El Gran Capitán entrevista a José Javier Esparza.
Publicado: 14 Abr 2018
Periodista, novelista, divulgador histórico, polémico en ocasiones, José Javier Esparza nos ha concedido algo de su tiempo para responder a una serie de preguntas que permitirán conocerlo mejor.
─ ¿Qué le empujó a escribir? ¿Cuáles han sido los autores que más le han influido?
Uno empieza a escribir porque siente la necesidad de comunicar. Eso nos pasa a todos. Además está el gusto por contar historias, ya sea creándolas o ya investigándolas, y eso ya es una vocación. Respecto a las influencias, ¡son tantas! Por citar a un solo autor, y en el ámbito de la historia, a mí me parece determinante el giro que imprimió a la disciplina Georges Duby con su acercamiento a la “historia de la vida cotidiana”. Tuve la fortuna de aprender directamente de él y, por mi parte, he tratado de que la historia entre en la vida cotidiana de la gente de hoy.
Georges Duby.
─ Es usted una persona polifacética: radio, televisión, articulista, conferenciante, escritor... ¿Se complementan de alguna manera? ¿En qué papel se encuentra más cómodo?
Yo creo que sí se complementan. En particular, el periodismo se casa con la historia a través del género divulgativo, que es el que yo más transito, ya sea en forma de ensayo o de novela (o de programa radiofónico). ¿Cómo me encuentro más cómodo? Sinceramente: con los temas que más me gustan, sea cual sea el formato.
─ ¿Cuál es su época histórica favorita?
En realidad todas son interesantes: es cuestión de saber mirar. Pero hay momentos que resultan especialmente atractivos porque nace algo imprevisible que lo cambia absolutamente todo. La Asturias del siglo IX, el descubrimiento del continente americano, el nacimiento del imperio español… Meterse en esos momentos es ver cómo el mundo cambia de repente. Y la historia de España está llena de coyunturas así.
─ La victoria imposible y contra todo pronóstico del reino de Asturias ha recibido la primera de sus atenciones literarias. ¿Por qué le atrajo tan poderosamente el tema?
Precisamente por eso: por imposible. Y porque ese milagro hizo que existiera España como luego la íbamos a conocer. Y porque en ese tránsito aparecen cosas que iban a ser determinantes en la conformación de nuestra mentalidad colectiva. Y todo eso por no hablar de las impresionantes historias personales que surgen en este episodio. Realmente es un capítulo decisivo de la historia universal.
─ Ha enlazado la reconquista con la "cruzada del Océano". ¿Constituía su prolongación natural? ¿Qué reacciones ha encontrado su planteamiento?
Lo que los reyes católicos querían inicialmente era saltar al norte de África y tomar posiciones en la vieja Mauritania Tingitana, que había sido tan romana y cristiana como España. Pero el descubrimiento de las Indias lo cambió todo e hizo que el impulso cambiara de dirección. Al final fue la propia marcha de los hechos lo que convirtió a la conquista de América en prolongación histórica de la reconquista. Por eso lo que nació allí fue otra España (la “nueva España”), y no un mero conglomerado colonial.
─ Su último libro trata sobre los tercios. ¿Por qué? ¿Existe en España un redescubrimiento de este periodo histórico?
Existe, desde luego, un redescubrimiento de la identidad histórica española, tanto en este periodo de los siglos de oro como en otros. El hecho de acercarnos a los tercios obedeció a que faltaba en las librerías un manual divulgativo que abordara el objeto desde un punto de vista general y cubriendo todo su despliegue cronológico. Hay excelentes tratados especializados y muy buenos acercamientos divulgativos a aspectos concretos, pero faltaba esa otra perspectiva. Es lo que ha intentado aportar mi “Tercios” con la ayuda inestimable de las pinturas de Ferre Clauzel.
─ Lucharon contra protestantes, franceses, turcos, chinos y hasta samuráis. ¿Qué hizo que salieran airosos en combates con adversarios tan distintos?
La tesis central de “Tercios” es que la larga supremacía de la infantería española no se debió solo al valor de nuestros soldados (que también), sino a la inteligencia de su diseño organizativo, a su capacidad de adaptación táctica según cada campo de batalla, a su apertura a la innovación técnica (en el armamento y en su uso, por ejemplo), y a la adopción de un código interno que creó un poderoso espíritu de cuerpo, sobre la base del sentido del honor, la disciplina y la apertura de las filas a gentes de cualquier clase social. Todo esto se ve con más claridad cuando comparas a los tercios con los ejércitos de otros países. Nuestra infantería representó una enorme innovación en todos los órdenes.
─ ¿Le ha sorprendido el éxito de sus obras? ¿A qué cree que se debe?
Yo creo que, en general, hoy la divulgación histórica encuentra una buena aceptación del público por dos causas fundamentales. Una, permanente, es que todos necesitamos saber de dónde venimos y quiénes somos, y la historia sirve para responder precisamente a esas preguntas. La otra, coyuntural, es que el sistema de enseñanza –y el establishment cultural español en su conjunto- han despreciado durante demasiado tiempo la historia nacional, de manera que la gente, que sigue sintiendo la necesidad natural de saber quién es, acude a las librerías para encontrar la respuesta que en la escuela no le dan. En términos más personales, tengo que decir que me resulta muy gratificante poder contribuir a esa tarea de reconstrucción de la identidad colectiva española.
─ Usted dio una conferencia en San Lorenzo del Escorial sobre la leyenda negra. ¿Qué se puede hacer para rebatirla? ¿Por qué llegamos a olvidar o no reivindicamos nuestro pasado?
¡Para contestar a esa pregunta haría falta otra conferencia! Muy sintéticamente: para rebatir la leyenda negra basta con contar la verdad, por supuesto con sus sombras, pero sin ocultar las luces, que son muchísimas. Y en cuanto a la segunda cuestión, es un problema que viene de antiguo, pero hoy tiene una causa muy identificable: nuestra clase política (y mediática), ya sea por sus servidumbres internacionales o por sus intereses locales, no tiene el menor interés en subrayar la dimensión nacional española, incluso contribuye a su ocultación o deformación. Así nos va como nos va.
─ ¿Es la historia de España una historia de guerras?
Toda la historia de todo el mundo es una historia de guerras. ¿No decía Marx que “la guerra es la partera de la historia”? En la historia, por supuesto, hay más que guerra, y a su vez la guerra viene determinada por circunstancias de otro tipo, pero no se puede contar la historia de ningún pueblo sin contar sus guerras. Las de España son frecuentemente asombrosas.
─ ¿Qué planes tiene para el futuro? ¿Puede darnos alguna pista sobre sus proyectos?
Ahora mismo trabajo en tres cosas. Una, un libro de próxima aparición en La Esfera sobre los godos. Otra, la adaptación televisiva de mis novelas sobre el origen de la reconquista. La tercera, el cierre de esa serie de novelas con un cuarto volumen, después de “El caballero del jabalí blanco”, “El reino del norte” y “Los demonios del mar”. Y después, Dios dirá.
─ ¿Qué le empujó a escribir? ¿Cuáles han sido los autores que más le han influido?
Uno empieza a escribir porque siente la necesidad de comunicar. Eso nos pasa a todos. Además está el gusto por contar historias, ya sea creándolas o ya investigándolas, y eso ya es una vocación. Respecto a las influencias, ¡son tantas! Por citar a un solo autor, y en el ámbito de la historia, a mí me parece determinante el giro que imprimió a la disciplina Georges Duby con su acercamiento a la “historia de la vida cotidiana”. Tuve la fortuna de aprender directamente de él y, por mi parte, he tratado de que la historia entre en la vida cotidiana de la gente de hoy.
Georges Duby.
─ Es usted una persona polifacética: radio, televisión, articulista, conferenciante, escritor... ¿Se complementan de alguna manera? ¿En qué papel se encuentra más cómodo?
Yo creo que sí se complementan. En particular, el periodismo se casa con la historia a través del género divulgativo, que es el que yo más transito, ya sea en forma de ensayo o de novela (o de programa radiofónico). ¿Cómo me encuentro más cómodo? Sinceramente: con los temas que más me gustan, sea cual sea el formato.
─ ¿Cuál es su época histórica favorita?
En realidad todas son interesantes: es cuestión de saber mirar. Pero hay momentos que resultan especialmente atractivos porque nace algo imprevisible que lo cambia absolutamente todo. La Asturias del siglo IX, el descubrimiento del continente americano, el nacimiento del imperio español… Meterse en esos momentos es ver cómo el mundo cambia de repente. Y la historia de España está llena de coyunturas así.
─ La victoria imposible y contra todo pronóstico del reino de Asturias ha recibido la primera de sus atenciones literarias. ¿Por qué le atrajo tan poderosamente el tema?
Precisamente por eso: por imposible. Y porque ese milagro hizo que existiera España como luego la íbamos a conocer. Y porque en ese tránsito aparecen cosas que iban a ser determinantes en la conformación de nuestra mentalidad colectiva. Y todo eso por no hablar de las impresionantes historias personales que surgen en este episodio. Realmente es un capítulo decisivo de la historia universal.
─ Ha enlazado la reconquista con la "cruzada del Océano". ¿Constituía su prolongación natural? ¿Qué reacciones ha encontrado su planteamiento?
Lo que los reyes católicos querían inicialmente era saltar al norte de África y tomar posiciones en la vieja Mauritania Tingitana, que había sido tan romana y cristiana como España. Pero el descubrimiento de las Indias lo cambió todo e hizo que el impulso cambiara de dirección. Al final fue la propia marcha de los hechos lo que convirtió a la conquista de América en prolongación histórica de la reconquista. Por eso lo que nació allí fue otra España (la “nueva España”), y no un mero conglomerado colonial.
─ Su último libro trata sobre los tercios. ¿Por qué? ¿Existe en España un redescubrimiento de este periodo histórico?
Existe, desde luego, un redescubrimiento de la identidad histórica española, tanto en este periodo de los siglos de oro como en otros. El hecho de acercarnos a los tercios obedeció a que faltaba en las librerías un manual divulgativo que abordara el objeto desde un punto de vista general y cubriendo todo su despliegue cronológico. Hay excelentes tratados especializados y muy buenos acercamientos divulgativos a aspectos concretos, pero faltaba esa otra perspectiva. Es lo que ha intentado aportar mi “Tercios” con la ayuda inestimable de las pinturas de Ferre Clauzel.
─ Lucharon contra protestantes, franceses, turcos, chinos y hasta samuráis. ¿Qué hizo que salieran airosos en combates con adversarios tan distintos?
La tesis central de “Tercios” es que la larga supremacía de la infantería española no se debió solo al valor de nuestros soldados (que también), sino a la inteligencia de su diseño organizativo, a su capacidad de adaptación táctica según cada campo de batalla, a su apertura a la innovación técnica (en el armamento y en su uso, por ejemplo), y a la adopción de un código interno que creó un poderoso espíritu de cuerpo, sobre la base del sentido del honor, la disciplina y la apertura de las filas a gentes de cualquier clase social. Todo esto se ve con más claridad cuando comparas a los tercios con los ejércitos de otros países. Nuestra infantería representó una enorme innovación en todos los órdenes.
─ ¿Le ha sorprendido el éxito de sus obras? ¿A qué cree que se debe?
Yo creo que, en general, hoy la divulgación histórica encuentra una buena aceptación del público por dos causas fundamentales. Una, permanente, es que todos necesitamos saber de dónde venimos y quiénes somos, y la historia sirve para responder precisamente a esas preguntas. La otra, coyuntural, es que el sistema de enseñanza –y el establishment cultural español en su conjunto- han despreciado durante demasiado tiempo la historia nacional, de manera que la gente, que sigue sintiendo la necesidad natural de saber quién es, acude a las librerías para encontrar la respuesta que en la escuela no le dan. En términos más personales, tengo que decir que me resulta muy gratificante poder contribuir a esa tarea de reconstrucción de la identidad colectiva española.
─ Usted dio una conferencia en San Lorenzo del Escorial sobre la leyenda negra. ¿Qué se puede hacer para rebatirla? ¿Por qué llegamos a olvidar o no reivindicamos nuestro pasado?
¡Para contestar a esa pregunta haría falta otra conferencia! Muy sintéticamente: para rebatir la leyenda negra basta con contar la verdad, por supuesto con sus sombras, pero sin ocultar las luces, que son muchísimas. Y en cuanto a la segunda cuestión, es un problema que viene de antiguo, pero hoy tiene una causa muy identificable: nuestra clase política (y mediática), ya sea por sus servidumbres internacionales o por sus intereses locales, no tiene el menor interés en subrayar la dimensión nacional española, incluso contribuye a su ocultación o deformación. Así nos va como nos va.
─ ¿Es la historia de España una historia de guerras?
Toda la historia de todo el mundo es una historia de guerras. ¿No decía Marx que “la guerra es la partera de la historia”? En la historia, por supuesto, hay más que guerra, y a su vez la guerra viene determinada por circunstancias de otro tipo, pero no se puede contar la historia de ningún pueblo sin contar sus guerras. Las de España son frecuentemente asombrosas.
─ ¿Qué planes tiene para el futuro? ¿Puede darnos alguna pista sobre sus proyectos?
Ahora mismo trabajo en tres cosas. Una, un libro de próxima aparición en La Esfera sobre los godos. Otra, la adaptación televisiva de mis novelas sobre el origen de la reconquista. La tercera, el cierre de esa serie de novelas con un cuarto volumen, después de “El caballero del jabalí blanco”, “El reino del norte” y “Los demonios del mar”. Y después, Dios dirá.
