El castillo de Santa Catalina

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laguno
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El castillo de Santa Catalina

Mensaje por laguno »

EL CASTILLO DE SANTA CATALINA


Introducción

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Sus coordenadas son 36°43′31″N 4°23′38″O

   El castillo se levantó en la década de 1620, en la zona de la Caleta -llamada también Caleta el Marqués-, a levante de la ciudad de Málaga, en el partido de Los Almendrales -actual calle Ramos Carrión, 38-, sobre el monte Miramar y en perfecta conexión visual con el castillo de Gibralfaro (hay que tener en cuenta que en ese tiempo no había árboles ni edificios que impidieran la visión)

   Siendo el momento en el que se construyó, el siglo XVII, una época de guerra, esto determinó la necesidad de llevar a cabo una política de mejora de las fortificaciones existentes y construcción de otras nuevas, política que en la ciudad de Málaga se vio plasmada con la edificación de los bastiones de Santa Cruz, San Pedro y Santa Catalina, de los cuales, al día de hoy, tan solo quedan restos del último.

   Sobre la fecha de su construcción y quién lo ordenó, hay dos versiones:

   La primera dice que las obras del castillo objeto de este artículo corrieron por cuenta del obispo de Málaga  Francisco de Mendoza, mientras que la segunda versión habla que la construcción de los tres bastiones fue por decisión de Pedro Pacheco, consejero de Guerra de Felipe IV, tras la visita que realizó a Málaga en 1625.

   Sea como fuere, es probable que se erigiera sobre una fortaleza anterior, quizás de origen nazarí, pues parece ser que durante unas obras llevadas a cabo en la década de 1920 aparecieron restos de cerámica medieval.

   Situado a aproximadamente a kilómetro y medio de la ciudad, su diseño es obra de Sebastián de Arriola, siendo construido a base de piedra y cal por causa de su posición, presentando una planta irregular adaptada al terreno, aprovechando incluso las rocas existentes, con dos plataformas semicirculares mirando al norte y sobre las que se alzan dos torres de unos cinco metros de altura y dos baluartes de los llamados de punta de diamante. La muralla tiene entre cuatro y cinco metros de altura.

      Según se decía, en el interior de sus torres había salas de secretos con mejores condiciones acústicas que la famosa de la Alhambra. Sea como fuere, en la actualidad encontramos un edificio muy alterado, donde en los torreones se han abierto ventanas, al igual que en la muralla y en el muro norte se abrieron cuatro arcos.

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Noticias sobre el edificio

   Lo primero que he encontrado es la visita del consejero de Guerra Pedro Pacheco en 1625, el cual en su informe dice que

   "... A las espaldas de estos fuertes esta un zerro alto que queda situado al norte, que acordando el enemigo desembarcar en otra playa ue a levante haze la costa, distanzia desta de la Caleta una legua, podía venir aunque por aspero camino a ocuparle y desaloxar destos dichos fuertes nuestra gente por le quedar xxxxxxx, se acordó se hiciese otro fuerte con que quedasen guardados los de la playa y seguros del daño que de alli pudian recebir. Esto se hiço de piedra y cal, cuya planta es esta que ba a la buelta desta oja"

De esto se deduce que la orden de construcción del castillo fue anterior a 1625  y que el obispo contribuyó económica y logísticamente a ello. También se deduce del texto que en ese momento el fuerte no se llamaba de Santa Catalina sino "en lo alto de la Caleta", puesto que es el único al que no da nombre en su informe.

   El marqués de Valdecañas en su vista de inspección de 1739, lo describe como un fuerte cuadrado y pequeños torreones circulares, descripción que coincide con la que se puede leer en un informe sin firma de 1759, que dice lo mismo añadiendo que las torres se hallan en los ángulos.

   Esto sugiere dos cosas: o que ambos no estuvieron in situ inspeccionando el castillo viéndolo desde abajo o que este sufrió reformas posteriores y esto último no aparece reflejado en ninguno de los varios informes que en los siguientes cien años se realizaron.

   Antonio María de Bucarelli pasó por Málaga en 1762 durante su visita de inspección y en su informe coincide con la descripción anterior, añadiendo tan solo que había que reedificarlo y que desde allí se puede ver el antiguo castillo de San Carlos.

   Habrá que esperar a 1803 para volver a tener noticias de la traza del castillo y estas nos la proporciona Felipe de Paz y Salas, quien en su informe lo describe como situado en un peña a mil varas -836 metros- a levante del astillo de San Carlos.

   Dice que es de traza antigua con dos torreones de 5 varas de diámetro -4,18 metros- y una cortina cerrando su recinto, irregular y estrecha y aspillerado por la parte de tierra. Añade que tuvo plaza baja para cubrir su puerta y que aunque se hallaba en buen estado, le veía poca capacidad y que la elevada altura a la que se hallaba le restaba efectividad.

   Esta opinión fue compartida en un informe anónimo fechado el dos de noviembre de 1807, donde se dice que se halla retirado 150 varas del mar -125 metros- y demasiado alto, por lo que se aconsejaba hacer una batería e pareja inmediata adecuada a las necesidades para el que fue concebido.

   Es de suponer que al abandonar los franceses la ciudad en 1812, en su huida intentarían destruirlo lo más posible, como hicieron con tantos otros castillos y fortificaciones a lo largo y ancho de España. Hago esta afirmación basándome en lo que dice el informe de 1821 elaborado por Juan Pérez, pues este dice que el castillo necesitaba obras de consideración, presupuestándolas en 2030 reales de vellón, lo que se llevó a cabo.

El mariscal de campo del cuerpo de Ingenieros Mauricio Rodríguez de Berlanga pasó por Málaga en 1830 realizando una visita de inspección. En el informe que realizó, y por lo que a este castillo se refiere, dice  que se hallaba situado sobre un cerro escarpado por levante y sur y de fácil acceso por poniente y norte.

   Añade en el informe que se trataba de un castillo de pequeñas dimensiones, con hornabeque muy irregular, dos cubos en cuyas bóvedas se alojaba la guarnición y donde se guardaban los pertrechos y que cruzaba sus fuegos con los del cercano castillo de San Carlos. Decía que se acababa de restaurar y que se hallaba en buen estado.

   En 1849 recaló en Málaga en visita de inspección Miguel de Santillana, quien tras visitar el castillo que se encontraba en regular estado, que no se hallaba de servicio y que resultaba inútil porque toda la playa ya estaba descubierta y batida por el fuego del cercano castillo de San Carlos y las baterías de San Nicolás y San Felipe, en el muelle de levante, por lo que consideraba que lo mejor era demolerlo y vender o aprovechar la piedra para realizar mejoras en el citado castillo de San Carlos.

   La última noticia sobre el edificio nos la proporciona el mariscal de campo y coronel de ingenieros José Herrera García en 1857, la cual dejó plasmada en el informe que realizó tras dicha visita y que por ser la más completa que he encontrado, reproduzco según aparece escrita en su informe:

    "Edificado á distancia de un tiro de fusil de la orilla del mar, á la izquierda de la desembocadura del arroyo de la Caleta, sobre un cerro de tierra algo escarpado por el Este y por el Sud y de fácil acceso por Poniente; su forma enteramente irregular más parecido á un hornabeque sencillo con dos alas y un frente abalaurtado, cerrado por la gola con dos cubos y una cortina de 15 varas -12, 5 m- de lado que los une: su objeto es proteger la playa y la rambla de la Caleta, cruzando sus fuegos con los del castillo de San Telmo. Puede montar dos cañones de grueso calibre. [Aquí debe haberse confundido de nombre, pues no había en la zona ni en Málaga ningún castillo de ese nombre, tan solo una torre vigía el este. Está claro que se refiere al próximo castillo de San Carlos, en la playa y a poniente, a poco menos de un kilómetro]

   Se entra en él por una puerta abierta en el centro de la cortina de la gola y á la derecha se encuentran los alojamientos de la guarnición. En seguida una batería a barbeta de 20 varas de largo -16,72 m- que abraza el ala derecha y parte del frente que mira al mar; apenas puede contener dos piezas por su figura irregular; lo restante del frente del mar es un parapeto para fusilería, cuya altura y la de la banqueta son variables por seguir las desigualdades de la peña que hay en la cima del monte sobre que está el Castillo. Este frente se une con el de la gola por medio de una pared que al mismo tiempo que forma el ala izquierda de hornabeque desenfila el interior de las alturas que lo dominan por Levante. Este mismo servicio hace también la Cortina de la gola respecto a las alturas de la espalda. [o sea, el norte]

   Los alojamientos para la Tropa, consisten en las dos bovedas á prueba de los Cubos, de las cuales, la de el de la derecha, que es de cinco y media varas de diámetro -4,60 m-, sirve de repuesto, y la del de la izquierda, que tiene la misma dimensión, para cuarto de los Artilleros.

   Entre la entrada y el cubo de la derecha hay una habitación de tres por cuatro varas -2,50 x 3,34 m- para el Comandante de la guardia; y la tropa de la misma se aloja en otro cuarto entre el mismo cubo y la batería, cuyas dimensiones son de seis varas de largo y tres de ancho -5,oo x 2,5o m- La cocina y el comun están adosados al ala izquierda del hornabeque; y por último, entre la puerta de entrada y el cubo de la izquierda está situado el juego de armas.

   Dista este castillo un cuarto de legua de la Torre anterior [torre vigía de San Telmo] Su situación no es la mejor á causa de la mucha distancia que está del mar y de la grande elevación en que se encuentra, produciendo sus fuegos muy fijantes. Se encuentra en mediano estado.

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Noticias sobre su dotación

   La primera información que he obtenido sobre la dotación de este catillo es de 1739, aunque solo da noticia de los cinco cañones de diverso calibre que tenía y no de los hombres que servían en el castillo.

   En 1803, Felipe de Paz informa que está dotado de tres cañones y que admitiría otros dos de a cuatro libras, lo cual fue llevado a efecto según un informe datado en Granada en 1811, que indica que el castillo disponía de dos cañones de a veinticuatro libras y tres de a quince. Téngase en cuenta que este informe está redactado durante la ocupación francesa de la ciudad. Al igual que en los dos casos anteriores no informa de cuantos hombres sirven en el castillo.

   En 1830, el mariscal de ingenieros Rodríguez de Berlanga informa que aunque estaba preparado para soportar dos cañones de grueso calibre, resulta que no tenía ninguno montado.

   Así mismo, dice que en tiempo de paz podía tener una guarnición de un cabo, cuatro soldados de infantería y uno de artillería y que en tiempo de guerra este número podía ascender a un sargento, ocho soldados de infantería y dos de artillería, pero la realidad era bien distinta, pues se encontró con que la guarnición la formaba... un sargento de artillería.

   Miguel de Santillana, en su informe de 1849, dice que tiene capacidad para veinte soldados y para almacenar diez quintales de pólvora, pero que se hallaba en regular estado y no se hallaba de servicio.

   No he obtenido más información sobre este particular.

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Noticias en torno al castillo

   Como suele ser habitual en este tipo de edificios, no hay demasiados datos que informen de su vida a lo largo del tiempo, pudiendo señalarse tan solo algunos.

- La primera noticia que he conseguido obtener, es que en 1678 sirvió como hospital durante la epidemia de peste que se desató en Málaga a finales de mayo de ese año, traída a la ciudad por un barco procedente de Orán, el cual no solo descargó la carga que traía sino que varios marineros pernoctaron en una posada situada en la plazuela de Don Juan de Málaga, expandiendo el virus y para alejar a los contagiados del contacto con los demás ciudadanos, los médicos aconsejaron que fueran trasladados a lugares fuera de la ciudad y elevados, siendo uno de ellos el castillo de Santa Catalina.

   - En la década de los treinta del siglo XIX aun seguía operativo, pero más como prisión, supongo que militar, pues según nos informa un periódico, el veintisiete de octubre de 1833, cuatro confinados de una brigada estacionada en el castillo fueron llevados al hospital de Atarazanas, aquejados  de un cólico. Lo malo es que al día siguiente hubieron de ser llevados al hospital diecisiete confinados más aquejados de lo mismo a los que añadir otros cuarenta más que había en la brigada, todos aquejados de lo mismo.

   El motivo no fue otro que habían guisado el rancho en un caldero que no estaba bien estañado, achacándolo los médicos a la acción del óxido de cobre. Fallecieron alguno de los confinados, a los que añadir un paisano que también comió del mismo rancho. No ocurrió lo mismo con los capataces y el destacamento de ocho individuos del regimiento primero de línea, que se hallaban destacados allí custodiaban a los confinados y que comieron de diferente rancho, por lo que no tuvieron ningún percance.

   - La siguiente noticia que he obtenido es del trece de febrero de 1848, por la cual se sabe que sirvió el fuerte como escenario en un simulacro de ataque militar, al que asistieron los generales Serrano Domínguez, Ros de Olano y José Martínez Tenaquero, quien desde agosto de 1846 fue gobernador militar y jefe político de la provincia de Málaga, de grato recuerdo cuando se fue, pues limpió los caminos y pueblos de varias gavillas de bandoleros y delincuentes y reprimiendo las acciones de los revolucionarios progresistas, agradeciéndoselo la provincia con el regalo de un magnífico bastón de mando y el estado con el fajín de mariscal de campo. Cesó en el cargo en noviembre de 185o, que pasó a Cádiz con iguales empleos.

   - Lógicamente, con el avance de los tiempos y de la tecnología militar, el castillo fue perdiendo poco a poco su sentido y el estado acabó vendiéndolo junto con el terreno adyacente, desconozco a quien, pero si se sabe que para el año 1900 pertenecía a un particular con orígenes franceses. Antes de eso fue usado como lugar de vivienda de gente humilde, como se puede ver en una de las fotos.

   El francés debió poseerlo por poco tiempo, pues lo compró Salvador Ruiz Blasco, quien quería restaurarlo y convertirlo en su residencia, pero falleció antes de poder llevar a cabo el proyecto, pasando, por herencia, en 1908 a sus hijas, quienes en 1915 se lo vendieron a Manuel Loring Martínez de Heredia, marqués de Mieres, que alrededor de 1930 construyó una residencia en el lugar, aprovechando para la construcción las ruinas, integrándolas en el proyecto, creando un conjunto arquitectónico de estilo neoárabe, encargando del proyecto a los arquitectos franceses Levard y Lahalle. Quedó terminado en 1929.

   - Como anécdota ocurrida al inicio de la Guerra civil, decir a las nueve de la noche del catorce de agosto de 1936, los guardias de asalto observaron cómo desde el castillo de Santa Catalina se realizaban extrañas señales. Al acercarse a efectuar un registro, encontraron en una dependencia del castillo un aparato de señales, del cual se incautaron y detuvieron a dos personas, que resultaron ser el jardinero y el guarda del castillo, que fueron llevados a la Comisaría.

   - Tras el fin en 1937 de la guerra en Málaga, lo cedió la marquesa de Mieres para que fuese sede temporal de la oficina del Patronato Nacional de Turismo en Málaga, siendo sede de las pruebas de exámenes para aspirar a una de las cinco plazas de cocineros de albergues de carretera y paradores nacionales que se ofertaron el diez de diciembre de 1938.

- El ocho de mayo de 1943 tuvo al general Franco por huésped, quien volvió a residir en él el primero de mayo de 1956, con motivo de una visita que realizaba a algunas provincias del sur. Salió al día siguiente para Almería y a despedirle acudieron todas las autoridades y los representantes de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire. Franco estrechó la mano de todos los presentes y manifestó la satisfacción que le había producido su estancia en Málaga. A su paso por la Caleta de El Palo, el público, que en gran cantidad se había congregado, hizo objeto al Generalísimo de manifestaciones de simpatía.

   - Aquí, el veintisiete de septiembre de 1952, vio por última vez la luz el I conde de Guadalorce, Rafael Benjumea Burín, ingeniero y político, quien a través de su matrimonio con Isabel Heredia Loring-Bebel emparentó con la aristocracia malagueña.

   - El catorce de diciembre de 2001, el castillo -el hotel- fue el escenario de la entrega del premio ALAS 2001, en sus dos categorías, a la Exportación y al Emprendedor, otorgados por la Consejería de Hacienda de la Junta de Andalucía y por la Comercializadora de Productos Andaluces.

   Este castillo hoy es el emplazamiento de un hotel de lujo propiedad de una conocida cadena hotelera malagueña, en el que se conserva parte de su estructura, como los torreones y la muralla, aunque bastante transformados, habiendo añadidos sobre la obra original, como por ejemplo el paso elevado sobre unos arcos de herradura no perteneciente al primitivo castillo, así como los vanos abiertos con forma de arco de herradura de ladrillo enmarcados en alfiz en las torres.

   Está declarado Bien de Interés Cultural (BOE 29-6-1985).

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Una leyenda

Aparte de su historia real, he encontrado una historia ficticia, escrita por Francisco de Paula Lasso de la Vega, ambientada en el interior y alrededores del castillo y que por su rareza en cuanto a historias sobre estos edificios en Málaga, quiero dar a conocer.

   "Málaga, es un país ideal; es decir, ideal para los poetas, para los artistas, para los que admiran la naturaleza tanto más, cuanto más accidentada es; en cambio, Málaga tiene graves inconvenientes, para los comerciantes, para los industriales, para los que prefieren las dilatadas llanuras atiborradas de mieses y la uniformidad del horizonte, á los precipicios, á las rocas, á los bosques y á los arroyuelos murmuradores.

   Yo prefiero la primera á la segúnda; y es mi mayor delicia, contemplarla desde cualquiera de los montes que la rodean. Vista desde la altura, todo es hermoso, El cielo parece que sonríe, el agua tiene más brillo. Las gaviotas oscilan lentas en el aire con tranquilo aleteo. Las olas besan la costa con rumor de carcajada y mi espíritu, libre por unos momentos, de las preocupaciones que constituyen la cotidiana lucha por la vida, se espansiona y sueño.

    Un dia al atardecer regresaba de mi paseo por las alamedas del Limonar entre tenues celajes, brillaba en el cielo, con reflejos de plata, el lucero de la tarde. La luz y la sombra se confundían, repartiéndose por el espacio, y de entre la sombra y la luz, nacía el crepúsculo. A mi izquierda, se veía el mar con su dilatada superficie, ora risueña, ora tempestuosa; con sus abismos, que lo mismo pueden encerrar preciados tesoros, que monstruos horrorosos; mar fascinador como una sirena; gigantesco como el poder más formidable de la naturaleza; traidor y tenebroso como el alma negra y taimada de un criminal; y cómo sirviéndole de marco, una sinuosa línea, frágil unas veces, por estar formada de menuda y movediza arena, de dura roca, otras freno que no por fuerte é inamovible, deja de ser constantemente roído y tascado por el mar iracundo, bañándolo, como el corcel de espuma.

   A la derecha, la ciudad; con sus casas blancas, semejantes á una bandada de palomas descansando de las fatigas del día, y en frente, un castillo, el de Santa Catalina.

   Durante unos minutos contemplé los penachos de helechos que se elevaban airosos, para caer después lánguidos por sus esquinas; la yedra que adornaba las derrumbadas paredes; los bloques de piedra que yacían esparcidos por el suelo; los arcos de las puertas inclinados por el peso de los años; los pilares de la terraza derruidos por el tiempo y los agentes atmosféricos; los restos de las ventanas colgando de sus quicios. Había en este castillo un tinte tan misterioso, que decidí entrar en él, por si encontraba entre los fragmentos de piedra y argamasa, alguna extraña leyenda.

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   Apenas había avanzado algunos pasos en su interior, abrióse una puerta por la que apareció un anciano, que con una energía impropia á sus años, preguntó:

— ¿Quién vá?
— ¡La paz! — le contesté.  
— ¿Qué busca usted?—preguntó de nuevo lanzándome una terrible mirada.
— La historia de este castillo.
— Dicen que estas ruinas no tienen historia, tal vez, porque es muy triste, pero si quiere usted escucharla... .
—Es mi único deseo — interrumpí.
   —Pues oidla.

Solariego y extraño señor —comenzó diciendo el viejo— llamado don Diego de los Monteros, audaz y atrevido, vivía en esta torre, acostumbrado á mandar y á ser siempre obedecido. Echado una mañana de bruces sobre el alféizar de su ventana, contemplaba el embravecido mar, cuando quiso el demonio que su vista se posase en una joven bella y sencilla, hija de cierto señor, cuyo nombre no recuerdo.

   Desde aquel instante, no pensó más que en la posesión de la doncella, sin reparar en los medios, porque el tal Don Diego, no era muy escrupuloso; el caso es, que, un día no se sabe si por fuerza ó por astucia, robó y se hizo dueño de la anhelada mujer.

   Herido en lo más honde de su ser quedó un mozo de estas cercanías.

   No vivía; vagaba como un loco por el valle, y su pensamiento estaba tan lejos de la tierra, que tan indiferentes le eran los escarnios de los muchachos como las palabras compasivas de las mujeres.

   Así pasaron algunos meses; alegre don Diego y desesperado el mozo, cuando, cierto día, llegó éste al castillo, subió hasta la torre, burlando la vigilancia de los servidores. Con los pies descalzos corría por las habitaciones, sin producir ruido, buscando al miserable D. Diego.

   Por fin le halló en el mismo aposento y en la misma posición que cuando vio por primera vez á la robada doncella. El loco, se aproximó silencioso, y con agilidad y fuerza sobrehumanas, se lanzó sobre él, sujetó el cuerpo de D. Diego contra la piedra del alféizar de la ventana y le hundió una y otra vez, un puñal en la garganta.

   Los caminantes que pasaron por las inmediaciones del castillo, se estremecieron al percibir un ronco gemido, estertor de la muerte, y se horrorizaron cuando al fijarse en la ventana, vieron á D. Diego colgando medio cuerpo hacia afuera, convulso y bañado el rostro por la sangre que manaba de horribles heridas.

   Calló el anciano, y después de un corto silencio me despedí.

   ¿Será cierta la historia del viejo ó será pura fantasía?

   No lo sé. Pero esa torre, hoy despoblada, se halla cubierta de flotantes pabellones de plantas trepadoras, y del alféizar de una de las ventanas, bajan negros rieles estampados en la piedra.

   ¿De qué proceden esas señales? Tampoco lo sé. Quizás sean rastros de las lluvias, pero ¿no podrían ser también producidos por la sangre vertida por D. Diego de los Monteros?

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Fuentes documentales

Catálogo de protección arqueológica, ps. 325 y 327. Ayuntamiento de Málaga, 2009.
Description de la ciudad de Malaga y su playa y lo que fortificó en ella el Sr. don Pedro Pacheco del Consejo de Guerra de su Magestad. Año de 1626. , ps. 39 y 40. Edición facsímil. Universidad de Málaga, 1992.
Documentos sobre la defensa de la costa del Reino de Granada: (1497-1857), ps. 339 y 340. Antonio GIL ALBARRACÍN. Barcelona, 2004.
Las epidemias de Málaga, ps. 44 y 45. Narciso DÍAZ DE ESCOVAR. Málaga, 1903.
La Revista Española, 5-11-1833, p. 4.
Memoria descriptiva militar sobre la topografía, defensa y observación marítima de la costa del Reyno de Granada, ps. 56v y 57. José Herrera García. 1857.
Málaga en nuestros dias, ps. 219 y 220. José María PADRÓN RUIZ. Málaga, 1896.
Periódico ABC, 15-8-1936, p. 12.
Sangre y fuego: Málaga, p. 150. Ángel GOLLONET MEGÍAS, José MORALES LÓPEZ. Granada, 1937.
Memoria: de su labor desde la gloriosa liberación de la ciudad, el dia 8 de febrero de 1937, hasta el 30 de septiembre de 1939, p. 129. Ayuntamiento de Málaga, 1939.
Boletín Oficial del Estado,18-12-1938, p. 3022
Periódico La Vanguardia, 2-5-1956, p. 3.
https://castillodesantacatalina.es/
https://curiososincompletos.wordpress.c ... sconocida/
Grupo de Historia de Málaga en Facebook:    https://www.facebook.com/groups/historiaMalaga
Curiosidades malagueñas: colección de tradiciones, biografías, leyendas, narraciones, efemérides, etc. que compendiaran, en forma de artículos separados, la historia de Málaga y su provincia, p. 229. Narciso DÍAZ DE ESCOVAR. Málaga, 1898.
Efemérides de Málaga y su provincia. p. 519. Narciso DÍAZ DE ESCOVAR y Joaquín DÍAZ SERRANO. Malaga 1915.
Periódico La Libertad (Tortosa), 18-10-1902, p.3
Periódico ABC, 9-12-2001, p. 45. Edición de Sevilla.
Periódico La Unión Ilustrada, 23-3-1913, ps. 9 y 10
Foto aérea: Google Maps


"...como jueces de la competición están los dioses, que, naturalmente, se pondrán de nuestra parte, ya que nuestros enemigos han jurado en falso sobre ellos, mientras que nosotros, teniendo ante nuestros ojos tanta abundancia de posesiones, nos hemos mantenido firmemente apartados de ellas en virtud de nuestro juramento a los dioses" Jenofonte - Anábasis.
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Re: El castillo de Santa Catalina

Mensaje por Lutzow »

Otro magnífico trabajo de investigación sobre un castillo olvidado, mis felicitaciones Laguno... :dpm: Vaya pinta tiene ese Hotel, me gustaría pasar una noche junto al castillo, pero me huelo que mi presupuesto no me lo permite...

Saludos.
Delenda est Putinlandia

Es mejor permanecer con la boca cerrada y parecer un idiota, que abrirla y confirmarlo...
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Re: El castillo de Santa Catalina

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

Subido al portal:
https://elgrancapitan.org/portal/index. ... a-catalina
[...] y 100 millones de ducados [...]
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Josers
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Re: El castillo de Santa Catalina

Mensaje por Josers »

El castillo de Santa Catalina es una antigua construcción defensiva de acabado cristiano-medieval, que corona el cerro del mismo nombre, en una estribación de la Sierra de Jabalcuz a 820 m de altitud, desde la cual se divisa toda la ciudad de Jaén, los olivares y las montañas circundantes de la zona.

El nombre le viene dado por la capilla que se construiría en el castillo tras su conquista. La capilla de Santa Catalina de Alejandría es de estilo gótico, y fue construida entre los siglos xiii y xiv.
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Satur
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Re: El castillo de Santa Catalina

Mensaje por Satur »

Da gusto verte bien activo, Josers :ok
Cuando el líder eficaz ha dado por terminado su trabajo,
la gente dice que todo ocurrió de un modo natural.
LAO TSE.

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