleció la familia Servio Galba, varón consular y el más elocuente de su tiempo, de quien dicen que, habiendo obtenido la España después de su pretura, dio alevosamente muerte a treinta mil lusitanos, de donde surgió el motivo de la guerra de Viriato.
    Es dudoso cuál fuera el primero de los Sulpicios en llevar el sobrenombre de Galba, así como la causa y el origen de éste. Algunos creen que proviene del hecho de haber incendiado una ciudad en España, que había sido sitiada en vano durante mucho tiempo, por medio de haces humedecidas con galbano.”
    Suetonio, Galba, 3. (Fragmento extraído de Fontes Hispaniae Antiquae IV)
Incluso podrían quedar las pruebas materiales:
  • “Por ello recuerda más bien un tipo de ceremonia colectiva como la que se ha comprobado en una excavación reciente, en el mencionado castro de El Castrejón de Capote (Higueras de la Sierra, Badajoz); se ha puesto aquí a la luz un interesante lugar sacro en el interior del poblado, en un punto central del mismo, consistente en una especie de altar o mesa de sacrificios, construida en una exedra o nicho grande de planta rectangular –unos cinco metros de ancho y tres de profundidad- abierto en la calle principal del asentamiento; la mesa –sobre el suelo de la estancia, algo más alto que el de la calle- queda rodeada por un banco adosado a las tres paredes del espacio en que se halla; quizá tuvo una sencilla techumbre vegetal, aunque quedaba abierto a la calle. Lo más importante es que en el lugar se constata la celebración de una gran ceremonia de banquete y sacrificios, cuyos restos quedaron en el espacio de la mesa y los bancos y en las inmediaciones, y, tras sufrir un acto de violenta destrucción que rompió algunas cosas y alteró el orden que los objetos tenían, fue todo cubierto o sellado en un momento posterior, sin ser removido el sitio en la etapa última del poblado (la celebración y la inmediata destrucción se sitúan en un momento de la primera mitad del siglo II a. C.) Los testimonios hallados son de un interés excepcional, que resumo siguiendo de cerca las observaciones del excavador.”
    Manuel Bendala, Tartesios, iberos y celtas, pág. 277.
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Resulta difícil distinguir el mito de la realidad:
  • "Al año siguiente, llegó como sucesor en el mando de Nobílior, Claudio Marcelo con ocho mil soldados de infantería y quinientos jinetes. Logró cruzar con suma precaución las líneas de los enemigos que le habían tendido una emboscada y acampó ante la ciudad de Ocilis con todo su ejército. Hombre efectivo en las cosas de la guerra, logró atraerse de inmediato a la ciudad y les concedió el perdón, tras exigir rehenes y treinta talentos de plata. Los nergobrigenses, al enterarse de su moderación, le enviaron emisarios para preguntarle por qué medios obtendrían la paz. Cuando les ordenó entregarle cien jinetes para que combatieran a su lado como tropas auxiliares, ellos les prometieron hacerlo, pero, por otro lado, lanzaron un ataque contra los que estaban en la retaguardia y se llevaron algunas bestias de carga. Poco después, llegaron con los cien jinetes, como en efecto se había acordado, y con la relación a lo ocurrido en la retaguardia, dijeron que algunos de los suyos, sin saber lo pactado, habían cometido un error. Entonces, Marcelo hizo prisioneros a los cien jinetes, vendió sus caballos, devastó la llanura y repartió el botín entre el ejército. Finalmente, puso cerco a la ciudad. Los nergobrigenses, al ser conducidas contra ellos máquinas de asalto y plataformas, enviaron un heraldo revestido de una piel de lobo en lugar del bastón de heraldo y solicitaron el perdón. Éste replicó que no lo otorgaría, a no ser que los arévacos, belos y titos lo solicitaran todos a la vez. Cuando se enteraron estas tribus, enviaron celosamente emisarios y pidieron a Marcelo que, tras imponerles un castigo moderado, se atuviera a los tratados firmados con Graco. Se pusieron en contra de esta petición algunos nativos a quienes ellos había hecho la guerra. "
    Apiano, Iberia, 48.
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Re: VIRIATO

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Las fuentes:
  • "56.-Por este tiempo otra tribu de los iberos autónomos, los llamados lusitanos, bajo el liderazgo de Púnico, se dedicaron a devastar los pueblos sometidos a Roma, y después de haber puesto en fuga a sus pretores Manilio y Calpurnio Pisón, mataron a seis mil romanos y, entre ellos, al cuestor Terencio Varrón Púnico, envalentonado por estos hechos, hizo incursiones por toda la zona que se extendía hasta el océano y, uniendo a su ejército a los vettones, puso sitio a una tribu vasalla de Roma, los llamados blastofenicios. Se dice que Aníbal el cartaginés había asentado entre ellos algunos colonos traídos de África y que, a causa de esto, reciben el nombre de blastofenicios. Púnico, golpeado en la cabeza por una piedra, murió y le sucedió en el mando un hombre llamado Césaro. El tal Césaro entabló combate con Mummio que venía desde Roma con otro ejército y, al ser derrotado, huyó. Pero, como Mummio lo persiguió de manera desordenada, giró sobre sí mismo y haciéndole frente dio muerte a nueve mil romanos, volvió a recuperar el botín que le había sido quitado y su propio campamento, al tiempo que también se apoderó del de los romanos y cogió armas y muchas enseñas que los bárbaros pasearon en son de burla por toda Celtiberia. 

    57.- Mummio se dedicó a hacer ejercicios de entrenamiento dentro del campamento con los cinco mil soldados que le quedaban, temeroso de salir a campo abierto antes de que los soldados hubieran recobrado de nuevo su coraje. Esperó allí a que los bárbaros pasaran con una parte del botín que le habían arrebatado, cayó sobre ellos de improviso y, tras haber dado muerte a muchos, recobró el botín y las enseñas.
    Los lusitanos del otro lado del río Tajo y aquellos que ya estaban en guerra con los romanos, cuyo jefe era Cauceno, se pusieron a devastar el país de los cuneos que estaban sometidos a los romanos y tomaron Conistorgis, una ciudad importante de ellos. Atravesaron el océano junto a las columnas de Hércules y algunos hicieron incursiones por una parte de África y otros sitiaron a la ciudad de Ocilis. Mummio los siguió con nueve mil soldados de infantería y quinientos jinetes, mató a unos quince mil de los que estaban entregados al saqueo y a algunos otros, y levantó el asedio de Ocilis. Después se topó, casualmente, con los que llevaban el producto de su rapiña y los mató a todos, de tal manera que ni siquiera logró escapar un mensajero de esta desgracia. Tras haber entregado al ejército el botín que podían llevar consigo, el resto lo quemó como ofrenda a los dioses de la guerra. Y Mummio, una vez que finalizó su campaña, regresó a Roma y fue recompensado con el triunfo. 

    58.- Le sucedió en el mando Marco Atilio, quien realizó una incursión contra los lusitanos, dio muerte a setecientos de ellos y se apoderó de Oxtraca, su ciudad más importante. Después de sembrar el pánico entre los pueblos vecinos, firmó tratados con todos. Entre éstos había algunos vettones, limítrofes con los lusitanos. Sin embargo, cuando Atilio se retiraba para pasar el invierno, todos cambiaron de parecer de repente y asediaron a algunos pueblos vasallos de Roma. Servio Galba, el sucesor de Atilio, les apremió a que levantaran el cerco. Tras recorrer en un día y una noche una distancia de quinientos estadios, se presentó ante los lusitanos y entabló combate de inmediato con el ejército cansado. Por fortuna logró romper las filas enemigas, pero se puso a perseguir al enemigo con poca experiencia en la guerra. Razón por la cual, al hacerlo de forma débil y desordenada debido a la fatiga, los bárbaros, al verlos diseminados y que se detenían a descansar por turnos, se reagruparon y atacándolos dieron muerte a unos siete mil. Y Galba, con los jinetes que estaban a su lado, huyó a la ciudad de Carmona. Aquí recuperó a los fugitivos y, después de reunir aliados hasta un número de veinte mil, marchó hacia el territorio de los cuneos y pasó el invierno en Conistorgis. 

    59.- Lúculo, que había combatido contra los vacceos sin autorización senatorial y, a la sazón, se encontraba invernando en Turdetania, al darse cuenta de que los lusitanos hacían incursiones contra las zonas próximas, envió a sus mejores lugartenientes y dio muerte a cuatro mil lusitanos. Mató a mil quinientos cuando atravesaban el estrecho cerca de Gades, y a los demás, que se habían refugiado en una colina, los rodeó de una empalizada y capturó a un número inmenso de ellos. Entonces, tras invadir Lusitania, se puso a devastarla gradualmente. Galba llevaba a cabo la misma operación por el lado opuesto.
    Cuando algunos de sus embajadores vinieron a él con el deseo de consolidar los pactos que habían hecho con Atilio, el general que le había precedido, y que habían quebrantado, los recibió, firmo una tregua y mostró deseos de entablar relaciones amigables con ellos, ya que entendía que se dedicaban a la rapiña, a hacer la guerra y quebrantar los tratados por causa de la pobreza: Pues les dijo la pobreza del suelo y la falta de recursos os obligan a esto, pero yo daré una tierra fértil a mis amigos pobres y os estableceré en un país rico distribuyéndoos en tres partes. 

    60.- Ellos, confiados en estas promesas, abandonaron a sus lugares de residencia habituales y se reunieron en donde les ordenó Galba. Este último los dividió en tres grupos y, mostrándoles a cada uno una llanura, les ordenó que permanecieran en campo abierto hasta que, a su regreso, les edificara sus ciudades. Tan pronto como llegó a la primera sección, les mandó que, como amigos que eran, depusieran sus armas. Y una vez que lo hubieron hecho, los rodeó con una zanja y, después de enviar a algunos soldados con espadas, los mató a todos en medio del lamento general y las invocaciones a los nombres de los dioses y a las garantías dadas. De igual modo también, dándose prisa, dio muerte a la segunda y tercera sección cuando aún estaban ignorantes de la suerte funesta de los anteriores, vengando con ello una traición con otra traición a imitación de los bárbaros, pero de una forma indigna del pueblo romano. Sin embargo unos pocos de ellos lograron escapar, entre los que estaba Viriato, quien poco tiempo después se puso al frente de los lusitanos, dio muerte a muchos romanos y llevó a cabo las más grandes hazañas. Pero estas cosas, que tuvieron lugar después, las referiré más adelante. Entonces Galba, hombre mucho más codicioso que Lúculo, distribuyó una parte pequeña del botín entre el ejército y otra parte pequeña entre sus amigos, y se quedó con el resto, pese a que ya casi era el hombre más rico de Roma.Se dice que ni siquiera en tiempos de paz dejaba de mentir y cometer perjurio a causa de su ansia de riquezas. Y a pesar de que era odiado y de que fue llamado a rendir cuentas bajo acusación, logró escapar debido a su riqueza.
Se pueden detectar dos fuentes, una que utiliza el topónimo Conistorgis, la verde, y otra que utiliza el topónimo Oxtraca, la azul. Lo que va en rojo se interpreta como un nexo.

Léanse ambas fuentes por separado y se verá como vienen a relatar prácticamente lo mismo:

Fuente A o fuente Oxtraca:
  • Por este tiempo otra tribu de los iberos autónomos, los llamados lusitanos, bajo el liderazgo de Púnico, se dedicaron a devastar los pueblos sometidos a Roma, y después de haber puesto en fuga a sus pretores Manilio y Calpurnio Pisón, mataron a seis mil romanos y, entre ellos, al cuestor Terencio Varrón Púnico, envalentonado por estos hechos, hizo incursiones por toda la zona que se extendía hasta el océano y, uniendo a su ejército a los vettones, puso sitio a una tribu vasalla de Roma, los llamados blastofenicios. Se dice que Aníbal el cartaginés había asentado entre ellos algunos colonos traídos de África y que, a causa de esto, reciben el nombre de blastofenicios. Púnico, golpeado en la cabeza por una piedra, murió y le sucedió en el mando un hombre llamado Césaro. El tal Césaro entabló combate con Mummio que venía desde Roma con otro ejército y, al ser derrotado, huyó. Pero, como Mummio lo persiguió de manera desordenada, giró sobre sí mismo y haciéndole frente dio muerte a nueve mil romanos, volvió a recuperar el botín que le había sido quitado y su propio campamento, al tiempo que también se apoderó del de los romanos y cogió armas y muchas enseñas que los bárbaros pasearon en son de burla por toda Celtiberia. 

    Mummio se dedicó a hacer ejercicios de entrenamiento dentro del campamento con los cinco mil soldados que le quedaban, temeroso de salir a campo abierto antes de que los soldados hubieran recobrado de nuevo su coraje. Esperó allí a que los bárbaros pasaran con una parte del botín que le habían arrebatado, cayó sobre ellos de improviso y, tras haber dado muerte a muchos, recobró el botín y las enseñas.

    Le sucedió en el mando Marco Atilio, quien realizó una incursión contra los lusitanos, dio muerte a setecientos de ellos y se apoderó de Oxtraca, su ciudad más importante. Después de sembrar el pánico entre los pueblos vecinos, firmó tratados con todos. Entre éstos había algunos vettones, limítrofes con los lusitanos. Sin embargo, cuando Atilio se retiraba para pasar el invierno, todos cambiaron de parecer de repente y asediaron a algunos pueblos vasallos de Roma. Servio Galba, el sucesor de Atilio, les apremió a que levantaran el cerco.

    Cuando algunos de sus embajadores vinieron a él con el deseo de consolidar los pactos que habían hecho con Atilio, el general que le había precedido, y que habían quebrantado, los recibió, firmo una tregua y mostró deseos de entablar relaciones amigables con ellos, ya que entendía que se dedicaban a la rapiña, a hacer la guerra y quebrantar los tratados por causa de la pobreza: Pues les dijo la pobreza del suelo y la falta de recursos os obligan a esto, pero yo daré una tierra fértil a mis amigos pobres y os estableceré en un país rico distribuyéndoos en tres partes. 

    Ellos, confiados en estas promesas, abandonaron a sus lugares de residencia habituales y se reunieron en donde les ordenó Galba. Este último los dividió en tres grupos y, mostrándoles a cada uno una llanura, les ordenó que permanecieran en campo abierto hasta que, a su regreso, les edificara sus ciudades. Tan pronto como llegó a la primera sección, les mandó que, como amigos que eran, depusieran sus armas. Y una vez que lo hubieron hecho, los rodeó con una zanja y, después de enviar a algunos soldados con espadas, los mató a todos en medio del lamento general y las invocaciones a los nombres de los dioses y a las garantías dadas. De igual modo también, dándose prisa, dio muerte a la segunda y tercera sección cuando aún estaban ignorantes de la suerte funesta de los anteriores, vengando con ello una traición con otra traición a imitación de los bárbaros, pero de una forma indigna del pueblo romano. Sin embargo unos pocos de ellos lograron escapar, entre los que estaba Viriato, quien poco tiempo después se puso al frente de los lusitanos, dio muerte a muchos romanos y llevó a cabo las más grandes hazañas. Pero estas cosas, que tuvieron lugar después, las referiré más adelante. Entonces Galba, hombre mucho más codicioso que Lúculo, distribuyó una parte pequeña del botín entre el ejército y otra parte pequeña entre sus amigos, y se quedó con el resto, pese a que ya casi era el hombre más rico de Roma.Se dice que ni siquiera en tiempos de paz dejaba de mentir y cometer perjurio a causa de su ansia de riquezas. Y a pesar de que era odiado y de que fue llamado a rendir cuentas bajo acusación, logró escapar debido a su riqueza.

Fuente B o fuente Conistorgis:
  • Los lusitanos del otro lado del río Tajo y aquellos que ya estaban en guerra con los romanos, cuyo jefe era Cauceno, se pusieron a devastar el país de los cuneos que estaban sometidos a los romanos y tomaron Conistorgis, una ciudad importante de ellos. Atravesaron el océano junto a las columnas de Hércules y algunos hicieron incursiones por una parte de África y otros sitiaron a la ciudad de Ocilis. Mummio los siguió con nueve mil soldados de infantería y quinientos jinetes, mató a unos quince mil de los que estaban entregados al saqueo y a algunos otros, y levantó el asedio de Ocilis. Después se topó, casualmente, con los que llevaban el producto de su rapiña y los mató a todos, de tal manera que ni siquiera logró escapar un mensajero de esta desgracia. Tras haber entregado al ejército el botín que podían llevar consigo, el resto lo quemó como ofrenda a los dioses de la guerra. Y Mummio, una vez que finalizó su campaña, regresó a Roma y fue recompensado con el triunfo.

    Servio Galba, el sucesor de Atilio, les apremió a que levantaran el cerco. Tras recorrer en un día y una noche una distancia de quinientos estadios, se presentó ante los lusitanos y entabló combate de inmediato con el ejército cansado. Por fortuna logró romper las filas enemigas, pero se puso a perseguir al enemigo con poca experiencia en la guerra. Razón por la cual, al hacerlo de forma débil y desordenada debido a la fatiga, los bárbaros, al verlos diseminados y que se detenían a descansar por turnos, se reagruparon y atacándolos dieron muerte a unos siete mil. Y Galba, con los jinetes que estaban a su lado, huyó a la ciudad de Carmona. Aquí recuperó a los fugitivos y, después de reunir aliados hasta un número de veinte mil, marchó hacia el territorio de los cuneos y pasó el invierno en Conistorgis. 

    Lúculo, que había combatido contra los vacceos sin autorización senatorial y, a la sazón, se encontraba invernando en Turdetania, al darse cuenta de que los lusitanos hacían incursiones contra las zonas próximas, envió a sus mejores lugartenientes y dio muerte a cuatro mil lusitanos. Mató a mil quinientos cuando atravesaban el estrecho cerca de Gades, y a los demás, que se habían refugiado en una colina, los rodeó de una empalizada y capturó a un número inmenso de ellos. Entonces, tras invadir Lusitania, se puso a devastarla gradualmente. Galba llevaba a cabo la misma operación por el lado opuesto.
La fuente A se refiere al régulo ibero como Césaro, mientras que la B lo hace como Cáuceno. La fuente A, por otro lado, atribuye la emboscada en la que caen los romanos cuando perseguían al enemigo a Mummio, mientras que la fuente B se la atribuye a Galba.

Fuente A:
  • “El tal Césaro entabló combate con Mummio que venía desde Roma con otro ejército y, al ser derrotado, huyó. Pero, como Mummio lo persiguió de manera desordenada, giró sobre sí mismo y haciéndole frente dio muerte a nueve mil romanos...”
Fuente B:
  • “Tras recorrer en un día y una noche una distancia de quinientos estadios, se presentó ante los lusitanos y entabló combate de inmediato con el ejército cansado. Por fortuna logró romper las filas enemigas, pero se puso a perseguir al enemigo con poca experiencia en la guerra. Razón por la cual, al hacerlo de forma débil y desordenada debido a la fatiga, los bárbaros, al verlos diseminados y que se detenían a descansar por turnos, se reagruparon y atacándolos dieron muerte a unos siete mil.”
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“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

Si nos fijamos, la fuente B tiene una laguna. Falta la campaña de Atilio, la del año 152 a. C. No es que no exista ese fragmento, sino que Apiano lo cambia de sitio. Lo interpola en la guerra contra los celtíberos. Ahí está la gran confusión. Reincorporémoslo, por lo tanto, al lugar que le corresponde.

Fuente B o fuente Conistorgis.
  • "Los lusitanos del otro lado del río Tajo y aquellos que ya estaban en guerra con los romanos, cuyo jefe era Cauceno, se pusieron a devastar el país de los cuneos que estaban sometidos a los romanos y tomaron Conistorgis, una ciudad importante de ellos. Atravesaron el océano junto a las columnas de Hércules y algunos hicieron incursiones por una parte de África y otros sitiaron a la ciudad de Ocilis. Mummio los siguió con nueve mil soldados de infantería y quinientos jinetes, mató a unos quince mil de los que estaban entregados al saqueo y a algunos otros, y levantó el asedio de Ocilis. Después se topó, casualmente, con los que llevaban el producto de su rapiña y los mató a todos, de tal manera que ni siquiera logró escapar un mensajero de esta desgracia. Tras haber entregado al ejército el botín que podían llevar consigo, el resto lo quemó como ofrenda a los dioses de la guerra. Y Mummio, una vez que finalizó su campaña, regresó a Roma y fue recompensado con el triunfo.

    "Al año siguiente, llegó como sucesor en el mando de Nobílior, Claudio Marcelo con ocho mil soldados de infantería y quinientos jinetes. Logró cruzar con suma precaución las líneas de los enemigos que le habían tendido una emboscada y acampó ante la ciudad de Ocilis con todo su ejército. Hombre efectivo en las cosas de la guerra, logró atraerse de inmediato a la ciudad y les concedió el perdón, tras exigir rehenes y treinta talentos de plata. Los nergobrigenses, al enterarse de su moderación, le enviaron emisarios para preguntarle por qué medios obtendrían la paz. Cuando les ordenó entregarle cien jinetes para que combatieran a su lado como tropas auxiliares, ellos les prometieron hacerlo, pero, por otro lado, lanzaron un ataque contra los que estaban en la retaguardia y se llevaron algunas bestias de carga. Poco después, llegaron con los cien jinetes, como en efecto se había acordado, y con la relación a lo ocurrido en la retaguardia, dijeron que algunos de los suyos, sin saber lo pactado, habían cometido un error. Entonces, Marcelo hizo prisioneros a los cien jinetes, vendió sus caballos, devastó la llanura y repartió el botín entre el ejército. Finalmente, puso cerco a la ciudad. Los nergobrigenses, al ser conducidas contra ellos máquinas de asalto y plataformas, enviaron un heraldo revestido de una piel de lobo en lugar del bastón de heraldo y solicitaron el perdón. Éste replicó que no lo otorgaría, a no ser que los arévacos, belos y titos lo solicitaran todos a la vez. Cuando se enteraron estas tribus, enviaron celosamente emisarios y pidieron a Marcelo que, tras imponerles un castigo moderado, se atuviera a los tratados firmados con Graco. Se pusieron en contra de esta petición algunos nativos a quienes ellos había hecho la guerra. "
    Apiano, Iberia, 48.

    Servio Galba, el sucesor de Atilio, les apremió a que levantaran el cerco. Tras recorrer en un día y una noche una distancia de quinientos estadios, se presentó ante los lusitanos y entabló combate de inmediato con el ejército cansado. Por fortuna logró romper las filas enemigas, pero se puso a perseguir al enemigo con poca experiencia en la guerra. Razón por la cual, al hacerlo de forma débil y desordenada debido a la fatiga, los bárbaros, al verlos diseminados y que se detenían a descansar por turnos, se reagruparon y atacándolos dieron muerte a unos siete mil. Y Galba, con los jinetes que estaban a su lado, huyó a la ciudad de Carmona. Aquí recuperó a los fugitivos y, después de reunir aliados hasta un número de veinte mil, marchó hacia el territorio de los cuneos y pasó el invierno en Conistorgis.

    Lúculo, que había combatido contra los vacceos sin autorización senatorial y, a la sazón, se encontraba invernando en Turdetania, al darse cuenta de que los lusitanos hacían incursiones contra las zonas próximas, envió a sus mejores lugartenientes y dio muerte a cuatro mil lusitanos. Mató a mil quinientos cuando atravesaban el estrecho cerca de Gades, y a los demás, que se habían refugiado en una colina, los rodeó de una empalizada y capturó a un número inmenso de ellos. Entonces, tras invadir Lusitania, se puso a devastarla gradualmente. Galba llevaba a cabo la misma operación por el lado opuesto."
A la fuente B o Conistorgis también se la podría llamar fuente Ocili. Proviene claramente de Polibio, pero aquí surgen dudas sobre si Apiano llegó a leerlo de forma directa, dado el modo en el que lo destripa.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

¿Cómo se llamaba Viriato?

El nombre Viriato es un apodo, “viriado”:
  • "El nombre de Viriato deriva de la palabra céltica «viria», equivalente al término latino Torquatus, que haría referencia al torque, un tipo de adorno característico de los guerreros célticos.También puede provenir del ibérico «viria», equivalente también a Torquatus y que significaría «pulsera» o «brazalete», en definitiva, un ornamento."
    Wikipedia
Imagen
Guerrero lusitano adornado con torque celta.

¿Se sabe cuál era su verdadero nombre? En principio, las fuentes no parecen mencionarlo, pero hay una cita de Apiano en la que podría aparecer.
  • “Después de apresar a Connoba, un capitán de bandoleros que se le rindió, le perdonó sólo a él, pero le cortó las manos a todos sus hombres.”
    Iberia, 68.
Compárese con este otro fragmento de Frontino:
  • “Quinto Fabio Máximo cortó las diestras de los tránsfugas.”
Fabio firmó la paz con Viriato, una de esas deditios apañadas, en las que el supuesto derrotado se entregaba sin condiciones, si bien éstas ya habían sido establecidas en secreto. Luego el supuesto vencedor lo liberaba en un acto magnánimo. En estos casos se pedía una suma de dinero y la entrega de los tránsfugas.

El antropónimo Connoba no aparece en la onomástica hispana, ampliamente documentada. Hay que suponer que Apiano distorsiona la grafía, y, como ocurre con Litennon (Letondo), la doble n podría entenderse como nt o nd. En ese caso daría Contoba o Condoba, Tampoco se encuentra ninguno de ellos.

De todas formas, Contius o Condius sí que es muy frecuente entre los nombres celtas, con distintos derivados. En este caso concreto, el que más se adaptaría a la transcipción de Apiano podría ser el el famoso rey irlandés Conchobar. :pre:
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

La historia de Viriato va ligada a una misteriosa ciudad, la cual, en las diferentes fuentes, es designada con nombres distintos: Orso, Arsa, Erisana, Orson, Ituca, Tuca, Tucci, Becor y Buccia. No se impone tanto localizarla, labor al parecer estéril hasta la fecha, sino, en un principio, enlazar los sucesos a partir de ella. Para empezar, se tratará de demostrar que todos los topónimos citados aluden a una misma población.
  • “Era Viriato en sus razonamientos muy certero, como correspondía a su naturaleza no torcida ni educada por ningún maestro. Y así como los ciudadanos de Tucci no permaneciesen constantes en sus compromisos, sino que unas veces se declaraban por los romanos y, otras, por él, y esto lo hicieran en varias ocasiones, por medio de una fábula narrada con gracia, ridiculizó la inconstancia de su conducta al mismo tiempo que les advirtió de sus peligros. Explicó cómo un hombre de mediana edad tomó dos esposas, la más joven, para hacerle más semejante así misma, le arrancaba los cabellos canos, mientras que la más vieja le arrancaba los negros, hasta que en poco tiempo, depilado por ambas, se quedó calvo. El mismo destino esperaba a los habitantes de Tucci, pues como los romanos mataban a los enemigos de su partido, y los lusitanos suprimían a sus contrarios, pronto quedaría desierta la ciudad. Muchas otras cosas dicen que explicó así de un modo compendioso, siendo como era falto de instrucción regular, pero de una inteligencia formada por la práctica. Pues las palabras de un hombre que vive siguiendo la naturaleza son breves y sazonadas por la virtud y lo que se dice con palabras sencillas, breve y simplemente, es un apotegma para el que lo dice y para el que lo oye una sentencia memorable”
    Diodoro.
¿Por qué les cuenta esta fábula Viriato a los de Tucci?
  • “Así el cónsul Fabio, luchando contra los lusitanos y Viriato, liberó la ciudad de Buccia que Viriato sitiaba, expulsando a los enemigos, y recibió su sumisión con muchas otras plazas fuertes. Cometió un crimen que sería execrable no ya para la fidelidad y moderación de los romanos, sino para los últimos bárbaros de Escitia, pues a quinientos principales de los pueblos cuya sumisión había recibido, invitados amistosamente, les cortó las manos.”
    Orosio.
Lógicamente, Viriato tuvo que pronunciar su discurso tras la salvajada cometida por Fabio, cuando de nuevo se rompió la tregua y él también, es de suponer, llevó a cabo su propia represalia. Poco después llegó Cepión.
  • “Más adelante, insistiendo de nuevo y con contnuas cartas, obtuvo que el Senado rompiese abiertamente el pacto y declarase de nuevo la guerra a Viriato. Valiéndose de este decreto, Cepión tomó la ciudad de Arsa, abandonada por Viriato, y persiguió al mismo Viriato que en su huida saqueaba todo lo que a su paso encontraba, hasta la Carpetania; sus tropas eran superiores en mucho.”
    Apiano.
Los habitantes de Tucci/Buccia/Arsa estaban ya realmente hartos. Al que no le faltaba una mano, le faltaba una oreja. Así pues...
  • “Audas, Ditalco y Nicorontes, de la ciudad de Orson, amigos y emparentados entre sí, dándose cuenta de que la supremacía de Viriato empezaba a ser puesta en peligro por los romanos, temiendo por sí, determinaron conciliarse la benevolencia de los romanos con algún servicio, ganándose de este modo la propia seguridad.”
    Diodoro.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

  • 61.- No mucho tiempo después, todos los que consiguieron escapar a la felonía de Lúculo y Galba lograron reunirse en número de diez mil e hicieron una incursión contra Turdetania. Gayo Vetilio vino desde Roma contra ellos con otro ejército y asumió, además, el mando de las tropas que estaban en iberia, llegando a tener en total diez mil hombres. Éste cayó sobre los que estaban buscando forraje y, después de dar muerte a mucho, obligó a los restantes a replegarse hacia un lugar en el que, en el caso de permanecer, corrían el riesgo seguro de morir de hambre, y en caso de abandonarlo, el de morir a manos de los romanos. Tal era, en efecto, la dificultad del lugar. Por este motivo enviaron emisarios a Vetilio con ramas de suplicantes, pidiéndole tierra para habitarla como colonos y prometiéndole que desde ese momento serían leales a los romanos en todo. Él prometió entregársela y se dispuso a firmar un acuerdo. Pero Viriato, que había escapado a la perfidia de Galba y entonces estaba con ellos, les trajo a la memoria la falta de palabra de los romanos y cuántas veces habían violado los juramentos que habían dado y cómo todo aquel ejército estaba formado por hombres que habían escapado a tales perjurios de Galba y Lúculo. Les dijo que no había que desesperar de salvarse en aquél lugar, si estaban dispuestos a obedecerle.

    62.- Encendidos sus ánimos y recobradas las esperanzas, lo eligieron general. Después de desplegar a todos en línea de batalla como si fuera a presentar combate, les dio orden de que, cuando él se montara a caballo, escaparan disgregándose en muchas direcciones como pudiesen por rutas muy distintas en dirección a la ciudad de Tríbola y que le aguardaran allí. Él eligió sólo a mil y les ordenó colocarse a su lado. Una vez efectuadas estas disposiciones, escaparon al punto, tan pronto como Viriato montó a caballo, y Vetilio, temeroso de perseguirles a ellos que habían escapado en muchas direcciones, dio la vuelta y se dispuso a luchar con Viriato, que permanecía quieto y aguardaba a que llegara el momento de atacar. Viriato, con caballos mucho más veloces, lo mantuvo en jaque, huyendo a veces y otras parándose de nuevo y atacando, y consumió aquel día y el siguiente completos en la misma llanura cabalgando alrededor. Y cuando calculó que los otros tenían ya asegurada su huida, entonces, partió por la noche por caminos no usados habitualmente y, con caballos mucho más rápidos, llegó a Tríbola sin que los romanos fueran capaces de perseguirlo a causa del peso de sus armas, de su desconocimiento de los caminos y de la inferioridad de sus caballos. De esta manera, de modo inesperado, salvó a su ejército de una situación desesperada. Cuando esta estratagema llegó al conocimiento de los pueblos bárbaros de esta zona, le reportó un gran prestigio y se le unieron muchos desde todos los lugares. Y durante ocho años sostuvo la guerra contra Roma.

    63.- Es mi intención insertar aquí la guerra de Viriato, que causó con frecuencia turbaciones a los romanos y fue la más difícil para ellos, posponiendo el relato de cualquier otro suceso que tuviera lugar en Iberia por este tiempo. Vetilio, en su persecución, llegó hasta la ciudad de Tríbola. Pero Viriato, habiendo ocultado una emboscada en una espesura, continuó su huida hasta que Vetilio estuvo a la altura del lugar y, entonces, volvió sobre sus pasos y los que estaban emboscados salieron de su escondite. Por ambos lados empezaron a dar muerte a los romanos, así como a hacerlos prisioneros y a arrinconarlos contra los barrancos. Incluso Vetilio fue hecho prisionero. El soldado que lo capturó, al ver que se trataba de un hombre viejo y muy obeso, no le dio valor alguno y le dio muerte por ignorancia. De los diez mil romanos lograron escapar unos seis mil y llegar hasta Carpessos, una ciudad situada a orillas del mar, la cual creo yo que se llamaba antiguamente Tartessos por los griegos y fue su rey Argantonio, que dicen que vivió ciento cincuenta años. A los soldados que habían huido hasta Carpessos, el cuestor que acompañaba a Vetilio los apostó en las murallas llenos de temor. Y tras haber pedido y obtenido de los belos y los titos cinco mil aliados, los envió contra Viriato. Éste los mató a todos, así que no escapó ni uno que llevara la noticia. Entonces, el cuestor permaneció en la ciudad aguardando alguna ayuda de Roma.

    64.- Viriato penetró sin temor alguno en Carpetania, que era un país rico, y se dedicó a devastarla hasta que Gayo Plaucio llegó de Roma con diez mil soldados de infantería y mil trescientos jinetes. Entonces, de nuevo Viriato fingió que huía y Plaucio mandó en su persecución a unos cuatro mil hombres, a los cuales Viriato, volviendo sobre sus pasos, dio muerte a excepción de unos pocos. Cruzó el río Tajo y acampó en un monte cubierto de olivos, llamado monte de Venus. Allí lo encontró Plaucio y, lleno de premura por borrar su derrota, le presentó batalla. Sin embargo, tras sufrir una derrota sangrienta, huyó sin orden alguno a las ciudades y se retiró a sus cuarteles de invierno desde la mitad del verano, sin valor para presentarse en ningún sitio. Viriato, entonces, se dedicó a recorrer el país sin que nadie le inquietase y exigía a sus poseedores el valor de la próxima cosecha y a quien no se lo entregaba, se la destruía.

    65.- Cuando en Roma se enteraron de estos hechos, enviaron a Iberia a Fabio Máximo Emiliano, el hijo de Emilio Paulo, el vencedor de Perseo rey de los macedonios, y le dieron el poder de levar por sí mismo a un ejército. Como los romanos habían conquistado recientemente Cartago y Grecia y acababan de llevar a feliz término la tercera guerra macedónica, él, a fin de dar descanso a los hombres que habían venido de estos lugares, eligió a otros muy jóvenes y sin experiencia anterior alguna en la guerra, hasta completar dos legiones. Y, después de pedir otras fuerzas a los aliados, llegó a Orsón, una ciudad de Iberia, llevando en total quince mil soldados de infantería y dos mil jinetes. Desde allí, y puesto que no deseaba entablar batalla hasta que tuviese entrenado a su ejército, hizo un viaje a través del estrecho hasta Gades para realizar un sacrificio a Hércules . En este lugar, Viriato, cayendo sobre algunos que estaban cortando leña, dio muerte a muchos de ellos y aterrorizó a los restantes. Cuando su lugarteniente los dispuso de nuevo para combatir, Viriato los volvió a vencer y capturó un botín abundante. Cuando llegó Máximo, Viriato sacaba continuamente el ejército en orden de batalla para provocarle, pero aquel rehusaba un enfrentamiento con la totalidad de su ejército, pues todavía estaba ejercitándolos, aunque, en cambio, sostuvo escaramuzas muchas veces con parte de sus tropas para tantear al enemigo e infundir valor a sus propios soldados. Cuando salía a forrajear, colocaba siempre alrededor de los hombres desarmados a un cordón de legionarios y él mismo con jinetes recorría la zona, como había visto hacer cuando combatía junto a su padre Paulo en la guerra macedónica. Después que pasó el invierno, con el ejército entrenado, fue el segundo general que hizo huir a Viriato, aunque éste combatió con valentía; saqueó una de sus ciudades, incendió otra y, persiguiendo en su huida a Viriato hasta un lugar llamado Bécor, le mató a muchos hombres. Pasó el invierno en Córduba, siendo éste ya el segundo año de su mando como general en esta guerra. Y Emiliano, después de haber realizado estas campañas, partió para Roma, recibiendo el mando Quinto Pompeyo Aulo.

    66.- Después de esto, Viriato no despreciaba ya al enemigo como antes y obligó a sublevarse contra los romanos a los arévacos, titos y belos que eran los pueblos más belicosos. Y éstos sostuvieron por su cuenta otra guerra que recibió el nombre de numantina por una de sus ciudades y fue larga y penosa en grado sumo para los romanos. Yo agruparé también los concerniente a esta guerra en una narración continuada después de los hechos de Viriato. Este último tuvo un enfrentamiento con Quintio, otro general romano, en la otra parte de Iberia y, al ser derrotado, se retiró de nuevo al monte de Venus. Desde allí hizo de nuevo una salida, dio muerte a mil soldados de Quintio y le arrebató algunas enseñas. Al resto lo persiguió hasta su campamento y expulsó a la guarnición de Ituca. También devastó el país de los bastitanos, sin que Quintio acudiera en auxilio de éstos a causa de su cobardía e inexperiencia. Por el contrario, estaba invernando en Córduba desde mitad del otoño y, con frecuencia, enviaba contra él a Gayo Marcio, un ibero de la ciudad de Itálica.

    67.- Al año siguiente, Fabio Máximo Serviliano, el hermano de Emiliano, llegó como sucesor de Quintio en el mando, con otras dos legiones y algunos aliados. En total sus fuerzas sumaban unos dieciocho mil infantes y mil seiscientos jinetes. Después de escribir cartas a Micipsa, el rey de los númidas, para que le enviase elefantes lo más pronto posible, se apresuró hacia Ituca llevando el ejército por secciones. Al atacarle Viriato con seis mil hombres en medio de un griterío y clamores a la usanza bárbara y con largas cabelleras que agitaban en los combates ante los enemigos, no se amilanó, sino que le hizo frente con bravura y logró rechazarlo sin que hubiera conseguido su propósito. Después que le llegó el resto del ejército y enviaron desde África diez elefantes y trescientos jinetes, estableció un gran campamento y avanzó al encuentro de Viriato, y tras ponerlo en fuga, emprendió su persecución. Pero, como ésta se hizo en medio del desorden, Viriato, al percatarse de ello durante su huida, dio media vuelta y mató a tres mil romanos. Al resto los llevó acorralados hasta su campamento y los atacó también. Sólo unos pocos le opusieron resistencia a dura penas alrededor de las puertas, pero la mayoría se precipitó en el interior de las tiendas a causa del miedo y tuvieron que ser sacados con dificultad por el general y los tribunos. En esta ocasión destacó en especial Fanio, el cuñado de Lelio, y la proximidad de la noche contribuyó a la salvación de los romanos. Pero Viriato, atacando con frecuencia durante la noche, así como a la hora de la canícula, y presentándose cuando menos se le esperaba, acosaba a los enemigos con la infantería ligera y sus caballos, mucho más veloces, hasta que obligó a Serviliano a regresar a Ituca.

    68.- Entonces, por fin, Viriato, falto de provisiones y con el ejército mermado, prendió fuego a su campamento durante la noche y se retiró a Lusitania. Serviliano, como no pudo darle alcance, invadió la Beturia y saqueó cinco ciudades que se habían puesto de parte de Viriato. Con posterioridad, hizo una expedición militar contra los cuneos y, desde allí, se apresuró, una vez más, hacia los lusitanos contra Viriato. Mientras estaba de camino, Curio y Apuleyo, dos capitanes de ladrones, lo atacaron con diez mil hombres, provocaron una gran confusión y le arrebataron el botín. Curio cayó en la lucha, y Serviliano recobró su botín poco después y tomó las ciudades de Escadia, Gemela y Obólcola, que contaban con guarniciones establecidas por Viriato, y saqueó otras e, incluso, perdonó a otras más. Habiendo capturado a diez mil prisioneros, les cortó la cabeza a quinientos, y vendió a los demás. Después de apresar a Cónnoba, un capitán de bandoleros que se le rindió, le perdonó sólo a él, pero le cortó las manos a todos sus hombres.

    69.- Durante la persecución de Viriato, Serviliano empezó a rodear con un foso a Erisana, una de sus ciudades, pero Viriato entró en ella durante la noche y, la rayar el alba, atacó a los que estaban trabajando en la construcción de trincheras y les obligó a que arrojaran las palas y emprendieran la huida. Después derrotó de igual manera y persiguió al resto del ejército, desplegado en orden de batalla por Serviliano. Lo acorraló en un precipicio, de donde no había escape posible para los romanos, pero Viriato no se mostró altanero en este momento de buena fortuna sino que, por el contrario, considerando que era una buena ocasión de poner fin a la guerra mediante un acto de generosidad notable, hizo un pacto con ellos y el pueblo romano lo ratificó: que Viriato era amigo del pueblo romano y que todos los que estaban bajo su mandato eran dueños de la tierra que ocupaban. De este modo parecía que había terminado la guerra de Viriato, que resultó la más difícil para los romanos, gracias a un acto de generosidad:

    70.- Sin embargo, los acuerdos no duraron ni siquiera un breve espacio de tiempo, pues Cepión, hermano y sucesor en el mando de Serviliano, el autor del pacto, denunció el mismo y envió cartas afirmando que era el más indigno para los romanos. El senado en un principio convino con él en que hostigara a ocultas a Viriato como estimara oportuno. Pero como volvía a la carga de nuevo y mandaba continuas misivas, decidió romper el tratado y hacer la guerra a Viriato abiertamente. Cuando esta se hizo pública, Cepión se apoderó de la ciudad de Arsa, abandonada por Viriato, y a éste que había huido destruyendo todo a su paso, le dio alcance en Carpetania con fuerzas mucho más numerosas. Por esta razón, Viriato no juzgó conveniente entablar un combate con él, dada la inferioridad numérica de sus tropas, y ordenó retirarse al grueso de su ejército por un desfiladero oculto; al resto lo puso en orden de batalla sobre una colina y dio la impresión de que deseaba combatir. Y cuando se enteró de que los que habían sido enviados previamente se encontraban en un lugar seguro, se lanzó a galope en pos de ellos con desprecio del enemigo y con tal rapidez que ni siquiera sus perseguidores se percataron de por donde se había marchado. Y Cepión se volvió hacia los vettones y calaicos y devastó su país

    71.- Como emulación de los hechos de Viriato, muchas otras bandas de salteadores hacían incursiones por Lusitania y la saqueaban. Sexto Junio Bruto fue enviado contra éstos, pero perdió la esperanza de poder perseguirlos a través de un extenso país al que circundaban ríos navegables como el Tajo, Letes, Duero y Betis. Consideraba, en efecto, que era difícil dar alcance a gentes que, como precisamente los salteadores, cambiaban de lugar con tanta rapidez, al tiempo que resultaba humillante fracasar en el intento y tampoco comportaba gloria alguna en el triunfo en la empresa. Se volvió, por tanto, contra sus ciudades en espera de tomarse venganza, de proporcionar al ejército un botín abundante y de que los salteadores se disgregaran hacia sus ciudades respectivas, cuando vieran en peligro a sus hogares. Con este propósito se dedicó a devastar todo lo que encontraba a su paso, las mujeres luchaban al lado de los hombres, y morían con ellos, sin dejar escapar jamás grito alguno al ser degolladas. Hubo algunos que escaparon también a las montañas con cuanto pudieron llevar. A éstos cuando se lo pidieron los perdonó Bruto e hizo lotes con sus bienes.
Espero haber facilitado la lectura con esta ayudita. La cuestión sigue sin estar en dónde se ubica la ciudad castigada por los romanos y por Viriato, pero se podría incorporar cierta relatividad frente al resto de lugares que se mencionan. Por ejemplo, una pregunta que a mi ver todavía no está resuelta, consiste en hacia qué lado de Córdoba quedaría, si al este, al oeste, al norte o al sur. :-O
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“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

En su faceta de bandido, Viriato invade y saquea un territorio aliado de Roma, pero en la de rey lo acaba gobernando con el reconocimiento de Roma. Los habitantes de ese territorio se muestran dubitativos en cuanto a quién obedecer, lo cual, o se debe a su posición fronteriza o a una guerra civil, o a ambas cosas.

En el año 153 a. C., los lusitanos del otro lado del Tajo conquistaron Conistorgis, la Oxtraca o Astúrica de los conios. A partir de ahí se producen varios intentos por desalojarlos, no obstante, la sentencia del caso contra Galba, obligaba a liberar a los esclavos vendidos en la Galia. Se supone que se les reasentaría en el mismo sitio. El que acaba reordenando el territorio definitivamente, en todo caso, parece ser Bruto, ya al final de la guerra de Viriato.

De fondo está la tercera guerra púnica, la cual, sin duda, tuvo que causar disturbios en las antiguas colonias fenicias. El tal Púnico, poniendo bajo sitio a los bastulofenicios, asentados allí por Aníbal, y enviando tropas a África para luchar contra Masinisa, resulta elocuente de sobra. Marcelo no sólo pacifica a los celtíberos, sino también a los lusitanos. Los de Segeda todavía no habían emigrado a Numancia. Son los titios, en el centro, en el Tajo, los que se desplazan hacia el norte, dejando una tierra quemada, cuando los lusitanos llegan hasta el Guadiana por un sistema de presiones.

Hay un detalle importantísimo al que se ha prestado muy poca atención. Viriato le devolvió los hijos a Rectugenos, a los cuales Marcelo se había llevado como rehenes. ¿Dónde los había instalado? ¿Llegó Viriato a entrar en Córdoba alguna vez?

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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

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Viriato no comía en el mismo sitio que defecaba. La cuestión está en por qué una parte de los turdetanos simpatizaba con él:

A- Porque también eran españoles.
B- Porque los tenía cogidos por las pelotas.
C- Porque con el estallido de la tercera guerra púnica se habían producido disturbios en las colonias fenicias.
  • “Por este tiempo otra tribu de los iberos autónomos, los llamados lusitanos, bajo el liderazgo de Púnico, se dedicaron a devastar los pueblos sometidos a Roma, y después de haber puesto en fuga a sus pretores Manilio y Calpurnio Pisón, mataron a seis mil romanos y, entre ellos, al cuestor Terencio Varrón Púnico, envalentonado por estos hechos, hizo incursiones por toda la zona que se extendía hasta el océano y, uniendo a su ejército a los vettones, puso sitio a una tribu vasalla de Roma, los llamados blastofenicios. Se dice que Aníbal el cartaginés había asentado entre ellos algunos colonos traídos de África y que, a causa de esto, reciben el nombre de blastofenicios”.
    Apiano, Iberia, 56.

    “Muy pronto, como sucede en situaciones de prosperidad, surgieron diferentes facciones, había un partido prorromano, otro democrático y un tercero que estaba de parte de Masinissa. Cada uno de ellos tenía líderes destacados por su reputación y valor. Annón el Grande era jefe del partido filorromano, a los partidarios de Masinissa los encabezaba Aníbal, apodado el Estornino, y la facción democrática tenía como líderes a Amílcar el Samnita y a Cartalón. Estos últimos, aprovechando que los romanos estaban en guerra contra los celtíberos y que Masinissa había marchado en auxilio de su hijo, que estaba rodeado por otras fuerzas iberas, convencieron a Cartalón, jefe de las tropas auxiliares y que, por razón de su cargo, recorría el país, para que atacase a unas tropas de Masinissa acampadas en un territorio en litigio. Éste mató a algunos de ellos, se llevó el botín y azuzó a los africanos rurales contra los númidas.”
    Apiano. África, 67.

    “Los lusitanos del otro lado del río Tajo y aquellos que ya estaban en guerra con los romanos, cuyo jefe era Cauceno, se pusieron a devastar el país de los cuneos que estaban sometidos a los romanos y tomaron Conistorgis, una ciudad importante de ellos. Atravesaron el océano junto a las columnas de Hércules y algunos hicieron incursiones por una parte de África y otros sitiaron a la ciudad de Ocilis.”
    Apiano, Iberia, 57.
¿Existía una célula bárcida dormida en la Península? gc80gc
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Re: VIRIATO

Mensaje por Poliorcetos »

Impresionante, Bernardo. No controlo en absoluto el tema, eso si, Annón, Aníbal (el partidario de Masinissa, otra vez por Hispania) y Amílcar, me han dejado pillado. Además Cartalón. Amilcar era el samnita, algunas de cuyas ramas eran Caracenos y Caudinos. Y un Cauceno.

gc80gc
Prometí también que no haré guerra ni paz ni pacto a no ser con el consejo de los obispos, nobles y hombres buenos, por cuyo consejo debo regirme.
IV Item. Decreta que Don Alfonso, Rey de León y de Galicia estableció en la Curia de León en 1.188
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Re: VIRIATO

Mensaje por Poliorcetos »

¿A quién se refieren con el país de los cuneos?
Prometí también que no haré guerra ni paz ni pacto a no ser con el consejo de los obispos, nobles y hombres buenos, por cuyo consejo debo regirme.
IV Item. Decreta que Don Alfonso, Rey de León y de Galicia estableció en la Curia de León en 1.188
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

Lo conios o cunetes, a mi entender, inicialmente eran los habitantes de la Península Ibérica, la cuña. Como tales parece referirse a ellos Herodoto, creo, y Estrabón explica la etimología. No obstante, este gentilicio, con la conquista romana, cada vez se va desplazando más hacia el suroeste, de un modo inverso por ejemplo a los cántrabros o los galaicos, que lo hacen hacia el norte o noroeste. Conistorgis, su capital, la Oxtraca de Apiano, la Astúrica de los conios, en la actualidad se viene identificando con Medellín. Su territorio, el valle del Guadiana, es invadido por los lusitanos o celtici.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

  • “La parte del litoral adyacente al Hierón Akrotérion forma el comienzo del lado occidental de Ibería, y va por una parte desde la desembocadura del río Tágos hasta el comienzo del lado meridional, y por la otra hasta el río Ánas y su desembocadura. Ambos proceden de la parte de Levante; pero el primero, mucho mayor que el otro, corre derecho hacia Poniente, mientras que el Ánas vuélvese hacia el Mediodía, formando así entre ambos una "mesopotamía", cuya población está integrada en su mayor parte por keltikoí y algunas tribus de lysitanoí, trasladadas por los rhomaíoi a la orilla opuesta del Tágos.”
    Estrabón, Iberia, 1, 6.

    “Los últimos son los ártabroi, que habitan cerca del cabo que llaman Nérion, donde se une el lado occidental y el septentrional. En sus cercanías se hallan también los keltikoí, parientes de los que viven sobre el Ánas. Éstos emprendieron con los tourdoúloi una campaña, y dicen que pasado el río Limaía desertaron; y como tras la reyerta adviniese la muerte de su jefe, permanecieron allí dispersos, lo que hizo que a este río se le llamase también Léthes.”
    Estrabón, Iberia, 3, 5.
Al relatar esta leyenda, Estrabón parece contradecirse. Según el primer fragmento, estos celtas habían llegado desde el norte del Tajo a la zona del Guadiana, pero, según el segundo, el recorrido habría sido el inverso, desde el Guadiana habrían emprendido una expedición hasta Galicia.

Como tras la ocupación inicial se produjo un realojamiento, acaso realizado por Bruto, la confusión podría venir de ahí. ¿Qué hacían los romanos trasladando celtas de una orilla a otra del Tajo?

Con todo, hay una frase que llama mucho la atención:
  • “En sus cercanías se hallan también los keltikoí, parientes de los que viven sobre el Ánas. Éstos emprendieron con los tourdoúloi una campaña, y dicen que pasado el río Limaía desertaron; y como tras la reyerta adviniese la muerte de su jefe, permanecieron allí dispersos, lo que hizo que a este río se le llamase también Léthes.”
Aquí hay una explicación mítica: se quedaron allí porque se olvidaron. Así pués, el río que cruzaron es el Léthes, “el río del olvido”. Lo que no encaja es que los celtas invadieran el país de los celtas. De todas formas, lo que me interesa resaltar es lo último:
  • Éstos emprendieron con los tourdoúloi una campaña, y dicen que pasado el río Limaía desertaron; y como tras la reyerta adviniese la muerte de su jefe, permanecieron allí dispersos...”
El río Letes o la laguna Estigia, como ambos nombres indican, es el océano occidental, el cual separa el mundo del inframundo, allí donde se oculta el Sol. Cuando se cruza, se olvida el pasado. Letes y lusitanos tienen la misma raíz, que significa "oeste". A mi entender, la identificación griega del Letes con el río del infierno es posterior, acaso por la coincidencia del nombre.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

Poliorcetos escribió:¿A quién se refieren con el país de los cuneos?
Esto ya lo he comentado otras veces. Según Plinio, la palabra Hispania proviene del fenicio y significa “tierra de conejos”. En realidad es al revés. Los fenicios al conejo, animal oriundo de la Península, lo llamaban "español". También los romanos lo hacían. Ese es precisamente el significado de la palabra latina conejo, coniculus, es decir, el diminutivo de conio o cuneo. El coño y el conejo no comparten la textura, como muchos piensan, sino en la etimología. España es el coño o la cuña de Europa.

¡Somos la coña! gc96gc
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

  • “Los celtas, por cierto, están más allá de las Columnas de Heracles y confinan con los cinesios, que son, de todos los pueblos establecidos en Europa, los que habitan las zonas más occidentales.”
    Herodoto, II, 33.

    “…el Istro corre a través de toda Europa: tiene su origen en el país de los celtas, que después de los cinetes son los habitantes más occidentales de Europa…”
    Herodoto, IV, 49.
En base a lo que dice Herodoto, si los celtas invadieron algún territorio hacia occidente, por lógica éste tenía que estar habitado con anterioridad por los cinesios o cinetes. La ubicación de los cunetes, así pues, depende de la de los celtas. Si se sitúa a los celtas al norte del Tajo, evidentemente los cunetes caerían al suroeste. Lo que no creo es que Herodoto, en un principio, los limitase a ese pequeño territorio del Algarve y alrededores, oponiéndolos además a un pueblo celta que ocupaba la mayor parte de Europa. Todo esto, a mi parecer, es decir, el modo de pensar de Estrabón y Apiano, tiene mucho mito, igual que cuando hoy en día se sigue insistiendo con lo de los celtas y los iberos.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

La concentración de topónimos en torno a la Serranía de Ronda y su posición céntrica respecto a las bases romanas resultan muy llamativos. Las tropas de Vetilio huyen a Carpesos (Carteia), junto al mar, lo cual encaja perfectamente con la travesía de Fabio Máximo a Gades.
  • “Desde allí (Orsón), y puesto que no deseaba entablar batalla hasta que tuviese entrenado a su ejército, hizo un viaje a través del estrecho hasta Gades para realizar un sacrificio a Hércules.”
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

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Esto es para tirar cohetes: ¡Tenemos a Polibio! la fuente B u Ocili, la cual coincide con Diodoro. Soló hay que eliminar la fuente A u Oxtraca, y ordenar los fragmentos. Ahora casan los tres, Apiano, Polibio y Diodoro.
  • “Había en la Celtiberia una pequeña ciudad llamada Vegeda, que obligada por el aumento de su población determinó ampliar su recinto. Pero el Senado recelando de su fuerza creciente, envió emisarios para impedirlo en nombre de los tratados, en los que se estipulaba que los celtíberos no podrían fundar ninguna nueva ciudad sin permiso de los romanos. Contestó a esto uno de los ancianos llamado Cáciro, que el pacto prohibía fundar nuevas ciudades, pero no ampliar las antiguas, y que ellos no fundaban una ciudad, sino que reparaban una ya existente, con lo que nada hacían ni contra los tratados ni contra la común costumbre de todos los hombres; en todo lo demás prestarían siempre obediencia y cordial ayuda al pueblo romano, siempre que de ello tuviese necesidad, pero en esta ocasión de ningún modo desistirían de reformar la ciudad. El pueblo ratificó unánimemente estas palabras, y los enviados las refirieron al Senado; este consideró roto el pacto y declaró la guerra.”
    Diodoro.

    “Los lusitanos del otro lado del río Tajo y aquellos que ya estaban en guerra con los romanos, cuyo jefe era Cauceno, se pusieron a devastar el país de los cuneos que estaban sometidos a los romanos y tomaron Conistorgis, una ciudad importante de ellos. Atravesaron el océano junto a las Columnas de Hércules y algunos hicieron incursiones por una parte de África y otros sitiaron la ciudad de Ocilis. Mummio los siguió con nueve mil soldados de infantería y quinientos jinetes, mató a unos quince mil de los que estaban entregados al saqueo y a algunos otros, y levantó el asedio de Ocilis. Después se topó, casualmente, con los que llevaban el producto de su rapiña y los mató a todos, de tal manera que ni siquiera logró escapar un mensajero de esta desgracia. Tras haber entregado al ejército el botín que podían llevar consigo, el resto lo quemó como ofrenda a los dioses de la guerra. Y Mummio, una vez que finalizó su campaña, regresó a Roma y fue recompensado con el triunfo.”
    Apiano.

    "Llama también a los iberos, lusitanos. Pues dice que Memmio fue enviado a España como pretor con un ejército, pero los lusitanos, girándose contra él y tomándole desprevenido y acabado de desembarcar, le vencieron en una batalla y le destruyeron la mayor parte del ejército. Divulgado este éxito de los iberos, los arévacos, considerándose muy superiores a los iberos, despreciaron a sus enemigos, y fue principalmente por esta causa que la multitud reunida en pública asamblea decidió la guerra contra los romanos."
    Diodoro.
La derrota de Mummio se correspondería con la batalla de las Vulcanalia, en la que muere Cáuciro cuando llega la caballería. No son los romanos quienes persiguen, sino los segovianos. Antes de ser detenidos debieron cargarse a unos seis mil enemigos. Los arévacos se unen a los de Segovia tras esta victoria épica. Apiano también le encasqueta esta humillación a Nobílior, entre otros. Lo más interesante, en todo caso, puede que sea la conexión entre titios y lusitanos, que poco a poco parece irse aclarando. No se trata de conflictos aislados, sino de un frente que corta la Península en diagonal.
  • "Así pues, Nobílior fue enviado contra ellos con un ejército de treinta mil hombres. Los segedanos, cuando supieron de su próxima llegada, sin dar remate ya a la construcción de la muralla, huyeron hacia los arévacos con sus hijos y sus mujeres y les suplicaron que les acogieran. Éstos lo hicieron así y eligieron como general a un segedano llamado Caro, que era tenido por hombre belicoso. A los tres días de su elección, apostando en una espesura a veinte mil soldados de infantería y cinco mil jinetes, atacó a los romanos mientras pasaban. Aunque el combate resultó incierto durante mucho tiempo, logró dar muerte a seis mil romanos y obtuvo un brillante triunfo. Tan grande fue el desastre que sufrió Roma. Sin embargo, al entregarse a una persecución desordenada después de la victoria, los jinetes romanos que custodiaban la impedimenta cayeron sobre él y mataron al propio Caro, que destacó por su valor, y a sus acompañantes, en número éstos no inferior a seis mil, hasta que llegada la noche puso fin a la batalla. Estos sucesos tuvieron lugar el día en el que los romanos acostumbraban a celebrar una procesión en honor de Vulcano. Por este motivo, desde aquel tiempo, ningún general romano quiso comenzar un combate voluntariamente en este día. 46.- Por consiguiente, los arévacos se reunieron de inmediato en esa misma noche en Numancia, que era la ciudad más poderosa, y eligieron como generales a Ambón y Leucón."
    Apiano, Iberia, 45.
Aquí Apiano anda muy confundido con el espacio y el tiempo. Mete una Numancia que no pinta nada. Mezcla varias historias. No obstante, se puede abstraer la batalla, de todas a mi gusto la más realista, y la incorporación posterior de los arévacos a la guerra.

Segovia es el agujero negro que atrae y explica todo. ¿Por qué motivo declara la guerra Lúculo a los vacceos? Los carpetanos, llámense tigios, Tajo arriba, o conios más al oeste, se las llevan todas, y en el centro los vetones, que participan con los lusitanos en la conquista de Conistorgis. Vettones y vacceos, etimológicamente, son los mismos. En Coca quedan verracos de piedra típicos de los vettones.
  • “Púnico, golpeado en la cabeza por una piedra, murió y le sucedió en el mando un hombre llamado Césaro. El tal Césaro entabló combate con Mummio que venía desde Roma con otro ejército y, al ser derrotado, huyó. Pero, como Mummio lo persiguió de manera desordenada, giró sobre sí mismo y haciéndole frente dio muerte a nueve mil romanos, volvió a recuperar el botín que le había sido quitado y su propio campamento, al tiempo que también se apoderó del de los romanos y cogió armas y muchas enseñas que los bárbaros pasearon en son de burla por toda Celtiberia.”
    Apiano.
A simple vista parecen dos batallas distintas, pero son la misma. Lo más sorprendente, en todo caso, es que a Mummio le concedieron un triunfo por ella. Salvó al ejército, mató al general enemigo y mantuvo el campo. De lo contrario, de seguir le versión oficial, ese año habrían muerto en Hispania quince mil romanos, algo exagerado a todas luces. Y como le concedieron el triunfo, comandaba él. La batalla de las Vulcanalia tuvo lugar en 23 de agosto del 154 a. C. Al año siguiente, adelantando el calendario, enviaron a Nobílior, quien también pasó las suyas.

La versión corrupta de la batalla explica que poco después Mummio se tomaría su revancha. Esta revancha, aunque se inserta un tiempo en medio y ocurre de forma casual, no es del todo ficticia, ya que finalmente la batalla se decidió a favor de los romanos, una victoria cadmea que aún podía haber sido peor. Mummio liberó Ocili.

Según la interpretación tradicional, la que lo lee todo de un tirón, hay dos Ocilis, dos Nertóbrigas, dos Cáuciros, dos Rectúgenos, dos Palencias... Eso de por sí debería resultar sospechoso.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

Como dice Plinio, las confusiones se deben muchas veces a la división de las provincias. El problema vuelve a aparecer en las guerras celtíberas. Apiano rasga sus fuentes en dos, el frente celtíbero y el lusitano, cuando, en realidad, la zona neurálgica está en centro. Aparte, aquí hay que añadir la jubilación de Polibio, quien, tras la destrucción de Corinto, pone fin a su obra. Él nunca mencionaría ni a Numancia ni a Viriato.

Así pues, en esta imitación del maestro Schulten, se trata de reconstruir un poco la guerra de fuego de Polibio (los libros perdidos) a partir de otras fuentes, en la que se insertan también los sucesos de la Lusitania anteriores a Viriato. Ruego se me permita que comparta los dos hilos. Se trata de una chuleta que no viene mal tenerla a mano.


Año 155 a. C.

Apiano:
  • "No muchos años después, estalló en Iberia otra guerra, difícil a causa del siguiente motivo. Segeda es una ciudad perteneciente a una tribu celtíbera llamada belos, grande y poderosa, y estaba inscrita en los tratados de Sempronio Graco. Esta ciudad forzó a otras más pequeñas a establecerse junto a ella; se rodeó de unos muros de aproximadamente cuarenta estadios de circunferencia y obligó también a unirse a los titos, otra tribu limítrofe. Al enterarse de ello, el senado prohibió que fuera levantada la muralla, les reclamó los tributos estipulados en tiempo de Graco y les ordenó que proporcionaran ciertos contingentes de tropas a los romanos. Esto último, en efecto, también estaba acordado en los tratados. Los habitantes de Segeda, con relación de la muralla, replicaron que Graco había prohibido fundar nueva ciudades, pero no fortificar las ya existentes. Acerca del tributo y de las tropas mercenarias, manifestaron que habían sido eximidos por los propios romanos después de Graco. La realidad era que estaban exentos, pero el senado concede siempre estos privilegios añadiendo que tendrán vigor en tanto lo decidan el senado y el pueblo romano."
Diodoro:
  • “Había en la Celtiberia una pequeña ciudad llamada Vegeda, que obligada por el aumento de su población determinó ampliar su recinto. Pero el Senado recelando de su fuerza creciente, envió emisarios para impedirlo en nombre de los tratados, en los que se estipulaba que los celtíberos no podrían fundar ninguna nueva ciudad sin permiso de los romanos. Contestó a esto uno de los ancianos llamado Cáciro, que el pacto prohibía fundar nuevas ciudades, pero no ampliar las antiguas, y que ellos no fundaban una ciudad, sino que reparaban una ya existente, con lo que nada hacían ni contra los tratados ni contra la común costumbre de todos los hombres; en todo lo demás prestarían siempre obediencia y cordial ayuda al pueblo romano, siempre que de ello tuviese necesidad, pero en esta ocasión de ningún modo desistirían de reformar la ciudad. El pueblo ratificó unánimemente estas palabras, y los enviados las refirieron al Senado; este consideró roto el pacto y declaró la guerra.”
Apiano:
  • "Por este tiempo otra tribu de los iberos autónomos, los llamados lusitanos, bajo el liderazgo de Púnico, se dedicaron a devastar los pueblos sometidos a Roma, y después de haber puesto en fuga a sus pretores Manilio y Calpurnio Pisón, mataron a seis mil romanos y, entre ellos, al cuestor Terencio Varrón Púnico, envalentonado por estos hechos, hizo incursiones por toda la zona que se extendía hasta el océano y, uniendo a su ejército a los vettones, puso sitio a una tribu vasalla de Roma, los llamados blastofenicios. Se dice que Aníbal el cartaginés había asentado entre ellos algunos colonos traídos de África y que, a causa de esto, reciben el nombre de blastofenicios."
 

Año 154 a. C.

Apiano, fuente Ocili:
  • "Los lusitanos del otro lado del río Tajo y aquellos que ya estaban en guerra con los romanos, cuyo jefe era Cauceno, se pusieron a devastar el país de los cuneos que estaban sometidos a los romanos y tomaron Conistorgis, una ciudad importante de ellos. Atravesaron el océano junto a las columnas de Hércules y algunos hicieron incursiones por una parte de África y otros sitiaron a la ciudad de Ocilis. Mummio los siguió con nueve mil soldados de infantería y quinientos jinetes, mató a unos quince mil de los que estaban entregados al saqueo y a algunos otros, y levantó el asedio de Ocilis. Después se topó, casualmente, con los que llevaban el producto de su rapiña y los mató a todos, de tal manera que ni siquiera logró escapar un mensajero de esta desgracia. Tras haber entregado al ejército el botín que podían llevar consigo, el resto lo quemó como ofrenda a los dioses de la guerra. Y Mummio, una vez que finalizó su campaña, regresó a Roma y fue recompensado con el triunfo."
Apiano, fuente Oxtraca:
  • "Púnico, golpeado en la cabeza por una piedra, murió y le sucedió en el mando un hombre llamado Césaro. El tal Césaro entabló combate con Mummio que venía desde Roma con otro ejército y, al ser derrotado, huyó. Pero, como Mummio lo persiguió de manera desordenada, giró sobre sí mismo y haciéndole frente dio muerte a nueve mil romanos, volvió a recuperar el botín que le había sido quitado y su propio campamento, al tiempo que también se apoderó del de los romanos y cogió armas y muchas enseñas que los bárbaros pasearon en son de burla por toda Celtiberia."
 

Diodoro:
  • "Llama también a los iberos, lusitanos. Pues dice que Memmio fue enviado a España como pretor con un ejército, pero los lusitanos, girándose contra él y tomándole desprevenido y acabado de desembarcar, le vencieron en una batalla y le destruyeron la mayor parte del ejército. Divulgado este éxito de los iberos, los arévacos, considerándose muy superiores a los iberos, despreciaron a sus enemigos, y fue principalmente por esta causa que la multitud reunida en pública asamblea decidió la guerra contra los romanos."

Apiano, batalla de las Vulcanalias:
  • "Así pues, Nobílior fue enviado contra ellos con un ejército de treinta mil hombres. Los segedanos, cuando supieron de su próxima llegada, sin dar remate ya a la construcción de la muralla, huyeron hacia los arévacos con sus hijos y sus mujeres y les suplicaron que les acogieran. Éstos lo hicieron así y eligieron como general a un segedano llamado Caro, que era tenido por hombre belicoso. A los tres días de su elección, apostando en una espesura a veinte mil soldados de infantería y cinco mil jinetes, atacó a los romanos mientras pasaban. Aunque el combate resultó incierto durante mucho tiempo, logró dar muerte a seis mil romanos y obtuvo un brillante triunfo. Tan grande fue el desastre que sufrió Roma. Sin embargo, al entregarse a una persecución desordenada después de la victoria, los jinetes romanos que custodiaban la impedimenta cayeron sobre él y mataron al propio Caro, que destacó por su valor, y a sus acompañantes, en número éstos no inferior a seis mil, hasta que llegada la noche puso fin a la batalla. Estos sucesos tuvieron lugar el día en el que los romanos acostumbraban a celebrar una procesión en honor de Vulcano. Por este motivo, desde aquel tiempo, ningún general romano quiso comenzar un combate voluntariamente en este día. 46.- Por consiguiente, los arévacos se reunieron de inmediato en esa misma noche en Numancia, que era la ciudad más poderosa, y eligieron como generales a Ambón y Leucón."
Año 153 a. C.

Apiano:
  • "Nobílior, a su vez, tres días más tarde marchó contra ellos y fijó su campamento a una distancia de veinticuatro estadios. Después que se le unieron trescientos jinetes númidas enviados por Masinissa y diez elefantes, condujo el ejército contra los enemigos, llevando ocultos en la retaguardia a los animales. Cuando se entabló combate, los soldados se escindieron y quedaron a la vista los elefantes. Los celtíberos y sus caballos, que jamás antes habían visto elefantes en ningún combate, fueron presa del pánico y huyeron hacia la ciudad. Entonces Nobílior condujo a los animales contra las murallas y combatió con bravura hasta que un elefante, herido en la cabeza por una enorme piedra que había sido arrojada, se enfureció y dando un fortísimo barrito volvió grupas contra sus amigos y mató a todo aquel que se le puso en su camino, sin hacer distinción entre amigos y enemigos. Los otros elefantes, excitados por el barrito de aquél, hacían todos lo mismo y comenzaron a pisotear a los romanos, a Apiano - Sobre Iberia - 15 despedazarlos y lanzarlos por los aires. Esto es lo que les suele ocurrir siempre a los elefantes cuando están irritados, que consideran a todos como enemigos. Y algunos, a causa de esta falta de confianza, los llaman enemigos comunes. Como consecuencia de este hecho, la huida de los romanos fue desordenada. Los numantinos, al darse cuenta de ellos, se lanzaron desde los muros, y en la persecución dieron muerte a cuatro mil hombres y tres elefantes y se apoderaron de muchas armas y enseñas. De los celtíberos murieron alrededor de dos mil."
Apiano, fuente Ocili:
  • "Desde allí envió a Biesio, un oficial de caballería, a una tribu vecina para lograr una alianza y solicitar jinetes. Ellos les dieron algunos, a los que los celtíberos tendieron una emboscada en su viaje de regreso. Descubierta la emboscada, los aliados lograron escapar, pero Biesio y, con él, muchos romanos perecieron en la lucha. Bajo la influencia de una sucesión tal de desastres acaecidos a los romanos, la ciudad de Ocilis, donde estaban las provisiones y el dinero de estos últimos, se pasó a los celtíberos."
Apiano, fuente Axinio:
  • "Nobílior, después que hubo tomado un pequeño respiro tras el desastre, llevó a cabo un intento contra cierta cantidad de provisiones que el enemigo había almacenado en la ciudad de Axinio, pero al no conseguir ningún resultado positivo y sufrir, por el contrario, también alí muchas bajas, regresó de noche al campamento."


Apiano:
  • "Nobílior, perdidas las esperanzas totalmente, invernó en su campamento guareciéndose como le fue posible. Al contar tan sólo con las provisiones que tenía en él sufrió severamente por la falta de las mismas, por la abundancia de nevadas y el rigor del frío, de modo que perecieron muchos soldados, algunos mientras estaban recogiendo leña, otros dentro del campamento, víctimas de la falta de espacio, y otros de frío."


Año 152 a. C.

Apiano, fuente Ocili:
  • "Al año siguiente, llegó como sucesor en el mando de Nobílior, Claudio Marcelo con ocho mil soldados de infantería y quinientos jinetes. Logró cruzar con suma precaución las líneas de los enemigos que le habían tendido una emboscada acampó ante la ciudad de Ocilis con todo su ejército. Hombre efectivo en las cosas de la guerra, logró atraerse de inmediato a la ciudad y les concedió el perdón, tras exigir rehenes y treinta talentos de plata. Los nergobrigenses, al enterarse de su moderación, le enviaron emisarios para preguntarle por qué medios obtendrían la paz. Cuando les ordenó entregarle cien jinetes para que combatieran a su lado como tropas auxiliares, ellos les prometieron hacerlo, pero, por otro lado, lanzaron un ataque contra los que estaban en la retaguardia y se llevaron algunas bestias de carga. Poco después, llegaron con los cien jinetes, como en efecto se había acordado, y con la relación a lo ocurrido en la retaguardia, dijeron que algunos de los suyos, sin saber lo pactado, habían cometido un error. Entonces, Marcelo hizo prisioneros a los cien jinetes, vendió sus caballos, devastó la llanura y repartió el botín entre el ejército. Finalmente, puso cerco a la ciudad. Los nergobrigenses, al ser conducidas contra ellos máquinas de asalto y plataformas, enviaron un heraldo revestido de una piel de lobo en lugar del bastón de heraldo y solicitaron el perdón. Éste replicó que no lo otorgaría, a no ser que los arévacos, belos y titos lo solicitaran todos a la vez. Cuando se enteraron estas tribus, enviaron celosamente emisarios y pidieron a Marcelo que, tras imponerles un castigo moderado, se atuviera a los tratados firmados con Graco. Se pusieron en contra de esta petición algunos nativos a quienes ellos había hecho la guerra."
Apiano, fuente Oxtraca:
  • "Le sucedió en el mando (a Mummio) Marco Atilio, quien realizó una incursión contra los lusitanos, dio muerte a setecientos de ellos y se apoderó de Oxtraca, su ciudad más importante. Después de sembrar el pánico entre los pueblos vecinos, firmó tratados con todos. Entre éstos había algunos vettones, limítrofes con los lusitanos. Sin embargo, cuando Atilio se retiraba para pasar el invierno, todos cambiaron de parecer de repente y asediaron a algunos pueblos vasallos de Roma."
Apiano:
  • "Marcelo envió embajadores de cada parte a Roma para que dirimieran allí mutuamente sus querellas y, en privado, mandó una carta al senado instando a la consecución de los tratados. Quería, en efecto, poner fin a la guerra por medio de su Apiano - Sobre Iberia - 16 intervención personal, pues esperaba que ello le habría de reportar una gloria provechosa. Los embajadores de la facción amiga penetraron en la ciudad y fueron agasajados como huéspedes; en cambio, los del bando enemigo, como era la costumbre, acamparon fuera de las murallas. El senado desestimó la propuesta de paz y se tomó muy a mal que no hubieran querido someterse a los romanos cuando precisamente se lo pidió Nobílior, el predecesor de Marcelo, y les replicó que este último les comunicaría la decisión senatorial. Y, de inmediato, reclutaron un ejército para Iberia, ahora por primera vez mediante sorteo, en vez del sistema de leva habitual. Y se decidió, en esta ocasión, formar el ejército mediante sorteo, debido a que muchos culpaban a los cónsules de haber recibido un trato injusto en el enrolamiento, en tanto que a algunos los habían elegido para los servicios más fáciles. Mandaba las tropas el cónsul Licinio Lúculo. Como lugarteniente tenía a Cornelio Escipión, el que, no mucho después, tomó Cartago y, más tarde, Numancia."
Polibio:
  • “Los celtíberos, tras pactar una tregua con Marco Claudio, el general romano, enviaron embajadas a Roma y se mantuvieron en paz, aguardando la respuesta del Senado. Marco Claudio, en cambio, salió en campaña contra los lusitanos, tomó por la fuerza la ciudad de Nercóbriga y, luego, invernó en las proximidades de Córdoba. Los embajadores llegaron a Roma; los que acudían de parte de los belos y de los titios, pueblos que se habían declarado a favor de los romanos, fueron admitidos en su totalidad dentro de la urbe; en cambio, a los legados de los arévacos se les ordenó acampar a la otra orilla del Tíber, ya que se trataba de enemigos, hasta que el Senado hubiera deliberado acerca de la situación. Cuando pareció oportuno introducirles en una sesión, el pretor hizo pasar a los aliados separadamente por ciudades. Y éstos, aunque eran bárbaros, hablaron prolijamente y procuraron tratar sistemáticamente las diferencias, demostrando que si los que habían tomado las armas no eran reducidos, así que las legiones romanas abandonaran España, al instante se les precipitarían encima para vengarse de ellos como de unos traidores, y de nuevo volverían inmediatamente a las andadas si lograban salir indemnes de su primera traición, con lo cual ellos, los romanos, predispondrían a todos los pueblos de España a rebelarse, pues les convencerían de que se bastaban para oponerse a Roma.”
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“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Bernardo Pascual
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

En la Península hubo dos focos de disturbios en el año 155 a. C., en la Bastetania y en la Celtiberia, y ambos se relacionan con la guerra entre cartagineses y númidas, antesala de la tercera guerra púnica. En la Bastetania, región costera poblada por Aníbal con africanos cincuenta años antes, un personaje apodado el Púnico puso bajo asedio algunas ciudades, y envió mercenarios lusitanos a Cartago. Al mismo tiempo, un régulo celtíbero llamado Cáuciro se sublevaba en Segovia, posiblemente a causa de la demanda de tropas auxiliares de caballería, para partir también hacia África en breve tiempo. El Senado ya había decidido la guerra y sólo esperaba un buen pretexto para declararla; mientras reunía un ejército en secreto.

Existiera un acuerdo previo o no entre las dos facciones iberas, los mercenarios lusitanos y los amotinados celtíberos, el caso es que se acabó formando un frente de lo más curioso. Mientras los arévacos defendían a ultranza la barbacana, hordas celtas procedentes de Galicia, irrumpían por el riñón y se asentaban en el Guadiana, entre Conistorgis, acaso Medellín, y Nertobriga. La revuelta que cerraba la Meseta por el norte, cubrió el flanco a los lusitanos. Mientras Cáuciro obligaba a los titios a replegarse, prácticamente el vacío dejado lo ocupaban los lusitanos, un poco más al oeste.
  • “Durante la persecución de Viriato, Serviliano empezó a rodear con un foso a Erisana, una de sus ciudades, pero Viriato entró en ella durante la noche y, la rayar el alba, atacó a los que estaban trabajando en la construcción de trincheras y les obligó a que arrojaran las palas y emprendieran la huida. Después derrotó de igual manera y persiguió al resto del ejército, desplegado en orden de batalla por Serviliano. Lo acorraló en un precipicio, de donde no había escape posible para los romanos, pero Viriato no se mostró altanero en este momento de buena fortuna sino que, por el contrario, considerando que era una buena ocasión de poner fin a la guerra mediante un acto de generosidad notable, hizo un pacto con ellos y el pueblo romano lo ratificó: que Viriato era amigo del pueblo romano y que todos los que estaban bajo su mandato eran dueños de la tierra que ocupaban. De este modo parecía que había terminado la guerra de Viriato, que resultó la más difícil para los romanos, gracias a un acto de generosidad”
    Apiano
Después de la tercera guerra púnica, los lusitanos quedaron eximidos de sus obligaciones, pero los romanos, desafortunadamente, mantenían sus quejas.
  • “...que Viriato era amigo del pueblo romano y que todos los que estaban bajo su mandato eran dueños de la tierra que ocupaban.
Aun concedido, Viriato abandonó Erisana, Orsón, Ituci o como demonios se quiera. Abandonó la comarca bastetana, aquella que tenía sometida desde el monte de Venus. Por eso lo mataron cuando volvió. Serviliano enseguida hizo limpieza quirúrgica. A Viriato no le preocupaba aquella región. Él reclamaba la parte del Guadiana, la que Ptolomeo señala como propietarios a los celtas. Los reajustes definitivos, precisamente, los realizaría Bruto tras su muerte. Viriato es un fenómeno de la tercera guerra púnica. Los lusitanos no pedían tierras, como se ha llegado a sostener, sino que los romanos, tras la destrucción de Cartago, seguían empeñados en desalojarlos de las que habían ocupado al comenzar la guerra, reconocidas éstas en cierto modo por los cartagineses como pago por sus servicios. A diferencia de los celtíberos, que se limitaron a cumplir sus obligaciones, por este motivo precisamente, por haber invadido tierras de aliados de los romanos, no pudo conseguir la paz. Con Rectugenos ocurrió igual, era otro bandolero.

Tomando como base para sus correrías el Sistema Subbético, Viriato interfiere la principal vía de comunicación del interior. Comienza con los caminos... Los romanos deben aproximarse al teatro de operaciones por mar, atravesando el Estrecho, tratando de rodear a Viriato y dejarlo incomunicado. No obstante, Córdoba llegó a caer en al menos una ocasión. Los rehenes de los arévacos residían allí. Viriato los liberó y los devolvió a sus ciudades. Los ataques desde la Carpetania castigaban su retaguardia. Le interesaba mucho atraer a los belos y los titios. Rectugenos por aquel tiempo lo combatía. Debió ser uno de los pocos supervivientes. Cuando sus paisanos expusieron a sus hijos en la muralla, aquellos a los que Viriato había entregado sin pedir rescate, él todavía militaba con Metelo.

Virgen lo que se dice, Venus no era, pero, por el nombre del monte y por la ofrenda, un lugar sagrado tuvo y acaso tenga que ser todavía. Un reducto en la sierra donde los romanos no podían derrotarlo, pero sí aislarlo; por supuesto, no defensivo, como propone por ejemplo Schulten, identificándolo en la retaguardia con prácticamente el Promontorio Sagrado en San Vicente, donde este casi paisano situaba a los conios; todo todo lo contrario, ofensivo, tal como lo planteara Amílcar en Sicilia, una base de operaciones en un territorio hasta cierto punto hostil y rodeado de enemigos. Y no olvidemos el detalle de los olivos.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

Julio César describe dos modelos de migración, el helvecio y el suevo. En el primero se desplaza toda la tribu, dejando abandonada la tierra, mientras que en el segundo lo hace sólo una parte de la población. En el primero también tienden a figurar varios jefes, mientras que en el segundo el mando viene concentrarse en un único líder.

Creo que la primavera sagrada también la documenta Estrabón en la Península, pero, aun así, y pese al creciente protagonismo de Viriato, la invasión de los lusitanos tiene muchos visos de un desplazamiento en masa. Igual me equivoco. No dejo de darle vueltas a la frase de Apiano.
  • “...y que todos los que estaban bajo su mandato eran dueños de la tierra que ocupaban.”
Los que piden tierras a Roma son los helvecios. El paralelismo entre Viriato y Ariovisto se correspondería más bien con la segunda fase de la invasión, la proyección de ésta. Ambos personajes actúan como mercenarios al servicio de un tercero, los secuanos en el caso del rey germano, y los bastetanos en el del ibero, pero ambos disponen también de una retaguardia, al norte del Rin el primero, y norte del Guadiana el segundo.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

Esto parece un problema palestino mal resuelto. Perdón por el eufemismo, pero si los vascos por esa época estaban recorriendo el mundo buscando dónde asentarse, otro tanto se puede decir de los extremeños. Los lusitanos que cruzan el Tajo queman sus barcos, no tienen vuelta atrás. Galba captura a varios miles, y el Senado los libera, devolviéndolos, se supone, ya por de pronto a las tierras ocupadas. Viriato sólo tenía que reunir diez mil hombres, aunque él empieza desde abajo. Rectugenos, por el contrario, hijo de jefe, siempre contó con cuatro mil leales.

Con todo, se trata de grandes familias, no de Estados territoriales.

Los cuatro mil belos y titios aniquilados por Viriato, por si Poliorcetos no se ha dado cuenta, son los cuatro mil que defenderían Numancia, para lavar su honor. Rectugenos tiene un techo de reclutamiento. Para reunir los veinte mil que se supone reunió su padre, hubo que movilizar a media Meseta. Con diez mil guerreros en aquel tiempo se podía aspirar a rey de España. gc80gc
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

Antigono Monoftalmos escribió: 04 Sep 2020
Segoviano escribió: 04 Sep 2020Espero que dentro de poco Alemania y Arabia Saudí nos pidan perdón por sus invasiones.
O Italia, ya que estamos:
https://tironiana.wordpress.com/2020/05 ... e-la-cruz/
:Bravo
El poder romano ya era sólido en la Bética en esas fechas y las tensiones entre íberos habían disminuido bajo la bota de la Pax romana. Sin embargo, el lusitano Viriato pudo controlar la zona brevemente entre los años 144 y 141 a.C. Por ello, el general romano Serviliano hizo en 141 a.C. un escarmiento salvaje sobre algunas ciudades ibéricas –aliadas del rebelde Viriato- “y pensamos que es en este contexto en el que probablemente debamos situar la destrucción del Cerro de la Cruz y la matanza de, al menos, parte de sus habitantes”, indica Quesada.
Al ubicarlo en el mapa, enseguida he pensado también en Viriato.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Tchazzar »

Bernardo Pascual escribió: 06 Sep 2020
Antigono Monoftalmos escribió: 04 Sep 2020
Segoviano escribió: 04 Sep 2020Espero que dentro de poco Alemania y Arabia Saudí nos pidan perdón por sus invasiones.
O Italia, ya que estamos:
https://tironiana.wordpress.com/2020/05 ... e-la-cruz/
:Bravo
El poder romano ya era sólido en la Bética en esas fechas y las tensiones entre íberos habían disminuido bajo la bota de la Pax romana. Sin embargo, el lusitano Viriato pudo controlar la zona brevemente entre los años 144 y 141 a.C. Por ello, el general romano Serviliano hizo en 141 a.C. un escarmiento salvaje sobre algunas ciudades ibéricas –aliadas del rebelde Viriato- “y pensamos que es en este contexto en el que probablemente debamos situar la destrucción del Cerro de la Cruz y la matanza de, al menos, parte de sus habitantes”, indica Quesada.
Al ubicarlo en el mapa, enseguida he pensado también en Viriato.
Justo hay un articulo en la ultima desperta ferro de este mes sobre Viriato.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

La biografía de Viriato comienza con la treta que emplea para escapar de los romanos, con la retirada del grueso del ejército mientras él se queda cubriéndola con unos pocos . Ahí es cuando se convierte en comandante.
61-. No mucho tiempo después, todos los que consiguieron escapar a la felonía de Lúculo y Galba lograron reunirse en número de diez mil e hicieron una incursión contra Turdetania. Gayo Vetilio vino desde Roma contra ellos con otro ejército y asumió, además, el mando de las tropas que estaban en iberia, llegando a tener en total diez mil hombres. Éste cayó sobre los que estaban buscando forraje y, después de dar muerte a mucho, obligó a los restantes a replegarse hacia un lugar en el que, en el caso de permanecer, corrían el riesgo seguro de morir de hambre, y en caso de abandonarlo, el de morir a manos de los romanos. Tal era, en efecto, la dificultad del lugar. Por este motivo enviaron emisarios a Vetilio con ramas de suplicantes, pidiéndole tierra para habitarla como colonos y prometiéndole que desde ese momento serían leales a los romanos en todo. Él prometió entregársela y se dispuso a firmar un acuerdo. Pero Viriato, que había escapado a la perfidia de Galba y entonces estaba con ellos, les trajo a la memoria la falta de palabra de los romanos y cuántas veces habían violado los juramentos que habían dado y cómo todo aquel ejército estaba formado por hombres que habían escapado a tales perjurios de Galba y Lúculo. Les dijo que no había que desesperar de salvarse en aquél lugar, si estaban dispuestos a obedecerle.
62-. Encendidos sus ánimos y recobradas las esperanzas, lo eligieron general. Después de desplegar a todos en línea de batalla como si fuera a presentar combate, les dio orden de que, cuando él se montara a caballo, escaparan disgregándose en muchas direcciones como pudiesen por rutas muy distintas en dirección a la ciudad de Tríbola y que le aguardaran allí. Él eligió sólo a mil y les ordenó colocarse a su lado. Una vez efectuadas estas disposiciones, escaparon al punto, tan pronto como Viriato montó a caballo, y Vetilio, temeroso de perseguirles a ellos que habían escapado en muchas direcciones, dio la vuelta y sé dispuso a luchar con Viriato, que permanecía quieto y aguardaba a que llegara el momento de atacar. Viriato, con caballos mucho más veloces, lo mantuvo en jaque, huyendo a veces y otras parándose de nuevo y atacando, y consumió aquel día y el siguiente completos en la misma llanura cabalgando alrededor. Y cuando calculó que los otros tenían ya asegurada su huida, entonces, partió por la noche por caminos no usados habitualmente y, con caballos mucho más rápidos, llegó a Tríbola sin que los romanos fueran capaces de perseguirlo a causa del peso de sus armas, de su desconocimiento de los caminos y de la inferioridad de sus caballos. De esta manera, de modo inesperado, salvó a su ejército de una situación desesperada. Cuando esta estratagema llegó al conocimiento de los pueblos bárbaros de esta zona, le reportó un gran prestigio y se le unieron muchos desde todos los lugares. Y durante ocho años sostuvo la guerra contra Roma.
Este suceso se repite varias veces, y en todas ellas tiene ese carácter de inicio. Casi todas las campañas comienzan con la huida de Viriato.
70-. Sin embargo, los acuerdos no duraron ni siquiera un breve espacio de tiempo, pues Cepión, hermano y sucesor en el mando de Serviliano, el autor del pacto, denunció el mismo y envió cartas afirmando que era el más indigno para los romanos. El senado en un principio convino con él en que hostigara a ocultas a Viriato como estimara oportuno. Pero como volvía a la carga de nuevo y mandaba continuas misivas, decidió romper el tratado y hacer la guerra a Viriato abiertamente. Cuando esta se hizo pública, Cepión se apoderó de la ciudad de Arsa, abandonada por Viriato, y a éste que había huido destruyendo todo a su paso, le dio alcance en Carpetania con fuerzas mucho más numerosas. Por esta razón, Viriato no juzgó conveniente entablar un combate con él, dada la inferioridad numérica de sus tropas, y ordenó retirarse al grueso de su ejército por un desfiladero oculto; al resto lo puso en orden de batalla sobre una colina y dio la impresión de que deseaba combatir. Y cuando se enteró de que los que habían sido enviados previamente se encontraban en un lugar seguro, se lanzó a galope en pos de ellos con desprecio del enemigo y con tal rapidez que ni siquiera sus perseguidores se percataron de por donde se había marchado. Y Cepión se volvió hacia los vettones y calaicos y devastó su país.
El siguiente episodio, también duplicado varias veces pero que siempre sigue al primero, es la retirada de Viriato hacia el norte. Ahí es cuando los romanos lo persiguen y él se gira y los derrota. Ahí también es cuando se produce la incorporación de los arévacos a la guerra. El guión, si nos fijamos, es el mismo que el de la guerra de Numancia, la huida de Segeda y la batalla de las Vulcanalia. A partir de este suceso, precisamente, la historia de Viriato entra en un bucle y vuelve a empezar. Eso se debe a que Viriato muere en esa batalla. A continuación comienza la guerra de Numancia, la represión de los últimos focos de resistencia una vez desaparecido el jefe y ser denegada la paz.

Véase como se repite continuamente.

Primera:
61-. No mucho tiempo después, todos los que consiguieron escapar a la felonía de Lúculo y Galba lograron reunirse en número de diez mil e hicieron una incursión contra Turdetania. Gayo Vetilio vino desde Roma contra ellos con otro ejército y asumió, además, el mando de las tropas que estaban en iberia, llegando a tener en total diez mil hombres. Éste cayó sobre los que estaban buscando forraje y, después de dar muerte a mucho, obligó a los restantes a replegarse hacia un lugar en el que, en el caso de permanecer, corrían el riesgo seguro de morir de hambre, y en caso de abandonarlo, el de morir a manos de los romanos. Tal era, en efecto, la dificultad del lugar. Por este motivo enviaron emisarios a Vetilio con ramas de suplicantes, pidiéndole tierra para habitarla como colonos y prometiéndole que desde ese momento serían leales a los romanos en todo. Él prometió entregársela y se dispuso a firmar un acuerdo. Pero Viriato, que había escapado a la perfidia de Galba y entonces estaba con ellos, les trajo a la memoria la falta de palabra de los romanos y cuántas veces habían violado los juramentos que habían dado y cómo todo aquel ejército estaba formado por hombres que habían escapado a tales perjurios de Galba y Lúculo. Les dijo que no había que desesperar de salvarse en aquél lugar, si estaban dispuestos a obedecerle.
62-. Encendidos sus ánimos y recobradas las esperanzas, lo eligieron general. Después de desplegar a todos en línea de batalla como si fuera a presentar combate, les dio orden de que, cuando él se montara a caballo, escaparan disgregándose en muchas direcciones como pudiesen por rutas muy distintas en dirección a la ciudad de Tríbola y que le aguardaran allí. Él eligió sólo a mil y les ordenó colocarse a su lado. Una vez efectuadas estas disposiciones, escaparon al punto, tan pronto como Viriato montó a caballo, y Vetilio, temeroso de perseguirles a ellos que habían escapado en muchas direcciones, dio la vuelta y sé dispuso a luchar con Viriato, que permanecía quieto y aguardaba a que llegara el momento de atacar. Viriato, con caballos mucho más veloces, lo mantuvo en jaque, huyendo a veces y otras parándose de nuevo y atacando, y consumió aquel día y el siguiente completos en la misma llanura cabalgando alrededor. Y cuando calculó que los otros tenían ya asegurada su huida, entonces, partió por la noche por caminos no usados habitualmente y, con caballos mucho más rápidos, llegó a Tríbola sin que los romanos fueran capaces de perseguirlo a causa del peso de sus armas, de su desconocimiento de los caminos y de la inferioridad de sus caballos. De esta manera, de modo inesperado, salvó a su ejército de una situación desesperada. Cuando esta estratagema llegó al conocimiento de los pueblos bárbaros de esta zona, le reportó un gran prestigio y se le unieron muchos desde todos los lugares. Y durante ocho años sostuvo la guerra contra Roma. La guerra de Viriato.
63-. Es mi intención insertar aquí la guerra de Viriato, que causó con frecuencia turbaciones a los romanos y fue la más difícil para ellos, posponiendo el relato de cualquier otro suceso que tuviera lugar en Iberia por este tiempo. Vetilio, en su persecución, llegó hasta la ciudad de Tríbola. Pero Viriato, habiendo ocultado una emboscada en una espesura, continuó su huida hasta que Vetilio estuvo a la altura del lugar y, entonces, volvió sobre sus pasos y los que estaban emboscados salieron de su escondite. Por ambos lados empezaron a dar muerte a los romanos, así como a hacerlos prisioneros y a arrinconarlos contra los barrancos. Incluso Vetilio fue hecho prisionero. El soldado que lo capturó, al ver que se trataba de un hombre viejo y muy obeso, no le dio valor alguno y le dio muerte por ignorancia. De los diez mil romanos lograron escapar unos seis mil y llegar hasta Carpessos, una ciudad situada a orillas del mar, la cual creo yo que se llamaba antiguamente Tartessos por los griegos y fue su rey Argantonio, que dicen que vivió ciento cincuenta años. A los soldados que habían huido hasta Carpessos, el cuestor que acompañaba a Vetilio los apostó en las murallas llenos de temor. Y tras haber pedido y obtenido de los belos y los titos cinco mil aliados, los envió contra Viriato. Éste los mató a todos, así que no escapó ni uno que llevara la noticia. Entonces, el cuestor permaneció en la ciudad aguardando alguna ayuda de Roma.
64-. Viriato penetró sin temor alguno en Carpetania, que era un país rico, y se dedicó a devastarla
Segunda:
hasta que Gayo Plaucio llegó de Roma con diez mil soldados de infantería y mil trescientos jinetes. Entonces, de nuevo Viriato fingió que huía y Plaucio mandó en su persecución a unos cuatro mil hombres, a los cuales Viriato, volviendo sobre sus pasos, dio muerte a excepción de unos pocos. Cruzó el río Tajo y acampó en un monte cubierto de olivos, llamado monte de Venus. Allí lo encontró Plaucio y, lleno de premura por borrar su derrota, le presentó batalla. Sin embargo, tras sufrir una derrota sangrienta, huyó sin orden alguno a las ciudades y se retiró a sus cuarteles de invierno desde la mitad del verano, sin valor para presentarse en ningún sitio. Viriato, entonces, se dedicó a recorrer el pais sin que nadie le inquietase y exigía a sus poseedores el valor de la próxima cosecha y a quien no se lo entregaba, se la destruía.
Tercera:
65-. Cuando en Roma se enteraron de estos hechos, enviaron a Iberia a Fabio Máximo Emiliano, el hijo de Emilio Paulo, el vencedor de Perseo rey de los macedonios, y le dieron el poder de levar por sí mismo a un ejército. Como los romanos habían conquistado recientemente Cartago y Grecia y acababan de llevar a feliz término la tercera guerra macedónica, él, a fin de dar descanso a los hombres que habían venido de estos lugares, eligió a otros muy jóvenes y sin experiencia anterior alguna en la guerra, hasta completar dos legiones. Y, después de pedir otras fuerzas a los aliados, llegó a Orsón, una ciudad de Iberia, llevando en total quince mil soldados de infantería y dos mil jinetes. Desde allí, y puesto que no deseaba entablar batalla hasta que tuviese entrenado a su ejército, hizo un viaje a través del estrecho hasta Gades para realizar un sacrificio a Hércules. En este lugar, Viriato, cayendo sobre algunos que estaban cortando leña, dio muerte a muchos de ellos y aterrorizó a los restantes. Cuando su lugarteniente los dispuso de nuevo para combatir, Viriato los volvió a vencer y capturó un botín abundante. Cuando llegó Máximo, Viriato sacaba continuamente el ejército en orden de batalla para provocarle, pero aquel rehusaba un enfrentamiento con la totalidad de su ejército, pues todavía estaba ejercitándolos, aunque, en cambio, sostuvo escaramuzas muchas veces con parte de sus tropas para tantear al enemigo e infundir valor a sus propios soldados. Cuando salía a forrajear, colocaba siempre alrededor de los hombres desarmados a un cordón de legionarios y él mismo con jinetes recorría la zona, como había visto hacer cuando combatía junto a su padre Paulo en la guerra macedónica.
Después que pasó el invierno, con el ejército entrenado, fue el segundo general que hizo huir a Viriato, aunque éste combatió con valentía; saqueó una de sus ciudades, incendió otra y, persiguiendo en su huida a Viriato hasta un lugar llamado Bécor, le mató a muchos hombres. Pasó el invierno en Córduba, siendo éste ya el segundo año de su mando como general en esta guerra. Y Emiliano, después de haber realizado estas campañas, partió para Roma, recibiendo el mando Quinto Pompeyo Aulo.
66-. Después de esto, Viriato no despreciaba ya al enemigo como antes y obligó a sublevarse contra los romanos a los arevacos, titos y belos que eran los pueblos más belicosos. Y éstos sostuvieron por su cuenta otra guerra que recibió el nombre de numantina por una de sus ciudades y fue larga y penosa en grado sumo para los romanos. Yo agruparé también los concerniente a esta guerra en una narración continuada después de los hechos de Viriato.
Cuarta:
Este último tuvo un enfrentamiento con Quintio, otro general romano, en la otra parte de Iberia y, al ser derrotado, se retiró de nuevo al monte de Venus. Desde allí hizo de nuevo una salida, dio muerte a mil soldados de Quintio y le arrebató algunas enseñas. Al resto lo persiguió hasta su campamento y expulsó a la guarnición de Ituca. También devastó el país de los bastitanos, sin que Quintio acudiera en auxilio de éstos a causa de su cobardía e inexperiencia. Por el contrario, estaba invernando en Córduba desde mitad del otoño y, con frecuencia, enviaba contra él a Gayo Marcio, un ibero de la ciudad de Itálica.

Quinta:
67-. Al año siguiente, Fabio Máximo Serviliano, el hermano de Emiliano, llegó como sucesor de Quintio en el mando, con otras dos legiones y algunos aliados. En total sus fuerzas sumaban unos dieciocho mil infantes y mil seiscientos jinetes. Después de escribir cartas a Micipsa, el rey de los númidas, para que le enviase elefantes lo más pronto posible, se apresuró hacia Ituca llevando el ejército por secciones. Al atacarle Viriato con seis mil hombres en medio de un griterío y clamores a la usanza bárbara y con largas cabelleras que agitaban en los combates ante los enemigos, no se amilanó, sino que le hizo frente con bravura y logró rechazarlo sin que hubiera conseguido su propósito. Después que le llegó el resto del ejército y enviaron desde África diez elefantes y trescientos jinetes, estableció un gran campamento y avanzó al encuentro de Viriato, y tras ponerlo en fuga, emprendió su persecución. Pero, como ésta se hizo en medio del desorden, Viriato, al percatarse de ello durante su huida, dio media vuelta y mató a tres mil romanos. Al resto los llevó acorralados hasta su campamento y los tacó también. Sólo unos pocos le opusieron resistencia a dura penas alrededor de las puertas, pero la mayoría se precipitó en el interior de las tiendas a causa del miedo y tuvieron que ser sacados con dificultad por el general y los tribunos. En esta ocasión destacó en especial Fanio, el cuñado de Lelio, y la proximidad de la noche contribuyó a la salvación de los romanos. Pero Viriato, atacando con frecuencia durante la noche, así como a la hora de la canícula, y presentándose cuando menos se le esperaba, acosaba a los enemigos con la infantería ligera y sus caballos, mucho más veloces, hasta que obligó a Serviliano a regresar a Ituca.

Sexta:
68-. Entonces, por fin, Viriato, falto de provisiones y con el ejército mermado, prendió fuego a su campamento durante la noche y se retiró a Lusitania. Serviliano, como no pudo darle alcance, invadió la Beturia y saqueó cinco ciudades que se habían puesto de parte de Viriato. Con posterioridad, hizo una expedición militar contra los cuneos y, desde allí, se apresuró, una vez más, hacia los lusitanos contra Viriato. Mientras estaba de camino, Curio y Apuleyo, dos capitanes de ladrones, lo atacaron con diez mil hombres, provocaron una gran confusión y le arrebataron el botín. Curio cayó en la lucha, y Serviliano recobró su botín poco después y tomó las ciudades de Escadia, Gemela y Obólcola, que contaban con guarniciones establecidas por Viriato, y saqueó otras e, incluso, perdonó a otras más. Habiendo capturado a diez mil prisioneros, les cortó la cabeza a quinientos, y vendió a los demás. Después de apresar a Cónnoba, un capitán de bandoleros que se le rindió, le perdonó sólo a él, pero le cortó las manos a todos sus hombres.
Séptima:
69-. Durante la persecución de Viriato, Serviliano empezó a rodear con un foso a Erisana, una de sus ciudades, pero Viriato entró en ella durante la noche y, la rayar el alba, atacó a los que estaban trabajando en la construcción de trincheras y les obligó a que arrojaran las palas y emprendieran la huida. Después derrotó de igual manera y persiguió al resto del ejército, desplegado en orden de batalla por Serviliano. Lo acorraló en un precipicio, de donde no había escape posible para los romanos, pero Viriato no se mostró altanero en este momento de buena fortuna sino que, por el contrario, considerando que era una buena ocasión de poner fin a la guerra mediante un acto de generosidad notable, hizo un pacto con ellos y el pueblo romano lo ratificó: que Viriato era amigo del pueblo romano y que todos los que estaban bajo su mandato eran dueños de la tierra que ocupaban. De este modo parecía que había terminado la guerra de Viriato, que resultó la más difícil para los romanos, gracias a un acto de generosidad.
Octava:
70-. Sin embargo, los acuerdos no duraron ni siquiera un breve espacio de tiempo, pues Cepión, hermano y sucesor en el mando de Serviliano, el autor del pacto, denunció el mismo y envió cartas afirmando que era el más indigno para los romanos. El senado en un principio convino con él en que hostigara a ocultas a Viriato como estimara oportuno. Pero como volvía a la carga de nuevo y mandaba continuas misivas, decidió romper el tratado y hacer la guerra a Viriato abiertamente. Cuando esta se hizo pública, Cepión se apoderó de la ciudad de Arsa, abandonada por Viriato, y a éste que había huido destruyendo todo a su paso, le dio alcance en Carpetania con fuerzas mucho más numerosas. Por esta razón, Viriato no juzgó conveniente entablar un combate con él, dada la inferioridad numérica de sus tropas, y ordenó retirarse al grueso de su ejército por un desfiladero oculto; al resto lo puso en orden de batalla sobre una colina y dio la impresión de que deseaba combatir. Y cuando se enteró de que los que habían sido enviados previamente se encontraban en un lugar seguro, se lanzó a galope en pos de ellos con desprecio del enemigo y con tal rapidez que ni siquiera sus perseguidores se percataron de por donde se había marchado. Y Cepión se volvió hacia los vettones y calaicos y devastó su país
71-. Como emulación de los hechos de Viriato, muchas otras bandas de salteadores hacían incursiones por Lusitania y la saqueaban. Sexto Junio Bruto fue enviado contra éstos, pero perdió la esperanza de poder perseguirlos a través de un extenso país al que circundaban ríos navegables como el Tajo, Letes, Duero y Betis. Consideraba, en efecto, que era difícil dar alcance a gentes que, como precisamente los salteadores, cambiaban de lugar con tanta rapidez, al tiempo que resultaba humillante fracasar en el intento y tampoco comportaba gloria alguna en el triunfo en la empresa. Se volvió, por tanto, contra sus ciudades en espera de tomarse venganza, de proporcionar al ejército un botín abundante y de que los salteadores se disgregaran hacia sus ciudades respectivas, cuando vieran en peligro a sus hogares. Con este propósito se dedicó a devastar todo lo que encontraba a su paso, las mujeres luchaban al lado de los hombres, y morían con ellos, sin dejar escapar jamás grito alguno al ser degolladas. Hubo algunos que escaparon también a las montañas con cuanto pudieron llevar. A éstos cuando se lo pidieron los perdonó Bruto e hizo lotes con sus bienes.
72-. Después de atravesar el río Duero, llevó la guerra a muchos lugares reclamando gran cantidad de rehenes a quienes se le entregaban, hasta que llegó al río Letes, y fue el primer romano que proyectó cruzar este río. Lo cruzó, en efecto, y llegó hasta otro río llamado Nimis e hizo una expedición contra los brácaros, que le habían arrebatado las provisiones que llevaba. Es éste un pueblo enormemente belicoso que combate juntamente con sus mujeres que llevan armas y mueren con ardor sin que ninguno de ellos haga gesto de huir, ni muestre su espalda, ni deje escapar un grito. De las mujeres que son capturadas, unas se dan muerte a sí mismas y otras, incluso, dan muerte a sus hijos con sus propias manos, alegres con la muerte más que con la esclavitud. Algunas ciudades que entonces se pasaron al lado de Bruto se sublevaron poco después y Bruto las sometió de nuevo.
73-. Se dirigió contra Talábriga, ciudad que con frecuencia había sido sometida por él y que volvía a sublevarse causándole problemas. También en aquella ocasión le solicitaron el perdón sus habitantes y se rindieron sin condiciones. Él les exigió, en primer lugar, a los desertores romanos, a los prisioneros, todas las armas que poseían y, además de esto, rehenes; después les ordenó que abandonaran la ciudad en compañía de sus hijos y mujeres. Cuando también le hubieron obedecido en esto, los rodeó con todo su ejército y pronunció un discurso reprochándoles cuántas veces se habían sublevado y habían renovado la guerra contra él. Después de haberles infundido miedo y de dar la impresión de que iba a infligirles un castigo terrible, cesó en sus reproches y les dejó volver a su ciudad para que la siguieran habitando en contra de lo que esperaban, pues les había quitado sus caballos, el trigo, cuanto dinero poseían y cualquier otro recurso público. Bruto, después de haber realizado todas estas empresas, partió hacia Roma. Yo he unido estos hechos a la narración de Viriato, puesto que fueron provocados por otros salteadores al mismo tiempo y por emulación de aquél.
Final
Y por último la variante de su muerte. No hay más cera que la que arde.
74-. Viriato envió a sus amigos más fieles, Audax, Ditalcón y Minuro, a Cepión para negociar los acuerdos de paz. Éstos, sobornados por Cepión con grandes regalos y muchas promesas, le dieron su palabra de matar a Viriato. Y lo llevaron a cabo de la manera siguiente. Viriato, debido a sus trabajos y preocupaciones, dormía muy poco y las más de las veces descansaba armado para estar dispuesto a todo de inmediato, en caso de ser despertado. Por este motivo, le estaba permitido a sus amigos visitarle durante la noche. Gracias a esta costumbre, también en esta ocasión los socios de Audax aguardándole, penetraron en su tienda en el primer sueño, so pretexto de un asunto urgente, y lo hirieron de muerte en el cuello que era el único lugar no protegido por la armadura. Sin que nadie se percatara de lo ocurrido a causa de lo certero del golpe, escaparon al lado de Cepión y reclamaron la recompensa. Éste en ese mismo momento les permitió disfrutar sin miedo de lo que poseían, pero en lo tocante a sus demandas los envió a Roma. Los servidores de Viriato y el resto del ejército, al hacerse de día, creyendo que estaba descansando, se extrañaron a causa de su descanso desacostumbradamente largo y, finalmente, algunos descubrieron que estaba muerto con sus armas. Al punto los lamentos y el pesar se extendieron por todo el campamento, llenos todos de dolor por él y temerosos por su seguridad personal al considerar en qué clase de riesgos estaban inmersos y de qué general habían sido privados. Y lo que más les afligía era el hecho de no haber encontrado a los autores.
75-. Tras haber engalanado espléndidamente el cadáver de Viriato, lo quemaron sobre una pira muy elevada y ofrecieron muchos sacrificios en su honor. La infantería y la caballería corriendo a su alrededor por escuadrones con todo su armamento prorrumpía en alabanzas al modo bárbaro y todos permanecieron en torno al fuego hasta que se extinguió. Una vez concluido el funeral, celebraron combates individuales junto a su tumba. Tan grande fue la nostalgia que de él dejó tras sí Viriato, un hombre que aún siendo bárbaro, estuvo provisto de las cualidades más elevadas de un general; era el primero en todos en arrostrar el peligro y el más justo a la hora de repartir el botín. Pues jamás aceptó tomar porción mayor aunque se lo pidieran en todas las ocasiones, e incluso aquello que tomaba lo repartía entre los más valientes. Gracias a ello tuvo un ejército con gentes de diversa procedencia sin conoce en los ocho años de esta guerra ninguna sedición, obediente siempre y absolutamente dispuesto a arrostrar los peligros, tarea ésta dificilísima y jamás conseguida fácilmente por ningún general. Después de su muerte eligieron a Tántalo, uno de ellos, como general y se dirigieron a Sagunto, ciudad que Aníbal, tras haberla tomado, había fundado de nuevo y le había dado el nombre de Cartago Nova, en recuerdo de su patria. Cuando fueron rechazados de allí y estaban cruzando el río Betis los atacó Cepión y, finalmente, Tántalo exhausto se rindió con su ejército a Cepión, a condición de que fueran tratados como un pueblo sometido. Los despojó de todas sus armas, y les concedió tierra suficiente, a fin de que no tuvieran que practicar el bandidaje por falta de recursos. Y de este modo acabó la guerra de Viriato.
No son ocho años, sino ocho duplicaciones. :-B
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“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

Apiano es la repera. Como ya he dicho muchas veces, la ciudad de Orson, donde supuestamente acampó Gneo Escipión frente a Asdrúbal mientras su hermano Publio avanzaba hasta Cástulo, se corresponde con Sagunto, es decir, con Arse. A esta ciudad también se refiere en otras ocasiones como Ilurci, “la ciudad de Arse”, Ili-Arse. Por supuesto, él no tiene ni idea de qué ciudad se trata. El propio Tito Livio la acaba identificando con Iliturgi. También Plinio la sitúa en la cabecera del Guadalquivir. Ahora bien, resulta que Apiano vuelve a cometer el mismo el fallo pero al revés. Refiriéndose a Osuna, la Ursone de los turdetanos, en esta ocasión la confunde con Sagunto, osea, con Arse.

Veamos.
“Más adelante, insistiendo de nuevo y con continuas cartas, obtuvo que el Senado rompiese abiertamente el pacto y declarase de nuevo la guerra a Viriato. Valiéndose de este decreto, Cepión tomó la ciudad de Arsa, abandonada por Viriato, y persiguió al mismo Viriato que en su huida saqueaba todo lo que a su paso encontraba, hasta la Carpetania; sus tropas eran superiores en mucho.”
Apiano.
Esta Arsa abandonada por Viriato evidentemente se trata de Osuna. La misma historia se cuenta con Fabio Máximo Emiliano:
 Cuando en Roma se enteraron de estos hechos, enviaron a Iberia a Fabio Máximo Emiliano, el hijo de Emilio Paulo, el vencedor de Perseo rey de los macedonios, y le dieron el poder de levar por sí mismo a un ejército. Como los romanos habían conquistado recientemente Cartago y Grecia y acababan de llevar a feliz término la tercera guerra macedónica, él, a fin de dar descanso a los hombres que habían venido de estos lugares, eligió a otros muy jóvenes y sin experiencia anterior alguna en la guerra, hasta completar dos legiones. Y, después de pedir otras fuerzas a los aliados, llegó a Orsón, una ciudad de Iberia, llevando en total quince mil soldados de infantería y dos mil jinetes. Desde allí, y puesto que no deseaba entablar batalla hasta que tuviese entrenado a su ejército, hizo un viaje a través del estrecho hasta Gades para realizar un sacrificio a Hércules . En este lugar, Viriato, cayendo sobre algunos que estaban cortando leña, dio muerte a muchos de ellos y aterrorizó a los restantes. Cuando su lugarteniente los dispuso de nuevo para combatir, Viriato los volvió a vencer y capturó un botín abundante. Cuando llegó Máximo, Viriato sacaba continuamente el ejército en orden de batalla para provocarle, pero aquel rehusaba un enfrentamiento con la totalidad de su ejército, pues todavía estaba ejercitándolos, aunque, en cambio, sostuvo escaramuzas muchas veces con parte de sus tropas para tantear al enemigo e infundir valor a sus propios soldados. Cuando salía a forrajear, colocaba siempre alrededor de los hombres desarmados a un cordón de legionarios y él mismo con jinetes recorría la zona, como había visto hacer cuando combatía junto a su padre Paulo en la guerra macedónica. Después que pasó el invierno, con el ejército entrenado, fue el segundo general que hizo huir a Viriato, aunque éste combatió con valentía; saqueó una de sus ciudades, incendió otra y, persiguiendo en su huida a Viriato hasta un lugar llamado Bécor, le mató a muchos hombres. Pasó el invierno en Córduba, siendo éste ya el segundo año de su mando como general en esta guerra. Y Emiliano, después de haber realizado estas campañas, partió para Roma, recibiendo el mando Quinto Pompeyo Aulo.
Precisamente es la misma Erisana cuyo asedio Viriato obliga a levantar a Serviliano forzándolo a firmar el tratado de paz que luego Cepión conseguirá anular; el primer lugar, por tanto, contra el que se dirigió Cepión.
Durante la persecución de Viriato, Serviliano empezó a rodear con un foso a Erisana, una de sus ciudades, pero Viriato entró en ella durante la noche y, la rayar el alba, atacó a los que estaban trabajando en la construcción de trincheras y les obligó a que arrojaran las palas y emprendieran la huida. Después derrotó de igual manera y persiguió al resto del ejército, desplegado en orden de batalla por Serviliano. Lo acorraló en un precipicio, de donde no había escape posible para los romanos, pero Viriato no se mostró altanero en este momento de buena fortuna sino que, por el contrario, considerando que era una buena ocasión de poner fin a la guerra mediante un acto de generosidad notable, hizo un pacto con ellos y el pueblo romano lo ratificó: que Viriato era amigo del pueblo romano y que todos los que estaban bajo su mandato eran dueños de la tierra que ocupaban.

Pero veamos lo que escribe después Apiano:
Después de su muerte eligieron a Tántalo, uno de ellos, como general y se dirigieron a Sagunto, ciudad que Aníbal, tras haberla tomado, había fundado de nuevo y le había dado el nombre de Cartago Nova, en recuerdo de su patria. Cuando fueron rechazados de allí y estaban cruzando el río Betis los atacó Cepión y, finalmente, Tántalo exhausto se rindió con su ejército a Cepión, a condición de que fueran tratados como un pueblo sometido. Los despojó de todas sus armas, y les concedió tierra suficiente, a fin de que no tuvieran que practicar el bandidaje por falta de recursos. Y de este modo acabó la guerra de Viriato.
Otra vez la misma historia pero ahora confundiendo Osuna/Orsone/Erisana/Arsa con Sagunto. Esto le gustaría a Polircetos. Queda aclarada la cuestión que él mismo planteó. Ahora se entiende que Cepión los persiguiera hasta el Betis. No tenía ningún sentido que huyendo de Sagunto trataran de cruzar el Betis; ahora ya sí. Hemos matado dos pájaros de un tiro.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

Viriato, el guerrillero lusitano, es un héroe de ficción, cuya historia se construyó mezclando las vidas de dos personajes verídicos, un turdetano llamado Cáuciro y el rebelde Sertorio. En la leyenda de Viriato se repite continuamente, en un bucle, el mismo guión, su victoria sobre los romanos al ser perseguido por éstos tras retirarse de Andalucía hacia el norte, unas veces en la misma Turdetania, otras en la Lusitania, y otras incluso en la Carpetania o Celtiberia, así hasta siete. Esa batalla fue, en la realidad, la que hizo famoso al tal Cáuciro, la de las Vulcanalia, aunque, en este caso, el héroe también murió en ella. Los ocho años posteriores de andanzas de un Viriato resucitado se inspiran, por otro lado, en el tiempo que Sertorio permaneció en Hispania, y, por supuesto, el asesinato a manos de sus capitanes también es el de Sertorio.

La ciudad de la que siempre huye Viriato aparece casi con otros tantos nombres, a uno por año, pero el que más se repite es el de Arse, Erisana u Orson, la actual Osuna y antigua Orsone, la Oxona árabe. En el relato sobre Cáuciro y la guerra lusitana, precisamente, a esta ciudad se la conoce como Ocili, Axinio y Segeda. Segeda significa lo mismo que Arse, “la fortaleza”, igual que en latín. De hecho, Apiano llega a confundir esta Arse/Segeda con aquella otra no menos famosa Arse/Seguntia, haciendo huir, en este caso a los supervivientes del ejército de Viriato tras su muerte, perseguidos por Cepión, desde Sagunto, ni más ni menos, al Guadalquivir intentándolo cruzar, una vuelta un poco rara. Se trata del trayecto en realidad entre Osuna y Fregenal de la Sierra, entre Segeda y Nertóbriga, en un punto del cual se libró la batalla, trayecto en el que, por cierto, hay que cruzar el Betis.
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Re: VIRIATO

Mensaje por Bernardo Pascual »

Quintio
66¬. "Después de esto, Viriato no despreciaba ya al enemigo como antes y obligó a sublevarse contra los romanos a los arevacos, titos y belos que eran los pueblos más belicosos. Y éstos sostuvieron por su cuenta otra guerra que recibió el nombre de "numantina" por una de sus ciudades y fue larga y penosa en grado sumo para los romanos. Yo agruparé también los concerniente a esta guerra en una narración continuada después de los hechos de Viriato. Este último tuvo un enfrentamiento con Quintio, otro general romano, en la otra parte de Iberia y, al ser derrotado, se retiró de nuevo al monte de Venus. Desde allí hizo de nuevo una salida, dio muerte a mil soldados de Quintio y le arrebató algunas enseñas. Al resto lo persiguió hasta su campamento y expulsó a la guarnición de Ituca. También devastó el país de los bastitanos, sin que Quintio acudiera en auxilio de éstos a causa de su cobardía e inexperiencia. Por el contrario, estaba invernando en Córduba desde mitad del otoño y, con frecuencia, enviaba contra él a Gayo Marcio, un ibero de la ciudad de Itálica."
En este párrafo Apiano está narrando, sin saberlo, la campaña de Nobílior, es decir, el primer año de la guerra de fuego, la huida de Segeda, la batalla de las Vulcanalia y la defección de Ocili. Compárese ahora con las campañas de Vetilio y Plaucio.

Vetilio
Vetilio, en su persecución, llegó hasta la ciudad de Tríbola. Pero Viriato, habiendo ocultado una emboscada en una espesura, continuó su huida hasta que Vetilio estuvo a la altura del lugar y, entonces, volvió sobre sus pasos y los que estaban emboscados salieron de su escondite. Por ambos lados empezaron a dar muerte a los romanos, así como a hacerlos prisioneros y a arrinconarlos contra los barrancos. Incluso Vetilio fue hecho prisionero. El soldado que lo capturó, al ver que se trataba de un hombre viejo y muy obeso, no le dio valor alguno y le dio muerte por ignorancia. De los diez mil romanos lograron escapar unos seis mil y llegar hasta Carpessos, una ciudad situada a orillas del mar, la cual creo yo que se llamaba antiguamente Tartessos por los griegos y fue su rey Argantonio, que dicen que vivió ciento cincuenta años. A los soldados que habían huido hasta Carpessos, el cuestor que acompañaba a Vetilio los apostó en las murallas llenos de temor. Y tras haber pedido y obtenido de los belos y los titos cinco mil aliados, los envió contra Viriato. Éste los mató a todos, así que no escapó ni uno que llevara la noticia. Entonces, el cuestor permaneció en la ciudad aguardando alguna ayuda de Roma.
Plaucio
Viriato penetró sin temor alguno en Carpetania, que era un país rico, y se dedicó a devastarla hasta que Gayo Plaucio llegó de Roma con diez mil soldados de infantería y mil trescientos jinetes. Entonces, de nuevo Viriato fingió que huía y Plaucio mandó en su persecución a unos cuatro mil hombres, a los cuales Viriato, volviendo sobre sus pasos, dio muerte a excepción de unos pocos. Cruzó el río Tajo y acampó en un monte cubierto de olivos, llamado monte de Venus. Allí lo encontró Plaucio y, lleno de premura por borrar su derrota, le presentó batalla. Sin embargo, tras sufrir una derrota sangrienta, huyó sin orden alguno a las ciudades y se retiró a sus cuarteles de invierno desde la mitad del verano, sin valor para presentarse en ningún sitio. Viriato, entonces, se dedicó a recorrer el pais sin que nadie le inquietase y exigía a sus poseedores el valor de la próxima cosecha y a quien no se lo entregaba, se la destruía.
En los tres textos el general romano, después de la derrota, se retira a una posición defensiva de la que ya no se atreve a salir, actuando los lusitanos a sus anchas a partir de ese momento.

Quintio
Al resto lo persiguió hasta su campamento y expulsó a la guarnición de Ituca. También devastó el país de los bastitanos, sin que Quintio acudiera en auxilio de éstos a causa de su cobardía e inexperiencia.
Vetilio
De los diez mil romanos lograron escapar unos seis mil y llegar hasta Carpessos, una ciudad situada a orillas del mar, la cual creo yo que se llamaba antiguamente Tartessos por los griegos y fue su rey Argantonio, que dicen que vivió ciento cincuenta años. A los soldados que habían huido hasta Carpessos, el cuestor que acompañaba a Vetilio los apostó en las murallas llenos de temor.
Plaucio
Sin embargo, tras sufrir una derrota sangrienta, huyó sin orden alguno a las ciudades y se retiró a sus cuarteles de invierno desde la mitad del verano, sin valor para presentarse en ningún sitio.

En los tres ejemplos, además, si bien no queda del todo claro si antes o después de la derrota, aunque todo apunta a que después, el general romano parece recurrir a un segundo contingente, en dos de ellos, en todo caso, de tropas nativas.

Quintio
Por el contrario, estaba invernando en Córduba desde mitad del otoño y, con frecuencia, enviaba contra él a Gayo Marcio, un ibero de la ciudad de Itálica.
Vetilio
Y tras haber pedido y obtenido de los belos y los titos cinco mil aliados, los envió contra Viriato. Éste los mató a todos, así que no escapó ni uno que llevara la noticia. Entonces, el cuestor permaneció en la ciudad aguardando alguna ayuda de Roma.
Plaucio
Plaucio mandó en su persecución a unos cuatro mil hombres, a los cuales Viriato, volviendo sobre sus pasos, dio muerte a excepción de unos pocos.
¿Se ve ahora? Tras la batalla, Nobílior se retiró a alguna ciudad importante de la retaguardia, bien junto al Guadalquivir o bien en la misma costa. Los celtíberos entonces recuperaron Ocili y presionaron también sobre otras ciudades bastetanas. Nobílior, diezmado su ejército, hubo de recurrir a los aliados, a los belos y a los titios. ¿Cómo es posible que, estando prácticamente cercado en Carpessos, Vetilio recurriera a unos aliados tan lejanos? ¿Qué pintan los belos y los titios aquí? En mi opinión, como ya expresé, los titios y los belos son los túrdulos y los bástulos, los del río y los de la montaña. No tienen nada que ver con los celtíberos históricos.
Nelitis neque litis

“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
Polibio
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