El Visitante. Historia alternativa de la Segunda Guerra Mundial

¿Que hubiese pasado si...? Situaciones hipotéticas de la Historia Militar.
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Este subforo está pensado para analizar sucesos históricos y el rumbo de los acontecimientos en base a decisiones que se tomaron o no. Aunque es hilo para teorías e hipótesis, siempre se ha de hacer con un mínimo de seriedad y lógica en base a la información real existente del periodo a analizar. Por abusos tomados por algunos usuarios, aquellos hilos que desemboquen en una dinámica de fantasía sin objetividad podrán ser cerrados sin previo aviso por el moderador correspondiente.
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Domper
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Re: El Visitante. Historia alternativa de la Segunda Guerra Mundial

Mensaje por Domper »

No es un cerro tan grande.

De reductos, una cosa es tenerlos formando parte de una línea continua, otra como posiciones separadas.

Saludos


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Domper
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Re: El Visitante. Historia alternativa de la Segunda Guerra Mundial

Mensaje por Domper »


La Roca

21 de octubre de 1940

—Póngame con el primer ministro.

Desde su nombramiento como Jefe del Estado Mayor Imperial, el general John Dill apenas había visto su domicilio. Tras la catástrofe de Francia y la amenaza de invasión, estaba lo de Gibraltar. Que la crisis hubiese sido causada por el primer ministro no iba a facilitar las cosas. Churchill pensaba que España cedería ante la amenaza; curiosa percepción para el que se tenía a sí mismo como historiador. Las intervenciones extranjeras en España siempre habían sido asunto delicado, y más cuando se hacían con la torpeza de la que había hecho gala el Primer Ministro. Todo lo que había logrado era unir a los españoles contra los invasores. También por insistencia del premier se habían ocupado las fortificaciones españolas frente a Gibraltar, sin tener en cuenta que la guarnición era demasiado pequeña para mantener las nuevas posiciones. Dill había recomendado la retirada a las fortificaciones del Peñón, manteniendo solo puestos avanzados, pero la masacre de La Línea de la Concepción había cambiado todo. El inútil del gobernador de Gibraltar, el general Gerard Liddell, no imaginó la tensión social en la ciudad española, y no había destinado fuerzas a mantener el orden. En cuanto las autoridades franquistas fueron detenidas los izquierdistas habían emprendido una vendetta que había llenado las calles de cadáveres. Cuando Gerard Liddell se decidió a intervenir, los muertos se contaban por centenares.

La noticia de la masacre casi hizo caer al primer ministro. No solo Lord Halifax había renunciado a su ministerio, sino que en el Parlamento se escucharon duras críticas. Churchill había intentado minimizar la matanza, pero la pantomima solo se podría mantener mientras los ingleses conservasen el control de la ciudad y pudiesen soterrar las pruebas. De tal manera que fue preciso mantener las posiciones de La Línea, a pesar de las recomendaciones de Dill.

El día doce de octubre los españoles habían atacado. Dill había instruido a Gerard Liddell para que se retirase al Peñón si era amenazado, pero por algún motivo no lo había conseguido. Al día siguiente, el gobernador de Gibraltar envió un mensaje histérico solicitando refuerzos. Churchill, tan aficionado a la historia, recordó como Rodney había conseguido abastecer a Gibraltar durante el Gran Sitio del siglo XVIII . El almirante Pound intento argumentar que en el siglo XVIII no había ni submarinos ni stukas, y que los españoles habían erizado de cañones el Estrecho. Fue en vano; el primer ministro ordenó que se enviasen refuerzos inmediatamente. La única fuerza disponible era la reserva para la ocupación de Canarias, donde lo que tenía que ser un paseo militar estaba siendo una difícil campaña en un terreno imposible. El general Sturges , que dirigía la invasión, estaba continuamente reclamando refuerzos, pero hubo que privárselos y dirigirlos al estrecho.

Por desgracia, pasó lo que tenía que pasar. El día 15 de octubre el transporte MS Sobieski fue torpedeado en las cercanías del cabo Santa María y se hundió con dos mil soldados a bordo. Luego empezaron los ataques aéreos. Afortunadamente, los alemanes no tenían bombas pesadas, pero aun así el Ark Royal y el Malaya fueron alcanzados y tuvieron que retirarse. Luego el destructor Ashanti se hundió cuando otra bomba hizo detonar sus torpedos. Finalmente, Churchill autorizó a que se suspendiese la operación, aunque ordenando que se preparase un desembarco en Tarifa. Iluso. Tomar Tarifa y liberar Gibraltar era tan difícil como conquistar la luna.

Dill estaba cansado de discusiones absurdas y ya se había resignado a su suerte. Si Churchill quería relevarle, que le relevase. Que fuese otro el que aguantase sus locuras.

—Primer ministro, hemos recibido un mensaje de Gibraltar. Los españoles y los alemanes están entrando en los túneles, y ya no quedan ni reservas ni municiones. Gerard Liddell va a capitular esta tarde.

Tras doscientos treinta y siete años, la bandera inglesa dejó de ondear sobre Gibraltar.



(r) El mariscal John Greer Dill dirigió el ejército británico desde mayo de 1940 hasta diciembre de 1941. No solo fue un oficial poco imaginativo y obstruccionista, sino que se llevó muy mal con Churchill, que lo sustituyó por el mucho mejor Alan Brooke, y lo envió a la embajada en Washington, muriendo en esa ciudad poco después.

Entre 1779 y 1783, durante la guerra de independencia norteamericana.

(r) En la realidad el general Robert Sturges dirigió la ocupación de Islandia en 1940.
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Domper
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Re: El Visitante. Historia alternativa de la Segunda Guerra Mundial

Mensaje por Domper »


Capítulo 7. Frente interno

Música nocturna [/size]


23 de octubre de 1940

La noche estaba despejada, pero la débil luna menguante apenas iluminaba. Los incendios de Harwich al oeste, y al noroeste las luces de los proyectores y los destellos de la artillería antiaérea sobre Ipswich, orientaban a los pilotos. Pero sobre el mar no se veía nada.

—Ahí están las dos luces verdes, mayor. Voy a soltar el cable. —El planeador se desprendió del He 111 que lo remolcaba. Siguiendo las instrucciones, el piloto del planeador viró al norte cuando divisó otro par de luces, estas rojas.

—¿Ve algo? —El mayor Siegfried Grabert estaba preocupado porque suya había sido la decisión de no posponer la operación Küsschen . El mal tiempo no había permitido aprovechar la luna llena, pero si esperaba a que coincidiesen buen tiempo y luna, seguramente no se podría atacar hasta la primavera. Al menos, la Kriegsmarine había podido situar las lanchas con balizas.

—Por ahora solo mar… espere, ahí veo la costa, y un río con una punta arenosa… allí está la pradera ¡Agárrese fuerte, mayor!

Momentos después el planeador tomaba tierra con un crujido, deteniéndose tras unos pocos saltos.

—Silencio. Esperemos a ver si llegan los demás.

Poco después llegaron otros tres planeadores a la estrecha pradera. Uno más se estrelló contra los setos situados al norte. Faltaban tres más.

—No podemos esperar. Adelante.

Un pelotón de comandos se dirigió hacia la playa, donde debía suprimir los blocaos que mostraban las fotos aéreas. Otro pelotón situó balizas en la pradera. El mayor se dirigió con dos pelotones hacia la mansión. Ya había pensado como tomarla por sorpresa.

La operación Küsschen era la primera incursión alemana en suelo inglés. Hasta entonces, la campaña de Inglaterra la guerra había ido mal. La que Churchill llamaba «Batalla de Inglaterra» se había saldado con la derrota de la Luftwaffe, ya que la RAF había conseguido resistir y causar importantes pérdidas a los alemanes. Se habían tenido que suspender los bombardeos diurnos y ahora los ataques solo eran nocturnos. El Blitz estaba siendo una tortura para miles de londinenses, pero el pueblo inglés estaba mostrando una fortaleza inesperada. Como consecuencia la operación León Marino, el desembarco en Inglaterra, había sido retrasada sine die. Pero el OKW había ordenado continuar presionando a los ingleses. Se iba a seguir con los preparativos de invasión, aunque a menor ritmo, y se decidió efectuar incursiones a pequeña escala, con el objetivo de mantener la alerta e impedir que los británicos enviasen refuerzos a otros frentes.

Bawdsey Manor iba a ser el primer objetivo. Era un palacio de estilo romántico construido a finales del siglo XIX por un político inglés, cuyos descendientes lo había puesto a disposición del Ministerio del Aire. Allí se habían establecido los científicos que desarrollaron el radar. Al declararse la guerra se les trasladó a un lugar más seguro, pero Bawdsey Manor seguía siendo una estación de radar. Justo al norte del palacio se elevaban las altas torres del sistema de alerta conocido como Chain Home . También había una instalación portátil del sistema Chain Home Low. Aunque si el lugar había sido seleccionado como objetivo no era por su relevancia, sino por su situación. La mansión estaba en una península arenosa entre el estuario del río Deben y el mar, y el reflejo de la luna sobre el agua facilitaría la orientación de los planeadores. Además estaba rodeada de marismas, y solo una estrecha y serpenteante carretera la unía con el interior. De día, ferry enlazaba la estación con Felixtowe.

La Operación Küsschen debía ser el modelo de las operaciones interarmas. Lalos primeros movimientos habían sido de la Kriegsmarine. Durante las dos semanas anteriores varios convoyes de buques anfibios se habían dirigido desde Zeebrugge y otros puertos del Canal hacia Ámsterdam, aparentemente para llevar las embarcaciones de asalto a lugares alejados del Bomber Command . El día anterior había salido desde Boulogne otro convoy compuesto por una docena de barcos anfibios (en realidad, pesqueros de altura convertidos, más dos pequeños ferris equipados con rampas), escoltado por seis torpederas, tres destructores y cuatro dragaminas. Este convoy se adentró algo más en el Canal que los anteriores para evitar los campos minados de la costa. Al atardecer del veintitrés viró hacia el oeste.

Esa misma tarde la Luftwaffe bombardeó Harwich, cuyos incendios debían ayudar a orientar el asalto aerotransportado. Mientras los bombarderos castigaban la ciudad, los cazas Bf 110 patrullaron el Canal para impedir los vuelos de reconocimientos ingleses. Por la noche le tocó a Ipswich. Durante varias horas los bombarderos nocturnos alemanes lanzaron bombas incendiarias y bengalas sobre la pobre ciudad.

Mientras, un grupo de bimotores Heinkel remolcó los planeadores que llevaban a una unidad de comandos brandenburger , entre los que había soldados que habían vivido en colonias inglesas. Como la luna menguante podía dificultar la navegación, dos lanchas torpederas de la marina se habían adelantado para señalar el rumbo a los planeadores. Uan vez en tierra, los comandos tenían que tomar la mansión y suprimir las defensas costeras, preparando el terreno para el salto de dos compañías de fallschirmjäger.

John Taylor miraba preocupado los destellos sobre Ipswich. Esperaba que sus tíos estuviesen seguros, pero la ciudad parecía sufrir graves daños. Cada pocos minutos pasaban aviones alemanes sobre la mansión, y Taylor rogaba para que ninguno lanzase sus bombas antes de tiempo. Taylor era un agricultor de la cercana Alderton. Demasiado mayor para el ejército y demasiado joven para haber conocido la Gran Guerra, se había unido a la Home Guard pensando que el servicio iba a ser otra cosa. Había esperado disciplina militar, entrenamiento, armas modernas… pero no hubo nada de eso. Solo guardias interminables a la puerta de la mansión, con un fusil herrumbroso que tenía más años que él, vigilando a unos señoritos estirados de la RAF que se dedicaban a jugar con la radio. El condenado caserón estaba en el rincón más húmedo de Inglaterra, y las lluvias de la semana pasada le habían afectado a los huesos. Por lo menos, esta noche era despejada.

Otro avión pasó en vuelo rasante, y Taylor se encogió. Entonces vio una luz por el camino y unas voces.

Waltzing Matilda, Waltzing Matilda, You'll come a Waltzing Matilda, with me...

—¡Alto! ¿Quién va?

—And he sang as he watched and waited 'til his billy boiled «You'll come a Waltzing Matilda, with me?»

La linterna iluminaba a media docena de soldados con uniformes de la RAF. Tambaleantes, cantaban a voz en grito Waltzing Matilda y movían la luz como si quisiesen alertar a todos los alemanes de Europa.

—Apagad esa luz si no queréis que un jerry nos tire una bomba ¿Quiénes sois?

—Australia e Inglaterra, hija y madre unidas… hip.

—¿Santo y seña?

—Australia e Inglaterra…

—Quedaos quietos u os frío. —Taylor tomó el fusil y lo estaba apuntando hacia los australianos cuando vio unos fogonazos. Sin saber cómo soltó el fusil y cayó al suelo ¿Cómo podía ser? No había oído nada…

Doce horas después visitó el lugar el general Alan Brooke , que estaba al mando de las fuerzas de defensa de Inglaterra.

—Tenga cuidado, general, que puede haber bombas trampa. Ya hemos perdido a dos hombres allí —dijo señalando las ruinas ardientes de la mansión.

—¿Qué ha pasado, capitán?

—Ha sido una operación minuciosamente planeada, general. Los bombardeos de Harwich e Ipswich fueron una distracción para desviar nuestra atención de los comandos alemanes que aterrizaron en la pradera en paracaídas. Sorprendieron a los centinelas, tomaron la mansión, mataron al personal y escaparon en botes. La alerta no sonó porque debieron cortar las líneas de teléfono, y en el puesto de control no se alarmaron pensando que el bombardeo de Ipswich las habría interrumpido. En Alderton oyeron ruidos, pero pensaron que serían bombas desviadas. Decidieron enviar una patrulla de la Home Guard para prestar ayuda, pero no estuvo preparada hasta un par de horas después, y se retrasó aun más al encontrar minas en la carretera. Cuando llegaron aquí al amanecer, ya no quedaba nada.

—¿Cuántos eran?

—Creemos que unos doscientos por los paracaídas que han dejado y por los planeadores. Allí se estrelló uno —señaló hacia unos árboles— y hemos encontrado un par de jerries muertos. Hay algún cadáver alemán más en las instalaciones de la RAF.

—¿Hemos hecho prisioneros? ¿Algún herido?

—Ninguno, se los llevaron.

—¿Nuestras bajas?

—En las instalaciones de la RAF cincuenta, por lo menos. Otros veinte o treinta en la mansión. Unas pobres chicas auxiliares quedaron atrapadas cuando la casa se incendió. Además, han destruido las instalaciones del Chain Home. Aunque todavía no hemos podido hacer un recuento completo.

Alan Brooke estaba cada vez más malhumorado— ¿Es que falta gente?

—Sí, por lo menos una docena de técnicos y alguna chica, aunque no sabemos si estarán bajo las ruinas.

—O si los han capturado y se los han llevado.

—Es posible, señor —el capitán mostraba su creciente inseguridad.

—Tampoco sabemos si se han llevado algo, claro.

—Será difícil saberlo hasta que se enfríen los escombros. Pero…

—Continúe, capitán.

El capitán tragó saliva—. Falta un equipo de radar Chain Home Low.

Alan Brooke no daba crédito a lo que oía— ¿Dice que faltan partes de un radar?

—No señor, falta el radar entero. Era un equipo móvil en camiones, y creemos que los alemanes lo han encontrado, lo han embarcado en sus lanchas y se lo han llevado .

Alan Brooke ya no pudo aguantar más—. Capitán, esto es inaudito. Usted estaba a cargo de la defensa de este lugar, uno de los más importantes de la costa ¿y qué hacía? Dormir como un bendito mientras los jerries se llevan nuestro equipo más reciente ¿Es que no veía que la instalación estaba al borde del mar? ¿No pensaba que al otro lado del mar estaban los alemanes?

—Señor, confiábamos en la Royal Navy y…

—¡Ni Royal Navy ni puñetas! La marina ha perdido dos destructores intentando cazar a esos alemanes que se colaron sin que usted se enterase. No sé cómo explicaré esto al primer ministro. Lo que sí sé es lo que voy a hacer con usted ¿le gustan las Shetlands?



El Heinkel He 111 fue un bombardero bimotor alemán empleado en la guerra civil española y en la Segunda Guerra Mundial.

Quiere decir «besito» en alemán. Esta operación no existió en la realidad.

Realmente, en esa época solo se llamaba «comandos» a las fuerzas especiales inglesas. Posteriormente se ha extendido a otras lenguas para designar a fuerzas especiales. El término procede del afrikáans, y designaba a pequeñas unidades de voluntarios Boers.

Significa relámpago en alemán. «Blitz» se llamó a la campaña de bombardeos alemana de 1940 y 1941, y provenía del término «Blitzkrieg» (guerra relámpago).

Chain Home fue la cadena de radares que se emplazaron en las costas inglesas y que en 1940 fueron claves de la victoria británica contra la Luftwaffe. Eran radares rudimentarios que solo podían detectar aviones a gran altura, por lo que se complementó con la «Chain Home Low» que detectaba aviones a cotas medias o bajas.

Zeebrugge es el puerto de la ciudad de Brujas, en Bélgica, que tuvo un importante papel en la Primera Guerra Mundial como base de submarinos.

Durante la Batalla de Inglaterra el Bomber Command atacó los puertos en posesión de los alemanes, y consiguió hundir o dañar a la décima parte de las barcazas reunidas para la invasión, aunque a costa de tremendas pérdidas.

El Messerschmitt Bf 110 fue un caza bimotor alemán que se empleó para escolta, como bombardero ligero y para la caza nocturna.

El regimiento Brandenburger fue una unidad de fuerzas especiales alemana y que frecuentemente actuó en colaboración con la Abwehr.

(i)

Letra de la canción popular australiana «Waltzing Matilda», que está escrita en la jerga de Australia. Matilda era como se apodaban los macutos de los vagabundos, y Waltzing Matilda podría traducirse como «bailar con el vagabundo», es decir, salir a vagabundear.

Apodo por el que se conocía a los alemanes en Inglaterra durante esa guerra.

(r) El mariscal Alan Francis Brooke dirigió la Home Guard hasta que sustituyó a Dill al frente del Estado Mayor Imperial. Fue uno de los mejores militares del conflicto, aunque no sea tan conocido como Montgomery.

En la realidad, comandos británicos consiguieron capturar en 1942 un radar Würzburg alemán en Bruneval (Francia), y desmontaron componentes claves que se llevaron a Inglaterra. Tras estudiarlos se pudieron desarrollar contramedidas contra los radares germanos.
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Lutzow
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Re: El Visitante. Historia alternativa de la Segunda Guerra Mundial

Mensaje por Lutzow »

Arregla esto, Domper:
Domper escribió: 28 Mar 2021Hasta entonces, la campaña de Inglaterra la guerra había ido mal.
Y esto otro:
Domper escribió: 28 Mar 2021Lalos primeros movimientos
Saludos.
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Re: El Visitante. Historia alternativa de la Segunda Guerra Mundial

Mensaje por APV »

La canción: https://www.youtube.com/watch?v=FqtttbbYfSM
Conoce al enemigo y conócete a ti mismo; y en cien batallas no estarás jamás en peligro Sun Tzu.
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Re: El Visitante. Historia alternativa de la Segunda Guerra Mundial

Mensaje por Domper »

Lutzow escribió: 28 Mar 2021 Arregla esto, Domper
Gracias. Saludos
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Re: El Visitante. Historia alternativa de la Segunda Guerra Mundial

Mensaje por Domper »


Radio

27 de octubre de 1940

—Statthalter, el generalleutnant Von Greim.

—Hágale pasar, por favor. Luego déjenos solos.

Un ordenanza dio paso al general de la Luftwaffe. Von Greim no ocultaba su incomodidad, pues tras el ascenso al poder de Goering su posición no había quedado clara, y temía que el canciller se dejase llevar por aduladores.

—Amigo Ritter, deseaba tener una conversación a solas con usted. Estoy francamente satisfecho por los resultados de la incursión en… ¿Cómo se llamaba ese sitio?

—Bawdsey, excelencia.

—Bawdsey pues. Lo que le he dicho, estoy muy contento. Especialmente de cómo se han coordinado las tres armas, ejército, Luftwaffe y marina ¿Hubo algún problema para ello?

—No, Statthalter. Siguiendo las indicaciones del OKW me reuní con el almirante Marschall y planeamos la operación. Hicimos algunos ensayos en las Frisias hasta que cada unidad supo su misión, y luego todo funcionó como un reloj. Incluso las bajas fueron menores de lo esperado. Se pudo reembarcar a todos los heridos, y traer no solo a varios prisioneros, sino un equipo completo de radiotelemetría que nuestros técnicos están analizando. Fue afortunado que a los marinos se les ocurriese llevar un par de barcazas de desembarco.

—¿Dice que se han hecho con un radiotelémetro?

—Sí, Statthalter. La instalación inglesa resultó ser una estación de detección de aviones por ondas de radio parecida a nuestras Freya . Los condenados ingleses han conseguido tender una cadena de vigilancia que cubre los accesos a su isla.

—Esa ha debido ser la causa de nuestras pérdidas durante el verano .

—Statthalter, es pronto para decirlo porque aun no hemos podido analizar las capacidades del equipo, pero mi impresión es que si han conseguido rechazarnos ha sido gracias a sus radiotelémetros.

—Habrá que aplastar esas instalaciones.

—No será tan fácil. Los primeros días atacamos algunos de esos equipos de radiotelemetría, pero están compuestos por antenas metálicas difíciles de destruir y sencillas de reparar. Además, tienen equipos móviles, como el que hemos capturado.

—Pues será necesario investigar alguna forma de interferirlos.

—Así se hará, Statthalter, aunque nos llevará algún tiempo. Intentaremos cegar a los radiotelémetros de la zona más estrecha del Canal, pero no creo que lo consigamos con las de otras partes de la isla, que están demasiado lejos de nuestras costas. He ordenado que se estudie si se pueden instalar equipos interferidores en aviones, pero hasta entonces dependeremos de instalaciones terrestres.

—Esos dichosos radiotelémetros ¿Se podrían instalar en aviones?

—No, Statthalter, son equipos demasiado grandes y pesados.

—¿Tan seguro está de que no se pueden embarcar en un avión? ¿Tal vez en un dirigible? —Goering apenas había oído hablar de los nuevos equipos electrónicos, y sus nuevas obligaciones políticas le mantenían alejado de los desarrollos técnicos.

—He estado hablando con los técnicos de ERMA, y me dicen que es imposible miniaturizarlos porque se necesitan antenas de gran tamaño. Es cuestión física, debido a la longitud de ondas de metros o algo así. No me quedaron muy claros los motivos, pero entendí que los equipos iban a ser muy voluminosos.

—Entiendo. Habrá que pensar en alguna otra cosa. Encárguese, por favor. Desearía que siguiesen realizando nuevas incursiones contra la costa inglesa, al menos para mantenerlos ocupados. Aunque le pido que no corra demasiados riesgos.

—A sus órdenes.

—Gracias, Ritter. La incursión ha sido un éxito militar, técnico y propagandístico. El Reich sabrá mostrar su gratitud.



El Freya era un radar de alerta empleado por los alemanes desde 1939 y que era similar al «Chain home». El Würzburg era un equipo de menor alcance que se usaba para dirigir a los cazas nocturnos.

Si hay algo que llama la atención es que siendo los alemanes pioneros en el desarrollo del radar y los primeros que lo emplearon (para proteger la flota alemana basada en Kiel), no se preocupasen por las antenas que habían surgido por la costa inglesa. De hecho, se envió el dirigible Graf Zeppelin poco antes del comienzo de la guerra para detectar las emisiones, pero al parecer el equipo detector falló. Aun así parecía evidente el papel de las antenas, a pesar de lo cual la Luftwaffe solo atacó una estación en la isla de Wight.

Los primeros radares (tanto los Chain home como los Freya) empleaban ondas métricas que necesitaban antenas de varios metros de altura.
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Domper
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Re: El Visitante. Historia alternativa de la Segunda Guerra Mundial

Mensaje por Domper »


Con diez cañones por banda

4 de noviembre de 1940

—Capitán Suttcliff , contacto a 150°.

—¿Puede identificarlo, teniente?

—Parece uno de nuestros cruceros, un Leander . Tal vez el Ajax o el Achilles.

—¿En medio del Atlántico? ¿Está seguro?

—Sí, capitán. Dos torres delante y dos detrás, gran puente de mando, una única chimenea de gran tamaño. Ni italianos ni alemanes tienen nada parecido.

—Me alegro. Será bienvenido cualquier apoyo. Igual los espaguetis se han atrevido a salir al océano y los del Almirantazgo nos envían ayuda. —La pérdida de Gibraltar significaba que la potente marina italiana podría intentar incursiones en el Atlántico. Por ello el convoy seguía una larga derrota al oeste de las Azores que les pondría fuera del alcance de los cruceros italianos, barcos diseñados para el Mediterráneo, y que eran muy rápidos, pero con corta autonomía. Aunque nunca se era suficientemente prudente.

—Intente ponerse en contacto con el crucero mediante señales ópticas.

—A sus órdenes.

El capitán pensó que era demasiado viejo para tantos sobresaltos. Pero la llamada del deber era ineludible, y por eso al iniciarse la guerra había abandonado su confortable retiro en Bristol y se había presentado en el Almirantazgo. Ahí le encomendaron el Mooltan, un paquebote de la P&O armado como crucero auxiliar. Con sus 21.000 Tn era uno de los cruceros auxiliares más grandes, y sus ocho cañones de 152 mm bastarían contra cualquier corsario enemigo. Desde noviembre del año anterior el Mooltan había escoltado diez convoyes entre Freetown y Liverpool sin perder ni un solo barco. Esta vez protegía a los veinticinco buques del convoy SLF-52 . Otro crucero auxiliar, el Dunnotar Castle, escoltaba al convoy por la otra banda.

—Capitán, el crucero está respondiendo… espere… nos ordena que nos detengamos.

—¿Detenernos? Pídale la señal secreta.

Siete millas al sudeste, en el puente de mando del crucero español Canarias—. Mi comandante, el barco inglés nos pide la señal secreta.

—Envíeles cualquier cosa a ver si ganamos un poco de tiempo. Mientras, seguiremos acercándonos. Don Pedro —dijo al teniente Bergareche , que estaba a su lado— vamos a virar al norte poco a poco, pero aumentando la velocidad, para que no lo noten desde el barco inglés. No orientaremos las torres por ahora. Aprovecharemos que el Canarias es de diseño británico para hacernos pasar por uno de ellos hasta que no puedan escapar. Pronto vengaremos al Bellver.

El teniente Bergareche observó a su superior con devoción. El capitán José Luis Rodríguez González era una leyenda en la Armada Española. Antiguo director de la Escuela de Tiro Naval de Cádiz, al comenzar la guerra civil se había unido como director de tiro a la dotación del novísimo crucero pesado Canarias. El crucero estaba siendo terminado en el Arsenal de El Ferrol, pero faltaban elementos claves que Inglaterra se negaba a suministrar, especialmente los sistemas de dirección de tiro. Bajo las órdenes de Rodríguez González se desmontó el equipo de una batería de costa y se adaptó a su nuevo papel. Poco después el Canarias se hizo al mar, y se encontró con el destructor republicano Almirante Ferrándiz cerca de Gibraltar. En ese combate el Canarias batió las marcas de distancia: disparando desde veinte kilómetros, centró al destructor republicano con la primera salva, lo alcanzó con la segunda y lo hundió con la tercera. Ese logro bastaría para inscribir al Canarias en la lista de los barcos con mejor puntería de la historia, pero considerando el apaño con el que se había logrado, mostraba la increíble capacidad del capitán español que ahora mandaba el crucero. El capitán de corbeta Jesús Flamarique , discípulo aventajado de Rodríguez González, era el nuevo director de tiro.

—Mi comandante, el convoy está cambiando de curso, y ese paquebote se interpone en nuestra derrota.

—¿Ha podido identificarlo?

—Creo que sí, podría ser el Mooltan o su gemelo Maloja. Veinte mil toneladas, unos diecisiete nudos. Probablemente haya sido convertido en crucero auxiliar.

—Gracias, Don Pedro—. El capitán de navío meditó sus opciones. Probablemente el convoy se dispersaría en cuanto el crucero español se desenmascarase. Había confiado que su parecido con los cruceros clase Leander le permitiría acercarse más, pero los ingleses no se habían creído el engaño. Además, los cruceros auxiliares solían estar armados con cañones de quince centímetros que podían atravesar el liviano blindaje del barco español. Sería mejor mantener las distancias y valerse luego de la velocidad para dar caza a los barcos del convoy—. Timonel, aumente a 30 nudos y ponga rumbo a 30°. Don Jesús —ordenó Rodríguez por el tubo acústico al capitán Flamarique—, dispare contra el paquebote inglés en cuanto pueda.

A seis millas, el capitán inglés observaba las evoluciones del crucero. Vio como tomaba un rumbo paralelo al del Mooltan y le apuntaba con las torres.

—¡Capitán, no es el Ajax! ¡Podría ser el crucero español Canarias! ¡Está disparando!

—¡Maldita sea! Ahí se acercan nuestras cruces Victoria . Por lo menos no son alemanes. Esos españoles no le darán a un granero a cinco pasos .

Contradiciendo al inglés, el Mooltan fue rodeado de surtidores, y una sacudida indicó que no todos los disparos habían fallado.


—Capitán, la sala de calderas número dos ha sido alcanzada y está siendo evacuada —entonces una segunda andanada alcanzó al crucero auxiliar, y fragmentos de metralla barrieron el puente y abatieron al timonel—. Capitán, está sangrando.

Suttcliff se apretó la herida del brazo con la otra mano—. No es nada. Esos malditos españoles han tenido suerte, pero ahora nos toca a nosotros. Abra fuego cuanto antes.

Pero los proyectiles españoles no dieron tregua. Andanada tras andanada fueron alcanzando al desgraciado barco inglés. Las comunicaciones internas se cortaron, y una llamarada mostró que el pañol proel había sido destruido. A popa había incendios en todas las secciones. Aun así, dos cañones continuaron disparando con puntería local, pero los proyectiles caían lejos del crucero español.

—Mi comandante, —dijo el teniente Bergareche al capitán Rodríguez— el paquebote inglés se ha detenido y ya no dispara. Arde en pompa y se está escorando.

—No se confíe, que fueron los ingleses los que inventaron los barcos trampa. Timonel, rumbo a 330°. Le pasaremos por la popa y daremos caza al convoy. Mientras, seguiremos disparando contra ese crucero auxiliar hasta que se hunda.

El Canarias cambió el curso hacia el convoy—. Mi comandante, otro barco grande se dirige hacia nosotros. Distancia nueve mil trescientas yardas , demora 355°.

—Ya veo, parece otro crucero auxiliar. Timonel, rumbo a 30°, le cruzaremos la «T». Don Jesús —ordenó al director de tiro—, dirija las torres de veinte centímetros contra el recién llegado, y siga disparando contra el otro inglés con la batería de doce centímetros.

En pocos minutos el HMS Dunnotar Castle siguió el mismo destino que el Mooltan. Con el Canarias cruzado en su rumbo la puntería era mucho más sencilla, y los proyectiles españoles atravesaron el barco de proa a popa. El barco inglés intentó caer a estribor para responder al fuego, pero el timón no respondió. En pocos minutos, el crucero auxiliar ya no era ninguna amenaza.

—Timonel, vuelva al 330°. Teniente, ordene a los mercantes que se detengan. Don Jesús, dispare contra los que no obedezcan.




(r)
Un tipo de crucero ligero construido en Inglaterra a principios de los años treinta El Ajax y el Achilles se enfrentaron al acorazado de bolsillo alemán Graf Spee en el Río de la Plata en 1939.
El convoy existió en la realidad con la composición que se cita en la obra.
En la Armada Española es tradición referirse a los oficiales por su nombre propio precedido de «Don»; por eso los británicos apodaban a los españoles «Dons».
(r)
El crucero pesado Canarias había sido construido por la SECN (Sociedad Española de Construcciones Navales) usando planos ingleses, y era una mejora de los cruceros de la clase County. Salvo por su gran torre de mando y su feísima chimenea, tenía cierto parecido con los Leander. En los cincuenta se sustituyó la gran chimenea por dos de aspecto más convencional.
(r) Aunque en la realidad, por esas fechas ya no estaba al mando del Canarias.
(r)
En la época, en las comunicaciones internas de los barcos se empleaban aun tubos acústicos (tubos huecos que transmitían el sonido) y sistemas mecánicos. Los teléfonos internos se estaban empezando a implantar.
Dos comandantes de cruceros auxiliares británicos de la SGM recibieron la Cruz Victoria, la máxima condecoración británica al valor, por sacrificarse defendiendo a un convoy contra buques alemanes mucho más potentes.
Los británicos no tenían buen concepto de la eficiencia española. Era debido en parte a la propaganda pero también a que en época de Carlos IV, en los años anteriores a Gibraltar, no había dinero suficiente para mantener el entrenamiento de las dotaciones de los barcos hispanos.
En la época (y ahora) se empleaban las yardas para medir las distancias y las profundidades en el mar.
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Domper
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Re: El Visitante. Historia alternativa de la Segunda Guerra Mundial

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Vestida de azul

15 de noviembre de 1940

—Grossadmiral Raeder, le ruego que espere un momento. El Statthalter le recibirá en cuanto le sea posible.

Otro político más, pensaba Raeder, que venía con las historias de siempre. El almirante llevaba doce años dirigiendo la Kriegsmarine y había visto pasar a muchos. Lamentaba la muerte de Hitler, pues con él había tenido tan buena relación que le había permitido expandir la flota a su gusto. Este Goering estaba siendo un metomentodo que se dedicaba a interferir en el funcionamiento de los servicios, y que encima le obligaba a hacer antesala. Una humillación. Raeder suponía que le había llamado para preguntarle por lo de Tarento. Dos noches antes los ingleses habían atacado la base naval italiana y habían hundido un acorazado y averiado otros dos . Dichosos espaguetis, ya podrían haber sido un poco más precavidos. Desde luego, Alemania no podía haberse buscado peores aliados.

La llamada del ayudante de Goering interrumpió sus reflexiones—. Grossadmiral, acompáñeme, por favor.

Raeder entró en el despacho de Goering, y se llevó una desagradable sorpresa al ver que también estaba Schellenberg. Ese advenedizo se estaba convirtiendo en el alma negra del canciller. Bueno, si se le ocurría abrir la boca aprendería que un brigadier prudente mantenía la boca cerrada ante un almirante.

—Almirante Raeder, tome asiento, por favor. Como supondrá, le he llamado para que me informe sobre lo que ha pasado en Tarento. Ya he recibido un informe completo, pero quisiera conocer su opinión profesional.

Si el canciller le llamaba para buscar su consejo, significaba que la entrevista iría bien, pensó Raeder, antes de responder—. Statthalter, hace dos noches los ingleses atacaron el puerto de Tarento, que es la base principal de la marina italiana. Para evitar las defensas, los ingleses efectuaron la operación de noche. Un portaaviones, creemos que fue el Illustrious, se acercó y lanzó sus aviones. Algunos de ellos llevaban bengalas para iluminar la rada, otros tiraron bombas que apenas causaron daños, pero el resto lanzaron torpedos que alcanzaron a tres acorazados. Los daños han sido muy graves, y un buque de batalla se ha hundido en medio de la rada, y otros dos han tenido que ser embarrancados para evitar que se fueran a pique.

—¿El portaaviones inglés no fue detectado?

—No, Statthalter. Lamentablemente, el reconocimiento italiano ha sido muy deficiente. Los sistemas de alerta sí que detectaron la aproximación de los torpederos ingleses, pero de noche les fue imposible hacer nada.

—¿Cómo queda el escenario naval en el Mediterráneo?

—Regular. Los italianos se han quedado sin la mitad de su fuerza de acorazados. Los tres alcanzados son recuperables, pero tardarán meses, tal vez más de un año. Durante ese tiempo la flota británica de Alejandría, con sus tres acorazados viejos pero potentes, y con sus dos portaaviones, dispondrá de superioridad.

Goering parecía algo disgustado—. Una pena, porque esa acción británica va a hacer olvidar el triunfo que lograron los españoles sobre un convoy. Almirante ¿no había sistemas antitorpedos?

—Sí, los italianos habían colocado redes, pero los ingleses usaron torpedos de espoleta magnética que pasaron por debajo . Recordará que nuestros submarinos también los tienen, y que nosotros estamos minando las costas inglesas con minas con el mismo tipo de espoleta.

—Nosotros ¿Se refiere a mi Luftwaffe? —dijo Goering con énfasis. Raeder vio que había cometido un error. Goering era muy celoso respecto del control de sus avioncitos.

—Disculpe mi desliz, Statthalter, desde luego que es la Luftwaffe la que está minando los puertos ingleses.

—Almirante, otra cuestión. Si el ataque hubiese sido en Kiel ¿Qué hubiese pasado?

Vaya. Goering debía tener información. Seguramente ese malnacido de Marschall había estado hablando con él. En cuanto pudiese lo iba a enviar a dragar minas en Noruega.

—Excelencia, si el ataque hubiese sido en Kiel hubiese pasado algo parecido. Estamos tomando medidas para evitarlo, pero poner redes antitorpedos más profundas es muy engorroso. De todas formas, Kiel está mucho mejor defendida que Tarento. Los ingleses no pueden acercarse con un portaaviones sin que nosotros lo hundamos.

—¿Sin que nosotros lo hundamos? ¿Está hablando otra vez de mi Luftwaffe?

—Lo siento, Excelencia, quería decir sin que la Luftwaffe lo hunda. —Raeder empezó a preocuparse, pues Goering estaba muy susceptible.

—Otra pregunta más, almirante. —Goering parecía cada vez más serio—. Recuerdo como hace unos meses usted explicó al Führer que Alemania no necesitaba portaaviones ¿Sigue creyéndolo?

—Statthalter, nuestras fuerzas ya han hundido cuatro portaaviones ingleses y han averiado otro. Esos barcos no tienen nada que hacer ante un acorazado moderno.

Schellenberg tomó la palabra—. Disculpe mi intromisión, almirante. Pero los informes sobre el hundimiento del Ark Royal o del Furious son incorrectos. Hemos comprobado que siguen a flote y operando. Parece que los italianos tampoco consiguieron dañar al Eagle.

Raeder se estaba enfadando ¿Qué sabría ese advenedizo sobre operaciones navales? Pero no iba a discutir con él—. General de brigada, no discuto su valor como espía —Raeder hizo hincapié en la despectiva palabra— pero usted no tiene experiencia sobre operaciones navales.

Goering interrumpió la discusión—. Almirante, he confirmado lo que nos dice el general y es correcto. Pero será mejor que dejemos el asunto. Otro detalle que me interesa conocer ¿Los italianos no supieron lo que preparaban los ingleses?

—Parece que el ataque les ha pillado completamente por sorpresa.

Entonces volvió a intervenir Schellenberg—. Almirante, el Abwehr le informó sobre la llegada del Illustrious a Alejandría, y de las maniobras que estaban haciendo con sus aviones torpederos. Recordará que a finales de julio los aviones ingleses ya hundieron algunos barcos italianos en sus puertos.

A Raeder le molestaban cada vez más las intromisiones del general—. Brigadier, desearía que no me interrumpiese.

Schellenberg ignoró la advertencia—. Almirante ¿Se trasladó el informe al agregado naval italiano, tal como se le sugirió?

Raeder explotó— ¡Brigadier, usted no puede cuestionar la actuación de un superior!

—¡Almirante Raeder! —interrumpió Goering— ¡Es usted el que no puede hacer callar a nadie en mi presencia! Responda al general, por favor ¿Informó o no a los italianos?

Conciliadoramente Raeder respondió—. No estoy seguro. Tendría que consultar con mis subordinados.

Goering mostró su sorpresa— ¿No se encargó usted personalmente? Las actividades inglesas en el Mediterráneo deben parecerle una minucia. Bueno, queda otro asunto, lo del crucero español. Un gran éxito ¿no le parece?

—Tampoco es para tanto, Statthalter, solo faltaría que un crucero pesado no pueda hundir a un par de mercantes artillados y a unos cuantos cascarones viejos.

—Si es tan fácil ¿Por qué no lo hace nuestra marina? Tenemos cruceros como ese ¿No es así?

—Como ese no, sino mucho mejores. Pero están bloqueados en puerto y resulta difícil superar la vigilancia inglesa.

—Disculpe, almirante, pero recuerdo que en su día nos dijo que tras tomar Noruega el bloqueo inglés sería imposible ¿Por qué no envía su flota a Noruega?

Ya no solo era Schellenberg, es que Goering también se metía donde no le llamaban. El canciller había sido piloto de caza, pero no sabía ni si el mar era salado—. Statthalter, no es tan fácil trasladar una flota como una escuadrilla de cazas. Si llevase la flota ahora a Noruega estaría indefensa ante ataques como el de Tarento.

Schellenberg vuelve a hablar—. Ante ataques con portaaviones.

Raeder le fulminó con la mirada, pero antes de responder Goering dijo con voz afable—. Almirante, parece que los portaaviones podrían tener alguna utilidad ¿Cómo es que aun no tenemos ninguno? ¿Tanto cuesta construirlos?

—Excelencia, empezamos las obras del primero en 1936 . Supongo que sabrá que construir un barco es más laborioso que fabricar un avión.

—Almirante, disculpe un momento, le he pedido al general que estudie la cuestión. Escuchemos su informe.

Raeder respondió—. Statthalter, perdone que sea franco, pero el brigadier Schellenberg piensa que por bañarse un par de veces en la playa ya sabe mandar una flota. La Kriegsmarine está finalizando su primer portaaviones. —Raeder tomó nota mental de ordenar reanudar las obras del Graf Zeppelin cuanto antes.

—Almirante, le vuelvo a pedir que no me interrumpa. General Schellenberg, por favor.

—Statthalter, el almirante Raeder ha dirigido al Kriegsmarine desde 1928 y ha decidido las construcciones que consideraba necesarias. Se ha centrado sobre todo en buques de superficie. En la actualidad tenemos dos acorazados , otros dos están casi finalizados , y dos más están en obras que se han detenido con el comienzo de la guerra. También se estaba construyendo una serie de cinco cruceros pesados, pero uno se perdió en Noruega, otro está casi acabado pero las obras están paradas , y ha vendido a los rusos otro más. La Kriegsmarine no empezó su primer portaaviones hasta el 36, e inició las obras en el segundo en el 38 . Sin embargo, los trabajos en el primero están detenidos, y el grossadmiral ordenó desguazar el segundo. Es decir, parece que el grossadmiral no aprecia los portaaviones.

—Excelencia, lo que dice ese brigadier es una falacia. Las obras en esos barcos se detuvieron porque no había suficiente acero. No tengo que aguantar a gente que no sabe ni de qué color es el mar.

—Almirante, conténgase y deje acabar al general.

—Excelencia, habla de portaaviones como si fuese construir yates. Son barcos complejos y difíciles de…

—¡Almirante, no quisiera llamarle la atención otra vez! Siga, general.

—Precisamente iba a hablar sobre eso. El portaaviones Graf Zeppelin lleva cuatro años de obras porque se está construyendo con un diseño experimental. Japón invitó a una comisión alemana a que estudiase sus métodos y visitase sus barcos, y nos ofreció los planos de sus últimos portaaviones. Sin embargo, los enviados de la Kriegsmarine actuaron como turistas prepotentes y no hicieron ningún caso de lo que veían . Ahora el Graf Zeppelin tiene problemas de desarrollo muy serios y no se sabe siquiera si podrá operar con los aviones que usted ordenó desarrollar.

—Sí —asiente Goering—, recuerdo que la marina no nos informó de las características de sus portaaviones , y hubo que diseñar los aviones a ojo. Siga, por favor.

—Además la Kriegsmarine ha ignorado la guerra aeronaval, hasta tal punto que Alemania no dispone de torpedos de lanzamiento aéreo, y hemos tenido que comprar la patente a los italianos .

Raeder estaba furioso—. Statthalter, no acepto que un advenedizo lance esa serie de medias verdades y de mentiras. Me parece ofensivo que me haya preparado esta encerrona. El general es un niñato que apenas ha chapoteado en una bañera y se permite darme lecciones. Esto es inadmisible y no voy a aguantarlo más.

Goering sonrió como el gato que ha atrapado a un ratón—. Entiendo su postura, almirante. Estoy muy agradecido por sus servicios y lamentaré tener que aceptar su dimisión.

Raeder vio por fin que todo había sido una trampa para que dimitiese y no tener que cesarlo—. Statthalter, si desea disponer de mi puesto tendrá que cesarme e informar al Reichstag.

—Como desee, almirante. Estaba dispuesto a ofrecerle el mando de la Reserva Naval, o si lo prefiere, una sustanciosa gratificación por el retiro. Pero si desea que sea por las malas…

Raeder vio que estaba atrapado—. Statthalter, tendrá mi carta de dimisión en su mesa mañana mismo.

—Gracias, almirante. Lamentaré su marcha ¿Cuál de sus subordinados cree mejor preparado para ocupar su puesto?

Raeder no tuvo ni que pensarlo. Odiaba con toda su alma a Doenitz y a Marschall, que estaban conspirando a sus espaldas para conseguir el apoyo de los políticos—. Excelencia, el almirante Rolf Carls es el mejor preparado para dirigir la Kriegsmarine hasta la victoria.

—Gracias, almirante —Goering cerró una carpeta mostrando que la entrevista había finalizado—. Espero la carta que me ha prometido. Cuanto antes.



El ataque, ocurrido en la realidad, dejó fuera de combate a la flota italiana y permitió a los británicos mantener el control del Mediterráneo. También inspiró a los japoneses para el ataque a Pearl Harbor.
Dos acorazados modernizados de la clase Queen Elizabeth y uno de la clase Revenge. Eran unidades viejas pero mejor blindadas y con armamento mucho más potente que las italianas. Solo eran superados por los acorazados modernos de los que Italia tenía dos, uno de los cuales fue seriamente dañado en Tarento.
La espoleta magnética se activaba por las grandes masas de metal y no necesitaba un impacto directo. En Tarento los torpedos pasaron por debajo de las redes y estallaron bajo el casco, no en el costado, de tal manera que los sistemas de protección submarinos no funcionaron (estaban diseñados para impactos laterales) y las explosiones causaron daños muy graves. Los alemanes empleaban también torpedos de espoleta magnética y minas del mismo tipo. Algunas fueron capturadas por los ingleses que las copiaron. A su vez, los alemanes también capturaron un submarino inglés (el Seal) con sus torpedos, y copiaron la espoleta británica.
Los alemanes reconocieron que de haberse producido el ataque de Tarento en Kiel hubiesen tenido las mismas pérdidas que los italianos.
En la realidad, tras haber hundido los portaaviones Corageous y Glorious (y además creyeron haberlo hecho con el Ark Royal) en los primeros meses de la guerra, los alemanes (Raeder) concluyeron que el portaaviones era un tipo de barco defectuoso, y no se reanudaron las obras en el Graf Zeppelin, que se habían detenido en 1939 por falta de acero.
Real. Tras las declaraciones alemanas sobre el hundimiento del Ark Royal, los ingleses invitaron a periodistas neutrales a que viesen el barco. Con todo, en la SGM fue habitual que aviadores o submarinistas afirmasen haber hundido barcos que en realidad seguían a flote.
El Graf Zeppelin. En 1938 se iniciaron las obras de la segunda unidad. Los trabajos en el Graf Zeppelin se suspendieron al iniciar la guerra y aunque en los años siguientes se trabajó intermitentemente en el barco, no llegó a ser finalizado. La segunda unidad (llamada erróneamente Peter Strasser; los alemanes solo daban nombre a sus buques tras botarlos) fue desguazada en la grada al poco de empezar la guerra para aprovechar el acero.
Scharnhorst y Gneisenau.
Bismarck y Tirpitz.
El Seydlitz. Se pensó en convertirlo en portaaviones, pero debido a los cambios no llegó a ser acabado. Su gemelo Lützow fue vendido a la Unión Soviética y tampco fue finalizado, siendo hundido durante el asedio de Leningrado. De la serie, fueron acabados el Admiral Hipper, el Prinz Eugen (que años después se usaría como blanco de las pruebas nucleares de Bikini) y el Blücher, que fue hundido durante la invasión de Noruega.
El «Flugzeugträger B», a veces llamado Peter Strasser (en la realidad, los alemanes solo bautizaban sus buques cuando se botaban) iba a ser el gemelo del Graf Zeppelin. En septiembre del 39 se había construido hasta la cubierta blindada, pero en 1940 fue desguazado en grada por orden de Raeder, en parte por la escasez de acero, pero también porque los hundimientos del Corageous y del Glorious hicieron pensar al almirante que los portaaviones eran inútiles en la guerra moderna.
Cierto en parte. Durante 1939 y principios de 1940 hubo escasez de acero en Alemania, justo cuando se pretendía aumentar el arma acorazada y el número de submarinos.
Real. El diseño del Graf Zeppelin tenía muchas deficiencias, aunque Japón había entregado a los germanos los planos de su portaaviones Akagi.
Cierto. La Luftwaffe tuvo que diseñar aviones para su empleo naval sin saber si cabrían o no en los portaaviones que se estaban construyendo.
Cierto.
Jefe del arma submarina, que en la realidad sustituyó a Raeder en 1943.
Carls dirigió diversos teatros de operaciones navales en la primera fase de la guerra. En la realidad, cuando Raeder dimitió en 1943, recomendó a Hitler como sucesor a Carls o a Doenitz, y Hitler escogió el más joven. Carls murió dos semanas antes del final de la guerra durante un bombardeo de la RAF.
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Re: El Visitante. Historia alternativa de la Segunda Guerra Mundial

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Sucesor

Inmediatamente después

Goering pidió dos coñacs y después ordenó al asistente que se retirase.

—Delicioso. Valía la pena invadir Francia, aunque solo fuese por este licor —Goering era un famoso sibarita—. Walter, el superalmirante ha hecho exactamente lo que pensabas. Si se hubiese aferrado al cargo le hubiese podido cesar, pero no hubiese sido buen momento, ahora que nuestros submarinos están hundiendo a media marina inglesa en el Atlántico.
—Excelencia, mis informes dicen…

—Apéame del tratamiento, por favor —en esos meses Goering había descubierto que Schellenberg no solo era un oficial muy capaz, sino que era muy fácil trabajar con él. Se estaba convirtiendo casi en un amigo.

—Como desee.

—Walter, menos formalidades.

—Como quieras —dijo Schellenberg—. Te decía que he estado hablando con un amigo del Ministerio de Economía. Me ha dicho que a los ingleses les quedaría cuerda para rato, aunque nuestros submarinos consiguiesen hundir el triple de barcos. No se van a rendir por hambre. Al menos, no por ahora.

—No es eso lo que pone en los informes de Doenitz . Marschall me había dicho lo mismo, pero pensaba que eran celos profesionales. Bueno, Walter, que te parece ¿debo seguir la sugerencia del grossadmiral? ¿Escojo a Rolf Carls como sustituto de Raeder?

—Si quieres tener otro grossadmiralote, sí. Otro amigo que tengo en Kiel…

—Tienes muchas amistades —dijo Goering con sorna.

—Siempre es bueno hacer relaciones— dijo Schellenberg—. Ese amigo me ha dicho que Carls piensa exactamente igual que Raeder.

—Pues Carls tendrá que esperar. No quiero tener otro marino engolado que piense que está en la flota del Káiser . Quiero una marina tan valiente y fanática como mi Luftwaffe. Estaba pensando en buscar a alguien del partido…

—No me parece buena idea —aventuró Schellenberg—. Gran parte de los oficiales navales son técnicos apolíticos, tal como Raeder quiso, y si se les subordina a un oficial político no sé cómo actuarán. No digo que vayan a rebelarse, sino que su rendimiento no será bueno. Yo recomendaría a algún almirante distinguido.

—¿Cómo Doenitz? ¿O prefieres a Marschall?

—Cualquiera de los dos. Yo recomendaría a Doenitz para una guerra larga, que solo podremos librar con submarinos. Pero mis amigos me dicen que Doenitz está centrado exclusivamente en los sumergibles, y que es muy dado a puentear a sus superiores y buscar apoyo por su cuenta. Marschall me parece mejor candidato si pensamos en una marina equilibrada y potente.

—¿Asciendo a uno y retiro al otro?

—No, yo creo que sería mejor dejar a Doenitz donde está y poner a Marschall en el puesto de Raeder, pero solo provisionalmente. Según cómo evolucione la guerra, podrías confirmarle en el cargo, o «ascenderlo» a algún puesto secundario, como jefe de movilización o de lo que sea.

No era mala idea, pensó Goering. Marschall había conseguido gran prestigio durante las operaciones en Noruega, pero no tanto como para ignorar las «sugerencias» de instancias superiores. Se le podría presionar para convertir la marina técnica de Raeder en un arma política como lo era la Luftwaffe . Sin embargo, ahora se planteaba otra cuestión. Goering se daba cuenta del papel cada vez más importante que estaba tomando Schellenberg. Su combinación de capacidad y encanto personal le convertían en una persona muy peligrosa ¿Le haría lo mismo que le hizo a Himmler? Goering no sabía si el aviso que le salvó la vida había sido una maniobra política de Schellenberg, o si realmente creía en el régimen y se negó a secundar el golpe de estado. Goering había pensado en una forma de asegurar su lealtad.

—Walter, ya que hablamos de ascensos ¿Qué es lo que ambicionas? Sé sincero.

Las alarmas sonaron en el cerebro de Schellenberg. Había visto a Goering ordenar la ejecución de Himmler sin levantar el tono de voz. Si mostraba mucha ambición, el canciller lo podría ver como un rival y acabaría con su carrera o incluso con su vida. Si era demasiado discreto, quedaría como un mentiroso. Intentaría un término medio.

—Statthalter, creo que podría servir mejor a Alemania dirigiendo sus servicios de inteligencia.

Goering rio—. Tampoco te gusta Canaris ¿Tienes algo contra los almirantes?

—No se trata de eso, sino que quiero evitar la descoordinación entre los diferentes servicios, que…

—Todo eso está muy bien —le interrumpió Goering— pero yo te preguntaba por tus ambiciones personales.

—Soy general a los treinta años ¿Qué más puedo esperar?

A Goering le divertían las precauciones de su subordinado—. No pienses que me engañas, que sé que la ambición te corroe —Schellenberg intentó disculparse, pero Goering siguió—. No digas nada. Ser ambicioso no es un defecto si la ambición está bien encaminada. Por eso soy yo el que voy a hacerte una propuesta. Había pensado en ascenderte a general de división y encomendarte la dirección de un servicio de inteligencia unificado que reúna los del Ejército, la Policía y la Abwehr . Pero solo sería un primer paso.

—¿Un primer paso? —preguntó un dubitativo Schellenberg.

—Sí, un primer paso. Tú tienes solo treinta años, pero yo me acerco a los cincuenta. Me gusta demasiado la vida como para malgastarla en un despacho. Había pensado en seguir en el puesto cinco años más, como máximo diez, y luego retirarme ¿Te gustaría ser mi sucesor?

Schellenberg se atragantó con el coñac.

—Tranquilo, respira. Sí, si me retiro necesitaré un sucesor. Alguien con conocimiento del estado, pero que me deba a mí el puesto y que me garantice un retiro lujoso. No creo que puedas conseguir por tu cuenta más de lo que yo te ofrezco. Solo te pido un poco de paciencia. Piensa que, de todas formas, ahora no podrías acceder al poder. Ni tienes suficiente prestigio, ni tienes la ascendencia necesaria sobre el partido. Pero no te preocupes, que será cuestión de tiempo. Yo iré delegando más responsabilidades en ti, pero de forma extraoficiosa. Tal vez en unos años pueda nombrarte jefe de gabinete, pero por ahora tendrás que conformarte con Inteligencia. Desde luego, no quiero que se sepa nada de esto.

—¿También me encomendarás Interior?

—No, eso no. No es que no me fíe, sino que un ascenso tan meteórico no sería bien visto en el Partido.

—Gracias, Statthalter…

—Hermann. En lo sucesivo, si no hay nadie presente, seré Hermann.

—Gracias, Hermann. Me siento muy honrado.

Goering pensó que había sido una buena jugada. Schellenberg sería ahora el más interesado en mantenerle en el poder. No podría tener guardián más celoso.

—Hermann, hay un asunto que me preocupa — dijo Schellenberg.

—Adelante.

—Es una cuestión grave que podría molestarte.

—Suéltalo ya —le animó Goering.

Schellenberg tragó saliva. No se había atrevido hasta ahora a plantearle a Goering ese problema. Pero para llegar a ser canciller habría que ganar la guerra, y para vencer era preciso resolver la cuestión del mando.

—Hermann, por favor, deja que me explique antes de interrumpirme. Te quería plantear una cuestión sobre la Luftwaffe ¿No sería mejor nombrar a alguien para controlarla? La cancillería es un trabajo a tiempo completo, y me parece que está impidiendo que prestes la atención debida a la aviación. Cada uno de tus subordinados está actuando por su cuenta. Tú sabes tan bien como yo que la Luftwaffe fracasó en descubrir al portaaviones inglés que atacó Tarento. También sabes que la campaña de bombardeos nocturnos sobre Londres está siendo un fracaso costoso. No te pido que dejes la dirección de la Luftwaffe, sino que delegues el control de las operaciones diarias en un subordinado, en alguien que pueda tratar con la marina y con el ejército sin que tenga que importunarte.

Ahora fue Goering el que casi se atragantó. Ceder su querida Luftwaffe… pero Schellenberg tenía razón, él no podía estar en todo. La idea de no nombrar sucesor sino solo un subordinado no era tan mala. Así seguiría teniendo control directo sobre una rama de las fuerzas armadas, sin tener que detenerse en minucias sobre qué escuadrilla desplegar aquí o allá.

—Es la primera propuesta que me haces y resulta bastante amarga —contestó Goering, alarmando a Schellenberg—. Pero algo que yo mismo ya me lo estaba planteando. Te agradezco tu sinceridad. Es lo que buscaba en ti, pues necesito colaboradores, que aduladores ya hay demasiados. Pero seré yo quien designe a mi sucesor ¿Qué te parece Greim?



Durante la guerra Inglaterra casi llegó a ser autosuficiente en alimentos, inició la extracción de petróleo, y tenía minas de hierro y de carbón en su territorio, de tal manera que en 1942 no estaba tan ahogada como comúnmente suele creerse.

La Kriegsmarine, en buena parte gracias a Raeder, se mantuvo al margen de los cambios políticos y heredó las tradiciones de la marina imperial alemana.

Fue habitual que se ascendiese a los oficiales superiores cuyo rendimiento no era bueno, para luego destinarlos a algún papel secundario. Se evitaba el escándalo, se callaba la boca del relevado, pero se le enviaba a algún rincón donde no pudiera hacer demasiado mal.

La Luftwaffe era la más politizada de las tres armas alemanas. Sin embargo, no se implicó en el genocidio, como sí hizo el ejército.

Tras el cese y el arresto de Canaris en 1943 fue el RHSA, mandado por Schellenberg, quien pasó a controlar la mayor parte de los servicios de inteligencia alemanes, aunque no llegó a hacerlo con el del ejército, que siguió operando independientemente.

En la realidad entre los cargos políticos y la pereza, Goering dejó el control de la Luftwaffe a sus subordinados, pero sin nombrar un superior, ni tampoco intervenir en los enfrentamientos internos. Además, Goering intervenía ocasionalmente, no siempre con buena fortuna. El resultado fue el caos.
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