En 1870 Robert Lee había sido director del Colegio Washington de Virginia por cuatro años y medio. Tenía 63 años de edad y estaba enfermo del corazón. El dolor de pecho se evidenciaba durante sus caminatas, y su cansancio se hacia mas pronunciado con el correr de las semanas. Sus amigos, colegas profesores y su familia pensaban que precisaba urgentemente unas vacaciones, para descansar y eximirlo de las obligacines habituales que le imponía su cargo. Su hija lo acompañaría en el viaje a un hotel resort en el estado de Florida, con varias paradas durante el viaje. Una primaveral mañana de marzo de 1870, el viejo guerrero y su hija Agnes partieron de Lexington, Virginia, en un viaje de casi dos meses, esperando el merecido descanso. Muchos de los alumnos del colegio acudieron para ver partir al General. Todo transcurrió sin sobresaltos en la vieja Virginia, pero cuando abordaron otro tren en el estado de Carolina del Norte, todo cambió. Lee había pensado que el viaje en tren tendría cierto interés, pero ni él ni los otros se imaginaban lo que sucedería. En Carolina del Norte, cuando los operadores de telégrafo descubrieron que Lee se dirigía al Sur, la noticia llego rápidamente a todos los rincones del país. En cada parada que el tren hacía, más y más personas se agolpaban para observar al célebre general , en grupos cada vez mayores. Al principio solo querían verlo, y se veía obligado a asomarse para ser jaleado, pero luego comenzaron a solicitar que Lee dijera algunas palabras a la multitud. Se organizaron desfiles. Las bandas de música lo esperaban entonando Dixie o The Bonnie Blue Flag o cualquier otra canción entonada durante la guerra civil. El alarido rebelde era proferido una vez mas por lo veteranos que habían servido a sus órdenes. Muchos niños eran traídos para ver al viejo Comandante, muchos recién nacidos en el sur siendo bautizados Robert Edward en su honor. Flores eran arrojadas al tren a su llegada, y bandejas de comida se le hacían llegar a su camarote. En cada hotel donde pernoctaba acudían al lobby políticos, antiguos oficiales del Ejercito de Virginia Septentrional, simples ciudadanos que habían sido sus soldados., todos para darle la bienvenida.
En el transcurso del viaje, el General visitó la tumba de su padre y la de su hija favorita, Annie, quien había muerto de fiebre tifoidea durante la guerra. También tuvo un frío encuentro con el General George Pickett, célebre por su trágica carga, quien luego del encuentro le comentaría al Coronel John Mosby, “el viejo logró que mi división fuera aniquilada” en Gettysburg.
Una vez que Lee y su hija arribaron a Palatka, Florida, tuvieron una temporada de paz en un hotel resort, de alrededor de un mes. Cuando finalmente tuvieron que emprender el regreso a Lexington, pasaron por el torbellino de afecto y admiración nuevamente. Exacatamente la misma efusividad que en el viaje de ida. Seguramente esto alegró el corazón de Lee, como también es probable que el ajetreado viaje agravara la afección coronaria, acelerando su final. El mítico General Lee fallecería cinco meses más tarde, en octubre de 1870.
General Robert Lee. c.1869
