CORONEL JOSÉ DE AGUILAR Y PUERTAS

"Personajes" que han dejado o pretendido dejar huella en la Historia siempre dentro de un contexto militar.

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laguno
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CORONEL JOSÉ DE AGUILAR Y PUERTAS

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Nació en la ciudad de Antequera, el año de 1790, hijo de José y Luisa, ambos, al parecer, de ilustres familias.

Tuvo su ingreso en clase de cadete en el Colegio de Artillería Segovia, el veintiocho de febrero de 1804, ascendiendo al empleo de subteniente de artillería el nueve de enero 1808, hallándose en Madrid cuando ocurrieron los sucesos del Dos de Mayo, consiguiendo fugarse y llegar a Valencia donde se puso a disposición de la Junta, siendo destinado a la compañía montada del segundo regimiento.

Con dicha compañía concurrió a la defensa del paso del Júcar en la persecución del ejército de Moncey en julio, y encuadrado en la división de vanguardia de las tropas valencianas llegó a Aragón y Navarra, donde asistió a la batalla de Tudela del veintitrés de noviembre, donde le mataron el caballo que montaba y donde tan mal paradas salieron las tropas españolas que mandaba el general Castaños.

De regreso en Zaragoza, permaneció en dicha ciudad durante todo el Segundo Sitio, alternando con los demás oficiales del cuerpo en el servicio de las baterías de San José, Rastro de los Clérigos y Balsas de Ebro, sin perjuicio de seguir mandando su sección de artilleros a caballo, a cuyo frente se halló en la salida realizada el dos de enero de 1809 por el camino de Barcelona, donde resultó herido de un balazo.

Al capitular la ciudad después de resistir un heroico y inimaginable asedio, fue hecho prisionero según las condiciones de la capitulación y trasladado a Francia, permaneciendo en el campo de concentración de la ciudad de Nancy, para ser trasladado posteriormente a uno de los de Normandía, hasta que consiguió fugarse con varios de sus compañeros y presentarse en el ejército de los aliados que sitiaban París.

Parece plausible que durante su cautiverio en Nancy conociera a la que sería su mujer, Magdalena Hallé y Claussé, natural de esa ciudad francesa, quien le acompañó a España, a su Antequera natal.

Una vez de regreso en la patria, se presentó a las autoridades en la plaza de Barcelona el dieciséis de julio de 1814, donde expuso sus circunstancias desde que abandonó Madrid el dos de mayo de 1808 hasta que consiguió evadirse del campo de prisioneros de Normandía. Examinado su caso, fue purificado y rehabilitados en los empleos y sueldos que le hubieran correspondido durante su cautividad, ascendiendo a capitán con la antigüedad de dieciséis de julio de 1812.

De ideología liberal, fue de los que entre agosto y noviembre de 1823 se halló en la defensa de Cartagena, que se hallaba asediada por las tropas del duque de Angulema que habían venido a sostener en el trono al tirano y traidor Fernando VII.

Esto tuvo consecuencias muy negativas, pues pasó al bando de los "impuros", pasando su impureza en su casa de Antequera, hasta que por fin fue impurificado y pudo retornar a su carrera militar, desempeñando sus funciones en regimientos, fábricas y comandancias, hasta el cinco de marzo de 1839, que ascendió al empleo de coronel, a la vez que desempeñaba el cargo de director de la fábrica de fundición de bronces de la ciudad de Sevilla.

Durante el desempeño de este cargo fue cuando se produjo el levantamiento sedicioso protagonizado por parte del regimiento de Guadalajara a las órdenes del segundo comandante Portal, secundado por el oficial Gutiérrez y el teniente Domingo Moriones en la noche del trece de mayo de 1848 contra el gobierno de Ramón María Narváez y acudiendo a su puesto para dirigir la defensa del orden constitucional, fue atacado por la calle y asesinado.

Estaba en posesión de las siguientes condecoraciones:

- placa de la Real y Militar Orden de S. Hermenegildo,
- placa de San Fernando de primera clase,
- encomienda de Isabel la Católica,
- cruz del segundo sitio de Zaragoza y
- cruz concedida a los oficiales que se fugaron de Madrid, después del dos de Mayo de 1808.

Fuentes Documentales

- Obelisco histórico en honor de los heroicos defensores de Zaragoza en sus dos sitios (1808-1809), ps. 119 y 120. Sala Valdés y García Sala, Mario de la. Zaragoza, 1908.
- Gaceta de Madrid, 16-6-1848, p.1
- Gaceta de Madrid, 19-5-1848, p.1


"...como jueces de la competición están los dioses, que, naturalmente, se pondrán de nuestra parte, ya que nuestros enemigos han jurado en falso sobre ellos, mientras que nosotros, teniendo ante nuestros ojos tanta abundancia de posesiones, nos hemos mantenido firmemente apartados de ellas en virtud de nuestro juramento a los dioses" Jenofonte - Anábasis.
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