Viendo como en el hilo de "Centurion" un grupo de enfermos


Todos nos hemos cruzado con alguna policía local, guardia civil, soldado, ertzaintza, moÇa de escuadra (que mal suena esto último)... que imponía (por no decir que acojonaba). La altura, lo postural, la expresión... colaboran mucho a ello.
Hay algunas actrices que son "duras" de chiste y no te las crees nunca. Otras, que de verdad dan el pego cuando hacen de guerreras o de militares.
Ahí va mi propuesta en el apartado "guerreras":
- Kristana Loken: alta, fibrosa, con una cara de belleza dulce pero también con una expresión que fulmina. Muy bien haciendo de Brunilda, reina de Islandia, en el anillo de los Nibelungos: capaz de interpretar una pelea larga sin recurrir a los continuos cortes de imagen para no estropear las tomas. Luego ya cayó en decadencia y en "Bloodrayna" resultaba un tanto fofa, pero su estrella, aunque fue fugaz, brilló como ninguna.
- Brigitte Nielsen: con su altura y su planta, poco más necesitaba para que te la creyeras en "El guerrero rojo" (sobre todo, los seguidores de la obra de R. E. Howard, brigitte congregaba en un personaje a Valeria y Sonja la Roja).
- Sogourney Weaver: su atractivo sólo se "activa" en una nave llena de metal, alienígenas y baba de alienígena. Pero la planta impone, aunque no esté en forma.
Espero vuestras propuestas.
PD Sobre la capacidad de las mujeres para imponerse a los hombres, disfruto de una atalaya excepcional: la del profesorado. Conozco "tapones" que acobardan al adolescente desestructurado más "t´irado p´alante", a quienes sólo funcionan en cierto contexto y a aquellas que nunca funcionan. Sobre las que "sólo funcionan en cierto ámbito" siempre recuerdo una anécdota: la de una jefa de estudios que creía que imponía y que tenía carisma porque tenía asustados a sus alumnos. Recuerdo que la dejé 5 minutos a cargo de la puerta de acceso al Insti en una fiesta de Navidad (una maldad por mi parte porque fuera esperaban dos docenas de chavales de fuera que querían colarse debido a que aquel centro tenía las alumnas más espectaculares de la ciudad). Ella aceptó pensando que su control emanaba de su presencia, no del miedo al suspenso que provocaba. El caso es que tuve que volver a los dos minutos porque resultaba incapaz de controlar a los que querían colarse, que pasaron por encima suyo. Entre un profesor de Educación Física y yo solventamos el desaguisado, pero a ella por fin le quedó claro que no era una "tía dura".
Ella, obviamente, no entraría entre mis candidatas
