Re: Pinturas y códices de la Edad Media
Publicado: 27 May 2019
Más que vikingos parecen normandosLutzow escribió:Guerreros del Norte haciendo cosas de vikingos durante el asalto a una aldea, cortesía de Manuel Krommenacker.
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Más que vikingos parecen normandosLutzow escribió:Guerreros del Norte haciendo cosas de vikingos durante el asalto a una aldea, cortesía de Manuel Krommenacker.
El sector de Blanquerna, por carecer de foso era como un imán para los ataques. El difícil terreno lo hacía innecesario, además allí se concentraban las más fuertes defensas, los muros más gruesos. Si querían utilizar minas, ese era el lugar.
Hay que remarcar que muchos de los Templarios, Hospitalarios etc.. eran hombres de iglesia, en su mayoría nobles menores o hermanos pequeños de familias nobiliarios que desde muy pequeños habían sido dado a la Iglesia debido a que era más fácil reconvertirlos desde la vida eclesiástica que la de aquellos que habían convivido en unos entornos mas civiles por así decirlo. Renegar de una vida de sacrificio rezando cinco veces al día y con una actividad bélica muy intensa era algo lógico.Lutzow escribió:Para los musulmanes dos Órdenes Militares que habían sido creadas principalmente para combatirles no debían resultar muy de su agrado... Saladino les ofreció perdonarles la vida a cambio de renunciar a sus creencias, y es de destacar que ni uno solo lo hizo, permaneciendo fieles a sus respectivas Órdenes...
Saludos.
Beltranejo escribió:
Saladino ordena la ejecución de caballeros templarios y hospitalarios. Por Pat Nicolle.
Tras la batalla de Hattin, Saladino reconquistó Jerusalén para el islam, redujo a una franja mínima los territorios ocupados por los Estados Latinos de Oriente, destruyó casi por completo las fuerzas armadas europeas acantonadas allí y capturó a los principales jerarcas de estas fuerzas, incluido Guy de Lusignan, el monarca de Jerusalén. Fue un éxito redondo para la media luna.
Semejante triunfo permitía ser ampliamente generoso con los vencidos. Saladino podría haber ejemplificado la clemencia habitual en él, una virtud que le reconocían tanto los suyos como sus enemigos. Sin embargo, el Soberano mandó ejecutar de inmediato a todos los prisioneros templarios y hospitalarios. Había dado su palabra de que limpiaría “la tierra de esas dos órdenes impuras”. Solo del Temple fueron ajusticiados, uno por uno, 230 guerreros de elite.