Esta imagen refleja la evolución desde el castillo medieval a la fortificación moderna.
La artillería revolucionó la arquitectura militar. En la edad media se buscaba construir torres altas, murallas altas, y además construidos en elevaciones del terreno. La altura era un factor positivo: era difícil de escalar. Pero los cañones hacen que lo que hasta entonces era positivo se convierta en todo lo contrario, una torre alta es un blanco ideal.
Entre 1520 y 1530 se crea un nuevo estilo de fortificaciones en Italia. ¿Por qué allí? Porque allí era donde se estaban librando las guerras del momento, entre Francisco I de Francia y Carlos I de España. Además en Italia hay magníficos ingenieros y arquitectos que son contratados en otros países, y así difunden el nuevo estilo, conocido como la Traza Italiana.
Un ejemplo temprano: el castillo de Salces, en el Rosellón, es el paradigma de la transición entre la fortificación medieval y la traza italiana.
Comenzado a construir en 1494, Fernando el Católico encargó al ingeniero Ramiro López que lo adaptara a los nuevos tiempos, y lo hizo añadiéndole elementos pensados para contrarrestar el poder artillero:
- caponeras: viaductos por las que los soldados pueden llegar de la plaza de armas a las obras exteriores protegidos por parapetos con aspilleras o troneras
- foso amplio para prevenir la excavación de minas
Al conservar la planta rectangular recuerda más a un castillo medieval que a una fortaleza moderna, porque lo que más va a caracterizar la traza italiana es el baluarte en forma de estrella.
Se atribuye al italiano Julián de Sangallo el primer trazado de un baluarte, y a Michelle Sanmichele la construcción de los primeros en 1527, en las fortificaciones de Verona.
Diseño de una plaza abaluartada:
Las características primordiales de la traza italiana son:
• Las "plazas fuertes", ya no castillos, se ubican en sitios llanos ofrecer a los cañones enemigo el menor blanco.
• Las plazas serán de planta geométrica, en especial pentagonal sobre otras, porque así la bala de cañón no golpea el muro frontalmente, sino siempre de lado. Es el mismo principio por el que los carros de combate ofrecen perfiles oblicuos e inclinados, nunca verticales.
• Los muros ya no son de piedra, sino de arena y cal reforzada con hiladas de ladrillos. Así las balas de cañón causan daños más fáciles de reparar.
• Fosos más anchos y hondos, para evitar la excavación de minas y para contrarrestar ante la infantería el que las murallas ya no son muy altas.
• En el centro de cada tramo de muralla se levanta un revellín, o sea, un dos muros formando ángulo.
• En los vértices del recinto se colocan los baluartes, con lo que quedan adelantados respecto de las murallas y pueden disparar por el flanco a la infantería enemiga que trata de escalarlas.
• En el exterior de los muros y fuera del foso denominado se levantan unos parapetos mucho más bajos que las murallas y que permiten el paso tras ellos a salvo de la mosquetería enemiga. Esto se llama “glasis”. El espacio entre el "glasis" y el foso se denomina "camino cubierto", y permite que tras una salida por sorpresa para atacar al enemigo se refugien allí las fuerzas en su regreso a la plaza.
La conjunción de estos elementos volvió ineficaces las tácticas de asedio conocidas, que no eran muy elaboradas, la verdad. Hasta entonces para tomar una fortificación se cañoneaba el muro o se excavaba una mina para abrir una brecha, y después se le echaba agallas a la cosa y se lanzaba la infantería al asalto, tratando de entrar todos a la vez, alentados por la promesa del botín. Pero con el nuevo sistema constructivo la artillería no era eficaz porque tenía poco blanco a la vista, y si ya de por sí era una artillería poco precisa su efectividad quedaba demasiado reducida.
Si una ciudad estaba fortificada con baluartes la única solución era el bloqueo total y prolongado. Los sitiadores levantaban una cadena de fortificaciones alrededor de la plaza, como hizo César en Alesia. Si se temía la llegada de ejércitos enviados a romper el cerco, la circunvalación de fortines se reforzaba con una "contravalación", una muralla destinada a rechazar posibles ataques en auxilio de la ciudad.
Francisco I invitó a constructores italianos a trabajar en las fortificaciones francesas, y en 1542 invadió los Países Bajos españoles una vez que contó con suficientes baluartes en su frontera como para sentirse seguro. Se trataba de una especie de línea maginot, y Carlos hizo lo mismo que hicieron los panzer: en 1544 invadió Francia de través desde el ducado de Lorena, una zona desprotegida de baluartes porque se consideraban infranqueables los Vosgos. Francisco I tuvo que firmar una paz precipitada.
Carlos V aprendió la lección y ordenó a sus constructores levantaran defensas según la traza italiana formando una cadena a todo lo largo de la frontera con Francia. De este modo, frente a los baluartes construidos por Francisco I en Doullens, La Capelle y Thérouanne, Carlos V construyó otros en Charlemont, Philippeville y Mariembourg.
A partir de este momento, se levantaron baluartes allí donde había una guerra: en Lombardía, Inglaterra y Países Bajos en la década de 1550; en el interior de Francia en la década de 1560.
En 1639 el ejército español de Flandes empleaba 33.000 hombres para guarnecer 208 plazas.
Portugal, tras su independencia en 1645 fortificó algunas de sus ciudades fronterizas, como Almeida.
En respuesta los españoles construyeron el Real Fuerte de la Concepción, concebido como réplica a Almeida. En previsión de posibles invasiones lusas, albergaría a 2.000 hombres con víveres para 50 días.
El fuerte atravesó un periodo de abandono poco después porque se consideró preferible guarnecer Ciudad Rodrigo, pero en 1741 se retomó la idea de basar la defensa de la zona en el Fuerte de la Concepción.
Hoy día, Almeida y el Fuerte forman un curioso conjunto. A pocos kilómetros una de la otra, la ciudad de Almeida mantiene en perfecto estado sus baluartes y se siente orgullosa de ellos, convertidos en símbolo del esfuerzo luso por mantener la identidad frente a España, son patrimonio nacional y los visitan miles de portugueses cada año. En cambio, el Fuerte de la Concepción, de propiedad privada y sin ningún uso en la actualidad, está bastante abandonado.
para las fortificaciones españolas en América hay un otro hilo en elgrancapitan:
Quizá haya alguien mejor informado que yo sobre el asunto.
es un fuerte que está situado en uno de los "picos" de Cádiz, frente a la bahía, desde donde debía proteger la entrada al puerto y a la misma bahía. Está en una posición elevada, y ofrece mucho lienzo de muralla a los disparos enemigos pero por su posición podía impedir cualquier incursión, aunque nunca hubo ocasión de comprobarlo.
