Puertas tapiadas

Toda la Historia Militar desde la Prehistoria hasta 1453.

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Bernardo Pascual
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Puertas tapiadas

Mensaje por Bernardo Pascual »

Abro este hilo para ver si podemos aclarar el misterio del tapiado de puertas de muchos poblados ibéricos. Tal vez aquí se encuentre la clave de la campaña de Catón en Hispania. ¿Destruídos o abandonados? Parece tener más fuerza la idea del abandono, pero eso entonces no encaja en principio con el tapiado de las puertas, a no ser que, por ejemplo, como se llega a insinuar en el siguiente artículo, tal tapiado se pudiese haber producido en una reocupación posterior.

Me gustaría ir reuniendo información sobre distintos poblados. Para ello pido ayuda sobre todo a Poliorcetos, que seguro le interesa el tema. Ya por de pronto, estoy recurriendo a los numerosos enlaces que ha ido dejando dispersos por todos estos hilos de la conquista de Hispania. Empiezo en todo caso con el oppidum de la Bastida de les Alcusses.


Sistemas de acceso y puertas de los poblados ibéricos del País Valenciano
Helena Bonet Rosado
Jaime Vives-Ferrándiz Sánchez

https://core.ac.uk/download/pdf/39144246.pdf

Extracto:
Historias en las puertas

Al plantear que las puertas deben estudiarse, sobre todo, como espacios destinados al tránsito y en relación con la trama urbana, no queremos decir que la defensa no sea un elemento prioritario. Más que cuestionar si las puertas pudieron ser elementos defensivos efectivos nos interesa una aproximación histórica y relacional, es decir, cuestionar cuáles fueron las motivaciones y las necesidades de los habitantes para que se llevara a cabo la apertura o el cierre de accesos a lo largo de la ocupación de un asentamiento.
En el epígrafe anterior ya hemos planteado algunas razones para entender la ubicación de estas puertas. La linealidad en la fortificación de la Bastida es significativa de que no se esperaban asedios con asaltos formales (Quesada 2007: 82), aunque eso pudo venir luego, pues, sencillamente, la defensa sólo es necesaria si hay un peligro percibido, una amenaza o incluso un ataque.
El registro de la Bastida es muy interesante porque dos de las cuatro puertas, la PN y la PS, fueron tapiadas mientras el poblado siguió habitado. Los tapiados se hicieron con sendos muros de mampuestos delante de los batientes. El muro de la PN tiene un metro de anchura: fue construido levantando sólo el paramento exterior y a medida que se rellenaba de piedras y tierra el espacio que quedaba con los batientes cerrados (fig. 19). El muro de la PS estaba peor conservado debido a la limpieza del derrumbe exterior en las labores de vallado del yacimiento en los años setenta. Se trata de una alineación de piedras trabadas con tierra de 0,7 m de anchura y, a diferencia de la anterior, se hizo a un metro de distancia de los batientes (fig. 12 y fig. 20).
Una vez cegado el vano, estos edificios dejaron de ser puertas para convertirse en torres huecas y espacios destinados a otras actividades, quizás de vigilancia. Así, en la PS, se levanta una serie de estructuras de mampostería sobre el pavimento del vano del sector posterior —quizás bases de escaleras para acceder a la parte superior de la puerta—, y una cubeta de tierra apisonada con la paredes revestidas de arcilla de funcionalidad incierta. Además, tres ollas, varias copas y platos, dos ánforas, pesos de telar y varias fusayolas nos indican que este espacio fue utilizado con otros fines, relacionados con las actividades cotidianas de gente instalada ahora en el edificio.
¿Podemos relacionar estos tapiados con los acontecimientos violentos, incendios y saqueos, que documentamos con ocasión del abandono del poblado? Es tentador. Quizás ante un peligro percibido o incluso ante una amenaza efectiva, los habitantes de la Bastida reorganizaron las defensas, tapiando los dos accesos laterales, dejando abiertas sólo las dos puertas de los extremos oriental y occidental (PO y PE). Ante cualquier amenaza —bastaría sólo el pillaje, o un intento de asalto mínimamente organizado, aunque fuera poco numeroso (Quesada 2007: 83)— la defensa del perímetro de una fortificación con cuatro accesos —que, recordemos, tienen batientes de 5 cm de grosor— sólo se puede plantear con ciertas garantías cerrando algunos de ellos. Todo ello son intentos de mejorar la defensa y el control de una fortificación que no se había planificado así hasta ese momento, sino que se había diseñado con estructuras para la vigilancia de los accesos, de los valles circundantes, de los campos y caseríos: son las cuatro puertas torreadas, las dos torres del frente occidental y la torre del extremo oriental.
Los tapiados son indicativos de la existencia de amenazas de asalto pero, además, sabemos que en tres de las cuatro puertas de la Bastida hay más construcciones que denuncian historias más complejas. En la parte anterior de la PS, se levantó una estructura de grandes bloques de piedra dispuestos transversalmente en el extremo interior de los dos cuerpos, a modo de bloqueo o cierre (fig. 20). Presenta la particularidad de que se construye después de que la puerta se hubiera tapiado, amortizando incluso parte del derrumbe de adobes. En otras palabras, cuando se erige este gran muro ya se había producido el derrumbe de parte de la superestructura de la puerta. Estructuras similares construidas también sobre derrumbes de adobes las hay en la PO y en la PE, si bien junto a la muralla interior y no en el centro del vano.
La cronología que podemos aportar para estas evidencias se sitúa siempre dentro del siglo iv a.C., pero posterior a que se haya producido el derrumbe de algunas estructuras. Así, fueron inicialmente interpretadas como ocupaciones marginales una vez abandonado el poblado (Bonet et al. 2005: 275), aunque nos extrañaba el hecho de que todas se hallaran junto a las puertas y a la muralla, y no en las manzanas de casas, pues en la Bastida no hay documentada por el momento una sola construcción que amortice una casa preexistente. Estas construcciones, en cambio, están formadas por potentes bloqueos de piedras que no se levantan ya sobre los pavimentos sino sobre paquetes de tierra pertenecientes a derrumbes parciales de la muralla (PE y PO) y a derrumbes de las mismas puertas (PS). Nuestra propuesta es que se trata de refuerzos y plataformas para mejorar la vigilancia del perímetro y de los espacios adyacentes a las puertas, o incluso de la construcción de una continuación del paramento de la muralla sobre una puerta ya arrasada, como sucede en la PS.
Nos interesa señalar, también, el carácter apresurado que se advierte en el abandono, no sólo por las evidencias de incendios en casas, puertas y muralla, sino también porque muchos objetos como joyas de oro, herramientas, elementos de vestimenta y adornos personales aparecen diseminados por las calles, o en las entradas de las casas. Hay incluso una ocultación de plata en un conjunto cerrado que, obviamente, nunca fue recuperada (Bonet y Vives-Ferrándiz 2009). Las armas encontradas en las puertas, sobre el suelo o entre los derrumbes, no son ajenas a este final conflictivo. Por ejemplo, en la PS hay puntas y conteras de lanza, un soliferreum y una punta de flecha de bronce; en la PO una falcata, varios regatones y una punta de lanza; en la PE, finalmente, regatones, puntas de lanza y un mango de escudo. Todas estas evidencias, junto a las que hemos repasado más arriba, nos llevan a pensar que esta fortificación pudo ser asaltada en un contexto de conflicto (Quesada 2002, 2007: 94; Bonet 2006: 34), donde el asedio formal con bloqueo o cerco no se da, pues los ataques se deben más a sorpresas o argucias entre pequeños grupos que a grandes maquinarias de asalto o a ejércitos numerosos.
Al mismo tiempo se puede ir creando un mapa.

Imagen


Nelitis neque litis

“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Re: Puertas tapiadas

Mensaje por Bernardo Pascual »

Sobre Ullastret ya hablamos extensamente, pero ahora, tras los nuevos descubrimientos, convendría revisarlo, y a la vez relacionarlo con el resto de yacimientos.
“Si los hallazgos dispersos y amontonados encima de los pavimentos en Mas Castellar de Pontós parecían propios de una destrucción violenta que había acabado con la vida en el yacimiento, otro tanto parece suceder en el oppidum de Ullastret. J. Oliva había ya observado labores de emparedamiento defensivo en la puerta principal, un fenómeno ahora bien documentado en el Castellar de Meca y otros yacimientos del Levante destruidos por ataques romanos. Además, la dispersión de materiales por el yacimiento con idénticas cronologías apuntan a una destrucción generalizada seguida de un abandono que se produce en los inicios del siglo II a.C., la misma fecha observada en Pontós. Resulta pues necesario remarcar estos hechos arqueológicos singulares recordando los acontecimientos bélicos de la campaña del cónsul Catón en el año 195 a.C. descritos por Livio (Martínez Gázquez 1974). Una de las eras (areae) saqueadas por Catón para aprovisionar a sus tropas bisoñas según el relato de Livio fue sin duda Pontós, y el abandono definitivo del gran oppidum de Ullastret que durante dos siglos había jerarquizado el territorio de los indicetas, tuvo que ser consecuencia de la derrota ibérica en la famosa batalla cercana a Emporion. Una batalla en la que según Livio el cónsul rodeó el campamento de los iberos en rebeldía (castra hostium) en una maniobra audaz para obligar a sus tropas a un ataque sin posibilidad de retirada. Tras la batalla, el campamento, descrito por Livio (XXXIV, 15) como si se tratara de unos castra legionarios con empalizada y diversas puertas, fue conquistado al asalto con ayuda de la segunda legión que había quedado en reserva. Los campamentos romanos y su forma de realización eran conocidos por los iberos desde la Segunda Guerra Púnica y no podemos descartar la posiblidad de una fortificación provisional, pero también debemos preguntarnos si este “campamento” en que se habían concentrado los iberos a la llegada de la flota consular pudo ser en realidad un gran oppidum cercano como Ullastret.”
Santuarios y Fortalezas. Cuestiones de indigenismo, helenización y romanización en torno a Emporion y Rhode (S. VI - I A.C.). Joaquín Ruiz de Arbulo Universitat de Lleida.

https://repositori.udl.cat/handle/10459.1/326

En este caso, Joaquín Ruíz de Arbulo se inclina por la destrucción, pero, como a nosotros en un principio, le resulta muy atractiva la idea de ubicar aquí la batalla de Catón contra los lacetanos. Ahora, personalmente, opino que tal batalla ocurrió en Sagunto, pero en ningún caso esa opinión niega rotundamente que se hubiese producido una destrucción violenta. Por supuesto, a un servidor, le interesaría más confirmar el abandono pacífico.
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Re: Puertas tapiadas

Mensaje por Bernardo Pascual »

Castellar de la Meca.
La puerta principal y los elementos defensivos adyacentes (torres y muralla)

Las obras defensivas de mayor envergadura se localizarían en torno a la puerta principal de entrada a la ciudad, en el extremo noreste del oppidum. La relevancia de este acceso, el único que permite el tráfico rodado, y el hecho de ser ésta la única zona donde la meseta no aparece rodeada de abruptos escarpes obligaron a fortificar el sector con potentes obras defensivas. Efectivamente, el acceso al poblado se realizaba a través de un largo pasillo recortado en la roca, cuyo tramo superior, ya dentro del asentamiento, dirigiéndose hacia la meseta superior, es el conocido popularmente como el ‘Camino Hondo’ (Broncano y Alfaro 1990: 140 ss.). El camino viene desde la base del cerro y se realizó para permitir el acceso de carros, como evidencian los restos de sus rodadas (vid. infra).

La puerta y las torres que la flanqueaban se hallaban por completo desmanteladas (figura 3, A-B), recuperándose algunos sillares caídos sobre la base del camino, destacando uno en forma de ‘L’ con el agujero para introducir el gozne metálico de una de las puertas, así como otro que aún conservaba en su interior un bloque prismático de hierro que facilitaría el giro del gozne (figura 3, C) (Broncano y Alfaro 1990: 175 ss., fig. 3, láms. CLXVII-CLXXXIV; Alfaro 1991: 149, fis. 1 y 3). La puerta propiamente dicha era un portón de dos batientes o puerta carretera, realizado presumiblemente en madera dura con una anchura de 3,08 m (la derecha 1,50 m y la izquierda 1,58), lo que permitiría el paso de los carros (figura 2, B), y un grosor de 0,10 m, confirmada por las ranuras conservadas en el suelo geológico (figura 3, D), pudiendo suponer una altura de hasta 3 m. La zona de la entrada tenía planta rectangular, con unas dimensiones de 3,52 por 1,80 m (figura 3, A), conservándose los huecos para el anclaje de las puertas, el izquierdo aún con el núcleo de hierro (figura 3, D), al igual que el sillar recuperado en la zona, y un hueco para introducir el pasador, aproximadamente equidistante, que de forma anómala quedaría por fuera, lo que confirman los rebajes de uno de los sillares que, como veremos, fueron utilizados para tapiar la puerta (Broncano y Alfaro 1990: 185 s., lám. CLXXX).

El acceso apareció tapiado mediante un muro del que se conservaban dos sillares in situ dispuestos directamente sobre el camino, a extramuros, trabados mediante un tercero, y embutidos parcialmente en la pared rocosa, siendo interpretados como la hilada inferior de un muro levantado inmediatamente por delante de la puerta (figura 3, E-F); a unos 0,80 m se observan entalles relacionados con un segundo paramento que, junto con el anterior, formarían un lienzo murario, posiblemente relleno de piedras de menores dimensiones, que los excavadores relacionaron con los episodios finales de la ciudad ibérica, cuyos habitantes, ante el ataque de un potente ejercito, habrían sellado la puerta principal, el punto más vulnerable de toda construcción defensiva (Broncano y Alfaro 1990: 178 ss., fig. 83, láms. CLXXIII, CLXXVIII, y CLXXXI-CLXXXIV)11.

La puerta principal se habría defendido con sendas torres cuadrangulares que flanquearían la entrada (figura 3, A-B), de las que se conservaban tan sólo las entalladuras realizadas en la roca para albergar los sillares, dispuestas a ambos lados del acceso: la de la izquierda en el sentido de la entrada, de forma trapezoidal (con unas dimensiones de 4 y 5,20 m, los lados paralelos, 4,60 m, el oblícuo y 3 el restante), y la opuesta de planta rectangular, con rebajes en la base y en el lateral rocoso que alcanzan hasta 4,30 m, lo que permite defender una altura mínima según los excavadores de 5,30, aunque con bastante probabilidad debieron superar los 6 m; otra torre, de planta casi cuadrada y menores dimensiones (4,80 por 5 m), realizada con sillares bien escuadrados de menores dimensiones que los utilizados en la muralla, con cuñas para su mejor asiento, se erigió como defensa adelantada, localizándose sobre el flanco derecho del atacante, a 26 m de la puerta y a 8 de altura sobre el camino (figura 4, A), conservándose actualmente restos de los lados este y oeste (Broncano y Alfaro 1990: 203 ss., lám. CLXXXV-CLXXXVII, figs. 83, 86,5-6 y 87; Alfaro 1991: 149 s., fig. 2).

Además del acceso principal, la topografía del cerro obligaba a fortificar la vaguada que se extendía al este de la puerta, entre ésta y el espolón rocoso nororiental (figura 4, A y C), de unos 140 m, lo que se hizo mediante la erección de una potente muralla de aparejo ciclópeo (figura 4, B), de trazado semicircular, conservándose sendos tramos con hasta tres hiladas y una altura de más de 2 m (Broncano y Alfaro 1990: 201, lám. CXCIII).

Una cuarta torre pudo haberse levantado en el espolón nororiental, que quedaba unido a la puerta principal mediante la citada muralla ciclópea que cerraba la vaguada, de la que únicamente quedan restos de uno de sus lienzos con una altura conservada de tres hiladas (figura 4, C) (Broncano y Alfaro 1990: 201, lám. CXCIV-CXCV). Como apoyo a la defensa los autores proponen el camino semiexcavado en la roca que discurre por delante de la muralla, uno los ramales de la vía de acceso -camino ‘A’- localizado a unos 7 por debajo de ella; presenta un tallado vertical, con una media de 2 m de profundidad que habría funcionado como un foso abierto (vid., igualmente, Moret 1996: 457), de forma similar, como veremos, a lo observado en el lado oriental.

Aunque la ausencia de datos estratigráficos dificulta fechar tales defensas, su momento final, constatado por el tapiado de la puerta mediante sillares, se ha vinculado con la presencia romana en la zona (Broncano 1986: 141; Broncano y Alfaro 1990: 181; Alfaro 1991: 150 s.), quizás a finales del siglo III o inicios del II a.C.12, aunque para Moret (1996: 485) no habría que desestimar una fase de ocupación republicana más tardía con la que se podrían relacionar una parte de las construcciones actualmente visibles, lo que coincide con la datación que se ha planteado para la remodelación de la puerta principal de El Molón a finales del siglo II o inicios del I a.C. (Lorrio 2007a: 218). En cualquier caso, el que los restos del tapiado se mantuvieran in situ evidencia la decadencia del asentamiento, pues desde aquél momento desaparecería la circulación rodada por completo, imposible a través de la puerta principal, la única que, como se ha señalado, admitía el paso de carros.
EL CASTELLAR DE MECA: ANATOMÍA DE UN OPPIDUM IBÉRICO
Alberto J. Lorrio Alvarado

https://torregrandealmansa.files.wordpr ... as_9_2.pdf

La cuestión sigue ahí. ¿Cuando se tapia, antes o después de ser desmantelada la puerta? ¿No contrasta un poco el muro de sillares con la rusticidad de la obra ibera? El último párrafo resulta muy interesante.
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Re: Puertas tapiadas

Mensaje por Poliorcetos »

Muy interesante e importante, Bernardo, me pongo a ello.

Ya alguna vez me metí con el tema de las puertas romanas de doble vano con uno de ellos tapiado, una bobada si no va acompañado de otras reformas. Da para muchísimo el tema y nadie lo comprende, por lo cual dicen incongruencias en batería.

Respecto a estos enlaces, me preocupan las dataciones. Muy dispares o imprecisas. Incluso, como sospechamos compartidamente, puede que sean en base a hechos, no a pruebas. Tengo que ver los planos.

En si, un tapiado no es por abandono, al contrario, es porque se extreman las defensas. Estoy hasta el gorro de connotaciones socio-económicas-prestigio-erótico-lúdico-festivas. Las murallas son para la guerra, son armas, máquinas de guerra. Tapiar la puerta es extremar la defensa. Pero no la mejora. Sólo si es el único punto débil del trazado. Y hay muchos otros sistemas o medidas para complicar el asalto. Es más, una defensa agresiva nunca tapiaría una puerta, es más, la mantendría abierta.

Así que, como primera idea me viene eso, que sin una reforma del sistema, el tapiado no sirve de mucho. Y si hay reforma del sistema, no es para abandonar, es para mejorar. O que fuera tras un abandono y se parte de cero para un trazado nuevo. Por ahí, si.
Prometí también que no haré guerra ni paz ni pacto a no ser con el consejo de los obispos, nobles y hombres buenos, por cuyo consejo debo regirme.
IV Item. Decreta que Don Alfonso, Rey de León y de Galicia estableció en la Curia de León en 1.188
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Re: Puertas tapiadas

Mensaje por Poliorcetos »

El primer caso es distinto. Hacer un muro delante y rellenar contra la puerta. Se me ocurre una cosa, que es la transformación en ciudadela. LA ciudad pudo crecer y quedó para este fin el recinto amurallado original. Un reducto de seguridad reforzada, aun a costa de no poder entrar carros.

Tito Livio si que nos narra asedios de hispanos sobre otros hispanos, ejércitos grandes, no dispondrían de artillería pero si que sabían de poliorcética, ataque y defensa.

Quemar la puerta es muy efectivo y muy sencillo. Apilar leña y ramas, con lo cual ardería además de las hojas, torres y cualquier otro aditamento leñoso. Sin embargo, si la puerta es doble, poco se gana tapiando una, sigue quedando la otra. Otras reformas debieron tener lugar. En ningún caso se nos cuenta un asalto directo a una puerta, así que estarían bien defendidas. Sólo casos de entrar tras los defensores en su retirada tras una salida, o que se apilaban para entrar y eran masacrados. Por eso una buena puerta contribuye a la defensa activa, con salidas. Si no la hay, es el reducto final, defensa pasiva.

Tapiar la puerta no mejora las defensas existentes tampoco. Los puestos de tiro, flanqueos, espacio en las plataformas, alturas de los elementos, siguen siendo los mismos. Sólo evitas que quemen la puerta. A efectos prácticos, una puerta tapiada además es más débil que el muro. Un metro frente a los varios de la muralla.

Son generalidades, a ver si me estudio eso despacio.
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