Gracias a la identificación o contextualización correcta de la campaña de Graco ahora se entienden muchas cosas. Una de las más interesantes es ésta:
Al principio los habitantes resistieron los asaltos, pero cuando se vieron atacados por máquinas de asedio además de por armas, dejaron de confiar en la protección de sus murallas y se retiraron todos a la ciudadela. Por último, enviaron emisarios poniéndose ellos y todos sus bienes a merced de los romanos. Aquí se capturó una gran cantidad de botín, así como muchos de sus nobles, entre los que se encontraban dos hijos y la hija de Turro. Este hombre era el régulo de aquellos pueblos, y con mucho el hombre más poderoso de Hispania. Al enterarse del desastre a sus compatriotas, mandó a solicitar un salvoconducto para visitar a Graco en su campamento. Cuando llegó, su primera pregunta fue si se les permitiría vivir a su familia y a él. Al responderle el pretor que sus vidas estarían a salvo, le preguntó, además, si se le permitiría luchar del lado de los romanos. Graco también le concedió esa petición y él le dijo: "Te seguiré contra mis antiguos aliados, ya que ellos no han querido tomar las armas para defenderme". A partir de entonces, estuvo junto a los romanos y en muchas ocasiones sus valientes y fieles servicios resultaron útiles a la causa romana.
Tito Livio, XL, 49.
Compárese con este otro fragmento:
Así, en España, el cónsul Escipión, sentado su cuartel de invierno en Tarragona, como hemos dicho anteriormente, empezó por ganar al pueblo romano la amistad y confianza de los españoles, devolviéndoles a cada uno sus rehenes. La casualidad hizo que para esto le sirviese de mucho Edecón, poderoso régulo del país. Este príncipe, tan pronto como supo la toma de Cartagena, y que Escipión se había apoderado de su mujer y sus hijos, presumiéndose la deserción que harían los españoles al partido de los romanos, se propuso ser él el autor de esta mudanza, persuadido principalmente, a que de este modo recobraría su mujer y sus hijos, y daría a entender al cónsul que abrazaba voluntariamente el partido de los romanos sin que la necesidad le forzase. Efectivamente, sucedió así. Porque cuando ya se hallaban las tropas en cuarteles de invierno, llegó él a Tarragona con sus parientes y amigos. Acudió a una conferencia con Escipión y le dijo: que daba las mayores gracias a los dioses de que fuese él el primero de los señores del país que hubiese venido a su presencia; que los otros potentados, aunque daban la mano a los romanos, mantenían aún correspondencia con los cartagineses, y miraban con inclinación sus asuntos; pero que él había venido a entregar no sólo su persona, sino sus amigos y parientes a la fe de los romanos; en cuyo supuesto, si merecía ser admitido por su amigo y aliado, le prestaría grandes servicios, tanto en la actualidad como en el futuro: en la actualidad, porque al ver los españoles que él había sido admitido y había alcanzado lo que pedía, todos seguirían su ejemplo, llevados del deseo de recobrar sus parientes y entrar en la alianza de los romanos; y en el futuro, porque inducidos de semejante honor y humanidad, le serían unos indefectibles apoyos de las expediciones que le restaban. «Por lo cual os ruego me devolváis mi mujer y mis hijos, y contado en el número de vuestros amigos, me dejéis volver a mi casa, hasta que se presente ocasión oportuna en que yo y mis amigos mostremos cuanto esté de nuestra parte, el reconocimiento a vuestra persona y a los intereses de Roma.» Así terminó Edecón su discurso. Escipión, que ya de tiempos atrás se hallaba inclinado a esta entrega, y mucho antes había reflexionado lo mismo que Edecón le decía, entregó a este príncipe su mujer y sus hijos, concertó con él alianza, y cuando ya tuvo ganado, por varios modos que la conversación misma le ofreció, el afecto del español y hecho concebir a sus amigos magníficas esperanzas para el porvenir, los despachó para sus casas.
Polibio, X.
Polibio traslada esta anécdota, la de la liberación de las prisioneras, a Cartagena. Así pues, la versión de Livio sobre Graco, al ubicarla donde en realidad corresponde, demuestra ser anterior. Es Polibio quien bebe en esa fuente en la que después beberá Livio y no al revés. Polibio recrea la toma de Cartagena tomando sucesos de la rendición de Jaén.
Pero Polibio además vuelve a contar la misma historia referida también a la familia de Indíbil:
Durante este tiempo vino a echarse a sus pies la mujer de Mandonio, hermana de Indibilis, rey de los llergetes, para suplicarle con lágrimas que cuidase de que se guardase más decoro con las prisioneras que el que habían tenido los cartagineses. Escipión, compadecido de ver a sus pies una dama de avanzada edad, y que aparecía en su rostro un cierto aire venerable y majestuoso, le preguntó qué le faltaba delo necesario. Pero viendo que callaba, envió a llamar a los que habían sido encargados del cuidado de las mujeres, los cuales le dijeron que los cartagineses las habían provisto con abundancia de todo lo preciso. A pesar de esto, como la dama volviese a abrazarle de las rodillas y a repetirle la misma arenga, Escipión entró más en confusión, y sospechando si habría habido algún descuido, y los comisionados de aquel encargo no le contaban por ahora la verdad, le dijo: «Sosegaos, señora, yo os prometo nombrar otras personas que cuiden de que no os falte lo necesario.- Vos no habéis penetrado el fondo de mis palabras, replicó la señora después de un breve silencio, si creéis que nuestra súplica se reduce ahora a la comida.» Entonces, comprendiendo Escipión lo que quería decir la dama, y reparando en la hermosura de las hijas de Indibilis y de otros muchos potentados, no pudo contener las lágrimas al ver que en una sola palabra le había dado una idea de su triste situación. Y así, dándole a entender que había penetrado su pensamiento, la cogió de la mano, procuró consolarla, y lo mismo a las demás, prometiendo que en adelante él mismo las cuidaría como si fueran sus hermanas o hijas, y las pondría hombres de probidad para su custodia.
Polibio, X.
Polibio está confundiendo a Indíbil con alguien similar a Edecón porque no sabe quién es Indíbil en realidad. Piensa que ese nombre designa a otro régulo ibero y a partir de ahí se inventa su historia. La clave, no obstante, se encuentra en la siguiente frase de Tito Livio:
Cástulo, fuerte y célebre ciudad de Hispania, estrechamente unida a los cartagineses hasta el punto de que la esposa de Aníbal era de allí, se pasó a los romanos.
Tito Livio, XXIV, 41.
La cuestión está en cómo se produjo ese cambio de bando.
“A continuación Escipión marchó a Cástulo con su ejército; defendían esta ciudad tanto fugitivos hispanos como supervivientes del ejército cartaginés reagrupados tras una huida en desbandada. Pero la llegada de Escipión venía precedida de la derrota de los iliturgitanos, a raíz de la cual había cundido el pánico y la desesperación. Como además los intereses eran encontrados y cada uno quería mirar por sí y desentenderse del otro, primero una desconfianza tácita y después una discordia manifiesta provocó la escisión entre cartagineses e hispanos. En éstos mandaba Cerdubelo, decidido partidario de la capitulación, y en los auxiliares cartagineses mandaba Himilcón; Cerdubelo entregó a los romanos a éste y sus tropas junto con la ciudad, después de recibir garantía en secreto. En esta victoria hubo mayor clemencia, pues la falta cometida no era tan grave, y por otra parte la entrega voluntaria había aplacado un tanto las iras.”
Livio, XXVIII, 20.
En Cástulo estaban los restos de un ejército cartaginés derrotado recientemente y que había llegado hasta allí huyendo en desbandada. Esa batalla, por tanto, no puede ser otra que la de Baécula. Se entiende por otro lado que también tenían que estar allí los mandos de ese ejército. Si no, la tropa no se habría reagrupado. Cerdubelo entrega a estos oficiales, unos oficiales con los que sin duda tenía que estar emparentado. ¿Por qué se remarca entonces lo de la mujer y las hijas de Indíbil? ¿Por qué en la negociación de una rendición en la que el derrotado se convierte en aliado del vencedor, a cambio de entregar a sus antiguos aliados, hay una preocupación por la vida de las mujeres? No tiene ningún sentido que le devuelva la ciudad, lo convierta en su amigo y, sin embargo, esclavice a su familia.
¿Y si Cástulo se pasó a los romanos a cambio de entregar a los refugiados cartagineses, qué le ocurrió entonces a la esposa de Aníbal, la cual sin duda debía ser hija o hermana del régulo de aquella ciudad?