Estimados amigos:
En esta semana estará ya disponible en algunas librerías la nueva obra de este autor y amigo del foro, "Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera", y se hallará como novedad en la feria del libro de Madrid.
Si "Españoles en la Legión Extranjera francesa" contaba la historia de esta institución a través de los españoles, este nuevo libro, sin embargo, es un compendio de peripecias sorprendentes de compatriotas que tuvieron en común su paso por las filas legionarias, con un enfoque, además, mezcla de ensayo y reportaje. Dos colaboradores de excepción: Urogallo y Casyd.
Un cordial saludo para todos.
Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín Mañes
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fernando manes
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Enhorabuena por tu nuevo libro, Joaquín, se todo el trabajo y esfuerzo que te ha costado sacar este nuevo proyecto adelante.
Espero también que sea tan bueno como su predecesor sobre el tema de los españoles en la Legión Extrangera, que es un libro que se lee muy bien y que tiene un montón de datos y curiosidades me atrevería a decir, que inéditos.
Un abrazo.
Espero también que sea tan bueno como su predecesor sobre el tema de los españoles en la Legión Extrangera, que es un libro que se lee muy bien y que tiene un montón de datos y curiosidades me atrevería a decir, que inéditos.
Un abrazo.
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Saludos.
Hace unos pocos años también yo grabé algunos testimonios de españoles que lucharon en la Legión Extranjera, tanto en la II Guerra Mundial como en Indochina (de donde, por cierto, alguno salió recomendado por el mando francés como instructor de los paracaidistas-submarinistas de Trujillo, cuerpo caribeño curioso donde los haya). A título de curiosidad, adjunto el testimonio de Eduardo Aparicio, exiliado republicano comunista:
"Vivíamos en el pueblo de Gardanne, cerca de Marsella. Tras la victoria alemana hice una colecta para recaudar dinero con qué comprar una radio y escuchar la radio inglesa. Y esto fue denunciado por un compañero de la propia compañía de trabajo. Aunque no era zona ocupada, llegó a oídos de la policía alemana y se presentaron unos de la Gestapo con la moto. El capitán de la compañía, que debía ser un francés de verdad, nos advirtió que iban a venir a buscarnos para deportarnos a Alemania, así que nos escapamos cuatro: Rojo, Arístegui, Sierra, un valenciano y yo. Esto era en vísperas del ataque alemán a la URSS.
Rojo, que había sido capitán durante la Guerra Civil, es el que nos convenció. Su argumento era que, aunque el PCE estaba en contra de alistarse en la Legión Extranjera y de integrarse en unidades combatientes, la Legión Extranjera ayudaría a los alemanes contra la URSS y eso nos daría la posibilidad de pasarnos. Y a mí, con la ingenuidad de los veinte años, me parecía lógico.Nos enrolamos en Marsella y de allí nos llevaron a un pueblo, Lunette, cerca de Montpellier. Pero el caso es que, en los quince días que daban para reflexionar en el cuartel, Rojo se lo pensó mejor y se volvió. Así que al final fuimos cuatro los que, tras un período en el sur de Francia, nos llevaron a Sidi-Bel-Abbés, en Argelia, y luego a Saida. A Sierra, que era mecánico, se lo llevaron a una unidad de caballería y creo que hizo toda la campaña de Italia y la terminó de capitán. Yo ingresé en el 2º Batallón (1) de infantería. Con sorpresa, encontré que había bastantes comunistas, pasados del Marruecos español o de Francia. Y siguiendo la consigna de que “allí donde haya camaradas, buscarlos y organizar el Partido” organizamos el PCE en las diferentes compañías, llegamos a controlar a unos 50 camaradas entre el 1º y 2º Batallón. Quien quería seguir en un partido sólo tenía esta opción, la comunista, porque allí no había otra. Había una cotización económica y un trabajo político, reuniéndonos para cambiar opiniones sobre la problemática de la guerra en general y sobre la Unión Soviética y España en particular. Esto me lo han echado en cara muchas veces, el haber estado en la Legión. Pero me arriesgaba al fusilamiento por organizar el PCE en una unidad militar francesa.
Exceptuando a los españoles y algunos polacos y belgas que habían ingresado tras la derrota de sus países, el resto de la Legión Extranjera no era más que una cuestión de degeneración. Allí no había más que destrozos humanos preocupados por la ración de vino, así los veía. Todos intentando conseguir dos “quart de pinar” en lugar de uno. Su gran fiesta era el aniversario de un oficial que había perdido un brazo en México, no sé si no tenían el brazo momificado por allá, ¡y se cogían cada borrachera! Los oficiales nos trataban a españoles, polacos y belgas con más respeto, pero nos obligaban a hacer cosas totalmente imbéciles, como cargar con una mochila con mucho peso por el desierto sin ton ni son, cantando canciones idiotas. Los suboficiales, que se habían formado en la misma Legión, eran los más imbéciles. Nosotros nos preguntábamos: “Si esto es la flor y nata del Ejército francés, ¿qué ejército es este?”. Estuvimos cerca de un campo de prisioneros en el interior, Hadjerad-Mejil.. Allí había bastantes comunistas españoles presos, Zaguán, Caballero... y muchos murieron por los malos tratos. El subjefe del campo, Dauphin, metía puñados de sal en el rancho de los prisioneros que no le gustaban, para que no pudieran comer y murieran. Cuando llegó un camarada que había sido boxeador, le señaló las tumbas y le dijo que “En un mes, tú estarás allí”. Discutimos sobre liberarlos y huir con ellos, el problema era que los árabes solían entregar a los desertores y tampoco había dónde ir después, por lo que tuvimos que desistir. Cuando De Gaulle tomó el control, fusiló al jefe y al subjefe del campo.
Un sargento jefe, de origen checoslovaco pero que llevaba allí muchos años, me hizo su asistente. Debía tenerme cierta simpatía, porque una vez me salvó de que me cortaran el pelo a cero. Cuando el desembarco aliado de noviembre de 1942 nosotros no combatimos porque estábamos en Saida. Pero a las unidades que estaban en Casablanca les tocó pelear con los angloamericanos. Nosotros no tuvimos tiempo de decidir nada, porque enseguida las autoridades cambiaron de bando. La población acogió el desembarco con alegría.
En la nueva situación, pidieron voluntarios para organizar unidades que combatiesen contra los alemanes (2). Aunque no le teníamos simpatía a Giraud – pese a que nos decían que había estado preso de los alemanes, nos parecía un oportunista que se había pasado el último momento – y menos a Darlan, al que pronto mataron, nos apuntamos casi todos los españoles. Entramos en el 1º Batallón junto a algunos belgas y bastantes polacos que luego formaron la División Anders. Como nuestra unidad era la mejor, solíamos llevar el peso de la ofensiva. Por poner un ejemplo, en el segundo ataque, que fue nocturno, íbamos con franceses del 2º Batallón y el que estaba a mi lado me dijo: ”Yo de noche veo poco. Si nos retiramos, ¿ya me ayudarás?”. Le contesté que sí, pero que había que intentar no retirarse.
Llegamos al frente bien, aunque en el traslado nuestro camión volcó y dio una vuelta de campaña, pero nos salvamos por los aros de acero de la caja. Debíamos tomar parte en la batalla final de cabo Bon, nos habían asignado un sector del frente en la ofensiva angloamericana. Yo formaba la dotación de una ametralladora, el tirador era belga y yo llevaba las cintas. Tras un bombardeo de la artillería inglesa, avanzamos con muy poca resistencia y el resto del batallón se quedó detrás, en la ladera del monte. El belga y yo solos pasamos la cima y empezamos a bajar. Comenzó el tiroteo y nosotros a tirar con la ametralladora. Al belga le acertaron con una ráfaga de tiros que le cogió ambas piernas. Como estaba tumbado, por la posición creo que le dieron los nuestros que venían detrás. Me levanté y grité: “¡Que somos de la Legión!”. Entonces oí al sargento checo que gritaba que cesasen el fuego: “¡No tirar, que son los nuestros!”.
Estábamos aislados y en posición complicada, con un compañero cosido a tiros. Pensé: “Hay que salvar a éste”, así que inutilicé el fusil ametrallador, le cogí y también un mosquetón para defendernos, pero no podía con todo y dejé el arma. Cuando llegué a lo alto resultó que nuestra compañía se había retirado. Comencé a bajar la colina y los alemanes empezaron a tirar. Sólo tiros sueltos, pero yo los oía silbar y pegaban cerca, levantando polvo. Entonces le dije: “Mira, belga, te dejo aquí y voy a buscar a alguien. Si no, nos van a matar a los dos”. Y me lancé corriendo hacia un agujero, con las balas detrás. Cuando llegué al borde veo a dos alemanes que levantan los brazos. La reacción, como no me había quedado más que con una bomba de mano, fue hacer el gesto de que iba a lanzarla. Ellos querían rendirse, pero sin armas y en tierra de nadie, no lo veía nada claro. Para engatusarlos les dije que si tenían hambre y saqué un pedazo de pan duro. Luego, como el tiroteo había cesado, les ordené “¡Hala, fuera!”. Los llevé donde el belga y les hice cargarlo hacia un barranco en dirección a nuestras líneas. Allí nos encontramos con una patrulla de la Legión, conocidos de nuestro mismo batallón, mandados por un cabo. Era un francés un poco borrachín y no se le ocurrió otra cosa que coger el subfusil, el “naranjero” decíamos nosotros, y apuntarles. Los dos alemanes se escondieron temblando detrás de mí y yo le grité al cabo:”Tu es fou? ¡Son prisioneros, son prisioneros ya!”. Afortunadamente la cosa quedó ahí. Y aproveché para comerme las galletas, las galletas que nos daban y que estaba prohibido tocar salvo casos extremos. Galletas con chocolate. Yo siempre tenía hambre en aquella época.
Terminamos la campaña del cabo Bon con la rendición de los últimos alemanes que quedaban en África. Entonces se dio cierto reconocimiento de los republicanos españoles, los oficiales declararon que “gracias a la experiencia de guerra que tenían los españoles, habían tenido éxito algunos ataques que se produjeron al final de la guerra de África”. A mí me anunciaron que iba a ser condecorado por el general Giraud con la Cruz de Guerra con Palmas por la acción del belga y los prisioneros alemanes. Pero decidimos dejar la Legión e irnos con De Gaulle, que nos parecía mejor y que llevaba muchos españoles con él.. Un día, cuatro españoles nos dijimos: “¿Porqué vamos a seguir con esta gente, borrachos e indecentes? Los de De Gaulle están en Túnez, vamos con ellos”. Uno era el chófer del coronel del regimiento, así que agarramos su automóvil y nos largamos. Estábamos a 40 kilómetros de Túnez, llegamos de noche y aparcamos en medio de los tanques americanos. Al día siguiente preguntamos por el cuartel de De Gaulle y un oficial joven nos recibió muy bien y despachó a nuestro antiguo jefe de regimiento que llegó a las cuatro horas para pedirle cuentas de nosotros y del automóvil. Por cierto, que le pidió que nos entregase por desertores. Nos metieron en el 1º Batallón de la 13 Demi-Brigade, que todos eran españoles. Tenían tanques, todos con la bandera republicana. Aquello me recordaba un poco el ejército de la República. Mucha disciplina no había, pero sin embargo había otra cosa más importante: la voluntad de ganar la guerra, un ambiente y una ideología antifascistas".
Hace unos pocos años también yo grabé algunos testimonios de españoles que lucharon en la Legión Extranjera, tanto en la II Guerra Mundial como en Indochina (de donde, por cierto, alguno salió recomendado por el mando francés como instructor de los paracaidistas-submarinistas de Trujillo, cuerpo caribeño curioso donde los haya). A título de curiosidad, adjunto el testimonio de Eduardo Aparicio, exiliado republicano comunista:
"Vivíamos en el pueblo de Gardanne, cerca de Marsella. Tras la victoria alemana hice una colecta para recaudar dinero con qué comprar una radio y escuchar la radio inglesa. Y esto fue denunciado por un compañero de la propia compañía de trabajo. Aunque no era zona ocupada, llegó a oídos de la policía alemana y se presentaron unos de la Gestapo con la moto. El capitán de la compañía, que debía ser un francés de verdad, nos advirtió que iban a venir a buscarnos para deportarnos a Alemania, así que nos escapamos cuatro: Rojo, Arístegui, Sierra, un valenciano y yo. Esto era en vísperas del ataque alemán a la URSS.
Rojo, que había sido capitán durante la Guerra Civil, es el que nos convenció. Su argumento era que, aunque el PCE estaba en contra de alistarse en la Legión Extranjera y de integrarse en unidades combatientes, la Legión Extranjera ayudaría a los alemanes contra la URSS y eso nos daría la posibilidad de pasarnos. Y a mí, con la ingenuidad de los veinte años, me parecía lógico.Nos enrolamos en Marsella y de allí nos llevaron a un pueblo, Lunette, cerca de Montpellier. Pero el caso es que, en los quince días que daban para reflexionar en el cuartel, Rojo se lo pensó mejor y se volvió. Así que al final fuimos cuatro los que, tras un período en el sur de Francia, nos llevaron a Sidi-Bel-Abbés, en Argelia, y luego a Saida. A Sierra, que era mecánico, se lo llevaron a una unidad de caballería y creo que hizo toda la campaña de Italia y la terminó de capitán. Yo ingresé en el 2º Batallón (1) de infantería. Con sorpresa, encontré que había bastantes comunistas, pasados del Marruecos español o de Francia. Y siguiendo la consigna de que “allí donde haya camaradas, buscarlos y organizar el Partido” organizamos el PCE en las diferentes compañías, llegamos a controlar a unos 50 camaradas entre el 1º y 2º Batallón. Quien quería seguir en un partido sólo tenía esta opción, la comunista, porque allí no había otra. Había una cotización económica y un trabajo político, reuniéndonos para cambiar opiniones sobre la problemática de la guerra en general y sobre la Unión Soviética y España en particular. Esto me lo han echado en cara muchas veces, el haber estado en la Legión. Pero me arriesgaba al fusilamiento por organizar el PCE en una unidad militar francesa.
Exceptuando a los españoles y algunos polacos y belgas que habían ingresado tras la derrota de sus países, el resto de la Legión Extranjera no era más que una cuestión de degeneración. Allí no había más que destrozos humanos preocupados por la ración de vino, así los veía. Todos intentando conseguir dos “quart de pinar” en lugar de uno. Su gran fiesta era el aniversario de un oficial que había perdido un brazo en México, no sé si no tenían el brazo momificado por allá, ¡y se cogían cada borrachera! Los oficiales nos trataban a españoles, polacos y belgas con más respeto, pero nos obligaban a hacer cosas totalmente imbéciles, como cargar con una mochila con mucho peso por el desierto sin ton ni son, cantando canciones idiotas. Los suboficiales, que se habían formado en la misma Legión, eran los más imbéciles. Nosotros nos preguntábamos: “Si esto es la flor y nata del Ejército francés, ¿qué ejército es este?”. Estuvimos cerca de un campo de prisioneros en el interior, Hadjerad-Mejil.. Allí había bastantes comunistas españoles presos, Zaguán, Caballero... y muchos murieron por los malos tratos. El subjefe del campo, Dauphin, metía puñados de sal en el rancho de los prisioneros que no le gustaban, para que no pudieran comer y murieran. Cuando llegó un camarada que había sido boxeador, le señaló las tumbas y le dijo que “En un mes, tú estarás allí”. Discutimos sobre liberarlos y huir con ellos, el problema era que los árabes solían entregar a los desertores y tampoco había dónde ir después, por lo que tuvimos que desistir. Cuando De Gaulle tomó el control, fusiló al jefe y al subjefe del campo.
Un sargento jefe, de origen checoslovaco pero que llevaba allí muchos años, me hizo su asistente. Debía tenerme cierta simpatía, porque una vez me salvó de que me cortaran el pelo a cero. Cuando el desembarco aliado de noviembre de 1942 nosotros no combatimos porque estábamos en Saida. Pero a las unidades que estaban en Casablanca les tocó pelear con los angloamericanos. Nosotros no tuvimos tiempo de decidir nada, porque enseguida las autoridades cambiaron de bando. La población acogió el desembarco con alegría.
En la nueva situación, pidieron voluntarios para organizar unidades que combatiesen contra los alemanes (2). Aunque no le teníamos simpatía a Giraud – pese a que nos decían que había estado preso de los alemanes, nos parecía un oportunista que se había pasado el último momento – y menos a Darlan, al que pronto mataron, nos apuntamos casi todos los españoles. Entramos en el 1º Batallón junto a algunos belgas y bastantes polacos que luego formaron la División Anders. Como nuestra unidad era la mejor, solíamos llevar el peso de la ofensiva. Por poner un ejemplo, en el segundo ataque, que fue nocturno, íbamos con franceses del 2º Batallón y el que estaba a mi lado me dijo: ”Yo de noche veo poco. Si nos retiramos, ¿ya me ayudarás?”. Le contesté que sí, pero que había que intentar no retirarse.
Llegamos al frente bien, aunque en el traslado nuestro camión volcó y dio una vuelta de campaña, pero nos salvamos por los aros de acero de la caja. Debíamos tomar parte en la batalla final de cabo Bon, nos habían asignado un sector del frente en la ofensiva angloamericana. Yo formaba la dotación de una ametralladora, el tirador era belga y yo llevaba las cintas. Tras un bombardeo de la artillería inglesa, avanzamos con muy poca resistencia y el resto del batallón se quedó detrás, en la ladera del monte. El belga y yo solos pasamos la cima y empezamos a bajar. Comenzó el tiroteo y nosotros a tirar con la ametralladora. Al belga le acertaron con una ráfaga de tiros que le cogió ambas piernas. Como estaba tumbado, por la posición creo que le dieron los nuestros que venían detrás. Me levanté y grité: “¡Que somos de la Legión!”. Entonces oí al sargento checo que gritaba que cesasen el fuego: “¡No tirar, que son los nuestros!”.
Estábamos aislados y en posición complicada, con un compañero cosido a tiros. Pensé: “Hay que salvar a éste”, así que inutilicé el fusil ametrallador, le cogí y también un mosquetón para defendernos, pero no podía con todo y dejé el arma. Cuando llegué a lo alto resultó que nuestra compañía se había retirado. Comencé a bajar la colina y los alemanes empezaron a tirar. Sólo tiros sueltos, pero yo los oía silbar y pegaban cerca, levantando polvo. Entonces le dije: “Mira, belga, te dejo aquí y voy a buscar a alguien. Si no, nos van a matar a los dos”. Y me lancé corriendo hacia un agujero, con las balas detrás. Cuando llegué al borde veo a dos alemanes que levantan los brazos. La reacción, como no me había quedado más que con una bomba de mano, fue hacer el gesto de que iba a lanzarla. Ellos querían rendirse, pero sin armas y en tierra de nadie, no lo veía nada claro. Para engatusarlos les dije que si tenían hambre y saqué un pedazo de pan duro. Luego, como el tiroteo había cesado, les ordené “¡Hala, fuera!”. Los llevé donde el belga y les hice cargarlo hacia un barranco en dirección a nuestras líneas. Allí nos encontramos con una patrulla de la Legión, conocidos de nuestro mismo batallón, mandados por un cabo. Era un francés un poco borrachín y no se le ocurrió otra cosa que coger el subfusil, el “naranjero” decíamos nosotros, y apuntarles. Los dos alemanes se escondieron temblando detrás de mí y yo le grité al cabo:”Tu es fou? ¡Son prisioneros, son prisioneros ya!”. Afortunadamente la cosa quedó ahí. Y aproveché para comerme las galletas, las galletas que nos daban y que estaba prohibido tocar salvo casos extremos. Galletas con chocolate. Yo siempre tenía hambre en aquella época.
Terminamos la campaña del cabo Bon con la rendición de los últimos alemanes que quedaban en África. Entonces se dio cierto reconocimiento de los republicanos españoles, los oficiales declararon que “gracias a la experiencia de guerra que tenían los españoles, habían tenido éxito algunos ataques que se produjeron al final de la guerra de África”. A mí me anunciaron que iba a ser condecorado por el general Giraud con la Cruz de Guerra con Palmas por la acción del belga y los prisioneros alemanes. Pero decidimos dejar la Legión e irnos con De Gaulle, que nos parecía mejor y que llevaba muchos españoles con él.. Un día, cuatro españoles nos dijimos: “¿Porqué vamos a seguir con esta gente, borrachos e indecentes? Los de De Gaulle están en Túnez, vamos con ellos”. Uno era el chófer del coronel del regimiento, así que agarramos su automóvil y nos largamos. Estábamos a 40 kilómetros de Túnez, llegamos de noche y aparcamos en medio de los tanques americanos. Al día siguiente preguntamos por el cuartel de De Gaulle y un oficial joven nos recibió muy bien y despachó a nuestro antiguo jefe de regimiento que llegó a las cuatro horas para pedirle cuentas de nosotros y del automóvil. Por cierto, que le pidió que nos entregase por desertores. Nos metieron en el 1º Batallón de la 13 Demi-Brigade, que todos eran españoles. Tenían tanques, todos con la bandera republicana. Aquello me recordaba un poco el ejército de la República. Mucha disciplina no había, pero sin embargo había otra cosa más importante: la voluntad de ganar la guerra, un ambiente y una ideología antifascistas".
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.
"Caperucita y otros relatos vascos de terror"
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Rafa.Rodrigo (kappo)
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Mucha suerte, siempre es un placer leer obras de este estilo y de buenos amigos.
¿Estará en la feria del libro?
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[...] y 100 millones de ducados [...]
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Tosk
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Joaquín, te deseo el mejor de los éxitos amigo, que por otra parte sé que tendrás, premio al esfuerzo y dedicacion que siempre se traduce en los buenos libros.
Un abrazo grande.
Un abrazo grande.
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fernando manes
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
¡¡Muchas gracias,Tosk, Rafael!!
Estaremos en la feria del libro, en Almena y Gabriel Molina, al menos que me conste...
Un cordial saludo.
Estaremos en la feria del libro, en Almena y Gabriel Molina, al menos que me conste...
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CASYD
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
La portada, para que a nadie se le escape: 
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CASYD
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Un breve texto que anticipa lo que se puede leer en el libro:
Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera es la historia de unos españoles que les tocó vivir una época complicada, llena de dificultades y que el destino, de forma implacable, los llevó a conflictos en tierras lejanas para que lucharan en guerras que no eran emocionalmente las suyas y lo hicieran cubiertos con el quepis blanco.
Entre estos compatriotas los hubo analfabetos, también universitarios, muchos fueron desertores, otros, como el legionario José Lillo Lorite, espíritus indómitos y aventureros en la mejor tradición de nuestros ancestros del siglo XVI; los hubo que no resistieron o se convencieron de que aquello no era su destino y desertaron de la Legión Extranjera, aunque para ello tuvieron que arrostrar más peligros y aventuras que si hubieran permanecido siendo legionarios; también españoles muy coherentes ideológicamente, por lo que lucharon con el Vietminh, sumergidos en un mundo radicalmente diferente al suyo pero sintiéndose identificados en lo político o, simplemente, fueron hombres que vivieron sus vidas como una verdadera aventura, al pairo de los vaivenes de su destino, un destino a veces trágico hasta lo inimaginable, como el de Blas de la Corte, que desde las filas de la Legión terminó en Mauthausen, el infierno en vida, el mayor horror ideado por el hombre sin explicación alguna, un superviviente por la inteligencia, espíritu y naturaleza física para superar el terror del sufrimiento sin límite.
La libertad del hombre está en saber elegir el cómo desea comportarse en unas circunstancias que le vienen dadas, su opción, la libertad, es siempre moral.
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Me lo apunto.
Joaquín, la editorial piensa en sacarlo en e-book??.
Saludos
Joaquín, la editorial piensa en sacarlo en e-book??.
Saludos
Pepe
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fernando manes
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Pues no, estimado Pepero, de momento no...
Un cordial saludo.
Un cordial saludo.
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Urogallo
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
¡Enhorabuena Joaquín! Espero que esté lleno de jugosas historias sobre Indochina.
"Adoro Alemania. Por eso me gusta que haya dos" Charles de Gaulle.
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CASYD
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Como comenta Joaquín, “Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera” es un libro que se ha alimentado por sí mismo gracias a su predecesor “Españoles en la Legión Extranjera Francesa”, ya que gracias a él, el autor recibió una cascada de llamadas, correos electrónicos y mensajes de españoles cuyos familiares habían pertenecido a esta emblemática unidad y que le proporcionaron suficiente información y ánimos para proseguir la investigación e incluir estas nuevas historias de nuestros compatriotas en un nuevo e enriquecedor libro.
¿Qué mueve a un español a enrolarse en la Legión Extranjera?. Es muy complejo responder a esta pregunta, ya que el perfil del candidato ha cambiado mucho con el tiempo. La afluencia masiva de españoles se produjo durante el estallido de la Guerra Civil, muchos huyeron de España a través de los Pirineos y la única posibilidad de encontrar una vida mejor que les quedó fue esa, posteriormente en la posguerra el hambre hizo que de nuevo fueran muchas las solicitudes entre los nuestros, y en las últimas décadas prima el espíritu aventurero y el de pertenecer a un grupo militar de élite. Eran épocas distintas, pero el espíritu de la Legión, los valores que cultiva, la franqueza en el trato, el gusto por el esfuerzo, la solidaridad y el espíritu de cuerpo, permanecen inalterables.
El encanto de la Legión Extranjera es indudable, el nombre evoca la batalla de Camerone, una derrota que se celebra cada año como si fuese una victoria, la cruenta y agónica batalla de Dien Bien Phu, donde los Legionarios se batieron con honor y de nuevo fueron derrotados, y la durísima e indiscriminada guerra de Argelia, donde las atrocidades que se cometieron aún permanecen grabadas a fuego entre los pocos supervivientes que fueron testigos de ella.
El grueso del libro nos narra las vivencias de los nuestros en Indochina, donde la sangría hacía que con apenas un par de meses de instrucción los hombres embarcaran y se dirigieran al frente. Las vivencias son narradas con gran profusión de detalles, cada hombre tenía sus circunstancias, sus motivaciones y su historia, algunos desertaron, otros se pasaron al enemigo, también los hubo que murieron o sufrieron cautiverio, y otros que se licenciaron y prosiguieron su vida en el más profundo anonimato. Fueron las de los españoles que llegaron a Indochina vidas vividas con gran intensidad, huyendo de su país y de la necesidad se enrolaron en una guerra donde la muerte acechaba en todos los rincones, algo durísimo de sentir y muy interesante de leer. (Todo ello acompañado de forma magistral por citas recogidas de libros de Erwan Bergot, John Keegan, Oriana Fallaci...etc)
Otro breve capítulo nos habla de historia, y en el se nos narra lo que sucedió tras la derrota de los franceses y la consiguiente llegada de los americanos, el gobierno del católico Diem, los conflictos con los bonzo y todas las consecuencias que acarreó para el mundo en general y occidente en particular la derrota de Dien Bien Phu: el fin del colonialismo que tuvo su punto siguente en la guerra de Argelia.
Poco se conoce en España sobre este conflicto y los testimonios que recoge Joaquín son desgarradores debido a su gran su intensidad y por la franqueza y naturalidad con que se hacen.
Finaliza el trabajo con testimonios más actuales, españoles han llegado a crecer de forma notable en el escalafón y que han recorrido medio mundo en diferentes misiones y cursos de formación. Actualmente los efectivos de la Legión son reducidos, muchos aspirantes y muy pocos admitidos, lo que hace que la preparación de sus miembros sea excepcional, dando un plus de valor a esta circunstancia.
Por último Joaquín se pregunta y medita:¿tiene futuro la Legión Extranjera?. La cultura occidental del culto al confort material, la falta de esfuerzo, la permisividad y la negación de la fuerza de espíritu contrasta con todo lo que proclama la Legión, el honor, el respeto a las tradiciones, la camaradería, el sacrificarse por los demás y el hacer lo que te toca sin esperar nada a cambio. Es por ello que ahora priman en la Legión hombres de países del Este, países por lo general pobres, con hombres duros y que conocen lo que es pasarlo mal.
Libro por tanto muy interesante, ameno de leer y totalmente recomendable.
¿Qué mueve a un español a enrolarse en la Legión Extranjera?. Es muy complejo responder a esta pregunta, ya que el perfil del candidato ha cambiado mucho con el tiempo. La afluencia masiva de españoles se produjo durante el estallido de la Guerra Civil, muchos huyeron de España a través de los Pirineos y la única posibilidad de encontrar una vida mejor que les quedó fue esa, posteriormente en la posguerra el hambre hizo que de nuevo fueran muchas las solicitudes entre los nuestros, y en las últimas décadas prima el espíritu aventurero y el de pertenecer a un grupo militar de élite. Eran épocas distintas, pero el espíritu de la Legión, los valores que cultiva, la franqueza en el trato, el gusto por el esfuerzo, la solidaridad y el espíritu de cuerpo, permanecen inalterables.
El encanto de la Legión Extranjera es indudable, el nombre evoca la batalla de Camerone, una derrota que se celebra cada año como si fuese una victoria, la cruenta y agónica batalla de Dien Bien Phu, donde los Legionarios se batieron con honor y de nuevo fueron derrotados, y la durísima e indiscriminada guerra de Argelia, donde las atrocidades que se cometieron aún permanecen grabadas a fuego entre los pocos supervivientes que fueron testigos de ella.
El grueso del libro nos narra las vivencias de los nuestros en Indochina, donde la sangría hacía que con apenas un par de meses de instrucción los hombres embarcaran y se dirigieran al frente. Las vivencias son narradas con gran profusión de detalles, cada hombre tenía sus circunstancias, sus motivaciones y su historia, algunos desertaron, otros se pasaron al enemigo, también los hubo que murieron o sufrieron cautiverio, y otros que se licenciaron y prosiguieron su vida en el más profundo anonimato. Fueron las de los españoles que llegaron a Indochina vidas vividas con gran intensidad, huyendo de su país y de la necesidad se enrolaron en una guerra donde la muerte acechaba en todos los rincones, algo durísimo de sentir y muy interesante de leer. (Todo ello acompañado de forma magistral por citas recogidas de libros de Erwan Bergot, John Keegan, Oriana Fallaci...etc)
Otro breve capítulo nos habla de historia, y en el se nos narra lo que sucedió tras la derrota de los franceses y la consiguiente llegada de los americanos, el gobierno del católico Diem, los conflictos con los bonzo y todas las consecuencias que acarreó para el mundo en general y occidente en particular la derrota de Dien Bien Phu: el fin del colonialismo que tuvo su punto siguente en la guerra de Argelia.
Poco se conoce en España sobre este conflicto y los testimonios que recoge Joaquín son desgarradores debido a su gran su intensidad y por la franqueza y naturalidad con que se hacen.
Finaliza el trabajo con testimonios más actuales, españoles han llegado a crecer de forma notable en el escalafón y que han recorrido medio mundo en diferentes misiones y cursos de formación. Actualmente los efectivos de la Legión son reducidos, muchos aspirantes y muy pocos admitidos, lo que hace que la preparación de sus miembros sea excepcional, dando un plus de valor a esta circunstancia.
Por último Joaquín se pregunta y medita:¿tiene futuro la Legión Extranjera?. La cultura occidental del culto al confort material, la falta de esfuerzo, la permisividad y la negación de la fuerza de espíritu contrasta con todo lo que proclama la Legión, el honor, el respeto a las tradiciones, la camaradería, el sacrificarse por los demás y el hacer lo que te toca sin esperar nada a cambio. Es por ello que ahora priman en la Legión hombres de países del Este, países por lo general pobres, con hombres duros y que conocen lo que es pasarlo mal.
Libro por tanto muy interesante, ameno de leer y totalmente recomendable.
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fernando manes
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
¡¡Muchas gracias, Casyd,tus comentarios recogen perfectamente el contenido y espíritu del libro!!
En el artículo de Jacinto Antón, publicado en El País, edición Cataluña, del pasado 2 de mayo, con el título "Comida con la Legión Extranjera", aparecen los testimonios, muy brevemente reseñados, de algunos de los protagonistas de este libro...
Un cordial saludo para todos los foristas.
En el artículo de Jacinto Antón, publicado en El País, edición Cataluña, del pasado 2 de mayo, con el título "Comida con la Legión Extranjera", aparecen los testimonios, muy brevemente reseñados, de algunos de los protagonistas de este libro...
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Urogallo
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Un ejemplo de la evolución de los tiempos: Hubo muchos más españoles en Indochina que en Argelia. El reclamo de la emigración a toca costa ya no existía.
"Adoro Alemania. Por eso me gusta que haya dos" Charles de Gaulle.
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Noviscum Deus
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
En "El País" de hoy entrevista a Joaquín Mañes. Corta pero interesente.
Como el sastre se sirve de la aguja para juntar retazos, así usé yo de mi espada para unir provincias separadas. Desde que la razón me despuntó, nada me pareció tan odioso como la fragmentación del imperio. Pregunta a mis fronteras si queda algún lugar en poder enemigo. Te contestarán que no; pero si afirmativamente te dijeran, presto allí llegaría enlorigado, empuñando mi espada. Interroga también a los cráneos de los súbditos rebeldes, que brillan a la luz del sol, esparcidos sobre la llanura como calabazas hendidas, te dirán que los he abatido sin descanso.
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CASYD
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Aquí le vemos, armado y con el Kepi Blanc:Noviscum Deus escribió:En "El País" de hoy entrevista a Joaquín Mañes. Corta pero interesente.
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/ ... 23901.html
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Tosk
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Muy interesantye artículo, muy bueno.
Eso sí, buena foto...y buena bilbioteca
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Germánico
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Si no recuerdo mal, el pie de foto decía que estaba en un museo o en una Fundación... Pero no estoy seguro.
Recuerda que el foro es un espacio privado de acceso público. Respeta las normas.
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fernando manes
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Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
Estimados amigos:
La foto fue realizada en la tienda de coleccionismo militar, y librería, Militaria, en Barcelona, c/Bruc, 87.
Un cordial saludo.
La foto fue realizada en la tienda de coleccionismo militar, y librería, Militaria, en Barcelona, c/Bruc, 87.
Un cordial saludo.
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fernando manes
- Soldado de 1ª
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- Registrado: 25 Sep 2009
Re: Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera, de Joaquín M
El gobierno francés ha dado marcha atrás en la reducción de sus efectivos para volver al aumento de los alistamientos y de cuya medida se ha visto beneficiada la Legión extranjera, que habiéndose quedado con un formato muy reducido, de unos 6.800 legionarios, en el límite de sus capacidades operativas,se incrementará en unos setecientos legionarios más para este año, dotándose así de una fuerza de unos 7.500 hombres en total.
El regimiento que renacerá de sus cenizas será la mítica 13 DBLE, que actualmente se encuentra en los Emiratos Árabes Unidos con un componente permanente de tan solo unos setenta hombres, nutriéndose de compañías turnantes de otras unidades. Para el año que viene se instalará en Larzac, Francia, para alcanzar un contingente de unos 1.000 legionarios.
Por otra parte, el alistamiento de los españoles también ha crecido algo... ¡La leyenda de este cuerpo militar sigue viva!
Un cordial saludo a todos los foristas
El regimiento que renacerá de sus cenizas será la mítica 13 DBLE, que actualmente se encuentra en los Emiratos Árabes Unidos con un componente permanente de tan solo unos setenta hombres, nutriéndose de compañías turnantes de otras unidades. Para el año que viene se instalará en Larzac, Francia, para alcanzar un contingente de unos 1.000 legionarios.
Por otra parte, el alistamiento de los españoles también ha crecido algo... ¡La leyenda de este cuerpo militar sigue viva!
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