Me gustaría ir reuniendo información sobre distintos poblados. Para ello pido ayuda sobre todo a Poliorcetos, que seguro le interesa el tema. Ya por de pronto, estoy recurriendo a los numerosos enlaces que ha ido dejando dispersos por todos estos hilos de la conquista de Hispania. Empiezo en todo caso con el oppidum de la Bastida de les Alcusses.
Sistemas de acceso y puertas de los poblados ibéricos del País Valenciano
Helena Bonet Rosado
Jaime Vives-Ferrándiz Sánchez
https://core.ac.uk/download/pdf/39144246.pdf
Extracto:
Al mismo tiempo se puede ir creando un mapa.Historias en las puertas
Al plantear que las puertas deben estudiarse, sobre todo, como espacios destinados al tránsito y en relación con la trama urbana, no queremos decir que la defensa no sea un elemento prioritario. Más que cuestionar si las puertas pudieron ser elementos defensivos efectivos nos interesa una aproximación histórica y relacional, es decir, cuestionar cuáles fueron las motivaciones y las necesidades de los habitantes para que se llevara a cabo la apertura o el cierre de accesos a lo largo de la ocupación de un asentamiento.
En el epígrafe anterior ya hemos planteado algunas razones para entender la ubicación de estas puertas. La linealidad en la fortificación de la Bastida es significativa de que no se esperaban asedios con asaltos formales (Quesada 2007: 82), aunque eso pudo venir luego, pues, sencillamente, la defensa sólo es necesaria si hay un peligro percibido, una amenaza o incluso un ataque.
El registro de la Bastida es muy interesante porque dos de las cuatro puertas, la PN y la PS, fueron tapiadas mientras el poblado siguió habitado. Los tapiados se hicieron con sendos muros de mampuestos delante de los batientes. El muro de la PN tiene un metro de anchura: fue construido levantando sólo el paramento exterior y a medida que se rellenaba de piedras y tierra el espacio que quedaba con los batientes cerrados (fig. 19). El muro de la PS estaba peor conservado debido a la limpieza del derrumbe exterior en las labores de vallado del yacimiento en los años setenta. Se trata de una alineación de piedras trabadas con tierra de 0,7 m de anchura y, a diferencia de la anterior, se hizo a un metro de distancia de los batientes (fig. 12 y fig. 20).
Una vez cegado el vano, estos edificios dejaron de ser puertas para convertirse en torres huecas y espacios destinados a otras actividades, quizás de vigilancia. Así, en la PS, se levanta una serie de estructuras de mampostería sobre el pavimento del vano del sector posterior —quizás bases de escaleras para acceder a la parte superior de la puerta—, y una cubeta de tierra apisonada con la paredes revestidas de arcilla de funcionalidad incierta. Además, tres ollas, varias copas y platos, dos ánforas, pesos de telar y varias fusayolas nos indican que este espacio fue utilizado con otros fines, relacionados con las actividades cotidianas de gente instalada ahora en el edificio.
¿Podemos relacionar estos tapiados con los acontecimientos violentos, incendios y saqueos, que documentamos con ocasión del abandono del poblado? Es tentador. Quizás ante un peligro percibido o incluso ante una amenaza efectiva, los habitantes de la Bastida reorganizaron las defensas, tapiando los dos accesos laterales, dejando abiertas sólo las dos puertas de los extremos oriental y occidental (PO y PE). Ante cualquier amenaza —bastaría sólo el pillaje, o un intento de asalto mínimamente organizado, aunque fuera poco numeroso (Quesada 2007: 83)— la defensa del perímetro de una fortificación con cuatro accesos —que, recordemos, tienen batientes de 5 cm de grosor— sólo se puede plantear con ciertas garantías cerrando algunos de ellos. Todo ello son intentos de mejorar la defensa y el control de una fortificación que no se había planificado así hasta ese momento, sino que se había diseñado con estructuras para la vigilancia de los accesos, de los valles circundantes, de los campos y caseríos: son las cuatro puertas torreadas, las dos torres del frente occidental y la torre del extremo oriental.
Los tapiados son indicativos de la existencia de amenazas de asalto pero, además, sabemos que en tres de las cuatro puertas de la Bastida hay más construcciones que denuncian historias más complejas. En la parte anterior de la PS, se levantó una estructura de grandes bloques de piedra dispuestos transversalmente en el extremo interior de los dos cuerpos, a modo de bloqueo o cierre (fig. 20). Presenta la particularidad de que se construye después de que la puerta se hubiera tapiado, amortizando incluso parte del derrumbe de adobes. En otras palabras, cuando se erige este gran muro ya se había producido el derrumbe de parte de la superestructura de la puerta. Estructuras similares construidas también sobre derrumbes de adobes las hay en la PO y en la PE, si bien junto a la muralla interior y no en el centro del vano.
La cronología que podemos aportar para estas evidencias se sitúa siempre dentro del siglo iv a.C., pero posterior a que se haya producido el derrumbe de algunas estructuras. Así, fueron inicialmente interpretadas como ocupaciones marginales una vez abandonado el poblado (Bonet et al. 2005: 275), aunque nos extrañaba el hecho de que todas se hallaran junto a las puertas y a la muralla, y no en las manzanas de casas, pues en la Bastida no hay documentada por el momento una sola construcción que amortice una casa preexistente. Estas construcciones, en cambio, están formadas por potentes bloqueos de piedras que no se levantan ya sobre los pavimentos sino sobre paquetes de tierra pertenecientes a derrumbes parciales de la muralla (PE y PO) y a derrumbes de las mismas puertas (PS). Nuestra propuesta es que se trata de refuerzos y plataformas para mejorar la vigilancia del perímetro y de los espacios adyacentes a las puertas, o incluso de la construcción de una continuación del paramento de la muralla sobre una puerta ya arrasada, como sucede en la PS.
Nos interesa señalar, también, el carácter apresurado que se advierte en el abandono, no sólo por las evidencias de incendios en casas, puertas y muralla, sino también porque muchos objetos como joyas de oro, herramientas, elementos de vestimenta y adornos personales aparecen diseminados por las calles, o en las entradas de las casas. Hay incluso una ocultación de plata en un conjunto cerrado que, obviamente, nunca fue recuperada (Bonet y Vives-Ferrándiz 2009). Las armas encontradas en las puertas, sobre el suelo o entre los derrumbes, no son ajenas a este final conflictivo. Por ejemplo, en la PS hay puntas y conteras de lanza, un soliferreum y una punta de flecha de bronce; en la PO una falcata, varios regatones y una punta de lanza; en la PE, finalmente, regatones, puntas de lanza y un mango de escudo. Todas estas evidencias, junto a las que hemos repasado más arriba, nos llevan a pensar que esta fortificación pudo ser asaltada en un contexto de conflicto (Quesada 2002, 2007: 94; Bonet 2006: 34), donde el asedio formal con bloqueo o cerco no se da, pues los ataques se deben más a sorpresas o argucias entre pequeños grupos que a grandes maquinarias de asalto o a ejércitos numerosos.