Lutzow escribió:Yo tengo predilección por las chicas que adornan las revistas que nos ofrece Gral Fernando (sin una alta moral no hay vistoria posible), pero aquí tienes un par de imágenes de Lyudmyla Pavlichenko:
¿Están confirmadas sus más de 300 victorias o hay bastante de propaganda en todo ello? Teniendo en cuenta que sólo actuó durante unos meses tres centenares de muertos me parece una barbaridad...
Saludos.
Estupendas fotos
Hace años escribí el currículo de la Pavlichenko para un artículo de la fenecida revista "Historia 16". Creo que, aunque este es un hilo "visual", merece la pena rescatarlo:
Ludmila Pavlichenko
PAVLICHENKO, Ludmila Mikhailovna (1916-1974). Heroína soviética. Esta parca definición sacada de una enciclopedia de mujeres describe a una de las mejores francotiradoras de todos los tiempos. Nacida en el pueblo ucraniano de Belaya Tserkov el 12 de julio de 1916, la joven Lyuda era una estudiante dotada, pero con un carácter independiente y obstinado que irritaba a sus profesores. Cuando terminó el noveno grado sus padres se trasladaron a Kiev. Allí comenzó a simultanear los estudios con el trabajo en un arsenal y se apuntó a un club de tiro donde pronto desarrolló su talento de tiradora excepcional. Cuando los alemanes atacaron la URSS el 22 de junio 1941, Ludmila tenía 24 años y se especializaba en Historia en la Universidad de Kiev. Nada más conocer la noticia, como muchos de sus compañeros de clase, se precipitó al centro de reclutamiento para participar en la lucha. El oficial que la atendió la miró con asombro: con sus uñas largas y cuidadas, el peinado y la ropa a la moda, parecía más una modelo que un futuro soldado. Pavlichenko, molesta por la risilla del militar, sacó su certificado de puntería. No convenció al oficial, que le sugirió se enrolase como enfermera de campaña. Ella se negó y, dada la angustiosa situación bélica, consiguió finalmente ingresar en el Ejército Rojo.
Tras una más que somera instrucción fue adscrita como tiradora a la 25 División de Infantería. Le dieron el vetusto Moisin-Nagant, un fusil de cerrojo adecuado para el sufrido labrador zarista, no para una joven universitaria. Al principio la ucraniana era zarandeada por el retroceso: los propios campesinos describían como “una coz de mula” el latigazo que daban sus más de cuatro kilos al disparar. Una segunda dificultad residía en enmascarar los 123 cm de longitud del arma. Su única sofisticación consistía en una mira telescópica de cuatro aumentos. Convencidos de las cualidades militares de Ludmila y de su fidelidad al Partido, sus superiores la mandaron a primera línea.
Era agosto de 1941, transcurrían dos meses desde la invasión y ella defendía junto a su observador una colina estratégica cerca del pueblo de Belyayevka. Allí se anotó sus dos primeros muertos. En los dos meses y medio siguientes, combatiendo en la región de Odessa, su puntería se reveló mortífera: el mando le adjudicó haber causado 187 bajas al enemigo. Pero los rumanos cercaron Odessa en septiembre y hubo de retirarse. Caída Kiev, el aluvión alemán parecía imparable. En noviembre los restos del Ejército Soviético Independiente Marítimo del que formaba parte su división se encerraron en Sebastopol. El principal bastión de la península de Crimea tenía fama de inexpugnable: lo protegían 19 fortificaciones excavadas en la roca y un centenar de fortines, guarnecidos por 100.000 soldados. El Eje utilizó medios excepcionales para tomar la ciudad, entre ellos un cañón gigante que disparaba proyectiles de 7 toneladas. La lucha contra los alemanes del XI Ejército y los rumanos del III Ejército era feroz y Pavlichenko destacó como la más eficaz de los combatientes. Para entonces había abandonado el viejo Moisin y obtenido un arma más adecuada a sus características: un SVT 40, prototipo de los fusiles de asalto actuales. Funcionaba sin necesidad de tirar del cerrojo a cada disparo y, aunque era condenadamente complicado mantenerlo en funcionamiento, Ludmila prefería pasar sus horas de descanso desmontándolo, limpiando y limando sus piezas a cambio de disponer de un arma de primera. En mayo de 1942 se le otorgó un honor excepcional: fue citada en el parte de guerra del Frente Meridional por haber acreditado la muerte de 257 alemanes y rumanos. Recibió el ascenso a teniente por méritos de guerra. Pero en junio la cazaron a ella. No fue un francotirador enemigo, sino las esquirlas de un mortero, uno más de los millones que cayeron sobre el sitiado Sebastopol. Su registro estaba entonces en los 309 enemigos muertos. El Alto Mando Soviético ordenó que fuese evacuada en un submarino para evitar que los nazis la capturaran. Sebastopol cayó en julio de 1942, pero Ludmila estuvo entre los 1.300 afortunados que lograron escapar.
Durante el resto de la guerra no volvió a combatir, dedicándose a labores de propaganda. Con el status de “Héroe de la Unión Soviética” viajó a Estados Unidos. Allí el “New York Times” le dedicó una portada, participó en la Asamblea Internacional de Estudiantes celebrada en Washington y dio multitudinarias conferencias en Nueva York. Durante un acto en el Estadio Madison, la empresa Colt le regaló una pistola automática intentando aprovechar su figura como reclamo publicitario. El cantante Woody Guthrie le dedicó la siguiente canción a finales de 1942. Su mezcla de lirismo tejano y terminología revolucionaria suena extraña a nuestros oídos: La señorita Pavlichenko es bien conocida de la fama / Su país es Rusia, la lucha su juego / Todo el mundo la querrá por siempre / Más de trescientos nazis cayeron bajo su arma / Cayeron por su arma, sí /Cayeron por su arma / Más de 300 nazis cayeron por su arma / La señorita Pavlichenko es bien conocida de la fama /Su país es Rusia, la lucha su juego / Su sonrisa brilla tanto como el nuevo sol de la mañana / Pero más de trescientos perros nazis cayeron por su arma / En el calor de su ardiente verano, en la fría nieve del invierno / Con cualquier tiempo usted sigue derribando a sus enemigos / Este mundo amará su cara dulce lo mismo que yo / Más de trescientos nazis murieron bajo su arma.