Esto es una fábula, pero indudablemente hay un dato verídico; Numancia constituye un paso que para eludir hay que dar un gran rodeo. La fuente, al parecer, procede del tal Aselion, quien por lo visto estuvo en Numancia. La fórmula “prevenir antes de curar” debe aparecer además en otro escrito suyo, creo que también referido a Escipión.“Recorrió, en busca de forraje, toda la zona situada detrás del campamento y segó el trigo todavía verde. Cuando hubo segado todos estos campos, se hizo preciso marchar hacia delante. Había un atajo que pasaba junto a Numancia en dirección a la llanura y muchos le aconsejaban que lo tomara. Manifestó, sin embargo, que temía el retorno, pues los enemigos estarían, entonces, descargados y tendrían a su ciudad como base desde donde atacar y a la que poder retirarse. Y añadió: En cambio, los nuestros retornarán cargados, como es natural en una expedición que viene de recoger trigo, y exhaustos, y llevarán animales de carga, carros y vituallas. El combate será muy difícil y desigual; arrostraremos un gran peligro, si somos vencidos, y sin embargo, en caso de vencer, no obtendremos una gloria grande ni provechosa. Es ilógico exponerse al peligro por un resultado pequeño y es incauto el general que acepta el combate antes del momento propicio; bueno, en cambio, lo es el que sólo se arriesga en el momento necesario. Y prosiguió, a modo de comparación, que tampoco los médicos echan mano de amputaciones o cauterizaciones antes que de fármacos. Después de haber dicho esto, ordenó a sus oficiales que hicieran la ruta por el camino más largo.”
Apiano.
En el contexto del relato, por otro lado, esta fábula actúa como disculpa. No quería dividir sus tropas pero al final lo tuvo que hacer. Por eso se inserta entre estos otros dos fragmentos.
La parte ahora saqueada es la que quedaba por delante, al otro lado de Numancia, de donde los numantinos todavía sacaban provisiones, y que para llegar allí hizo falta dar un rodeo. Claro, aquí la confusión está en quién se dirige al territorio de los vacceos, ¿la expedición o Escipión que acompaña a ésta hasta el límite del campamento?“Cuando calculó que el ejército estaba presto, obediente a él y capaz de soportar el trabajo, trasladó su campamento a las cercanías de los numantinos. Pero no estableció, como algunos, avanzadillas en puestos de guardia fortificados ni dividió por ningún concepto su ejército a fin de que, en caso de ocurrir algún contratiempo en un principio, no se ganara el des- precio de los enemigos, que, incluso entonces, ya los menospreciaban. No llevó a cabo tampoco ningún intento contra aquéllos, pues todavía estudiaba la naturaleza de la guerra, su momento favorable y cuáles serían los planes de los numantinos.
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Acompañó, entonces, a la expedición hasta el limite del campamento y se dirigió a continuación al territorio de los vacceos, de donde los numantinos compraban sus provisiones, segando todo lo que encontraba y reuniendo lo que era útil para su alimentación, mientras que lo sobrante lo amontonaba en pilas y le prendía fuego.”
Escipión se queda sitiando Numancia, y es entonces cuando se produce el ataque a los forrajeadores, seguramente el mismo en que Rutilio Rufo se ve implicado, y que Apiano narra precisamente a continuación.
Todo se heroifica y se mezcla.“En una cierta llanura de Palantia, llamada Coplanio, los palantinos habían ocultado un grueso contingente de tropas en las estribaciones boscosas de las montañas y, con otros, atacaron abiertamente a los romanos mientras recogían trigo. Escipión ordenó a Rutilio Rufo, historiador de estos sucesos y, a la sazón, tribuno militar, que tomase cuatro cuerpos de caballería y pusiera en retirada a los asaltantes. Rufo los siguió, en efecto, cuando se retiraban con excesiva torpeza y alcanzó con los fugitivos la espesura. Entonces, al descubrir la emboscada, ordenó a los jinetes que no entablaran una persecución ni atacaran todavía, sino que se quedaran quietos presentando las lanzas y se limitaran a rechazar el ataque. Escipión, al correr Rufo hacia la colina contra lo ordenado, lleno de temor lo siguió con rapidez y, cuando descubrió la emboscada, dividió su caballería en dos cuerpos y les ordenó a cada uno que cargaran contra el enemigo alternativamente, y que se retiraran al punto después de disparar sus jabalinas todos a la vez, pero no hacia el mismo lugar, sino colocándose en cada ocasión un poco más atrás y retrocediendo. De esta forma, consiguió llevar a salvo a los jinetes a la llanura.”
La fábula ha mutado y se ha mitificado, pero se pueden seguir rastreando otras versiónes.“Cuando estaba levantando el campamento y emprendía la retirada, se interponía un río difícil de atravesar y cenagoso, y junto a él, le esperaban emboscados los enemigos. Escipión, al enterarse, se desvió de la ruta y tomó otra más larga y menos propicia para las emboscadas, haciendo el viaje de noche a causa del calor y la sed, y cavando pozos, la mayoría de los cuales resultaron ser de agua amarga. Logró salvar a sus hombres con extrema dificultad, pero algunos de los caballos y bestias de carga murieron de sed.”
Y aquí la tenemos trasladada a la guerra lusitana.“Se dirigió a continuación a la ciudad de Palantia que gozaba de gran fama a causa de su valor y en la que se habían reunido muchos refugiados. Por este motivo le aconsejaron algunos que se retirara antes del intento. Sin embargo, Lúculo no hizo caso, pues se había informado de que era muy rica, pero los palantinos lo acosaban sin cesar con su caballería cada vez que iba a aprovisionarse de comida y le impedían abastecerse de alimento. Así que Lúculo, al estar falto de víveres, se replegó con el ejército formado en cuadro. Los de Palantia le persiguieron también entonces hasta el río Duero, desde donde se retiraron durante la noche, y Lúculo después de atravesar hacia el país de los turditanos se retiró a sus cuarteles de invierno.”
Ojo al dato, porque lo que se está diciendo en este último fragmento es que Lúculo, después de Nertobriga atacó Numancia.“Este último, después de haber recorrido una gran extensión de tierra desértica, llegó a la ciudad de Intercacia, en la que se habían reunido, en su huida, más de veinte mil soldados de infantería y dos mil jinetes. Lúculo, siguiendo un criterio estúpido, los invitó a firmar un tratado, pero ellos le echaron en cara su actitud vergonzosa en los sucesos de Cauca y le preguntaron si les invitaba con las mismas garantías que les dio a aquéllos.”